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Al final de su intervención, Pasteur acuñaba el término "vacunación" en honor a Edward Jenner, y amplió el concepto y el método para poder aplicarlo a todo tipo de enfermedades y sus posibles vacunas<span class="elsevierStyleSup">1</span>. </p><p class="elsevierStylePara">En aquellos momentos Pasteur tenía 59 años y era un científico reconocido, pero apenas acababa de iniciar sus trabajos sobre la rabia. Las vacunas que había investigado eran sobre enfermedades veterinarias donde la experimentación animal no suponía un problema grave de orden moral<span class="elsevierStyleSup">2</span>. </p><p class="elsevierStylePara">Se había interesado por resolver el problema del cólera y la fiebre amarilla, pero ambas enfermedades eran difíciles de estudiar en el laboratorio y de transmitirlas a un animal de experimentación. No era el caso de la rabia. Una enfermedad poco importante en términos de mortalidad, cuya transmisión se realiza por la mordedura de un animal infectado, y la incubación, totalmente silenciosa, dura entre 5 y 7 semanas. Luego aparecen los síntomas, que comienzan con dolores en el lugar de la mordedura, fiebre, aceleración del pulso y espasmos en laringe y faringe al deglutir o simplemente ver un líquido. El enfermo tiene sed, pero no puede beber; se trata de la hidrofobia, que se puede acompañar de fotofobia y aerofobia. La muerte sobreviene 3-4 días después de los pródromos. En su forma furiosa, provoca alucinaciones auditivas y visuales que, unidas a su alta letalidad, desde la antigüedad dieron una imagen terrorífica de la enfermedad. La posibilidad de trabajar con perros, algunos infectados, muy abundantes en París, facilitó el interés de Pasteur por la rabia<span class="elsevierStyleSup">2</span>. </p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">Los ensayos de la vacuna humana contra la rabia </span></p><p class="elsevierStylePara">Desde mayo de 1881 hasta agosto de 1884, Pasteur publicó una decena de artículos sobre la rabia. El "microbio de la saliva", el aislamiento del virus y su inoculación intracraneal en cerebro de conejo, la producción de rabia paralítica mediante la inoculación directa por vía intravenosa, la atenuación por pases en monos hasta disminuir su virulencia, fueron las primeras aproximaciones que le llevaron a poner a punto una vacuna eficaz y útil en perros<span class="elsevierStyleSup">2,3</span>. </p><p class="elsevierStylePara">Quedaba así perfilada una posible vacuna humana, pero hacía falta ensayarla en seres humanos. El propio Pasteur, en una carta a un amigo datada en marzo de 1885, pensó hacer un ensayo consigo mismo, idea que desechó dada su precaria salud<span class="elsevierStyleSup">2</span>. La ocasión se presentó un par de meses después: se trataba de dos casos no reportados oficialmente, que Geison llama "los pacientes privados de Pasteur"<span class="elsevierStyleSup">3</span>.</p><p class="elsevierStylePara">El día 1 de mayo de 1885, un parisino de 61 años llamado Girard se presentó a las puertas del Hospital Necker en un estado de gran agitación. Temía estar enfermo de rabia. A las pocas horas, el doctor Georges Dujardin-Beuametz, miembro de la Academia de Medicina y del Consejo de Higiene y Salud Pública del departamento del Sena, informó a Pasteur del caso. Por orden del prefecto de la policía, todos los directores de los hospitales de París tenían orden de reportarle cualquier ingreso por sospecha de rabia. Pasteur lo visitó al día siguiente y escuchó el relato de los síntomas y las circunstancias de la mordedura, producida en la pierna del paciente un mes antes<span class="elsevierStyleSup">3</span>. Esa misma tarde, Emile Roux, colaborador de Pasteur, le inyectó una dosis del preparado que estaban ensayando. Al día siguiente, las autoridades prohibieron a Pasteur seguir con el tratamiento. Tras una semana de incertidumbre, el paciente se mantenía con vida, y días después abandonó el hospital presumiblemente curado, según recogen las notas del propio Pasteur, después de que Dujardin-Beuametz le informara del hecho<span class="elsevierStyleSup">3</span>. El otro caso "fracasado" fue el de la niña de 11 años Julie-Antoinette Poughon, mordida en el labio por un perro, que tras presentar una gran cefalea fue ingresada en el Hospital de Saint Denis el 22 de junio. También le fueron inyectadas dos dosis de preparado vacunal, aunque murió al día siguiente con claros síntomas de