El manejo de la enfermedad uretral asociada a la estrechez o estenosis de la misma, es un camino dispendioso y retador para el urólogo en la actualidad1. El uso de técnicas endoscópicas y «mínimamente invasivas» son de uso recurrente a nivel mundial según lo muestran diferentes encuestas realizadas, probablemente por su facilidad técnica, manejo ambulatorio y bajo requerimiento de habilidad, hacen que este sea el procedimiento inicial en el manejo de esta enfermedad compleja2–4. Infortunadamente los resultados son muy desalentadores a corto y medio plazo, con lo cual el paciente es sometido a repetición del mismo, y en el mejor de los casos remitido a un centro especializado para manejo. La enfermedad uretral requiere para su manejo un entrenamiento adecuado para buscar los mejores resultados en la primera intervención5–8.
En el artículo de Contreras et al. vemos plasmada la experiencia en un centro de tercer nivel en el cuál nos describen los resultados del manejo de esta enfermedad. Como causa principal de la lesión uretral, está la instrumentación urológica acorde a lo descrito en otras publicaciones, así mismo nos muestran que los métodos diagnósticos son los más frecuentemente utilizados, respecto a los manejos es llamativo que optan por la reconstrucción uretral como manejo inicial en un buen porcentaje de los pacientes por encima del manejo endoscópico, y al hacer el análisis de las intervenciones realizadas y sus complicaciones relacionadas se confirma que el manejo endoscópico inicial es el que más recurrencias presenta requiriendo la realización de procedimientos adicionales5–7,9.
En cuanto a las herramientas utilizadas para el seguimiento utilizan variadas, pero para este tipo de enfermedad e intervenciones, no son siempre equiparables, pues hay muchos factores que las pueden hacer variar, relacionadas con diferentes condiciones del paciente. Por este motivo, la tendencia es a utilizar cuestionarios de calidad de vida como el PROM, validado recientemente al español10.
Se trata de una publicación que nos muestra parte de la realidad de la enfermedad uretral, y nos invita a buscar estandarizar clasificaciones, estudios diagnósticos y manejos de la misma, buscando los mejores resultados para el paciente y preferiblemente en centros de referencia con personal entrenado en el manejo de esta enfermedad cada vez más frecuente en nuestro medio.