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Inicio Acta Sociológica De las redes a las plazas: la web 2.0 y el nuevo ciclo de protestas en el mundo
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Vol. 62.
Páginas 105-134 (septiembre - diciembre 2013)
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De las redes a las plazas: la web 2.0 y el nuevo ciclo de protestas en el mundo
From networks to public places: Web 2.0 and the new cycle of protests in the world
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Guiomar Rovira Sancho
* Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Profesora investigadora del Departamento de Educación y Comunicación de misma institución.
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Resumen

A lo largo de las dos últimas décadas, la extensión del acceso a Internet así como los nuevos desarrollos de las Tecnologías de la Información (tic) han transformado las formas de gestación, difusión e impacto de las protestas y el activismo político. La apropiación de los instrumentos técnicos por parte de públicos muy extensos ha contribuido a la aparición de redes horizontales donde se tejen marcos de significados compartidos, acciones y reflexiones para las protestas sociales. En este artículo se caracteriza a la red activista como un nuevo tipo de actor colectivo que no encaja en las definiciones habituales de movimiento social y que tiene una marcada dimensión comunicativa. A la vez, se hace una genealogía de la apropiación de las tic para las causas sociales, desde los inicios de Internet hasta llegar a la Web 2.0 y el ciclo de acción global que irrumpe en 2011 con la Primavera Árabe, las Indignadas en España, Okupy Wall Street en Estados Unidos, entre otros.

Palabras clave:
Internet
redes activistas
Web 2.0
movimientos sociales
ciclo de acción global
contrapúblicos
Abstract

For the last two decades, the expansion of Internet access as well as the new developments of the Information Technologies (IT), have transformed the forms of management, transmission and impact of protests and political activism. The appropriation of the technical instruments by extensive publics has contributed to the appearance of horizontal networks in which frameworks of shared meanings, actions and reflections for social protests are webbed. In this article the activist network is characterized as a new type of collective actor who does not fit in the traditional definitions of social movement and who has a marked communicative dimension. Furthermore, we present a genealogy of the appropriation of the IT for social causes, from the beginnings of the Internet until we reach the web 2.0 and the global action cycle which bursts in 2011 with the Arab spring, the Indignants in Spain and Occupy Wall Street in the United States, amongst others.

Key words:
Internet
activist networks
Web 2.0
social movements
global action cycle
counterpublics
Texto completo

Internet ha supuesto una nueva era para lo que hasta ahora se ha conocido como la comunicación alternativa.1 La arquitectura de red distribuida de Internet favorece la actividad discursiva de los movimientos sociales, puesto que permiten salir de la marginalidad de los fanzines, las radios libres, los carteles, que ponían a circular objetos culturales pero de forma muy limitada, no sólo por el costo económico2 sino por su dificultad para abarcar audiencias amplias.3 Internet es una plataforma que permite a los activistas salir del ghetto, tanto directa como indirectamente, influenciando los medios masivos,4 y por tanto incidiendo en la transformación del sentido común de una sociedad.

Nancy Fraser habla de “contrapúblicos subalternos” para referirse a “espacios discursivos paralelos donde los miembros de los grupos sociales subordinados inventan y hacen circular contra-discursos, lo que a su vez les permite formular inter-pretaciones opuestas de sus identidades, intereses y necesidades”. Para esta autora,

en las sociedades estratificadas, los contrapúblicos subalternos tienen un doble carácter. Por un lado, funcionan como espacios de retiro y reagrupamiento; por el otro funcionan también como bases y campos de entrenamiento para actividades de agitación dirigidas a públicos más amplios. Es precisamente en la dialéctica entre estas dos funciones donde reside su potencial emancipatorio.5

Los movimientos y los colectivos activistas buscan siempre construir estos espacios de opinión –de comunicación alternativa– que luchan contra las ideas hegemónicas y a la vez contrarrestar la omisión mediática o la representación simplificada o tergiversada de las protestas en los medios masivos. La extensión de Internet, el “periodismo ciudadano”,6 los blogs, las redes sociales digitales, le han quitado la última palabra a los grandes consorcios de la comunicación y se han convertido en instrumentos competidores para insertar discursos distintos en la agenda pública, esos “contrapúblicos” con posibilidades de impacto más allá de sus afines.7

Sin embargo, la estructura tecnología no es garantía de éxito. Pocas son las veces en que la contra-publicidad irrumpe en el dominio común (en las calles, en los medios masivos), puesto que, por sí misma, la proliferación de contrapúblicos subalternos no conduce a la multiplicación de fuerzas o a la transformación política. Se necesita el catalizador, la chispa, el símbolo detonador de la movilización de los cuerpos, su confluencia en el espacio público y la consecuente incursión en los grandes medios masivos que continúan siendo hoy los instrumentos decisivos para llegar a transformar a la sociedad –son todavía “la metared de redes de comunicación, las redes que procesan los materiales ideacionales con los que sentimos, pensamos, vivimos presentamos nuestras ideas y luchamos”, diría Castells.8

Pero vayamos por partes viendo cómo la relación entre Internet y la acción colectiva contenciosa9 ha ido tejiendo experiencias exitosas en el mundo, para a continuación intentar caracterizar este medio y las redes activistas que lo utilizan como nuevos actores colectivos.

De las redes zapatistas al ciclo de acción global de la Web 2.0

Proponemos a continuación una serie de periodos marcados por la relación que establece la movilización social con las TIC, desde la aparición de Internet hasta la fecha:

  • 1.

    En el inicio de la investigación informática, entre 1969 a 1992/1993, muchos desarrolladores de código y programadores se planteaban un uso libertario y abierto de la tecnología computacional. Es el origen de la ética hacker y de lo que posteriormente se llamará hackctivismo (de la unión de hacker y activista). En este periodo desde la academia surgen las primeras redes electrónicas, se crea la Asociación por el Progreso de las Comunicaciones (apc), los bbs, y algunas ongs hacen incursión en ello. Sin embargo, los grandes movimientos sociales de la época permanecen al margen de estos debates, en una etapa marcada por la desconfianza en las computadoras y cierta tecnofobia.

  • 2.

    A partir de 1994, cuando irrumpe el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, México, conformará de manera espontánea una red transnacional de solidaridad que inaugura los usos del correo electrónico y de la Web, apenas surgida un año antes, para la lucha social. Se crean múltiples páginas, variadas listas de mails y se implementan tácticas concretas de activismo y desobediencia civil electrónica.10 Son los inicios de la extensión del acceso y el ciberespacio era todavía territorio virgen donde los simpatizantes zapatistas se adentraron mucho antes que las instituciones oficiales: es notable señalar que el gobierno mexicano no abrió la página de la Presidencia hasta septiembre de 1996,11 por lo que durante mucho tiempo la versión de lo que ocurría en los pueblos indígenas rebeldes era una.

