El tratamiento de la diabetes tipo 2 en el anciano representa un importante reto tanto desde el punto de vista clínico como del de la salud pública. El envejecimiento poblacional está condicionando un marcado incremento de la pandemia de diabetes en las personas de edad avanzada. Sin embargo, existen pocas evidencias científicas que apoyen el tratamiento más adecuado de la diabetes en los ancianos. Dada la gran heterogeneidad de la población anciana, que incluye a sujetos con muy diferente capacidad funcional y cognitiva, diversa comorbilidad y con muy diferente expectativa de vida, resulta crucial realizar una valoración global del anciano desde una perspectiva biopsicosocial y abordar integralmente los factores de riesgo vascular, planteando unos objetivos personalizados de control glucémico. En ancianos frágiles o con corta expectativa de vida puede ser razonable mantener un objetivo de HbA1c de 7,6-8,5%. La estrategia terapéutica en el anciano con diabetes tipo 2 debe individualizarse y consensuarse con el paciente y sus cuidadores, en función del objetivo planteado. Mejorar la calidad de vida, preservar la seguridad del paciente y evitar los efectos adversos del tratamiento antidiabético deben ser objetivos básicos. Dada la mayor predisposición de los ancianos a las hipoglucemias y sus graves consecuencias en esta población, deberían priorizarse las terapias antidiabéticas que minimicen el riesgo de episodios hipoglucémicos.
Treatment of type 2 diabetes in the elderly represents a major challenge both in terms of clinical management and public health. Aging is causing a marked increase in the pandemic of diabetes in elderly people. However, scientific evidence to support the most appropriate treatment for diabetes in the elderly is scarce. Given the heterogeneity of the elderly population, which includes subjects with very different functional and cognitive capacities, co-morbidities, and life expectancy, it is critical to make a comprehensive assessment from a biopsychosocial perspective, to address the vascular risk factors integrally, and to establish individually tailored targets for glycemic control. In frail elderly or individuals with a short life expectancy, it may be reasonable to maintain HbA1c between 7.6%-8.5%. The therapeutic strategy for elderly patients with type 2 diabetes should be individualized and agreed with the patient and their caregivers, according to the objective. Improving quality of life, assuring patient safety and avoiding the adverse effects of antidiabetic treatment should be prioritized. Given the increased susceptibility of the elderly to severe hypoglycemia and its consequences, antidiabetic therapies that minimize the risk of hypoglycemic events should be selected.
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