Introducción
Entre los modelos existentes que abordan las emociones, nos centramos en el desarrollado por Peter J. Lang y su equipo, en el que valencia y activación (o arousal) determinan un espacio bidimensional donde ubicar las experiencias afectivas. La dimensión valencia refleja el valor afectivo del estímulo, es decir, el nivel de agrado o desagrado que el estímulo nos produce; mientras que la dimensión activación indica el grado de respuesta fisiológica, en un continuo que va desde un estado de alta activación a uno de relajación. Junto a estas dos dimensiones básicas que conforman la emoción, este autor y su equipo determinan una tercera, denominada dominancia, que hace referencia al nivel de control de la respuesta emocional que el sujeto percibe ante el estímulo presentado1.
Son numerosos los estudios que han determinado la influencia que la respuesta emocional puede tener sobre procesos cognitivos como la atención2-6, el aprendizaje7,8, la memoria9,10 o la percepción11 e incluso sobre la actividad neuroendocrina12,13 o la sensibilidad al dolor14.
Desde un punto de vista evolutivo, esto supone que la emoción adquiere un valor adaptativo al entorno que nos rodea, facilitando que el sujeto pueda reaccionar de forma adecuada a las situaciones que se presentan en este entorno, sobre todo ante estímulos negativos, por ejemplo de miedo15,16. Para que se produzca una respuesta emocional, es necesario que se presente un estímulo, externo (por ejemplo una interacción personal), o interno al propio sujeto (por ejemplo, un recuerdo), que sea capaz de evocar dicha respuesta afectiva. Dicho estímulo puede ser percibido de forma consciente o preconsciente17,18.
Centrándonos en la población de sujetos adictos a drogas, son cada vez más numerosos los trabajos sobre la respuesta emocional, que estudian, mediante técnicas de neuroimagen, las respuestas de craving en adictos a opiáceos19,20 o a cocaína21,22, los cambios en la liberación de la hormona corticotropina como responsable de la falta de motivación ante reforzadores naturales23, la alteración en los procesos de toma de decisiones24. Encuentran también, al usar estímulos naturales, no relacionados con las sustancias y su consumo, una disminución de la respuesta emocional, sobre todo ante estímulos cotidianos agradables25,26. Probablemente, como plantean Goldstein y Volkow en su modelo Impaired Response Inhibition and Salience Attribution (I-RISA)27, estos estímulos naturales positivos se vean desplazados, en su capacidad reforzadora, por los estímulos relacionados con la sustancia y su consumo.
Si la emoción interviene modulando procesos cognitivos como la atención y la percepción, potenciándolos ante estímulos emocionalmente relevantes, cabe pensar que en esta población de sujetos adictos, donde la respuesta emocional está alterada, también se verán afectados dichos procesos cognitivos, como indican los estudios en los que se ha descrito una alteración en la exactitud del reconocimiento de expresiones faciales de emociones en sujetos alcohólicos28 y en sujetos adictos a otras sustancias29 o un deterioro en la capacidad perceptiva general en sujetos policonsumidores30.
Como hemos comprobado en estudios anteriores sobre la respuesta emocional en sujetos adictos, existen claras diferencias en función del efecto clínico principal (depresor frente a estimulante) de la sustancia de consumo preferente25. Podemos establecer la hipótesis de que también existirán diferencias en la capacidad perceptiva de estímulos visuales afectivos entre estos grupos de consumidores. Por tanto, los objetivos de este estudio son, primero, comprobar si el contenido afectivo de los estímulos presentados influye en la capacidad perceptiva en los sujetos adictos en situación de abstinencia y segundo, comprobar si encontramos diferencias en esa capacidad perceptiva, en función del efecto clínico principal, depresor frente a estimulante, de la sustancia de consumo preferente, alcohol y cocaína respectivamente.