  • 3.

    En 1999 se abre con un entusiasmo tecno-optimista un ciclo de acción global:12 en Seattle, el 30 de noviembre, surge el movimiento antiglobalización que explota el potencial de las redes. Se expanden por todo el mundo los Independent Media Center (Indymedia), siguiendo el modelo de Seattle, que permite la publicación abierta: subir a la red textos, fotos, video, archivos de audio.13 El activismo comunicativo en todo su esplendor cambia la consigna que hasta ahora regía la relación de los movimientos sociales con los medios de comunicación y clama: “Dont´hate the media, be the media”. Se produce lo que Pasquinelli14 llama un “cambio de época en la forma de la acción pública y su documentación”, cada activista es a la vez un comunicador de la protesta y la práctica del “periodismo ciudadano” permite poner en jaque el poder mediático.

    Dentro de este periodo se puede ubicar la movilización global el 15 de febrero de 2003 contra la guerra de Irak que lleva a la calle a 10 millones de personas. Se habló entonces de la aparición de una sociedad civil global; sin embargo, no logró detener los planes de Estados Unidos, con sus aliados de España y el Reino Unido. La “guerra contra el terrorismo” marca el declive de este ciclo de acción tecno optimista y los activistas reconsideran la importancia de las luchas locales frente a las marchas “globales”.

  • 4.

    A partir de 2004 surge la denominada Web 2.0: las redes sociales, el microbloging, el movimiento P2P. Se trata de la posibilidad de “construcción autónoma de redes sociales15controladas y orientadas por sus usuarios”.16 Se habla entonces del surgimiento de las cibermasas, de las fast mobs o “mobidas”,17 de las multitudes inteligentes.18 Algunos ejemplos son emblemáticos en el activismo político: entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, en España a través de los mensajes sms en los teléfonos móviles, la ciudadanía contraviene el discurso mediático y gubernamental que atribuye a eta el atentado contra los trenes de la estación de Atocha en Madrid.19 La “movilización” cambia el sentido de las elecciones españolas. Muchos otros ejemplos recorren el mundo: desde la Revolución Verde de Irán hasta la campaña de Obama de 2008 y su uso de las redes sociales.

A finales de 2010, los cables del Pentágono difundidos por el grupo ciberactivista Wikileaks muestran que en la nueva edad tecnológica los secretos del poder no están a salvo. A su vez la red global de hactivistas Anonymous irrumpe con fuerza y se multiplica en varios países. Es el preludio del ciclo democrático global que arranca con la Primavera Árabe en 2011 y que se disemina por lugares distantes, logrando en algunos aspectos un efecto de contagio: “Cada práctica de resistencia está siendo un estímulo. Se difunden y se re-adaptan a contextos aparentemente desconectados. Y lo hacen para trasladar, casi cada día, el centro del movimiento de un escenario a otro: hoy es Egipto, mañana alguna ciudad de eeuu, pasado Atenas…”.20

La toma de las plazas ha sido una clave en muchas de estas protestas: el 15M español dice querer invocar la Plaza Tahrir de El Cairo en el centro de Madrid, la Qasba de Tunez y la Plaza de la Perla de Manama, Barheim. En Londres se plantaron 200 carpas ante la Saint Pauls Cathedral. En Grecia el 25 de mayo una convocatoria anónima a traves de redes sociales llenó la Plaza Sintagma, en el centro de Atenas. La mayor movilización de la historia de Israel se dio en el boulevard Rothschild en Teleaviv. La ocupación de Wall Street en Nueva York se extendió a más de mil ciudades de Estados Unidos. En Chile los estudianes en lucha contra la privatización de la educación convergieron en las calles. Lo mismo ocurrió en México en 2012 con #YoSoy132.

La idea de ciclo de acción colectiva tiene que ver con la emergencia de protestas que responden y construyen un patrón en un periodo histórico que permite encontrar entre ellas elementos de similaridad. Podríamos también llamarle olas de protesta. De acuerdo con Tarrow, un ciclo de acción colectiva responde a “una fase de intensificación de los conflictos y la confrontación en el sistema social” que supone “un ritmo de innovación acelerado de las formas de confrontación, marcos nuevos o transformados para la acción colectiva”.21 A partir de la transnacionalización de los conflictos, de la cultura y del poder, pero también de la resistencia, vemos aparecer ciclos de acción colectiva que escapan de los marcos nacionales y que tejen elementos en común entre movimientos sociales distantes geográficamente. Es en este sentido que aventuramos la idea de que en las últimas formas de protesta que aparecen a partir de la Primavera Árabe de 2011 existen elementos compartidos en cuanto a formas comunicativas y organizativas que permiten de hablar de un ciclo global.

Redes activistas como nuevas formas de la acción colectiva

Aventuramos la hipótesis de que todas estas protestas comparten características comunes: son redes activistas (que no encajan dentro de las definiciones estrictas de movimiento social) que aparecen como enjambres22 de individuos que confluyen en el espacio público así como en el ciberspacio demandando y ejerciendo una democracia anhelada, protestando contra el status quo. La idea de red tiene un gran peso en estas movilizaciones en tres dimensiones23 profundamente imbricadas: 1. la red como forma de organización laxa diferente a la de los partidos políticos, los sindicatos o las agrupaciones jerárquicas; 2. la red como estructura de comunicación (a través de Internet y las redes electrónicas) y 3. la red como ideal normativo, es decir la calidad prefigurativa de la comunicación y la organización horizontal no es solamente una forma de protesta sino una forma de hacer y actuar el otro mundo posible. La red es un “performativo político” donde “se comienza a vivir aquello por lo que se lucha”, tal como señala Arditi.24 Por tanto, no es extraño que en este ciclo de protestas aparezca la demanda de “democracia real ya”25 como un denominador común que tiene que ver con la misma forma de actuar y organizarse, tanto en los casos de las manifestaciones contra la crisis económica como contra las dictaduras.

