Introducción
La estrecha relación entre el trastorno de personalidad y el trastorno por uso de sustancias ha llevado a algunos autores, como a Casas en 19931, a pensar que el trastorno de personalidad es el que frecuentemente lleva al consumo de sustancias.
En los trabajos de Movalli et al de 19962 y Marchiori et al de 19993, los alcohólicos mostraron una prevalencia de trastorno de personalidad del 31,1%, de acuerdo con las tasas descritas en la literatura, y mayor comorbilidad con trastorno de personalidad que los controles. Echeburua et al4, en 2005, determinaron la presencia de trastornos de personalidad entre pacientes con alcoholismo en un 40%. La prevalencia de trastorno de personalidad entre los alcohólicos oscila según los distintos estudios, llegando incluso hasta el 78%5.
Además, en ocasiones es posible encontrar varios trastornos de personalidad en un mismo paciente con problemas con el alcohol. La presencia de varios trastornos de personalidad en un mismo paciente es habitual y recientemente en Estados Unidos se registraron este tipo de resultados en una extensa muestra6. En el estudio de 1999 de Cervera et al7, se dan cifras de comorbilidad elevadas entre alcoholismo y trastornos de personalidad antisocial e inestable.
DeJong et al5, en la muestra de alcohólicos de su estudio, ven cómo el 28% cumplía criterios para sólo un trastorno de personalidad. Sin embargo, el 50% presentaba más de un trastorno de personalidad, existiendo comorbilidad significativa dentro del Grupo B (histriónico-límite e histriónico-antisocial) y Grupo C (dependiente, pasivo-agresivo). El número medio de trastornos de personalidad en alcohólicos era 1,8 por paciente, y en aquéllos con al menos un trastorno de personalidad, era de 2,3 por paciente. En general, las más altas correlaciones se encontraban entre trastornos dentro del mismo grupo; en el grupo de alcohólicos.
Morgenstern et al8, en 1997, encontraron alta comorbilidad de los trastornos de personalidad entre los alcohólicos, teniendo muchos de ellos al menos dos diagnósticos de trastornos de personalidad.
En el presente estudio se pretende analizar la importancia de la personalidad en el consumo de alcohol entre estudiantes universitarios. Para ello se cuantifica el consumo de riesgo de alcohol en una muestra de alumnos y se analizan los perfiles de personalidad en relación con mayor consumo de alcohol. El objetivo es hallar una hipotética relación entre patrones anormales de personalidad y consumo excesivo de alcohol.
Material y métodos
Se diseña un estudio epidemiológico transversal y se obtiene una muestra compuesta por 246 alumnos de una escuela universitaria de Enfermería, de los que 210 fueron mujeres y 36 hombres.
El instrumento seleccionado para la valoración del riesgo de consumo de alcohol fue el Alcohol Use Disorders Identification Test (AUDIT)9, utilizado para identificar los bebedores con consumo de riesgo y, eventualmente, con dependencia alcohólica. El test establece un punto de corte de 8 para los hombres y de 6 para las mujeres por debajo de los cuales se considera sin riesgo de adicción al alcohol. Por debajo de 13 para ambos sexos y superior a los puntos de corte anteriores para cada sexo, se consideran bebedores de riesgo. La puntuación igual o superior a 13, independientemente del sexo, clasifica a los individuos con probable dependencia del alcohol. Se estructura en 10 ítems y la máxima puntuación es de 40.
Para la evaluación de los rasgos de personalidad se aplicó la escala del International Personality Disorder Examination (IPDE)10, propuesta por la Organización Mundial de la Salud para detectar posibles trastornos de personalidad. El IPDE es un test que evalúa la sospecha diagnóstica para los trastornos de la personalidad en su versión autoaplicada, clasificando los resultados según los trastornos de la Clasificación Internacional de los Trastornos Mentales (CIE 10). La encuesta autoaplicada consta de 59 ítems que evalúan las escalas paranoide, esquizoide, disocial, impulsivo, límite, histriónico, anancástico, ansioso y dependiente. La puntuación en un tipo de trastorno de personalidad igual o mayor a 3 implica un diagnóstico de sospecha para ese trastorno de personalidad.
Además, se han registrado como variables demográficas la edad, el sexo y el estado civil. Las variables de personalidad del IPDE y del AUDIT se registran como continuas.
Se aplican los cuestionarios señalados de modo voluntario, aunque cabe destacar que ningún individuo rechazó su participación, entre los asistentes a una clase ordinaria de alumnos universitarios de una escuela de Enfermería. Los alumnos no fueron advertidos previamente de la realización de las encuestas, evitando así un posible sesgo de selección en la muestra. Completaron los cuestionarios en su totalidad 240 alumnos (97,5%), y 6 alumnos no cubrieron alguno de los cuestionarios de modo completo, por lo que fueron excluidos para el análisis estadístico.
