Nuestro medio orienta sus esfuerzos principalmente al manejo de las enfermedades oncológicas o litiásicas y deja un espacio reducido para el manejo de las secuelas del acto urológico. Asimismo, las preocupaciones del paciente antes de la cirugía se dirigen al control del potencial evento «mortal», pero cambian en el postoperatorio, en el que la calidad de vida y el aislamiento social se ven comprometidos.
Buscar las opciones protésicas dentro del marco de la ética y la pertinencia debe responder al principio primum non nocere. Es en este punto donde los criterios de selección manejados con rigidez permiten aumentar el éxito y reducir las posibles complicaciones, inevitables en el manejo de sintéticos.
Es de público conocimiento que las curvas de aprendizaje en el manejo de la incontinencia no se desarrollaron paralelas al manejo oncológico o desobstructivo, déficit que se reduce en la medida en que manos expertas soportan este tipo de consulta, principalmente en centros o personas de referencia, donde el manejo integral, de rehabilitación y reentrenamiento miccional, inicia en el momento de los diagnósticos clínico y paraclínico y próximo a la cirugía.
Estudios como el presentado por el grupo del Hospital Militar denotan un manejo interdisciplinario y de autoevaluación de la innovación en alternativas y enfoques terapéuticos. Concuerda con la idea de que la experiencia quirúrgica en el control de la incontinencia urinaria requiere constante análisis, pues no existe aún la herramienta ideal, con mínima invasión corporal, que responda a las leyes de la biocirugía, sostenible en el tiempo, sin recambios ni exposiciones.
Los resultados de este trabajo son una labor que resaltar, inicio de un trabajo serio que responde a una necesidad y que abrió las puertas a un soporte médico de referencia.