La calidad heterogénea, difusa, contingente, de las redes activistas que usan instrumentos de comunicación reticulares, encuentra una teorización favorable en Deleuze y Guattari,26 quienes mucho antes de Internet proponen la metáfora botánica del rizoma, caracterizada por su “heterogeneidad y la conectividad”, donde cada punto puede conectarse con cualquier otro, donde no existe un traductor lingüístico universal, sólo hay argot y dialectos, por tanto, apropiación de significados y creación de sentidos diversos. Como una colonia de hormigas, un rizoma puede ser destruido, pero inmediatamente se reconstruye. Es abierto y excéntrico: existen múltiples puntos de entrada, no hay elementos de organización central ni responde a ningún modelo, es un mapa que contribuye a la conexión de los cuerpos, es “un performance”.27

Las redes activistas responden a la idea de red multicanal,28 en el sentido en que todos los actores pueden relacionarse con todos, sus características corresponden al acrónimo en inglés spin: “Redes Segmentarias, Policéntricas, Ideológicamente Integradas”, creado por Luther Gerlach y Virginia Hine29 al estudiar los movimientos sociales de Estados Unidos en los sesenta. Es decir, una red segmentada, compuesta por muchos grupos distintos con autonomía unos de otros, capaces de tomar sus propias iniciativas; policéntrica, donde hay muchos nodos y líderes y no necesariamente uno de ellos es el central o jerárquico; a la vez los actores comparten y construyen ciertos valores comunes u objetivos concretos que permiten su integración de forma laxa y extensible.

Las redes activistas se caracterizan por lo que Castells denomina “la producción interactiva del significado” propia de la “autocomunicación de masas”:30 la posibilidad abonada por la digitalización y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (tic) de que la gente sea productora/receptora y combinadora de sus propios mensajes, remezclando códigos y formatos, diversificando y multiplicando los puntos de entrada en el proceso de comunicación, atravesando fronteras. La actividad en red representa nuevas formas de subjetivación política en un espacio multidimensional e híbrido.

La red como prefiguación política. Nuevas subjetividades de la protesta

Internet es un medio diferente a los hasta ahora existentes porque en su misma arquitectura es una red que combina en su seno las características de anteriores tecnologías para extenderlas. La forma red de Internet constituye una novedad respecto a la era del broadcasting (difusión masiva), y sobre todo frente a tecnologías anteriores que implicaban una lógica determinada en la producción de objetos culturales a distribuir entre un público, donde se restringía el acceso a ser emisor. A diferencia de la prensa, la televisión o la radio, Internet permite no sólo el consumo sino la creación y la recreación, la redundancia y la alteración del mensaje. Para Poster, este nuevo medio es un objeto cultural infradeterminado “underdeterminated” (en oposición a la noción Althusseriana de sobredeterminación), incompleto, abierto a la recreación. Y convierte al sujeto en algo que ya no es el sujeto de la modernidad, que observa el mundo desde la distancia, sino en un yo (self) que opera con un aparato maquínico siendo un punto en un circuito,31 un nodo en la red.32

Mientras la imprenta concibió al individuo como racional y autónomo, reflexivo y ontológicamente separado del objeto, con el desarrollo de los modos de virtualización ese sujeto se disuelve, explica Poster.33 Ya con la era de los medios de difusión masiva inicia la fragmentación y desagregación de la relación sujeto/ objeto, entrando al mundo del simulacro: a causa de su retransmisión, los objetos culturales son su propia representación. Ahora, en “la segunda edad mediática”, estamos en una cultura de la infradeterminación.

Internet no es sólo el medio a partir del cual se comunican muchos de los activistas, sino que es una forma de acción que permite una individualización no aislada. Ser un nodo en la red supone una forma de percepción y un modo de actuar peculiar.

Según Castells, en las redes convergen dos pautas culturales: el individualismo y el comunalismo.34 Por un lado, el internauta navega en la soledad de su persona, frente a la pantalla de su computadora o de su plataforma móvil. Pero por otro, tiende a formar “comunidades de práctica”, es decir: grupos de individuos que comparten intereses, valores y creencias, que se definen por criterios de distintos tipos, por proyectos científicos, culturales, políticos, y que forman fuertes vínculos durante la práctica, aunque no se mantengan a largo plazo. Las comunidades en Internet son “efímeras pero intensas”, pueden reproducirse y expandirse, en el caso de inconformidades políticas pueden convertirse “comunidades insurgentes espontáneas”35 que crecen con gran celeridad: la ira condensada en un mensaje simbólico fuerte puede ser la chispa que prenda la mecha cuando hay un sentimiento de agravio o frustración ya maduro, entonces quienes se sienten interpelados se convierten en ágiles multiplicadores del llamado a la movilización, que se extiende por esas redes de confianza que son las comunidades en las que participa cada actor individual. La celeridad y la redundancia viral logra construir multitudes que de forma imprevista irrumpen en el espacio público y toman las calles.

La sociología de los movimientos sociales, por ejemplo la Teoría de Movilización de Recursos, considera que son los grupos y no los individuos los actores de las protestas.36 También los enfoques desde la teoría de los nuevos movimientos sociales, aunque considera la articulación en red, mantiene el foco en la movilización de colectivos (ecologistas, feministas, antirracistas…) y sus identidades. La limitación de estos marcos teóricos para observar el ciclo de acción de la Web 2.0 obliga a buscar nuevas propuestas. En las movilizaciones a que nos referimos siguen existiendo y participando organizaciones y colectivos, pero han perdido relevancia como ejes articuladores de la acción. Estamos ante movilizaciones heterogéneas donde la mayor parte de sus participantes lo hace a título individual. Cada quien se representa a sí mismo, se evita la delegación, se pone en crisis la idea misma de representación. A la vez que en las calles se grita “no nos representan” refiriéndose a los gobernantes y a los políticos, en el seno de la movilización no se acepta “representantes” y se exige que nadie hable como portavoz o líder, sino que al hacer declaraciones se haga siempre “a título individual”. Y en ello el movimiento establece una vigilancia, que nadie usurpe la voz de otro. Cada quien codifica su propia aparición y fallan las identificaciones con la clase, el sindicato, el partido, la iglesia u otras adscripciones sociales. Se trata entonces de una subjetivación política que supone la autonomía de cada nodo.

Bennett explica al respecto: “La fragmentación social y el de-clive de las fidelidades grupales han dado lugar al auge de la era de la política personalizada, en la que los marcos de acción de la expresión personal individualizada desplazan los marcos colectivos…”.37 Para este autor, cuanto más diversa es la movilización, más personalizada se vuelve;38 construye un ethos basado en la diversidad y la tolerancia a los distintos puntos de vista, y teje marcos de acción inclusivamente masivos (como el “somos el 99%” o “indignados”), mucho más fáciles de difundir y personalizar que otros de movilizaciones anteriores, como por ejemplo “eat the Rich”. La participación en densas redes de cada uno de los participantes lleva a que compartan sus propias historias y problemas y se convierta cada quien en un catalizador del proceso de movilización.

