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Vol. 29. Núm. 5.
Páginas 295-296 (septiembre - octubre 2014)
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¿Los pacientes entienden lo que les explicamos en los consentimientos informados?
Do patients understand what we explain to them in Informed Consent forms?
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M. Santiñàa,
Autor para correspondencia
msantina@clinic.cat

Autor para correspondencia.
, F.X. Segura-Ciprésb, E. Barranco-Duranb
a Dirección de Calidad y Seguridad Clínica, Hospital Clínic, Barcelona, España
b Documentación Sanitaria, Institut Bonanova, Barcelona, España
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Sra. Directora:

La Ley 41/20021, de 14 de noviembre, establece que el respeto a la autonomía del paciente implica que toda actuación en el ámbito de la salud necesite el consentimiento libre y voluntario del afectado, después de haber recibido este la información suficiente y haber valorado las opciones propias del caso. Esta ley determina que este consentimiento informado (CI) tiene que ser por escrito para determinados procedimientos.

Health literacy (HL) o alfabetización en salud2,3 es la capacidad que tienen las personas de obtener, procesar y entender la información sobre temas de salud con la finalidad de tomar las decisiones más adecuadas para mejorar o mantener la suya. Esta capacidad incluye la de entender la información de los CI, pues los pacientes se enfrentan cotidianamente con la complejidad de la información que los profesionales sanitarios quieren transmitirles, y también cada vez más con situaciones en las que tienen que tomar decisiones sobre qué opción terapéutica eligen o si aceptan o no un determinado tratamiento.

En el Hospital Clínic de Barcelona quisimos conocer si los CI que utilizábamos estaban redactados en un lenguaje que facilitara que el paciente entendiera la información que contenían; para ello en el año 2012 realizamos un estudio, escogiendo al azar una muestra de 10 de los 150 CI disponibles en el hospital. Para su análisis utilizamos el programa Inflesz4, que evalúa la dificultad de interpretación y el método Suitability of Assessing Materials (SAM)5–7 que evalúa la legibilidad. Así mismo se diseño ad hoc una encuesta de opinión en la que una muestra de 76 pacientes nos dio su opinión, anónimamente, sobre los mismos y si estaban o no satisfechos con la información que se les daba. Los resultados de las encuestas sirvieron para contrastar esos resultados con los obtenidos en el análisis de los CI.

El CI debería ser un documento de fácil comprensión para los pacientes, ya que en él se les informa sobre los procedimientos o pruebas que se les va a realizar, los riesgos de estas pruebas y las posibles complicaciones; sin embargo, en nuestro estudio solo el 47,4% de las personas, del 55,3% que manifestó haberlo leído, indicó que había entendido lo que en él se explicaba. Estos porcentajes fueron menores en personas mayores de 60 años. Quizás esto pudiera ser debido a que el 40% de los CI presentaron un nivel de comprensión puntuado como bastante difícil por el Inflesz, y a que el 30% presentaron un nivel legibilidad valorado como inadecuado por el SAM. El insuficiente tamaño de la letra, o el no utilizar un lenguaje llano en su redacción fueron las causas principales de estas bajas puntuaciones.

Una de las principales dificultades expresadas por los pacientes fue el uso de lenguaje técnico en algunas de las partes del CI. Tal como sugieren otros estudios8 los documentos de CI acostumbran a ofrecer suficiente cantidad de información, pero son difíciles de leer y comprender por los pacientes.

En nuestro estudio el 89,5% de los pacientes de la muestra consideró importante recibir información escrita, sin embargo, tal como se reflexiona en un reciente artículo9, se observan en los documentos de CI problemas de calidad, muchas veces a causa de su enfoque defensivo, lo cual dificulta el ejercicio de autonomía por parte de los pacientes. El 92,1% de los pacientes encuestados consideró que la información escrita debía ser complementada con información facilitada oralmente por el/la médico. Ello nos orienta a que los pacientes considerarían que es importante para ellos recibir información verbal de su doctor/a, aunque se les dé esa información en un documento escrito. Creemos que la comunicación directa con su médico les permite transmitir dudas y aumenta su confianza10. Este es un aspecto a tener en cuenta, pues pudiera ocurrir que el hecho de dar información por escrito nos hiciera pensar que ya no es necesaria la comunicación oral, lo cual quizás sería un error si buscamos conseguir una buena comunicación profesional de la salud-paciente.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflicto de intereses ni haber recibido ningún tipo de financiación para la redacción del presente artículo.

Bibliografía
[1]
Ley 41/2002, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica. BOE núm. 274, 15 de noviembre. 2002:40126–32.
[2]
R. Suñer Soler, M. Santiñá Vila.
Health literacy y salud.
Rev Calid Asist, 28 (2013), pp. 137-138
[3]
R.E. Rudd, O.R. Groene, M.D. Navarro-Rubio.
On health literacy and health outcomes: Background, impact, and future directions.
Rev Calid Asist, 28 (2013), pp. 188-192
[4]
I.M. Barrio-Cantalejo, P. Simón-Lorda, M. Melguizo, I. Escalona, M.I. Marijuán, P. Hernando.
Validación de la escala INFLESZ, para evaluar la legibilidad de los textos dirigidos al paciente.
An Sist Sanit Navar, 3 (2008), pp. 135-152
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C. Doak, L.G. Doak, J.H. Root.
Assessing suitability of materials.
[6]
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Evaluating the health literacy burden of Canada's public advisories: A comparative effectiveness study on clarity and readability.
Drug Saf, 36 (2013), pp. 1179-1187
[7]
Alfabetización para la salud: estándares y recomendaciones para los profesionales de la salud,
[8]
C. Jiménez Alvarez, J.L. Morales Torres, M.J. Pereira Rodríguez.
Evaluación de la exhaustividad y legibilidad de documentos de consentimiento informado en cirugía pediátrica.
Cir Pediatr, 14 (2000), pp. 53-56
[9]
J.E. Calle-Urra, P. Parra-Hidalgo, P.J. Saturno-Hernández, M.H. Martinez-Martínez, F.J. Navarro-Moya.
Evaluación de la calidad formal de los documentos de consentimiento informado en 9 hospitales.
Rev Calid Asist, 28 (2013), pp. 234-243
[10]
L.M. Ong, J.C. de Haes, A.M. Hoos, F.B. Lammes.
Doctor-patient communication: A review of the literature.
Soc Sci Med, 40 (1995), pp. 903-918
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