Este estudio examina la manera en la que en Occidente fue necesario insertar el juego mesoamericano en un encadenamiento ininterrumpido de sus juegos, a la vez que analiza cómo la imagen del juego mesoamericano está tempranamente forjada sobre múltiples referencias vinculadas con los juegos del Renacimiento en Europa, los que, a su vez, tomaron como fundamento a la Antigüedad grecorromana.
La contribución refiere a un corpus de imágenes del juego de pelota mesoamericano elaborado entre finales del siglo xvi y mediados del xx para determinar en qué medida las concepciones, ideas y prácticas europeas referentes a juegos de pelota determinaron la manera en la que se representa el juego mesoamericano.
La búsqueda de las fuentes de inspiración de estas imágenes no está suficientemente estudiada, no obstante, con su uso recurrente en la historiografía dedicada al juego de pelota mesoamericano, en el estudio se intenta establecer la manera en la que sus creadores, artistas, formularon las convenciones para representarlo.
This study examines the way in which in the West inserted the Mesoamerican ballgame in an uninterrupted chain of its games, while it analyzes how the image of the Mesoamerican ballgame was forged on multiple references related to the games of the Renaissance in Europe, which in turn took Greco-Roman antiquity as a basis.
A corpus of images of the Mesoamerican ball game developed between the late 16th century and mid-20th century are analyzed to determine to what extent European concepts, ideas and practices concerning ball games, determined the way in which the Mesoamerican game is represented.
The sources of inspiration of these images have not been sufficiently studied, not withstanding their recurring use in the historiography devoted to the Mesoamerican ball game, and this study tries to establish the manner in which its creators, artists, conceived the conventions to represent it.
En Italia, quando en ella estuve, ví jugar un juego de pelota muy gruesa; tan grande como una botija de arroba á mayor; e llámanla balón o palón. Y en especial lo ví en Lombardía y en Nápoles muchas veces á gentiles hombres, y dábanle a aquella pelota o balón con el pié, y en la forma del juego paresce mucho al que es dicho de los indios, salvo que como acá hieren la pelota con el hombro o la rodilla o con la cadera, no van las pelotas tan por lo alto como el balón que he dicho, ó como la pelota de viento menor. Fernández y Valdés (1979, libro 6 cap. 2, folio LIX)
Al narrar su Historia Oviedo se refiere tanto al juego de palón de los gentileshombres en Lombardía y en Nápoles, Italia, como al juego del batey de los indios de las Antillas, específicamente en La Española, hoy República Dominicana y Haití; nos describe cuando observó que jugaron a la pelota. Registra que el juego de uno y de otro son diferentes, en tanto busca paralelos y analogías, establece semejanzas y los contrasta. Sin figurar como preámbulo a la descripción del juego que vio en las Antillas, el cual registra minuciosamente —características de la pelota y cómo se golpea, las reglas del juego y el lugar donde se juega, quiénes juegan y cómo visten—, Oviedo menciona el juego de los italianos sin ahondar al respecto. Al escribir su observación acerca del juego que realizaban los habitantes de las islas antillanas, evoca que observó muchas veces el juego que practicaba la nobleza italiana; es pertinente razonar lo anterior al preguntarnos primeramente qué juego es el que presenció en Italia, para reflexionar de tal modo en qué medida mucho de lo que dice y de cómo representa el juego de pelota americano está íntimamente ligado a la cultura occidental y es propio a la historia de Europa del siglo xvi y a sus juegos, en tanto que indagar en qué forma o qué características del juego de los americanos que describe se parecen al juego italiano.
Son relevantes las reminiscencias de Italia de Oviedo: los recuerdos personales de donde pasó tres o cuatro años antes de trasladarse a las Antillas y a la Tierra Firme. Entre 1499 y 1502 viajó por la región, conoció Génova y el valle del Po, donde estuvo al servicio del duque de Mantua, Giovanni Francesco iii, y en la corte de Ludovico el Moro, duque de Milán. De ahí pasó a la corte de Isabella Gonzaga en Mantua y se sumó posteriormente al séquito del cardenal Giovanni Borgia Lanzol, y de regreso a Milán viajó a Turín, Pavía, Ferrara y Bolonia. También conoció Roma en tiempo del papa Alejandro VI y permaneció en el reino de Nápoles por una temporada, en la corte de Federico de Aragón y su hijo el príncipe Fernando, para viajar eventualmente a Palermo, pasar a Sicilia al derrumbarse la dinastía aragonesa, y volver a España donde vivió poco más de una década antes de partir en 1513 a tierras americanas (Gerbi 1978: 161-162, 171-173, 219).