rabia<span class="elsevierStyleSup">3</span>. </p><p class="elsevierStylePara">El lunes 6 de julio tres visitantes aterrorizados se presentaron en el laboratorio de Pasteur de la calle Ulm. Habían llegado a París en tren desde un pueblo de la Alsacia donde habían sido atacados dos días antes por un perro rabioso. Eran el tendero Théodore Vone, dueño del animal; el niño de 10 años Joseph Meister, y su madre<span class="elsevierStyleSup">2</span>. El perro había atacado al niño y poco después al amo, que lo abatió de un tiro. Este último había sufrido una mordedura que no había traspasado la ropa, pero el niño tenía 14 mordeduras, algunas de ellas en la cara. Acompañado de los doctores Vulpian y Granchet, Pasteur examinó al niño que apenas podía tenerse en pie por la gravedad de las lesiones. El mal pronóstico que ofrecía les llevó a tomar la decisión de vacunarlo<span class="elsevierStyleSup">2</span>. Le inyectaron una dosis de una serie de 13 que administrarían en 11 días. Fueron momentos de gran incertidumbre. Al cabo de 6 semanas concluyeron que el niño estaba salvado. Intentaron guardar en secreto la noticia, pero un periódico la desveló, con lo que comenzaron a llegar solicitudes de tratamiento para personas mordidas. Pasteur sufría por no poder ofrecer un servicio regular de vacunaciones. A mediados de octubre recibió una carta que le narraba la heroica acción de un pastor de 15 años que, por salvar a cinco niños del ataque de un perro rabioso, había sufrido graves heridas. Se trataba de Jean Baptiste Jupille, natural de Villers Farlay, un pueblo cercano a Arbois, de donde procedía Pasteur. Trasladaron a Jean Baptiste a París para tratarlo, también con éxito<span class="elsevierStyleSup">2</span>. </p><p class="elsevierStylePara">El 26 de octubre de 1885 Pasteur leía en la Academia de las Ciencias un célebre texto en el que anunciaba el éxito de sus experimentos, que habían concluido con el hallazgo de una vacuna eficaz contra la rabia. La noticia corrió como la pólvora por todo el mundo, con Pasteur convertido en héroe de la humanidad. El profesor Vulpian declaró en la Academia de Medicina que había que organizar un servicio de tratamiento de la rabia por el método de Pasteur, alegando que toda persona mordida por un perro rabioso tenía derecho a beneficiarse del descubrimiento. La idea de fundar un Instituto Pasteur estaba lanzada<span class="elsevierStyleSup">2</span>.</p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">La prensa como difusor de avances científicos </span></p><p class="elsevierStylePara">Este trabajo recoge el impacto que el descubrimiento de esta vacuna, y especialmente la creación del Instituto Pasteur, tuvieron en la prensa española. Hemos utilizado como fuente la documentación recogida por la Hemeroteca Digital del proyecto Biblioteca Digital Hispánica, que tiene por objetivo la consulta y la difusión pública a través de internet del patrimonio bibliográfico español conservado en la Biblioteca Nacional. Los años que han sido objetivo del estudio abarcan el período 1886-1888, del cual se ha obtenido como resultado un total de 81 noticias de prensa en diferentes periódicos y revistas que permiten ofrecer una primera aproximación a la proyección popular que tuvo en España la figura de Pasteur.</p><p class="elsevierStylePara">Las noticias se han clasificado en tres apartados: <span class="elsevierStyleItalic">a)</span> el éxito del tratamiento antirrábico de Pasteur como reclamo para captar fondos; <span class="elsevierStyleItalic">b)</span> la evolución de las aportaciones para la construcción del Instituto desde que se lanza la idea hasta que éste se inaugura, y <span class="elsevierStyleItalic">c)</span> finalmente, las trabas, las objeciones y los detractores que se manifestaron contra las ideas de Pasteur.</p><p class="elsevierStylePara">El siglo XIX español se caracteriza por vaivenes políticos, culturales y sociales, propios de la transición de un sistema absolutista a uno liberal. La transmisión de la información se convierte en un elemento central durante el último tercio del siglo, y la prensa es el medio de comunicación que acapara y vehiculiza todo tipo de noticias. Junto a un periodismo de carácter político, en el que se expresaban las ideas monárquicas, republicanas, independientes, socialistas, conservadoras o carlistas, emergió la necesidad de informar sobre la actualidad cotidiana, cultural o científica de forma abierta, dando lugar a periódicos innovadores que daban noticias nacionales, extranjeras, con secciones provinciales o locales. Aparecieron entonces las primeras ediciones nocturnas o las columnas de última hora. </p><p class="elsevierStylePara">El espectro de lectores fue aumentando con la progresiva alfabetización, lo cual también contribuyó a la expansión del medio algunas reformas legislativas, como la Ley de Imprenta de 1883, en la que se consagró la libertad de expresión eliminándose la figura del censor y el tribunal de prensa.