No es difícil darse cuenta de esto en las protestas. Podemos hablar de la aparición de un ethos o un claro estilo “Do It Yourself ” (“hazlo tú mismo”), propio de la ética hacker de los orígenes mismo del desarrollo tecnológico, y de la subcultura del punk, donde cada quien confecciona su propia participación, incluso su cartel, en lugar de marchar en contingente ordenado detrás de una amplia pancarta.

Así se vio en las calles de la Ciudad de México con la irrupción del movimiento #YoSoy132 a partir del 11 de mayo de 2012. La iniciativa espontánea de múltiples individualidades tomó las calles y se agrupó en las universidad privadas y posteriormente públicas del país, pero trascendió lo que podría verse como un movimiento estudiantil. Apareció en escena un enjambre de gente que se autoconvocó: los jóvenes, inexistentes e invisibilizados hasta entonces, incursionaron en el centro de la arena pública en pleno proceso electoral y tomaron la palabra con una eficacia inesperada.

Como red, las convocatorias rebasaron la capacidad del mismo movimiento que iba cobrando vida propia sin conducción clara. De la Universidad Iberoamericana, donde surgió la chispa, pasó a las universidades privadas y públicas de todo el país, de las protesta contra Televisa, derivó a ingentes marchas Anti Peña Nieto. Incluso el primer sábado después de las elecciones presidenciales, #YoSoy132 publicó que no estaba convocando a ninguna manifestación ese día. Sin embargo, cientos de carteles y llamamientos a manifestarse bullían en las redes. Anonymous muy certeramente contestó de inmediato al desmarque de los 132: “La marcha es de quien la hace”. El reportero Gerardo Albarrán describió esa protesta del 6 de julio en una crónica titulada “La revolución no será televisada”:

No hay templete ni organización que espere para pronunciar discursos. La marcha entra al inmenso espacio abierto del Zócalo para encontrarse que está sola en medio de la multitud. La gente entiende que cada uno es su propia manifestación y se agrupa en torno de las consignas que se comparten con el resto. La manifestación deviene en happening democrático, una performance política. No es una sola marcha ni es un solo mitin. Es cada familia que corea su indignación y su esperanza, sus conjuros contra el sexenio de miseria moral que se nos avecina. Es cada una del más de medio centenar de universidades del #YoSoy132 fusionada en contingente. Es cada grupo de amigos que quedó para sumarse a la resistencia colectiva. Es cada rabia individual que se acumula en voluntad de cambio. El cambio que tantos y durante tanto tiempo nos han negado.39

La marcha, como la proliferación de los videos que ya son parte del “estilo 132”, tienen en común la forma en que cada persona asume el discurso colectivo. No es un canto coral, donde cada voz singular desaparece en una emanación colectiva, sino la suma de una voz tras otra en un montaje de primeros planos individuales donde la persona afirma una identidad propia para contar (como voto, incluso, en una democracia imperfecta como la mexicana) y decir lo que piensa, cada quien en una cadena unida al pedazo de otro, como en un patchwork, para exigir democracia y equidad. Cada quien dado la cara, exponiéndose a pesar del riesgo de la represión (con la excepción de Anonymous), y al exponerse actuando una democracia que todavía está por venir, y contando (en el sentido numérico y en el sentido narrativo) lo mismo. Cada quien con su propio rostro y su propia voz diciendo lo mismo. Coincidiendo. Cero delegación.

El carácter prefigurativo más que programático de estas redes que son oleadas de un ciclo de acción colectiva global se muestra en la forma en que la horizontalidad se considera un punto de partida y no sólo un medio para un fin. “Cuando estamos juntos somos asamblea, cuando nos separamos somos red”. Aparece recurrentemente la asamblea que, como señala Castells, “lo que parece ser una forma ineficaz de deliberación y toma de decisiones es, de hecho, la base necesaria para generar confianza, sin la cual no podría emprenderse ninguna acción común frente a una cultura política caracterizada por la competencia y el cinismo”.40

La confianza, como base para la movilización política es clave y se construye tanto en las redes sociales electrónicas como en las plazas, pero sobre todo es simbólica y se teje en los discursos presenciales y virtuales, en la autorreflexividad de los implicados y en su alta interactividad.

Los símbolos detonadores de la acción colectiva

Volvamos a las características mismas del medio. La forma primordial de extensión de los mensajes en las redes electrónicas es la diseminación: “la infinita proliferación y dispersión de las emisiones sin garantía de intercambio productivo”,41 que además trasciende las fronteras nacionales. La remediación es otra característica clave de esta nueva forma de comunicación: ya McLuhan decía que el contenido de cualquier medio es otro medio: nunca había sido tan cierto (en Internet confluyen todos los medios y soportes, por eso tampoco podemos trazar una frontera clara ente Internet y el resto de los medios masivos). A la vez, la hipermediación como nueva dimensionalidad de la información nos remite al espacio heterogéneo donde la representación no es una ventana al mundo sino una ventana que se abre a otras representaciones de otros medios, multiplicando los signos de mediación.

Como ya señalamos en el inicio de este artículo sobre los contrapúblicos, el voluntarismo que ha caracterizado la historia de la comunicación alternativa no es la condición necesaria para su éxito, la diseminación de mensajes no implica la recepción activa de los mismos. Tener acceso a Internet, publicar un blog o meter información en Twitter no es garantía de estar en condiciones de hacerse oír.42 La descentralización y producción autónoma que caracteriza las redes también implica una sobreproducción de información y por tanto una disipación del poder y de la intensidad de cualquier mensaje en el espacio virtual. Sólo una fracción ínfima de los productos culturales en la red atraen suficiente atención para alcanzar e impactar a un espectro amplio de usuarios, sólo en momentos excepcionales la contrapublicidad se hace escuchar por la opinión pública. Tal como demuestran Tang y Yang, “Es una ilusión entonces creer que el Internet distribuye el poder simbólico a la gente común. Es más correcto decir que Internet ofrece a la gente común el potencial del poder simbólico”.43

Castells dice:

Cualquiera puede llegar a todo el mundo para compartir su rabia. Si la rabia es efectivamente un sentimiento puramente individual, el sms irá inofensivamente a la deriva en el océano de la comunicación digital. Pero si muchos abren la botella lanzada al océano, el genio saldrá y una comunidad insurgente crecerá a través de la conexión de distintas mentes más allá de la revuelta solitaria.44

A veces, algún hecho prende y aparece el fuego en la pradera, o utilizando la metáfora de Scott, se prende “el tendido eléctrico”: una red autopoiética que no existía antes de ese momento o que sólo existía en la potencia de las conexiones posibles de cada persona como nodo, se convierte en performance. De manera imprevista, se construye un acontecimiento-símbolo que es diseminado y que se esparcen de inmediato de forma viral e imprevisible, dando forma a una red activista incontenible.