El análisis estadístico se llevó a cabo con el programa SPSS 11.0, y se optó en el análisis por estadísticos no paramétricos, ya que en un estudio inicial se comprobó que ninguna de las variables continuas registradas seguía una distribución ajustada a la normalidad, mediante contraste con la prueba Z de Kolmogorov-Smirnov.
Resultados
La muestra se distribuye entre sexos de modo desigual, ya que 34 son hombres, lo que supone un 14,2%, y 206 son mujeres (85,8%). Entre los 240 individuos finalmente seleccionados, cerca del 75% de la muestra tiene una edad inferior a 22 años. La edad media de los componentes de la muestra es de 21,25 años (desviación típica [DT]: 3,27). Como corresponde a una muestra de esta relativamente temprana edad, la gran mayoría son solteros (97% de las mujeres y 100% de los hombres).
Los resultados del cuestionario autoaplicado IPDE manifiestan que el número de individuos con sospecha diagnóstica para trastorno de personalidad (puntuación igual o superior a 3 en el IPDE) es de 104 (43,3%) para el trastorno paranoide, esquizoide 128 (53,3%), disocial 19 (7,9%), impulsivo 71 (29,5%), límite 34 (14,1%), histriónico 56 (23,3%), anancástico 118 (49,1%), ansioso 99 (41,2%), dependiente 87 (36,2%).
Algunos individuos puntuaron de modo positivo, es decir, con resultado de diagnóstico de sospecha, en más de un trastorno de personalidad. La media de diagnósticos de sospecha por individuo fue de 2,62 (DT: 1,86). La moda muestral, un solo diagnóstico, lo presentaron el 21,3% de los participantes. Un 11,3% de los individuos no puntuó como sospecha para ninguno de los trastornos de personalidad.
En conjunto, los resultados del AUDIT mostraron que la puntuación media fue de 4,47, DT: 1,08. Con resultado normal (sin consumo de riesgo de alcohol) 163 individuos (67,9%), «bebedor de riesgo» 65 individuos (27,1%), y con «probable dependencia» 12 individuos (5,0%).
El porcentaje de bebedores de riesgo entre los individuos que presentaban un diagnóstico de sospecha para cada trastorno de personalidad fue mayor que los que no arrojaron sospecha de trastorno de la personalidad en la mayor parte de las escalas. El número de individuos que mostraron «probable dependencia» en el AUDIT, fueron más frecuentes entre los que obtuvieron puntuaciones superiores a 3 en el IPDE (sospecha de trastorno de personalidad) en las escalas paranoide, esquizoide, disocial, impulsivo, límite e histriónico. Sin embargo, en las personalidades anancásticas, ansiosas y dependientes se observó mayor frecuencia de probable dependencia entre los que puntuaron menos de 3 puntos en la escala del IPDE (sin sospecha de trastorno de personalidad). Tomando los datos por separado entre varones y mujeres, en ambos sexos el diagnóstico de sospecha de trastorno de personalidad que más se asociaba a «bebedor de riesgo» o a «probable dependencia» fue la personalidad disocial y la personalidad límite (tablas 1 y 2).
Las puntuaciones medias para cada trastorno de la personalidad en el IPDE fueron para el trastorno paranoide 2,44 (DT: 1,48), esquizoide 2,78 (DT: 1,38), disocial 0,95 (DT: 1,02), impulsivo 1,85 (DT: 1,23), límite 1,28 (DT: 1.14), histriónico 1,66 (DT: 1,35), anancástico 2,79 (DT: 1,71), ansioso 2,24 (DT: 1,64) y dependiente 2,08 (DT: 1,42). Los individuos con probable dependencia y consumo de riesgo obtuvieron puntuaciones más altas en las escalas paranoide, esquizoide, disocial, impulsivo, límite e histriónico, pero solamente obtuvieron diferencias significativas las personalidades paranoide, disocial, impulsiva e histriónica (fig. 1). Sin embargo, al separar los datos según el sexo, no hay diferencias significativas en las puntuaciones obtenidas en el IPDE en los varones clasificadas según los resultados del AUDIT (tabla 3). Por el contrario, en las mujeres se observa que a mayor consumo de alcohol se obtienen mayores puntuaciones en los rasgos de personalidad paranoide, disocial e histriónico, siendo estas diferencias significativas (tabla 4).
Figura 1. Comparación de las puntuaciones del IPDE clasificadas por riesgo de consumo de alcohol.
Discusión
Aunque la muestra del presente trabajo se refiere a población supuestamente sana, diversos estudios realizados en poblaciones clínicas ofrecen resultados acordes con los expuestos anteriormente.