Material y método
Sujetos
Participaron voluntariamente en este estudio 31 sujetos adictos en situación de abstinencia controlada, mediante analítica de orina, en tratamiento en régimen de internamiento en el centro «Cortijo Buenos Aires» en Granada perteneciente a la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, distribuidos en dos grupos, según la sustancia de consumo preferente:
adictos a la cocaína (n = 16)
adictos al alcohol (n = 15)
Las principales características clínicas y sociodemográficas de los sujetos participantes en el estudio se presentan en la tabla 1.
Instrumento
Para este estudio se diseñó un instrumento con 20 imágenes en color seleccionadas del Internacional Affective Picture System (I.A.P.S.), de Lang et al31 en función de sus valores de valencia y activación, con las que se formaron cinco condiciones de 4 imágenes cada una (tabla 2). Estas fotos fueron tratadas mediante un programa informático de retoque fotográfico (Adobe Photoshop, versión 5.0) para introducir 7 cambios en cada una de ellas, con respecto a la imagen original. Con esto obteníamos 20 pares de imágenes aparentemente iguales, pero entre las que existían 7 pequeñas diferencias.
Cada par de imágenes (original y retocada) se proyectaban una al lado de la otra durante 60 segundos, y la tarea consistía en descubrir el mayor número de diferencias en el menor tiempo posible.
El orden de presentación de las imágenes se distribuyó al azar en un solo bloque de presentación.
Procedimiento
A todos los sujetos se les explicó el objetivo del estudio y se les pidió su colaboración, así como la firma del consentimiento informado de participación voluntaria en la investigación. A continuación se les presentó un pequeño cuestionario con información clínica y toxicológica básica y se les instruyó en la mecánica de la prueba.
Las imágenes se proyectaban, mediante proyector de multimedia (Acer XD 1150 DLP) sobre una pantalla de 1,20 x 1 m. El sujeto se situaba entre el cañón de luz y la pantalla, a 2 m de distancia de esta.
Antes de iniciar la presentación de las imágenes se les realizó una prueba para determinar su capacidad de discriminación de colores, basada en diferenciar círculos de diferentes colores, y su agudeza visual, basada en los optotipos de Snellen proyectados sobre la pantalla. Se descartaron 2 sujetos por no diferenciar correctamente los optotipos.
A continuación se realizaron dos ensayos de prueba y cuando el sujeto admitía conocer perfectamente en qué consistía la prueba, se iniciaba. Al finalizar la presentación de los primeros 10 pares de imágenes se procedía a un descanso de 5 minutos.
Durante la presentación de las imágenes, un experimentador entrenado iba anotando en un cuestionario diseñado a tal efecto, las diferencias que el sujeto iba encontrando y cronometrando el tiempo en que las encontraba.
Variables
Variables independientes
Como variables independientes se utilizaron la variable grupo (pertenencia al grupo de sujetos, manipulado entre grupos a dos niveles: pertenencia al grupo alcohol frente al grupo cocaína) y la variable condición (condición de cada diapositiva, manipulada intrasujeto, a cinco niveles) (tabla 2).
Variables dependientes
Como variables dependientes se usaron el número total de diferencias encontradas y el tiempo medio empleado en descubrirlas, para cada uno de los pares de imágenes.
Para medir la eficacia perceptiva en cada par de imágenes, se tuvo en cuenta el número de diferencias encontradas y el tiempo empleado en descubrirlas, directa e inversamente proporcionales respectivamente al valor de eficacia perceptiva obtenido. Ambos valores se combinaron en una función matemática:
d = Número de diferencias encontradas por cada par de imágenes (mínimo = 0 ; máximo = 7)
Id = Valor mínimo para número de diferencias d
Fd = Valor máximo para número de diferencias d
tmáx. = Tiempo de visión de cada par de imágenes (60 segundos).
tp = Tiempo en que se encuentra cada diferencia en segundos.
Para el desarrollo de esta función matemática se aceptaron tres criterios arbitrarios:
Los valores de eficacia perceptiva se establecieron entre 0 y 100 puntos.