</p><p class="elsevierStylePara">Este momento coincide con los hallazgos de Pasteur sobre la vacuna antirrábica, y la prensa se convierte en su gran aliada y altavoz de sus experiencias. Los corresponsales provinciales, nacionales o internacionales recogían y editaban toda suerte de noticias, desde la mordedura de un perro rabioso en una pequeña localidad, pasando por los viajes organizados a París por personas mordidas en una provincia, hasta los avances en las recaudaciones para acabar de construir el Instituto Pasteur.</p><p class="elsevierStylePara">Los éxitos de la vacuna contra la rabia habían suscitado en el público una gran oleada de entusiasmo y curiosidad. La prensa multiplicaba sus reportajes y ofrecía a sus lectores informes detallados sobre todo lo que acontecía en el entorno de Pasteur y su laboratorio<span class="elsevierStyleSup">4</span>. </p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">El tratamiento de Pasteur como reclamo </span></p><p class="elsevierStylePara">La noticia sobre el descubrimiento de Pasteur se convirtió en un acontecimiento global. Personas de todas partes del mundo con mordidas acudían a su laboratorio de la calle Ulm para recibir tratamiento. </p><p class="elsevierStylePara">Los columnistas redactaron noticias sobre casos del exterior de nuestras fronteras, tan remotos para el lector como el de unos campesinos procedentes de la ciudad rusa de Smolensk: "Ayer mañana presenciamos la cura de esos campesinos de Smolensk a quienes mordió un lobo rabioso y que han venido a París para que los asista el ilustre médico"<span class="elsevierStyleSup">5</span>. </p><p class="elsevierStylePara">Los mordidos españoles de diferentes localidades también peregrinaron a París: "Ayer tarde fue presentada al director de Beneficencia una familia de Puente Genil compuesta del marido, mujer y un niño. El niño fue mordido por un perro que a su vez lo había sido por otro rabioso y los padres de la criatura hicieron la succión de la herida para extraerle el virus rábico, por si lo contenía. Ante la posibilidad de que puedan haber sufrido la infección, serán enviados al Instituto Pasteur por cuenta del Estado"<span class="elsevierStyleSup">6</span>. "Anoche salieron en el tren-correo con dirección a París los siete individuos a quienes mordió un perro rabioso en Cocentaina (Alicante) que van a ingresar en el Instituto Pasteur para seguir el procedimiento contra la rabia. Les acompaña el facultativo Sr. Carbonell y han sido socorridos con 1.000 pesetas por el ministro de Gobernación"<span class="elsevierStyleSup">7</span>. "Una mujer mordida por un asno hidrófobo que había sido mordido por un perro... la Diputación de Huesca le ha concedido 500 pesetas para que vaya a París... "<span class="elsevierStyleSup">8</span>. "Han llegado a París los niños mordidos en Cartagena por un perro hidrófobo y mañana quedarán instalados en el Instituto Pasteur. El célebre químico y fisiólogo ha inspeccionado las heridas, les ha practicado la primera inyección profiláctica, y después les ha colocado en el sitio de la mordedura y por debajo de la dermis un trocito de médula de conejo muerto por la acción del virus rabioso inoculado artificialmente. Hasta ahora el estado de los enfermos es satisfactorio y el Sr. Pasteur cree segura su curación"<span class="elsevierStyleSup">9</span>. "En El Ferrol ha sido mordido por un perro rabioso un marinero de aquel arsenal. Por el Ministerio de Marina se han dado las oportunas órdenes para que sea conducido a París y curado en el Instituto Pasteur"<span class="elsevierStyleSup">10</span>. Como éstas, hay otras de Cangas de Tineo (Asturias), La Puerta (Jaén) o Villamartín (Palencia). Estas personas se desplazaban a París acompañados en muchas ocasiones por facultativos y eran socorridos por subvenciones de la Administración del Estado. En varias de estas noticias, todas del año 1886, se observa la cita al Instituto Pasteur, pero éste aún no se había construido. </p><p class="elsevierStylePara">Los numerosos traslados a Francia llevaron a la publicación de recomendaciones para hacer más llevadero el viaje. Se indicaba que era mejor cambiar toda la plata y el oro que se pensara gastar en la estación ferroviaria de Hendaya, "pues después en París no lo cambian sin la pérdida del 11,2 por 100, a pesar de que nuestro oro es mejor que el francés"<span class="elsevierStyleSup">11</span>.