En relación al grupo A o psicótico (paranoide, esquizoide), apoya nuestros resultados el hecho de que autores, como Garnica de Cos (2005)11, relacionan el consumo de alcohol con los rasgos paranoides, aunque como diferencia, también aparece relación con las escalas esquizoide y límite. Verheul et al, en 199812, encuentran que los más prevalentes fueron el paranoide, el inestable y el histriónico, lo que concuerda parcialmente con nuestros resultados.
Refiriéndonos al grupo dramático, existen resultados similares a los nuestros que establecen relación del trastorno antisocial con el consumo de alcohol8, y otros autores ya lo habían comunicado previamente; Hesselbrock et al en 198513 o Sher et al en su publicación de 199414. También Morgenstern et al8 obtienen mayor relación del alcoholismo con los trastornos antisocial, inestable y paranoide. La relación entre el trastorno antisocial y el alcohol está por tanto ampliamente estudiada.
Skodol et al, en 199915, obtienen que el trastorno de personalidad más comúnmente relacionado con el uso de alcohol era del grupo B (límite, antisocial, histriónico) y después, a diferencia de nuestros resultados, del grupo C (dependiente, evitativo, obsesivo), donde los trastornos más relacionados son el evitativo y el dependiente.
Otros estudios que apoyan nuestros resultados son el de Trull et al16 que, con una muestra no clínica, encuentran relación del consumo de alcohol con rasgos de las escalas antisocial e inestable, siendo los predictores más fuertes del diagnóstico de alcoholismo, y el trabajo de Grant et al17, quienes encuentran que los trastornos de personalidad más frecuentemente asociados al consumo de alcohol en hombres son, por orden decreciente, el dependiente, el histriónico y el antisocial; y en las mujeres son el antisocial, el histriónico y el paranoide.
Con todo ello, observamos que en nuestro estudio los grupos con mayor prevalencia en el consumo de alcohol son el B, seguido del A y que esto se ve apoyado por varios autores en sus más recientes estudios, aunque existe una serie de trabajos que proponen el grupo C como el más prevalente, como por ejemplo el trabajo de Borden-Jones et al18. Es posible que individuos afectados por trastornos del tipo ansioso y evitativo utilicen el alcohol para paliar las manifestaciones de estas personalidades ya que el trastorno precede la mayoría de las veces al uso del alcohol19 y que este uso de alcohol disminuya la puntuación de las características patológicas, tal como ocurre en nuestros resultados.
Como limitaciones del estudio, es importante destacar que se trata de una muestra específica de alumnos de Ciencias de la Salud, no clínica ni representativa de la población general, en que predominan las mujeres, y con un intervalo de edad estrecho que no nos permite establecer si la edad o el sexo interviene claramente o no en el tipo de consumo. Por eso los resultados no son extrapolables a la población general, pero sí aportan una sospecha fundada en los objetivos de este trabajo, mostrando que el consumo de alcohol es mayor entre individuos con determinados rasgos de personalidad, aunque éstos no lleguen a ser patológicos.
En esta muestra el consumo de alcohol en los alumnos de Ciencias de la Salud entra dentro de parámetros normales, siendo menos frecuente el consumo de riesgo y muy infrecuente la posibilidad de dependencia. Es posible que en poblaciones de estudiantes similares a ésta se confirmen estos datos.
El consumo de riesgo de alcohol se relaciona con las características de personalidad de alumnos sanos que definen el grupo psicótico (tendencia a la suspicacia) y dramático (impulsividad, tendencia a la conducta antisocial e inestabilidad emocional), por lo que el tipo de bebedor de riesgo en que se encuentran los alumnos sería el de ser bebedores impulsivos, buscando nuevas sensaciones y sin importarles las consecuencias de dicho consumo.
Se observa que en esta muestra el consumo de alcohol se encuentra ligado a determinados rasgos de personalidad, en este caso con patrones de personalidad B (conducta antisocial, impulsividad, hiperemotividad y dramatismo), y personalidad A (tendencia a la distorsión de la realidad y a su interpretación de forma «maligna»), tal como definen la DSM IV, y la CIE 10.
Puede resultar útil el diseño de estudios en poblaciones universitarias que evalúen los rasgos de personalidad en individuos sanos y confirmen o descarten las altas cifras de diagnóstico de sospecha de trastorno de personalidad halladas en este trabajo, así como su relación con el consumo de alcohol.
Los autores delcaran que no existe conflicto de intereses.
Correspondencia:
V. PRADO ROBLES
Servicio de Psiquiatría.
Hospital Provincial de Conxo.
C/ Ramón Baltar, s/n.
15706 Santiago de Compostela. A Coruña. España.
Correo electrónico: veprad@hotmail.com
Recibido: 20-06-2006
Aceptado para su publicación: 20-03-2007