Tras la lectura del trabajo de Álvarez Alvargonzález et al. respecto del uso de abreviaturas médicas en el ámbito asistencial1 nos gustaría hacer algunas observaciones.
Coincidimos con los autores en que el uso de abreviaturas médicas es muy frecuente. Estudios realizados en nuestro país han mostrado que aparecen en todas las historias clínicas analizadas (más en servicios médicos que en quirúrgicos)2, y que su reconocimiento en el informe de alta es correcto solo por el 55,9% del personal médico y el 23,2% de enfermería3. La interpretación incorrecta de las abreviaturas por los profesionales o por el propio paciente y familiares puede favorecer la aparición de eventos adversos durante el ingreso hospitalario, en la transición entre niveles asistenciales o en el ámbito ambulatorio. Sin embargo, los estudios nacionales de eventos adversos a nivel hospitalario (ENEAS), de atención primaria (APEAS), servicios de urgencias (EVADUR), cuidados intensivos (SYREC) o residencias y centros asistenciales sociosanitarios (EARCAS) no analizan la contribución del uso de abreviaturas en la aparición de los mismos.
A nivel internacional, organismos como la Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organization (JCAHO)4, el National Quality Forum (NQF)5 o la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ)6 en sus objetivos de mejora del sistema de utilización de los medicamentos, no se centran en el cese del empleo de abreviaturas como refieren Álvarez Alvargonzález et al., si no en que las organizaciones usen abreviaturas «estandarizadas» y dispongan de una «Do Not Use List» con las abreviaturas, acrónimos, símbolos y dosis prohibidas (requisito de gestión de la información IM.02.02.01 del manual de acreditación JCAHO)6.
En nuestro país también existen iniciativas en este sentido. El «Consenso para la elaboración del informe de alta hospitalaria en especialidades médicas» recoge que se evitará en lo posible la utilización de acrónimos y siglas que no sean de uso general, ya que dificultan la comprensibilidad del informe de alta7. Más taxativa es la recomendación de la Sociedad Española de Calidad Asistencial dentro del proyecto «Compromiso por la calidad de las sociedades científicas en España» que especifica no utilizar abreviaturas en las hojas de prescripción8. Sin embargo, la Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud aconseja establecer recomendaciones sobre el uso de abreviaturas, símbolos y expresiones utilizados en la prescripción y administración de medicamentos9. En esta misma línea compartida con la JCAHO, el Instituto para el Uso Seguro del Medicamento (ISMP) ha publicado una lista de abreviaturas, símbolos y expresiones de dosis que pueden causar errores de medicación que nunca deben usarse al comunicar información médica10.
Pese a todas estas iniciativas, cuando se ha estudiado la implantación de prácticas seguras en el sistema de utilización de los medicamentos en los hospitales públicos de nuestro país, el ítem «Establecer una lista de abreviaturas y acrónimos que no pueden utilizarse» solo lo cumplieron el 17 y el 30% de los centros evaluados en 2007 (105 centros) y 2011 (165 centros), respectivamente9.
En resumen, coincidimos con los autores en que este es un área de mejora en la seguridad y calidad asistencial. Desde el punto de vista práctico, quizás deban coincidir las 3 medidas: disminuir el uso general de abreviaturas, usar abreviaturas «estandarizadas» y evitar abreviaturas prohibidas.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.