</p><p class="elsevierStylePara">Los viajes a París en tren desde toda Europa fueron facilitados por las compañías de ferrocarriles francesas, que acordaron "que las personas mordidas por animales hidrófobos que viajen al objeto de ingresar en el Instituto Pasteur paguen únicamente medio billete si son proletarios que van mandados o socorridos por corporaciones provinciales y municipales o por hospicios"<span class="elsevierStyleSup">12</span>. No faltaron anécdotas como la noticia que señalaba que "en la estación de Las Delicias fueron timados anteayer dos portugueses que se dirigían a su país de regreso de París a donde fueron a inocularse el virus rábico en el Instituto Pasteur. Los incautos entregaron a los timadores todo su capital que ascendía a 28.500 reis"<span class="elsevierStyleSup">13</span>.</p><p class="elsevierStylePara">También se describía dónde se practicaban las inoculaciones, "se hacen en la calle de Yaquelín, n.<span class="elsevierStyleSup">o</span> 14, todos los días a las once de la mañana, pero las de la tarde, que son a las ocho y media de la noche se hacen en la Rue de Ulm"<span class="elsevierStyleSup">11</span>, por lo que se aconsejaba "en vista de esto, conviene que la posada o fonda esté cerca de estas dos calles, en el Consulado español se recomienda la de Vidal Amé, Grand Hotel de Languedoc, el du Cantal, en la Rue de Saint Jacques, por su moderación en los precios y porque el mismo amo conduce a los mordidos a la casa de inoculación. A estas calles es donde deben ser conducidos los viajeros por el cochero desde la estación, cuidando de no ser engañados por ellos, pues no es la primera vez que sucede"<span class="elsevierStyleSup">11</span><span class="elsevierStyleItalic">.</span></p><p class="elsevierStylePara">Se contaba cómo era el lugar de inoculación: "Da entrada al establecimiento una pequeña puerta abierta en una tapia como la de un jardín, que conduce a un patio, y a la izquierda se ve un edificio bajo la madera, con dos puertas casi juntas, la entrada conduce a un gran salón, en cuyo centro hay una mesa cubierta de periódicos alemanes, ingleses y franceses, los españoles lucen por su ausencia. Esta sala es la de espera, comúnmente llena de gente, entre la que se ven turcos, rusos, bretones, españoles, portugueses y franceses. Cuando yo estuve, los españoles constituíamos una mayoría regular entre los extranjeros. Esta sala comunica con un pequeño departamento situado a la izquierda, del que le separa una reja de madera. En esta habitación inscriben a los que llegan por primera vez para ser inoculados, y desde la misma, llaman después por orden de días: primero los que acaban de inscribirse, y después que éstos entran en el gabinete de inoculación, proceden al llamamiento de los que se inscribieron el día anterior: después a los que están en el tercer día, y así sucesivamente"<span class="elsevierStyleSup">11</span>. </p><p class="elsevierStylePara">El procedimiento para practicar la vacunación era descrito como: "En el gabinete de inoculación hay varios profesores (entre los que suele estar Mr. Pasteur). Pero solamente tres de ellos están destinados uno a inocular, y los otros dos a auxiliar la operación cuando se trata de personas pusilánimes. Luego que los sujetos son inoculados, se dirigen a un gabinete situado a la derecha, en donde varios profesores están destinados a curar las heridas producidas por los perros. Las inoculaciones que completan el tratamiento pueden reducirse a diez, porque otras tantas son las fases de la concentración del caldo virulento, que se encuentra en diez copitas. Se empieza por la menos y se concluye por las más virulentas. Muchos sujetos que llegando recientemente mordidos quieren ser curados en poco tiempo, pueden terminar la curación en cinco días, porque a la mañana puede inocularse caldo de una copa y a la tarde de otra más virulenta, ganando así doble tiempo. A los que llegan más tarde, por ejemplo después de los 30 días, les hacen cuatro inoculaciones diarias; dos a la mañana y dos a la tarde pudiendo terminar también en cinco días, pero a los que no demuestran prisa, les hacen sólo una inoculación a la mañana"<span class="elsevierStyleSup">11</span>.