¿Cómo ocurre ese proceso? ¿Cómo preverlo? Ya en los estudios sobre los movimientos sociales se han enfrentado con la imposibilidad de prever cuáles son los determinantes de la acción política, no hay ninguna causa eficiente que explique la revuelta. Lo imprevisible de la acción, afirma Hannah Arendt, tiene que ver con que todo acto cae en “una trama de relaciones humanas que está, por así decirlo, urdida por los actos y las palabras de innumerables personas, tanto vivas como muertas”.45

Nada puede garantizar los efectos. Sin embargo, señala esta autora: “El acto más pequeño en las circunstancias más limitadas lleva la semilla de la misma ilimitación e imprevisibilidad: un acto, un gesto, una palabra bastan para cambiar cualquier constelación”.46

Los procesos y los símbolos que han detonado las movilizaciones que señalamos en este ciclo de protestas han sido actos que de forma imprevisible han prendido las redes de indignación. En todos los casos, fruto de momentos extremos o ejemplares que han encontrado en la rapidez de la diseminación su calidad de símbolos movilizadores.

Mohamed Bouazizi, único sostén de su familia cuando su padre murió, vendía verduras y frutas en las calles de Sidi Bouzid, al sur de Túnez. Como no tenía licencia le confiscaron su mercancía y no se la quisieron devolver. Fue por un bidón de gasolina y se prendió fuego. Murió el 4 de enero de 2011, en un hospital, a la edad de 26 años. Riadas de gente salieron a las calles, primero en la ciudad de Sidi Buzid, donde ocurrió la tragedia, y poco después en todo el país. La inmolación a lo bonzo se convirtió en una “práctica modular”,47 pues unos días después, Abdelfatah Amer, de 44 años, se quemó a sí mismo en Gasfa. Ayub Alhammi, de 17 años, organizó un mitin en su instituto para denunciar estos hechos, pero las autoridades escolares lo expulsaron. Acto seguido, Alhammi se roció gasolina y se inmoló en su centro de estudios. Más de 50 mil profesores de enseñanza secundaria hicieron un paro en señal de duelo.48 Las manifestaciones sacudieron varias ciudades, desafiando la represión violenta a la que se vieron sometidas.

Durante las revueltas en Túnez, tanto Twitter, Facebook, YouTube, como los celulares y los blogs estuvieron indundadas de videos de manifestaciones y llamamientos a la protesta. La revolución se gestó en la inconformidad y la repesión sufrida a lo largo de años, en ese caldo de cultivo, el mensaje del suicidio de Bouazizi prendió la mecha, se diseminó viralmente y de forma multimodal, en todos los soportes comunicativos pensables, además de la viva voz, en tiempo real o casi. Y la gente salió a las calles y tomó las plazas. La comunicación permitía la coordinación y la autoconciencia de la dimensión que iba adquiriendo la movilización.

En este ambiente comunicativo, Al Yazira, televisora que desde 1996 transmite desde Qatar, permitió que lo que pasaba en Túnez se siguiera en vivo en todo el mundo árabe.49 Además de sus boletines y noticieros, Al Yazira alimentó su Twitter constantemente y su Facebook. Desde el primer momento, esta cadena dio una cobertura especial a la historia de Mohamed Bouazizi y transmitió imágenes que mandaba la gente, aunque fueran de baja calidad, grabadas con teléfono móvil. Así, este suicidio se convirtió en un símbolo desde Mauritania a Jordania. El símbolo, fácilmente reconocible, encarna un sentimiento colectivo latente que de repente interrumpe la normalidad, ofrece la posibilidad de solidarizarse de forma rápida y creciente, la gente lo redunda y lo transforma de una forma difícil de controlar, deviene red y acción: es la revuelta. Se difunde como un virus no sólo en el contexto local sino más allá de las fronteras, más allá de los dispositivos móviles y los ordenadores, irrumpe en los medios de comunicación masiva y en la agenda mundial. El símbolo lo es porque activa matrices de significado entre los actores sociales que son previos y socio-históricamente construidos.

En Nueva York, el 17 de septiembre de 2011, la policía ocupó Wall Street “como medida preventiva contra el llamado de una revista canadiense, Adbusters, después ratificado por Anonymous, para tomar el centro financiero”, explica David Brooks en La Jornada del 31 de diciembre 2011. Aquel día sólo llegron unos cientos de manifestantes. Pero tres meses después el movimiento Ocupa Wall Street se había extendido a “más de mil ciudades y pueblos” de Estados Unidos, enmarcando el debate en términos del famoso lema “Somos el 99%”.

En México en mayo de 2012, el entonces candidato del pri, Enrique Peña Nieto visitó la Universidad Iberoamericana. Los jóvenes que lo abuchearon aparecieron en los noticieros televisivos como si no fueran estudiantes sino revoltosos profesionales. Para exigir el derecho de réplica, 131 de ellos hicieron un video mostrando su rostro y su credencial. Este producto audiovisual publicado en YouTube se convirtió en 20 minutos en trending topic en Twitter y funcionó como símbolo detonador de la acción. ¿Quién decidió convocar a la #MarchaYoSoy132? ¿Quién fue el inventor del hashtag #YoSoy132? ¿Quién fue el primero en retuitear o en esparcir la idea de la indignación? La autoría queda diluida porque es colectiva, coincidente, fruto de esa coincidencia, como un encuentro largamente esperado pero imprevisto. No importa quién lo emitió, sino cuántos lo repiten. Enunciar con eficacia política en la red no es inventar, es coincidir. Y al coincidir una multitud llega al mismo sitio, con base en olas o cascadas de mensajes enredados que trascienden la red virtual y se vuelven red física y encuentro en las plazas. ¿Qué tipo de sitio, qué espacio es ese?

Asentamientos virtuales, movilizaciones en las calles

En los estudios sobre nuevos medios ya se ha recurrido a pensar la “espacialidad” en Internet como una construcción simbólica sin referente físico. Jones50 habla de “virtual settlements” o asentamientos virtuales como “lugares” on line donde se construye una serie códigos culturales, a veces efímeros a veces más duraderos donde la gente se instala y genera procesos que inciden luego en el espacio de la vida off line. Los suecos Lindgren y Lundström51 aplicaron esta categoría de “virtual settelment” a un hashtag en Twitter: #WikiLeaks, y analizan cómo alrededor de él se fueron hilando toda una serie de discursos y prácticas propios de una comunidad simbólica.