El valor mínimo en eficacia perceptiva para los 7 aciertos sería de 70 puntos:
El valor máximo del rango de puntuación en eficacia perceptiva para cada número de aciertos equivaldría al primer tercio del rango de puntuación en eficacia perceptiva del número de aciertos siguiente:
Con estos criterios se establecieron unos rangos de puntuación en eficacia perceptiva, en función del tiempo que se empleó en encontrarlas, para cada número de diferencias encontradas (tabla 3) (fig. 1).
Figura 1 Rangos de valores en eficacia perceptiva para cada número de aciertos por imagen.
Análisis estadísticos
Para comprobar si el contenido afectivo de las imágenes influía en la capacidad perceptiva de los sujetos, se realizó un ANOVA de medidas repetidas usando como factor la condición manipulada intrasujeto a cinco niveles (condición 1 a la 5) y como variable dependiente el valor medio de capacidad perceptiva para cada sujeto (obtenido a partir del número de diferencias encontradas en cada par de imágenes y el tiempo medio empleado en ello) en los 4 pares de imágenes de cada condición.
Para comprobar si existían diferencias en la capacidad perceptiva entre los dos grupos se realizó un ANOVA unifactorial en un modelo entregrupo, donde el factor era la pertenencia al grupo, manipulado a 2 niveles (grupo de alcohol frente al grupo de cocaína), y como variable dependiente, el resultado total conseguido en la prueba para cada sujeto (obtenido al calcular el valor medio de la capacidad perceptiva, de cada sujeto en los 20 pares de imágenes).
Para ver en qué condiciones se daban diferencias entre ambos grupos de sujetos, se realizaron 5 ANOVAS unifactoriales, uno por cada una de las condiciones, usando como factor la pertenencia a cada grupo de sujetos, manipulado entregrupo a dos niveles (grupo alcohol frente al grupo cocaína) y como variable dependiente la puntuación media de capacidad perceptiva obtenida por cada sujeto en los cuatro pares de imágenes de cada condición.
Como entre ambos grupos existían diferencias clínicas y demográficas: edad, tiempo de consumo, tiempo de abstinencia y tiempo de tratamiento en el centro, se realizaron, previamente 4 ANOVAS unifactoriales, uno para cada una de estas variables. Para cada uno de estos ANOVAS, se dividió toda la población de sujetos en cuartiles, en función de la edad, tiempo de consumo, tiempo de abstinencia y tiempo de tratamiento, respectivamente, y se usó como factor la pertenencia a cada cuartil, manipulado entregrupo y a cuatro niveles. Como variable dependiente se usó en todos los casos la puntuación media en capacidad perceptiva, obtenida por cada sujeto en los 20 pares de imágenes.
Para el análisis de datos se utilizó el programa SPSS en su versión 12.0.
Resultados
En primer lugar, se estudió si existían diferencias entre los sujetos en función de variables clínicas y demográficas como: edad, tiempo de consumo, tiempo de abstinencia y tiempo de tratamiento, para lo que se repartió a todos los sujetos en cuartiles en función de cada una de las variables. Se realizaron 4 ANOVA unifactoriales, uno para cada una de las variables analizadas, en un modelo entregrupo, donde el factor usado fue la pertenencia a cada cuartil manipulado entregrupo a cuatro niveles y la variable dependiente fue la puntuación media en capacidad perceptiva, obtenida por cada sujeto en los 20 pares de imágenes. Los resultados demostraron que no existían diferencias significativas para ninguna de las variables analizadas.
A continuación se estudió si el contenido afectivo de las imágenes influía en la capacidad perceptiva de los sujetos, para lo que se realizó un ANOVA de medidas repetidas usando como factor la condición manipulada intrasujeto a cinco niveles (condición 1 a la 5) y como variable dependiente el valor medio de capacidad perceptiva para cada sujeto en los 4 pares de imágenes de cada condición. El resultado de este ANOVA demostró que existían diferencias estadísticamente significativas entre las cinco condiciones (lambda de Wilks = 0,388; F4,27 = 10,666; p < 0,001) (fig. 2).