</p><p class="elsevierStylePara">En paralelo a estos viajes para recibir el tratamiento, se iban dando noticias sobre la necesidad de contribuir a la fundación del Instituto Pasteur. El diario <span class="elsevierStyleItalic">El Liberal</span>, por ejemplo, argumentaba así: "Me preguntáis si es preciso contribuir a la fundación del Instituto Pasteur, y me decido resueltamente por la afirmativa. Desde que Pasteur descubrió el remedio contra la hidrofobia, todos cuantos han sido mordidos en cualquier parte del mundo han acudido presurosos a su laboratorio de la Escuela Normal, llenando, no solo las salas, sino también el patio y el jardín. Hay entre ellos gentes ricas, pero también figuran muchas personas pobres, a las que hay que atender y alimentar durante la curación. Pasteur empezó por llenar las posadas de la calle de Ulm, luego alquiló casa para los enfermos y finalmente se dirigió a los cirujanos de los hospitales, quienes le han proporcionado sitio conveniente siempre que les ha sido posible. Nunca se ha hecho sentir como hasta ahora la necesidad de crear un establecimiento especial para la curación de la rabia. Cuando llegue este caso, Pasteur y sus auxiliares no estarán alejados de los enfermos y no se omitirá nada de lo que exige la humanidad y pueda ser útil a los progresos de la ciencia. Actualmente pierde Pasteur no poco tiempo en busca de albergue para los enfermos, y esto redunda principalmente en perjuicio de la ciencia. Hay que advertir, además, que mientras el ilustre médico perfecciona el método curativo de la rabia, piensa ya en otras plagas y en otras victorias. Pues bien, ya que no podemos ser sus colaboradores, hagamos, al menos, lo poco que podemos hacer: ayudémosle a construir la casa que será bendecida por sus beneficios e ilustrada por sus descubrimientos"<span class="elsevierStyleSup">14</span>.</p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">Las suscripciones para el Palacio de la Rabia </span></p><p class="elsevierStylePara">La prensa española fue informando día a día del estado de las suscripciones para construir el Instituto Pasteur desde que se aprobó el proyecto por parte de la Academia de Ciencias de París, el martes 9 de marzo de 1886. Al día siguiente, ocupando la columna de "últimos telegramas", lo mostraba el diario <span class="elsevierStyleItalic">La Época</span>: "La prensa dirige calurosas excitaciones al público, a fin de que tome parte en la suscripción para crear el Instituto Pasteur, cuyo proyecto fue ayer por la Academia de Ciencia de París. Dicho instituto, cuyo único objeto será la curación de los atacados de hidrofobia, recibirá lo mismo a los franceses que a los extranjeros"<span class="elsevierStyleSup">15</span>. También fue recogida por los periódicos <span class="elsevierStyleItalic">La República, El Imparcial y La Correspondencia de España</span>. </p><p class="elsevierStylePara">La adhesión popular fue entusiasta y sorprendente. Antes de terminar el mismo mes de marzo, ya se había recaudado 407.095 francos<span class="elsevierStyleSup">16</span> y en mayo se contaba con más de un millón de francos<span class="elsevierStyleSup">17</span>. Procedían de todos los rincones del mundo: "El gobierno ruso ha concedido 100.000 francos con destino al Instituto Pasteur"<span class="elsevierStyleSup">18</span>, incluida España: "El Ayuntamiento de Barcelona ha votado 5.000 pesetas con destino al Instituto Pasteur que se trata de fundar en París"<span class="elsevierStyleSup">19</span>, llegándose a crear una comisión específica por la Academia Médico-Quirúrgica Española para valorar la forma de contribución, "las clases médicas y los amantes de la ciencia y de la humanidad, es seguro que contribuirán de una manera decidida y eficaz a esta suscripción"<span class="elsevierStyleSup">20</span>.</p><p class="elsevierStylePara">A finales de 1886, el Ayuntamiento de París concedió de forma gratuita un amplio terreno por un período de 99 años para la edificación. Aunque posteriormente "la comisión encargada de erigir el Instituto Pasteur ha decidido no aceptar los terrenos ofrecidos por el Municipio y comprar un solar más allá de la estación de Mont Parnasse, en 430.009 francos, también acordaron los planos para la creación de cuatro edificios que costarán 600.000 francos"<span class="elsevierStyleSup">21</span><span class="elsevierStyleItalic">.