La celebración de encuentros entre profesionales para debatir problemas sobre adicciones y sida resulta especialmente oportuna en el momento actual. Todos los que hemos vivido en primera línea lo ocurrido en España en los años ochenta tenemos un recuerdo difícil de olvidar. Entonces muchas personas empezaron a consumir heroína por vía endovenosa y esta práctica se asoció con el contagio del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Tal infección puso al sida en el primer plano de la clínica, porque suponía un diagnóstico fatal para muchos jóvenes de nuestro país. Nos encontramos entonces en una situación especial, que se produce a veces en el campo de las adicciones: una complicación surgida durante el curso de la adicción resulta más decisiva para la vida del paciente que la propia adicción. En consecuencia, tuvimos que adaptar nuestros abordajes terapéuticos a la presencia concomitante del sida y nuestros compañeros de medicina interna pasaron a tener una importancia clave para la asistencia de los pacientes afectados.
El esfuerzo de entonces culminó, a mi entender, con un verdadero éxito. Hoy vemos con satisfacción que muchas personas que en el pasado reciente habrían evolucionado fatalmente, se encuentran ahora en tratamiento de mantenimiento con metadona a la par que siguen el tratamiento antirretrovírico más adecuado a su caso. El hecho de que nuestra Sanidad Pública sea capaz de dispensar a todas las personas afectadas que lo requieran ambos tratamientos es una indudable satisfacción para todos.
Pero desgraciadamente la historia no ha acabado aquí. En el presente tenemos el nuevo desafío del consumo de cocaína que se ha extendido sin excepción por cualquier lugar de España. Tal consumo arrastra comportamientos de riesgo para la infección por el VIH. No porque el consumo sea por vía endovenosa, algo que parece limitarse a los pacientes que también consumen heroína, sino porque el consumo compulsivo de cocaína se asocia, en muchos casos, con comportamientos sexuales que suponen un notable riesgo para el contagio del VIH. A esta nueva situación deberemos responder con nuevos planteamientos, ya que las necesidades de los pacientes dependientes de la cocaína y la manera de cubrir tales necesidades son escasamente conocidas en la actualidad.