A la vez, la calidad de un lugar de deliberación sin referente físico tiene características liminales y nos permite mirar en ella cómo se reflejan, transforman y generan significaciones comunes de la acción. Activistas catalanes lo explican así:

Los blogs, Facebook, Twitter, N-1, Flikr, Youtube, etc., no se han limitado a explicar lo que pasaba, sino que han constituido el motor de la movilización y el lugar donde reconocernos como parte de algo; han sido el lugar en que hemos pasado del cabreo individual a la indignación colectiva y organizada, para después tomar las plazas, la calle. El lugar donde conspirar, lo que quiere decir respirar juntas.52

Es evidente que en momentos determinados, los hashtags se convierten en “lugares” de concentración y de encuentro inextricablemente vinculados al encuentro en las calles: generan una extensión de ese “espacio público” de la plaza que sirve para afinar propuestas, gestar movilizaciones, reflexionar y dar sentido a la acción. Pero la calle y el ciberespacio no son espacios desligables uno del otro ni siquiera en términos analíticos: lo que se procesa en las redes tiene que ver con lo que ocurre en las marchas, las asambleas, las acampadas y viceversa. Ahí se arma simbólicamente la protesta, se procesa lo ocurrido y se activa lo que sigue. En 2012, en Valencia, después de la represión policial contra los estudiantes indignados por los recortes en educación, la etiqueta #YoTambiénSoyElEnemigo se convirtió en trending topic. El colectivo Madrilonia hizo entonces la siguiente reflexión:

#YoTambiénSoyElEnemigo, el magnífico hashtag utilizado masivamente en Twitter para contestar a ese llamamiento a la fractura de quien habla de enemigos, hizo posible recuperar un lenguaje de mayorías que quieren estar juntas. No es algo que se le diga al “poder”, sino algo que nos decimos entre nosotros y nosotras. Una ironía que evita caer en el aislamiento. Un gesto de complicidad que nos implica a todos. Es comunicación para cuidarnos, no comunicación para atacar a otros. Yo también soy el enemigo es pura comunicación desde y para el 99%. El enemigo, para ese triste jefe de policía se convierte entonces en cualquiera. Así se desdibuja el propio escenario del enfrentamiento, de la batalla entre bandos e incluso se disuelve la importancia que el Gobierno le otorga a la policía. Digamos que en la Primavera Valenciana, la policía era un obstáculo, porque lo que daba sentido a las protestas era poder estar en la calle demostrando que hay ganas, que los jóvenes no se resignan.53

Los sitios de la indignación: de la calle y de la red

A veces, las expresiones de tecnodeterminismo promovidas por los grandes medios llevan a debates estériles: ni Twitter ni Facebook hacen las revoluciones. A nadie le cabe la menor duda de que es la gente la que se manifiesta y se inconforma. Además, es un hecho empírico que a partir de la participación en movilizaciones la gente hace un uso más intensivo y más político de las redes electrónicas y no al revés. Tras el 15M (15 de mayo de 2011) en el Estado Español, las redes empezaron a bullir y muchos activistas decidieron entonces abrir su cuenta en Facebook o Twitter,54 muchos de ellos no tenían ninguna intención de hacerlo antes de las acampadas. En una encuesta informal, la genteasegura que en los momentos de efervescencia en las calles es cuando más usa Internet, confirmando una vez más la teoría de “cuanto activismo, más ciberactivismo”. Quien quiere participar en las protestas, necesita saber cómo, dónde y a qué hora ir a una plaza. Busca producir sus propias participaciones, subir sus fotos, ser protagonista individual dentro de la colectividad indignada. Es la necesidad de comunicación la que lleva a las personas a la tecnología como extensión de su potencia. Lo interesante de las tic no es analizarlas como objeto sino como proceso, es decir como hipermediación, actualizando para el mundo digital el concepto de mediación que desarrolló Jesús Martín-Barbero.55 Al hablar de hipermediación no nos referimos tanto a un producto o un medio sino a procesos de intercambio, producción y consumo simbólico que se desarrollan en un entorno caracterizado por una gran cantidad de sujetos, medios y lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí.56

La tecnología sin la voluntad de personas concretas no hace nada. La cuestión no es esa, sino de qué modo Internet es una fuerza constitutiva para la forma en que la gente experimenta el mundo y las formas culturales que surgen de ello.57

Datos interesantes: durante la Primavera Árabe, el uso de Facebook creció un 30% en el primer cuarto del año 2011 de acuerdo a un estudio del Arab Social Media Report.58 Egipto es el país dominante en cuanto a cantidad de usuarios de Facebook, y es el que más aumentó su número en el primer cuatrimeste de 2011, con casi 2 millones de nuevos usuarios entre enero y abril.59 ¿Fue casual o fue la Plaza Tharir la que llevó a tanta gente a incursionar en Facebook?

No puede hablarse de una experiencia “virtual” como algo al margen o separado de la vida “real”. Ambas están absolutamente imbricadas.60 Propongo considerar la propuesta de Klaus Bruhn Jensen61 quien, para analizar los medios de comunicación de masas, estableció la diferencia entre “tiempo dentro” y “tiempo fuera” de la vida diaria. Esta denominación está tomada del hockey, donde el entrenador en el “tiempo fuera” pide descanso para discutir las tácticas de su propio equipo. Lo significativo del “tiempo fuera” es que siempre tiene lugar en el “tiempo dentro”. El contraste entre tiempo de la vida ordinaria, que supone una práctica integrada, frente a una práctica autónoma propia del tiempo fuera –más extraordinaria, más relacionada con la práctica estética y la representación que con la acción y la reproducción–, implica sin embargo ser deudora de la otra. Sin forzar las cosas, quiero utilizar la misma metáfora para hablar de actividad en la protesta física en las calles como “tiempo dentro”, y considerar el “tiempo online” como una suerte de “tiempo fuera”, donde se impacta, interpela, extiende la protesta en su condición liminoide, creativa, reflexiva, ociosa a veces, irreverente.

La toma de las calles tiene una condición de periferia, interface, margen abierto que irrumpe en el centro, mensaje que se convierte en cuerpos que se juntan, contrapúblicos que se vuelven públicos, personas que coinciden en enjambres en la calle y que luego se retiran dejando su impronta y latiendo en la red.

Conclusiones

La calidad multimodal de la “autocomunicación de masas”62 hoy en día proporciona oportunidades inauditas para la circulación de mensajes y valores alternativos que permiten la gestación de protestas espontáneas sin necesidad de jerarquías organizativas y la creación de redes activistas que se extienden. Las tecnologías de la información son herramientas poderosas que refuerzan las prácticas de participación y a la vez facilitan la creación de una cultura activista más horizontal, que actúa como nube de mosquitos63 o enjambre,64 sin necesidad de una estructura organizativa centralizada.