Figura 2 Valores en eficacia perceptiva para cada una de las condiciones de las imágenes, para todos los sujetos.
También se estudió si existían diferencias en la capacidad perceptiva entre los dos grupos, para lo que se realizó un ANOVA unifactorial, usando como factor la pertenencia al grupo de sustancia de consumo preferente, manipulado entregrupo a dos niveles (grupo alcohol frente a grupo cocaína). Como variable dependiente se usó el resultado total conseguido en la prueba para cada sujeto. El resultado de este ANOVA mostró que existían diferencias significativas entre ambos grupos de sujetos en la puntuación total obtenida en la prueba, (F1,29 = 5,919; p < 0,022).
Por último, se estudió si las diferencias entre ambos grupos de sujetos se daban también en cada condición, para lo que se realizaron 5 ANOVA unifactoriales, uno para cada una de las condiciones, donde el factor fue la pertenencia a cada grupo de sujetos, manipulado entregrupo a dos niveles (grupo alcohol frente a grupo cocaína) y como variable dependiente la puntuación media de capacidad perceptiva obtenida por cada sujeto en los cuatro pares de imágenes de cada condición. Los resultados de estos cinco ANOVA demostraron que existían diferencias significativas en la condición 3 (F1,29 = 5,668; p < 0,025) y en la condición 5 (F1,29 = 8,248; p < 0,009), donde los sujetos del grupo de cocaína percibían mejor que los del grupo de alcohol (fig. 3).
Figura 3 Valores en eficacia perceptiva para cada una de las condiciones de las imágenes, para cada grupo de sujetos.
Discusión
Los resultados muestran en primer lugar que las variables edad, tiempo de consumo, tiempo de abstinencia y tiempo de tratamiento no influyen de forma significativa en los resultados obtenidos. Otro factor con el que se podría introducir un sesgo en los resultados era la diferencia en agudeza visual, pero para obviar este, se realizó una prueba de agudeza visual previa utilizando los optotipos de Snellen que aseguraban una capacidad visual mínima para detectar todas las diferencias.
Una vez controladas estas variables extrañas al estudio, encontramos que el contenido afectivo de las imágenes influía en la capacidad perceptiva de los sujetos, con diferencias significativas entre los resultados obtenidos en las cinco condiciones. Como podemos ver en la figura 1, las condiciones que ofrecen una menor eficacia perceptiva son la 3 y la 5 (valencia agradable) y las que ofrecen una mayor eficacia perceptiva son la 1, 2 y 4. Como vemos, las condiciones 2 y sobre todo la 4 (valencia desgradable) favorecen una mayor eficacia perceptiva, de acuerdo con lo encontrado en estudios anteriores donde se ve que ante estímulos negativos (caras expresando miedo), se realza la percepción32,33. Esto nos permitiría establecer la hipótesis de que es la valencia del estímulo afectivo la que mejor predice la eficacia perceptiva, que se ve favorecida ante estímulos negativos, donde la amígdala tiene un papel importante en la detección precoz de estímulos amenazantes, al utilizar vías neurales más rápidas, que sin pasar por estructuras corticales pudieran llegar al tálamo, y promover respuestas de escape o defensa más rápidas y eficaces34,35, lo que aporta un claro valor adaptativo al fenómeno emocional.
Por otra parte, en sujetos adictos el nivel de activación provocado por estímulos naturales agradables (sexo) es menor que en sujetos no adictos, sin que ocurra lo mismo con los estímulos de naturaleza desagradable25. De acuerdo con el modelo I-RISA27, estos estímulos apetitivos naturales pierden relevancia frente a estímulos relacionados con el consumo.