</span> Finalmente, el montante derivado de la suscripción pública ascendió a la considerable suma de 2.586.080 francos<span class="elsevierStyleSup">22</span>, destinándose para la construcción "un desembolso de 1.563.786, incluidos los instrumentos y aparatos. Quedando, pues, como dotación del Instituto 1.022.894"<span class="elsevierStyleSup">4</span><span class="elsevierStyleItalic">. </span></p><p class="elsevierStylePara">Por dictamen del Consejo de Estado, se reconoció al Instituto como establecimiento de utilidad pública, y "según los estatutos del mismo, no sólo se ocupará del tratamiento de la rabia, según el método Pasteur, sino también del estudio de las enfermedades virulentas y contagiosas"<span class="elsevierStyleSup">23</span><span class="elsevierStyleItalic">. </span></p><p class="elsevierStylePara">El recinto de 11.000 m<span class="elsevierStyleSup">2</span> y conocido popularmente como <span class="elsevierStyleItalic">El Palacio de la Rabia, </span>fue un proyecto inicial del arquitecto M. Petit, continuado tras el fallecimiento de éste por M. Brebant, renunciando ambos a los honorarios de su trabajo, y distribuido por "cinco distintos servicios: el de la rabia, que es el principal y el más dispendioso; el de los microbios; el de la microbia médica; el de la microbia morfológica, y el de la microbia aplicada a la higiene"<span class="elsevierStyleSup">4</span><span class="elsevierStyleItalic">.</span> Así fue, Grancher encabezaba el servicio dedicado a la rabia después de haber ayudado a Pasteur desde las primeras inoculaciones que él mismo había practicado; el de Microbiología General quedó al cuidado de Duclaux, fundador desde 1887 de la revista <span class="elsevierStyleItalic">Anales del Instituto Pasteur</span>, dedicada a difundir los trabajos científicos del Instituto; el Servicio de Técnica Microbiológica estaba a cargo de Roux, desde 1904 director del Instituto; el Servicio de Microbiología Aplicada a la Higiene quedó a cargo de Chamberland, creador en 1879 del autoclave; el Servicio de Microbiología Morfológica fue confiado a Metchnikov, descubridor del fenómeno de la fagocitosis y más tarde premio Nobel (1908)<span class="elsevierStyleSup">2</span>. </p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleItalic">La Ilustración española y americana</span> anunció su apertura como: "El Instituto Pasteur es el palacio encantado de esta nueva ciencia. En sus laboratorios se revelarán, sin duda, al hombre nuevos secretos admirables de ese mundo de los infinitamente pequeños, que ha poco desconocía hasta el punto de no sospechar siquiera su existencia"<span class="elsevierStyleSup">4</span>.</p><p class="elsevierStylePara">Su inauguración se produjo el 14 de noviembre de 1888 y acaparó las crónicas del momento, plasmándose la información de formas muy diferentes, desde extensas descripciones tanto del acto en sí, como del propio edificio, a breves reseñas o esquelas informativas propias de despachos telegráficos: "Solemnemente se ha celebrado hoy la inauguración del Instituto, en presencia del Presidente de la República, de la mayoría de los Ministros, varios Embajadores, los Grandes Duques de Rusia y otras notabilidades. El discurso de Mr. Bertrand recordando la serie de trabajos científicos de Pasteur ha sido muy aplaudido. La alocución de Mr. Pasteur dando las gracias a cuantos le han prestado apoyo en su empresa humanitaria ha sido acogida con una verdadera ovación"<span class="elsevierStyleSup">24</span>.</p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">Debates, críticas y dilemas sobre Pasteur </span></p><p class="elsevierStylePara">La sociedad española igual que la del resto del mundo estuvo informada en todo momento de la existencia de un tratamiento para los casos de hidrofobia, así como de la necesidad de un recinto para investigar. Pasteur alcanzó la celebridad como científico y su figura pública era mostrada como la de un hombre próximo y preocupado por sus pacientes. Eran sabidos sus desvelos y protección hacia Meister o Jupille, aunque también era mostrado acompañando a monarcas, e incluso se relataba como algunos príncipes iban a visitarlo a su laboratorio de París para estudiar sus descubrimientos contra la rabia: "El príncipe bávaro Carlos Teodoro, hermano de la emperatriz de Austria, a quien acompaña la princesa su esposa, que es también su compañera y ayudante en los trabajos científicos, pues