Nunca pensé que me tocaría escribir la necrológica de una persona tan querida para mí y, mucho menos, que me correspondería despedirlo siendo Presidente de la SECOT. Recuerdo la emoción que sentí cuando recibí la medalla de la SECOT pensando que allí estaba el nombre del Dr. Cañadell. Recogí la distinción sabiendo que también lo habían hecho las 2 personas que, sin lugar a dudas, más han marcado mi vida profesional, Francisco Vaquero y José Cañadell.
La trayectoria del Dr. Cañadell es conocida y fácil de seguir desde su inicio en el Hospital del Sagrado Corazón, con el Dr. Santos Palazzi, y en el Hospital de la Cruz Roja, de Barcelona. En 1966 defendió su tesis Verificación de los factores locales que influyen en la actividad del cartílago de crecimiento una línea de investigación que siguió desarrollando y que, con su característica visión clínica, sería la Ponencia Oficial SECOT en el Congreso de Torremolinos, de 1976.
En 1968, se hizo cargo de la jefatura del entonces incipiente Departamento de Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Universidad de Navarra. Acudió como profesor agregado, con dedicación exclusiva a la Facultad de Medicina y a la Clínica, pero con autorización para acudir a Barcelona durante los fines de semana para seguir atendiendo a sus enfermos, en la calle Balmes. Un nuevo reto que incluía desplazamientos semanales entre Barcelona y Pamplona. Los lunes, muy temprano, antes de que la ciudad despertase llegaba a la antigua estación de tren de la capital navarra. De allí, después de tomar un café en la todavía dormida cantina, iba a la Facultad a impartir Cirugía Ortopédica y Traumatología, después atendía la consulta hasta muy tarde, el quirófano, más clases, las reuniones del consejo de dirección, ya que fue director de la Clínica Universidad de Navarra durante 23 años, y las reuniones de junta de la Facultad de Medicina, donde fue vicedecano durante otros 15 años formando equipo con el profesor Eduardo Ortiz de Landázuri. En Pamplona, por si esto fuera poco, también atendía la dirección del Departamento de COT y, en medio, de nuevo, los pacientes, el impulso de la investigación y la preparación de los compromisos científicos y de las conferencias. Lo que siempre conocimos como «el jefe y sus cromos», cuando sobre el negatoscopio movía las diapositivas de un lado a otro y pedía al servicio de fotografía una nueva diapositiva de alguna radiografía que el fotógrafo conocía a la perfección pues ya la había fotografiado en otras ocasiones. Pronto vinieron las primeras tesis doctorales, los trabajos sobre escoliosis, las primeras publicaciones, el premio de investigación de la SICOT, la llegada de los primeros residentes extranjeros, las cirugías pioneras. Eran días de mucha intensidad porque, el jueves, de nuevo, marchaba a Barcelona. Y así durante muchos años.
Para Cañadell, su vida en Pamplona era, como manifestó el mismo en una entrevista, «una experiencia nueva, con una filosofía diferente y un espíritu particular que ofrecía la posibilidad de combinar asistencia, formación e investigación, lo que hasta entonces era para mí un sueño. Una dedicación completa en un mismo sitio, con diferentes actividades. La actividad asistencial en la Clínica permitía desarrollar nuevas técnicas, desde la instrumentación en la cirugía de la columna en la escoliosis, a las prótesis articulares. También suponía impartir cursos de formación básica, han tenido mucho predicamento el de osteosíntesis para el tratamiento de las fracturas o los de microcirugía. Por otro lado, venir a Pamplona permitía ampliar nuevos campos de la especialidad como la cirugía de los tumores del sistema músculo-esquelético, buscando, siempre la solución más conservadora. Hoy gracias a los avances de la quimioterapia y, algo también, de la radioterapia, la cirugía de los tumores óseos es uno de los campos de la especialidad que dan más satisfacciones. Se han conseguido índices de supervivencia muy altos que eran impensables hace unas décadas. Se puso en marcha uno de los primeros bancos de huesos y hoy se cuenta con una gran experiencia en la cirugía con aloinjertos. Otra línea de trabajo fue el estudio y tratamiento de la patología del cartílago de crecimiento. Por último, las elongaciones ha sido otra técnica, en la que me parece que hemos prestado buen servicio a la especialidad. Siempre he intentado compaginar la asistencia con la docencia y la investigación. Al respecto le puedo decir que muchas horas del equipo se pasan operando corderos en el quirófano experimental. Tuve una gran alegría cuando la Facultad autorizó montar el laboratorio de Ortopedia Experimental» y es que como añadía, «estos años en la Universidad de Navarra, han sido, para mí, una aventura maravillosa como me auguraron al llegar hace ya más de 30 años».
Era persona que confiaba en sus colaboradores, y decía que como el rey de Prusia se había sabido rodear de muy buenos profesionales. En el desarrollo y gestión de la Clínica Universidad de Navarra, siguió el modelo, que tan bien conocía, de la Clínica Mayo, donde —con frecuencia repetía— había sido intervenido a corazón abierto en 1961, y que conjugaba asistencia de calidad, atención exquisita del paciente, formación humana y profesional de todo el personal sanitario; docencia e investigación. Una investigación vista como la pasión por adquirir conocimientos.
La lista de los médicos que han pasado por su departamento es muy larga. En nuestro recuerdo no solo está la formación e impulso investigador que recibimos, ¡cuántos nos consideramos sus hijos! El Dr. Cañadell ha sido, junto con Montse, acogedor y espléndido, cordial y entregado a los demás. Con orgullo y gratitud, el Dr. Cañadell llevó durante mucho tiempo en su cartera una foto de la familia de uno de sus residentes con la dedicatoria: «Lo que usted entrega a sus discípulos, tenga por seguro que lo reciben cada uno de ellos, sus mujeres y sus hijos». Cuántas anécdotas similares podríamos añadir.
Su visión de futuro y su gran capacidad de gestión hizo que, siendo el presidente más joven de la SECOT, entre 1970 y 1972, estableciera el reglamento de las Asambleas Generales y creara los premios de investigación. También presidió la Sociedad Catalana de COT y la European Pediatric Orthopaedic Society (EPOS), entre 1993 y 1995. Fue miembro fundador e impulsor del GEER, de la Sociedad de Microcirugía, de la Cervical Spine Research Society y de la European Musculo Skeletal Orthopaedic Society (EMSOS). Al final de su brillante vida profesional recibió la medalla de oro de la Cruz Roja y de la Universidad de Navarra y fue nombrado miembro de Honor de la SECOT y de la EFORT.
El Dr. Cañadell era el de la pregunta continua que resolvía con un gran sentido común. Por eso ha dejado una huella tan importante en diferentes áreas de la cirugía ortopédica e incluso tiene una técnica que lleva su nombre. En la entrevista antes referida, el Dr. Cañadell concluía: «no es correcto pensar que uno ha dejado la huella, porque lo realizado es fruto del trabajo de todos. Mi aportación es un granito de arena. Lo importante es ver que cuando te vas no pasa nada. Eso también te hace ser humilde. Pero también puede significar que has conseguido formar un buen equipo». Con la pena de no volver a estar con el, de recordarlo, también se siente el alivio de saber que ha llegado a lo que siempre ha añorado, «estar con el Buen Dios» y con Montse, para siempre.