Por otra parte, la condición 1 (estímulos neutros) también presenta unos niveles perceptivos altos, en contra de lo postulado anteriormente. No obstante, en población adicta se ha visto que ante estímulos neutros se produce una respuesta fisiológica y subjetiva similar a la producida ante estímulos relevantes emocionalmente y mayor que en los sujetos controles26, lo que podría explicar estos resultados.
Respecto a comprobar si existen diferencias en la capacidad perceptiva, en función del efecto clínico principal (depresor frente a estimulante) de la sustancia de consumo preferente (alcohol y cocaína), se encuentra que sí se dan estas diferencias entre ambos grupos de sujetos adictos, siendo los consumidores de cocaína, frente a los de alcohol, los que presentan una mayor eficacia preceptiva. En un estudio anterior25 se vio que los sujetos consumidores preferentes de sustancias estimulantes (cocaína) mostraban una mayor sensibilidad subjetiva a la valencia de los estímulos presentados que los sujetos consumidores preferentes de sustancias sedantes (alcohol, heroína y revuelto), sobre todo entre los grupos de consumidores preferentes de cocaína y alcohol. Si, como hemos visto en párrafos anteriores, la respuesta emocional interviene modulando procesos cognitivos como la percepción, cabe pensar que ante una mayor sensibilidad emocional ante los estímulos presentados, la modulación de estos procesos cognitivos por parte de la emoción será también más acusada. Esto ayudaría a explicar los resultados obtenidos en este estudio. Además, al analizar las condiciones en las que se dan diferencias significativas en la capacidad perceptiva entre ambos grupos, vemos que es en las condiciones 3 y 5 (valencia positiva), donde ambos grupos son significativamente diferentes. Según el modelo I-RISA27 estos estímulos naturales (por ejemplo, sexo) de valencia positiva pierden su relevancia y capacidad de poner en marcha comportamientos en los sujetos drogodependientes, a favor de aquellos estímulos relacionados con el consumo. Es en estos estímulos de naturaleza apetitiva donde más diferencias encontramos entre los sujetos consumidores y los no consumidores. En un estudio anterior36 encontramos que ante estímulos visuales de contenido erótico, son los consumidores habituales de cocaína, en comparación con sujetos consumidores habituales de alcohol, heroína y revuelto e incluso los sujetos controles, los que más valoran subjetivamente este tipo de estímulos, y los sujetos consumidores de alcohol, los que menos lo valoran. Por tanto, una valoración inferior de los sujetos consumidores habituales de alcohol de estos estímulos apetitivos y una sobrevaloración por parte de los consumidores habituales de cocaína, ayudaría a entender los resultados obtenidos en este estudio, si consideramos la capacidad de la respuesta emocional para modular habilidades cognitivas.
Resumiendo, estos resultados apoyan lo ya encontrado en estudios anteriores sobre la modulación de la emoción en procesos cognitivos como la percepción, favoreciendo esta ante estímulos relevantes para el sujeto. Por otra parte, también apoyan que el consumo de sustancias diferentes (alcohol o cocaína) provoca también alteraciones diferentes en la capacidad perceptiva. Con los datos de este estudio no podemos concluir si estas diferencias en la capacidad perceptiva encontradas entre consumidores de alcohol y de cocaína se deban al diferente efecto directo de cada sustancia sobre el procesamiento cognitivo o a influencias indirectas, al afectar el consumo de cada sustancia de forma distinta a la respuesta emocional y, por tanto, afectar a la modulación normal que esta ejerce sobre la cognición. Para controlar este posible efecto, en estudios posteriores sería necesario medir el deterioro en otras funciones cognitivas.
No obstante, estos resultados encajan en nuestra línea de investigación sobre trastornos emocionales en sujetos adictos y es una forma diferente de analizarlos, volviendo a poner en valor la importancia del factor emocional en el complejo fenómeno de la drogodependencia.
Conflicto de intereses
Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.
*Autor para correspondencia:
Correo electrónico: aguilardearcos@yahoo.es
Recibido el 15 abril de 2011;
aceptado el 20 de septiembre de 2011