el archiduque es un médico y oculista distinguidísimo"<span class="elsevierStyleSup">25</span><span class="elsevierStyleItalic">. </span></p><p class="elsevierStylePara">La aceptación de su método no fue totalmente generalizada. Pasteur tuvo opositores, la mayoría compatriotas. Se opusieron a él los antiviviseccionistas; también lo hicieron otros colegas que dudaban del método y ampliaban algún fracaso. Se criticó su tratamiento intensivo y se puso en cuestión que hubiera experimentado con humanos, lo cual planteó un dilema ético. La prensa también se hizo eco de estas consideraciones. </p><p class="elsevierStylePara">Junto con las primeras referencias a las suscripciones, comienzan también las primeras noticias sobre sus detractores, como la publicada el 12 de abril de 1886 que indica que "en Inglaterra no son tan generalmente admirados como en otras naciones los importantes trabajos de Mr. Pasteur. Sus descubrimientos, son, por el contrario, atacados con frecuencia, y se niega hasta en los periódicos más formales la utilidad de la realidad. Y eso que apenas pasa semana en que no ocurran, solo en la ciudad de Londres, uno o más casos de muerte, por causa de la hidrofobia"<span class="elsevierStyleSup">26</span><span class="elsevierStyleItalic">.</span> Para terminar añadiendo que en Inglaterra "donde hay establecimientos tan extravagantes como el refugio de perros, sostenido por medio de donativos voluntarios, y para el que se suscribe la Reina anualmente por 250 pesetas, no podría fundarse un Instituto Pasteur, sino por medio de una ley especial, porque los antiviviseccionistas se echarían encima para impedir que se entreguen a merced de la ciencia los conejos y otros animales"<span class="elsevierStyleSup">26</span>.</p><p class="elsevierStylePara">En España las críticas se expresaron por colectivos profesionales que las publicaron en la <span class="elsevierStyleItalic">Revista de Sanidad Militar</span>, y en menor medida por <span class="elsevierStyleItalic">El Correo Militar </span>y<span class="elsevierStyleItalic"> La España</span>, con argumentos orientados a exhibir los fracasos. Así, en marzo de 1887 el Dr. León Navarro, médico de La Puerta (Jaén), relata el caso de un hombre de 40 años, José Ballesteros, de dicha población y tratado durante el mes de febrero por Pasteur, que aplicó hasta "29 inoculaciones por el procedimiento rápido"; a su regreso comenzó a desarrollar los mismos síntomas de la enfermedad y falleció en el mes de marzo, acontecimiento por el cual el propio facultativo llegó a enjuiciar que la enfermedad no tenía cura e incluso declaró que "la vacuna profiláctica del eminente Pasteur nos tenía a todos animados de halagüeñas esperanzas; pero este fracaso, adicionado a los anteriores que el gran Peter ha expuesto en la Academia de Medicina de Paris, ha venido a marchitar, en gran parte, nuestras ilusiones. Se dirá que las excepciones no alteran las reglas; pero, por desgracia en esta materia, tiene más valor un hecho negativo que cien positivos"<span class="elsevierStyleSup">27</span>. Este acontecimiento será recordado en agosto del mismo año, con frases contundentes como: "Un nuevo fracaso de las vacunaciones antirrábicas"<span class="elsevierStyleSup">28</span>. Michel Peter, miembro de la Academia de Medicina de París, fue su más serio detractor. Peter acusaba a Pasteur de precipitación al haber inoculado a personas sin suficientes ensayos en animales. </p><p class="elsevierStylePara">El mismo año de la inauguración del recinto, se criticó su conveniencia, aludiendo a que "los dos millones de francos invertidos en la creación del Instituto Pasteur hubieran tenido más fecunda aplicación si se hubiesen destinado oportunamente a estudios prácticos de utilidad más notoria que la inoculación de la rabia del conejo para preservar de la del perro, procedimiento con el cual ha aumentado el número de casos de forma paralítica, descritos por Jaccoud en la Academia de Ciencias y de los cuales el más reciente es el de Puy de Dome"<span class="elsevierStyleSup">29</span>. </p><p class="elsevierStylePara">Todas estas columnas que se transmitían al lector eran refrendadas con textos presentados por médicos de diferentes nacionalidades, así como en foros tan notables como la propia Academia de Medicina de París, junto a titulares contundentes como "Contra Pasteur", explicando que: "No hace mucho tiempo dimos a conocer a nuestros lectores las opiniones de M. Peter acerca del