Cuando las luchas toman las plazas, los medios masivos tienen que abrir sus noticieros a lo que ocurre en las redes e incluso apelan a testimonios y videos de activistas. No puede entenderse el hacktivismo de Anonymous sin la cobertura que le ha dado la prensa, a partir de la cual ha gestado su fama y extensión. Las Indignadas del 15 de Mayo en Madrid contagiaron a todo el Estado Español no sólo a través de las redes, sino también de los noticiarios de televisión que no pudieron dejar de cubrir lo que ocurría. Los Occupy Wall Street de Estados Unidos o #YoSoy132 de México han irrumpido en la calle y en la agenda mediática al mismo tiempo que crecían como red. Ya hemos comentado el papel de Al Yazira en las revueltas árabes. En el caso mexicano, Televisa tuvo que retransmitir la protesta en su contra que hacían miles de jóvenes. La calidad multimodal y multicanal de las redes activistas supone entonces una hibridación de medios y modalidades, donde no se puede desagregar lo que ocurre en el ciberespacio de lo que ocurre en la plaza o la asamblea, porque forman parte de una misma experiencia de lucha compleja; de la misma manera que no existe una frontera clara sino una combinación compleja entre lo que transmiten las redes y los medios de comunicación masiva, se usa Internet pero siguen siendo necesarios los viejos medios alternativos, los pasquines o las prácticas de arte callejero, el graffiti o el performance…

El ciclo de protestas de los últimos dos años en distintos lugares del mundo enfrentan enemigos diversos: mientras en los países árabes las revoluciones se gestan contra las dictaduras locales, en Occupy de Estados Unidos o en el 15 M-Indignadas españoles se condensa el rechazo a un modelo económico en crisis; en Chile las nuevas generaciones pelean contra la desaparición de la educación como derecho, mientras que en México la batalla es contra la imposición de un candidato televisivo y por la demo-cratización de los medios de comunciación. Sin embargo, estas insurgencias sociales tienen en común el uso intensivo de las redes sociales electrónicas, la denominada Web 2.0, por parte de enjambres de personas que deciden actuar a título personal, sin mediaciones, exigiendo y actuando la “democracia real”.

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Para una caracterización de los medios “alternativos”, también llamados “ciudadanos” o “radicales”, ver Downing (2001).

Alba Rico (2011) señala que la ventaja de la red es que nos permite tener un periódico sin hacer una inversión de 300 millones de dólares, es decir, un espacio de información pero que tiene que ser acotada, un territorio delimitado, liberado, en el que introducir nuevos datos e imágenes del mundo, no tanto un espacio abierto donde todo el mundo pueda expresarse sin restricciones, en Alba Rico, Santiago (2012), “La red, nuevo medio (ecológico) de lucha”, en Memoria, 251, abril-septiembre, México, pp. 56-57.

Sin embargo, Internet no supone el fin de otras formas de comunicación alternativa anteriores, sino que las potencia. Por ejemplo, un panfleto se distribuye por Internet, pero se imprime y se reparte en una marcha, igual que un meme en la red se convierte en cartel llamando a una manifestación. O una imagen de una protesta campesina se disemina viralmente en el ciberespacio. La combinación de todas estas formas y géneros permite una eficacia mayor en entornos locales y logra sortear en algunos aspectos la brecha digital: no es necesario tener acceso individual a Internet para estar formando parte de la red activista, que a veces tiene sus miembros especializados en hacer de puente y leer por ejemplo en asamblea documentos generados en Internet o información difundida en redes sociales, en una hibridación constante, de ida y vuelta, que alimenta el proceso del movimiento. A pesar de ello, la brecha de género, raza y clase permanece.

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Se acabó la omnipotencia televisiva sin fisuras: lo que Todd Giltin señalaba en su libro sobre la relación entre medios de comunicación y los movimientos estudiantiles de la década de los sesenta: “Todo el mundo está mirando” (1980). Ahora la mayoría de activistas son a la vez emisores de información de primera mano.

Castells, Manuel (2009), Comunicación y Poder, Alianza Editorial, Madrid, p. 541.

“Las formas contenciosas de acción colectiva son diferentes de las relaciones de mercado, de las presiones con fines políticos y de la política representativa porque confrontan a la gente común con adversarios, élites o autoridades. Tienen poder porque desafían a sus oponentes, despiertan solidaridad y cobran significado en el seno de determinados grupos de población, situaciones y culturas políticas”, Tarrow, Sidney (2004), El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y política, Alianza Editorial, Madrid, p. 25.

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Pasquinelli, Matteo (2002), Mediactivismo, Activismo en los medios, DeriveApprodi SRL, Roma.

Dice Castells: “…el cambio social más profundo en Internet se produjo en la primera década del siglo XXI, con el cambio de la interacción individual y corporativa en Internet (el uso de correo electrónico, por ejemplo) a la construcción autónoma de redes sociales controladas y orientadas por sus usuarios… Por tanto la actividad más importante en Internet actualmente pasa por los servicios de redes sociales (SNS), y los SNS se han convertido en plataformas para todo tipo de actividad, no sólo de amistad personal o para charlar, sino para el marketing, el comercio electrónico, la educación, la creatividad cultural, la distribución de los medios de comunicación y entretenimiento, aplicaciones para la salud y, por supuesto, el activismo sociopolítico. Los SNS son espacios vivos que conectan todas las dimensiones de la vida de la gente”, en Castells, Manuel (2012), Redes de indignación y esperanza, Alianza Editorial, Madrid, p. 221.

Idem.

Lasen, Amparo e Iñaqui Martínez (2008), “Movimientos, ‘mobidas’ y móviles: un análisis de las masas mediatizadas”, en Sábada, Igor y Ángel Gordo (coords.), Cultura digital y movimientos sociales, Catarata, Madrid.

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Fernández, Joseba; Carmen Sevilla y Miguel Urbán (Eds.) (2012), ¡Ocupemos el mundo!, Icaria, Barcelona, p. 8.

Tarrow, Sidney (2004), op. cit., pp. 202-203.

“A network swarm is all edges and therefore open ended any way you come at it. Indeed, the network is the least structured organization that can be said to have any structure at all. It is capable of infinite rearrangements, and of growing in any direction without altering the basic shape of the thing, which is really no outward shape at all”, en Kelly, Kevin (1994), Out of Control: The New Biology of Machines, Fourth Estate, Londres, p. 34.