tratamiento del doctor Pasteur contra la rabia, y anunciábamos una controversia científica tan útil como curiosa en la que intervendrían profesores distinguidos de todos los países. En efecto, Peter acaba de presentar a la Academia de Medicina de París un notable trabajo del profesor napolitano Amoroso, titulado <span class="elsevierStyleItalic">Profilaxis de la rabia</span>, producto de los estudios realizados por éste en seis semanas de observación en el Instituto Pasteur. El Sr. Amoroso se pronuncia en contra del tratamiento profiláctico a que da nombre el célebre doctor francés. Como consecuencia de esta opinión, la Junta Sanitaria de Nápoles dispuso que se practicaran experiencias por cuenta del Gobierno italiano y con carácter oficial, cuyos resultados comprueban en todo las observaciones del doctor Amoroso"<span class="elsevierStyleSup">30</span>. </p><p class="elsevierStylePara">Sin embargo, las críticas fueron desmoronándose poco a poco y los detractores perdieron fuerza ante los probados éxitos del tratamiento. </p><p class="elsevierStylePara">El método pasteuriano fue rápidamente exportado a otros países y se crearon centros de tratamiento antirrábico en distintos países. "Hoy se dedican a su estudio, además del Instituto Pasteur, que sirve a todos de centro y lazo de unión, más de veinte establecimientos de inoculación contra la rabia, dedicados a la vez a estudios microbiológicos. Rusia tiene siete, en San Petersburgo, Moscú, Varsovia, Odesa, Samara, Tiflis y Járkov; Italia posee cinco, en Turín, Nápoles, Milán, Bolonia y Palermo; existen otros en Viena, Bucarest, Río de Janeiro y Buenos Aires; y España cuenta con dos, el de la Habana y el de Barcelona"<span class="elsevierStyleSup">4</span>.</p><p class="elsevierStylePara">Louis Pasteur vivió sus últimos años sumido en lo que él llamaba "su dolor personal", una profunda melancolía que podía leerse en las líneas de su rostro, algo que Gascar ha llamado "la melancolía del conocimiento"<span class="elsevierStyleSup">3</span>. Falleció a los 72 años, el 28 de septiembre de 1895 en Villeneuve l'Etang, cerca de Garches, un anexo del Instituto Pasteur a una docena de kilómetros de París. Fue entonces cuando el científico, el héroe, dio paso al mito, una imagen que con el tiempo se ha ido reconsiderando<span class="elsevierStyleSup">3</span>.</p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">Financiación </span></p><p class="elsevierStylePara">Este trabajo se enmarca dentro del proyecto "Estudios sobre historia de la vacunología", que cuenta con financiación de la Dirección General de Salud Pública, Consellería de Sanitat, Valencia.</p><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleBold">Conflicto de intereses </span></p><p class="elsevierStylePara">Los autores declaran que no tienen ningún conflicto de intereses.</p><hr></hr><p class="elsevierStylePara"><span class="elsevierStyleItalic">Correspondencia: </span>Dr. J. Tuells. <br></br> Cátedra de Vacunología Balmis UA-CSISP. Facultad de Ciencias de la Salud. Campus de San Vicente Raspeig. Apartado de correos 99. E-03080 Alicante. España.<br></br> Correo electrónico: <a href="mailto:tuells@ua.es" class="elsevierStyleCrossRefs">tuells@ua.es</a></p><p class="elsevierStylePara"> INFORMACIÓN DEL ARTÍCULO <span class="elsevierStyleItalic"><br></br> Historia del artículo: <br></br></span>Recibido el 7/11/2011 <br></br> Aceptado el 10/11/2011 </p>" "pdfFichero" => "72v12n04a90091782pdf001.pdf" "tienePdf" => true "PalabrasClave" => array:2 [ "es" => array:1 [ 0 => array:4 [ "clase" => "keyword" "titulo" => "Palabras clave" "identificador" => "xpalclavsec235666" "palabras" => array:5 [ 0 => "Louis Pasteur" 1 => "Instituto Pasteur" 2 => "Vacuna" 3 => "Rabia" 4 => "Prensa" ] ] ] "en" => array:1 [ 0 => array:4 [ "clase" => "keyword" "titulo" => "Keywords" "identificador" => "xpalclavsec235667" "palabras" => array:5 [ 0 => "Louis Pasteur" 1 => "Pasteur Institute" 2 => "Vaccine" 3 => "Rabies" 4 => "Press" ] ] ] ] "tieneResumen" => true "resumen" => array:2 [ "es" => array:1 [ "resumen" => "Con el descubrimiento de la vacuna contra la rabia humana, Louis Pasteur (1822-1895) dio una vuelta de tuerca inaugurando la segunda etapa de la vacunología. 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El proceso de creación del Instituto Pasteur (1886-1888) según la prensa española de la época
The process of creating the Pasteur Institute (1886-1888) according to the Spanish press of the time