Juris, Jeff (2008), Networking futures. The Movements Against Corporate Globalization, Duke University Press, Durham y Londres.

La cita completa de Arditi dice que “las insurgencias son pasadizos o conectores entre mundos, entre el actual y otro posible, por lo que son modos de poner en acto una promesa de algo diferente por venir. Esto permite pensar en las insurgencias como performativos políticos en la medida en que en ellas se comienza a vivir aquello por lo que se lucha”, en Arditi, Benjamin (2012), “Las insurgencias no tienen un plan, ellas son el plan: preformativos políticos y mediadores evanescentes en 2011”, en Debate Feminista, año 23, núm. 46, México, p. 148.

DRY, Democracia Real Ya es el nombre de una de las redes convocantes a las movilizaciones del 15 M (15 de mayo de 2011) en Madrid, España.

Deleuze, Gilles y Felix Guattari (1997), Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Pre-Textos, Valencia.

Ibid., pp. 13-18.

Ronfeldt, David y John Arquilla (1998), The Zapatista ‘Social Netwar’ in Mexico, RAND Arroyo Center’s Strategy and Doctrine Program.

Gerlach, Luther P. y Virginia Hine (1970), People, power, change: movements of social transformation, The Bobbs-Merrill Co., Inc., Nueva York.

“Es comunicación de masas porque potencialmente puede llegar a una audiencia global, como cuando se cuelga un vídeo en Youtube, un blog con enlaces RSS a una serie de webs o un mensaje a una lista enorme de direcciones de correo electrónico. Al mismo tiempo, es autocomunicación porque uno mismo genera el mensaje, define los posibles receptores y selecciona los mensajes concretos o los contenidos de la web y de las redes de comunicación electrónica que quiere recuperar”, Castells, Manuel (2009), op. cit., p. 88.

Poster, Mark (1999), “Underdetermination”, en New Media and Society, núm. 1, abril, SAGE Publications, p. 16.

Para Mark Poster son varias las características del nuevo medio: 1) permite la comunicación de muchos a muchos, 2) provee la recepción simultánea, la alteración y redistribución de objetos culturales, 3) deslocaliza la acción comunicativa del ámbito de la nación y de las relaciones territorializadas de la modernidad, 4) provee contacto global instantáneo, y 5) inserta el sujeto de la modernidad tardía en un aparato maquínico que es una red. Poster (1999), op. cit., pp. 15-16.

Ibid., pp. 16-17.

Castells (2009), op. cit., p. 471.

“…las explosiones de ira individual pueden convertirse en una comunidad insurgente por la conexión inmediata de muchos individuos unidos en su frustración, aunque no necesariamente unidos en torno a una postura o solución común frenta a una fuente de dominación que se considera injusta. Como la comunicación inalámbrica se apoya en redes prácticas compartidas, es ésta la tecnología adecuada para la formación espontánea de comunidades de práctica en la resistencia a la dominación, es decir, comunidades insurgentes espontáneas” en Castells (2009), op. cit., p. 472.

Tascón, Mario y Yolanda Quintana (2012), Ciberactivismo. Las nuevas revoluciones de las multitudes conectadas, Catarata, Madrid, p. 25.

Bennett, W. Lance (2012), “The personalization of politics: political identity, social media and canging patterns of participation”, en The Annals of the American Academy of Political and Social Science, núm. 644, SAGE, p. 21.

Bennett (2012), op. cit., señala que estamos en la era de la personalización y que no en vano la persona del año de la revista Time en 2006 fue “You” (un espejo), y en 2011 se trató de “The protester”, la imagen de un manifestante con la cara tapada, es decir cualquiera, pero uno solo en la multitud.

Albarrán de Alba, Gerardo (2012), “La revolución no será televisada”, en Página 12, 9 de julio, Argentina, en http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo4-198231-2012-07-09.html (Consultado 20/8/2012).

Castells (2012), op. cit., p. 215.

“Endless proliferation and scattering of emissions without the garantee of productive exchanges”. DeLuca, Kevin y Jennifer Peeples (2002), “From Public Sphere to Public Screen: Democracy, Activism, and the ‘Violence’ of Seattle”, en Critical Studies in Media Communication, vol. 19, núm. 2, junio, pp. 130-131. Estos autores también señalan que las pantallas públicas no son críticas al espectáculo sino críticas a través del espectáculo. Los movimientos sociales juegan dentro de ese campo y le apuestan a las campañas de diseminación (buscan irrumpir en los medios masivos con la misma lógica, a la vez logran someter a las corporaciones como Wall Mart, Gap o Nike a campañas de desprestigio con consecuencias).

La alfabetización digital es hoy en día un problema que genera nuevas formas de estratificación y exclusión. A la vez, en la red se reproducen las desigualdades culturales, raciales y de género propias de la “cultura mainstream”, Martel, Federic (2011), Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas, Taurus, Madrid.

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Castells (2009), op. cit., p. 473.

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Ibid., p. 106.

Tarrow (2004), op. cit.

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Ver: http://madrilonia.org/2012/02/aprendizajes-sobre-la-primavera valenciana/ (consultado 10/12/2012).

Es necesario puntualizar la profunda paradoja que supone utilizar redes corporativas para coordinar la protesta social. A la vez, se trata de una situación de dependencia asimilable en algunos aspectos a la que los movimientos sociales han tenido con su necesidad de aparecer en los grandes medios de difusión masiva, regularmente en manos de grupos empresariales.

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El 70% de quienes usan redes sociales electrónicas en la región árabe son jóvenes entre 15 y 29 años y sólo el 32% son mujeres. En cuanto a Twitter: los hashtags más populares en el mundo árabe de enero a abril de 2011 fueron #egypt, #jan25, #libya, #bahrain y #protest. Arab Social Media Report (2011), op. cit.

Dice Alba Rico (2011), op. cit., que “la red es también un territorio y su condición territorial determina a su vez su condición instrumental. Precisamente porque es un territorio, abierto a todas las intervenciones, su composición interna reproduce, con mínimas variaciones, la relación de fueras existente en el mundo exterior, donde sin duda no es favorable a los medios alternativos.”

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“Es comunicación de masas porque potencialmente puede llegar a una audiencia global, como cuando se cuelga un vídeo en Youtube, un blog con enlaces RSS a una serie de webs o un mensaje a una lista enorme de direcciones de correo electrónico. Al mismo tiempo, es autocomunicación porque uno mismo genera el mensaje, define los posibles receptores y selecciona los mensajes concretos o los contenidos de la web y de las redes de comunicación electrónica que quiere recuperar”, en Castells (2009), op. cit., p. 88.

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