El juego en EuropaEspeculo que el juego que Oviedo presenció en Italia y que mayormente compara con el juego de pelota que presenció en las Antillas es aquel conocido en Italia como pallone o calcio —denominación que se ha adoptado hasta hoy día— y en Francia (Mehl 1990: 71-75, 180-181; Vigarello 2002: 38-55) e Inglaterra como soule, una práctica muy importante a lo largo del Renacimiento en Europa. Se juega con una “pelota muy gruesa; tan grande como una botija de arroba á mayor; ... balón o palón”, llena de viento que se golpea con el pie. Se practica en lugares espaciosos, en las plazas, en la calle delimitada por construcciones o en corredores largos, por dos equipos de 27 jugadores cada uno que se colocan cara a cara en disposición piramidal. El propósito del juego es impulsar con el pie la pelota inflada hacia los extremos del espacio de la cancha del equipo adversario (Bredekamp 1995: 8-17).
Los documentos registran dónde y cuándo se jugaba al calcio. Ya en 1470 se practicaba en Florencia en la Piazza di Santo Spirito, o bien entre el Ponte Vecchio y la Santa Trinitá, así como también sobre las aguas congeladas del río Arno en el invierno de 1491, en tanto que pone en evidencia el interés de miembros de la aristocracia y la nobleza por el juego. Piero di Medici jugaba calcio en 1492 y era muy aficionado, en tanto que el duque Galleazo Maria Sforza hace llevar a jugadores de Milán, donde reside la corte de Ludovico el Moro. Pese a que es prohibido por Savonarola por ser un “divertimiento lúdico”, el juego se continúa practicando en Florencia y en otras regiones a lo largo de las siguientes décadas. Por ejemplo, en 1511 se vuelve a tener la oportunidad de jugar al calcio en el río Arno otra vez congelado, y en 1530 se lleva a cabo un juego en la Piazza di Santa Croce. Entre estas fechas se jugaron varios partidos de calcio; uno fue singular ya que se presentó en 1521 en el Vaticano, en tiempos del papa Leo X (1513 a 1521), en el Patio del Belvedere (Bredekamp 1995: 33-58, 195-197), un gran espacio que cumple con las exigencias de un juego que, si bien requiere de una demarcación espacial que lo prescribe para su desarrollo, no se trata de una instalación o edificio construido para jugar a la pelota.
Si bien la interpretación de los datos que registra Oviedo acerca del juego de pelota italiano en su Historia... a primera vista parecerían remitir al calcio, no podemos descartar que haya presenciado otros juegos. Menciona y hace referencia a varios otros cuando habla del juego americano (Fernández de Oviedo: 578-579): al de la chueca también llamado harpasto, y al de la “pelota de viento menor”, aunque otros se practicaban en Italia de igual modo y en diferentes territorios de Europa; por ejemplo, el gioco de la palla es decir el jeu de paume,2 un juego en el que se golpea la pelota con la palma de la mano y que sí precisa de una cancha (un espacio grande, cerrado y techado con galerías para el público que observa en dos o tres de sus lados). Este juego, que requiere de una superficie horizontal para reflejar la pelota, tempranamente se practicaba en las calles y plazas contra algún muro; en tanto que los juegos de pelota cubiertos aparecen en Europa entre 1499 y 1521 (Vigarello 2002: 41-42), a la vez que la práctica prolifera.
En suma, hay evidencia de la existencia de varios juegos y por ello consta así la posibilidad de que Oviedo haya visto uno u otro. Se consigna que en Italia también se jugaba al gioco de la palla, y específicamente en Ferrara y Milán se registran tempranas construcciones para este fin. En el Castillo de los D’Este se tenían dos salones, prueba del entusiasmo de los duques de Ferrara, mientras que Lorenzo de Medici era un gran aficionado y el duque Galleazo Maria Sforza también compartía una gran afinidad por el jeu de paume. Los documentos que permiten conocer la vida de la aristocracia y la nobleza europea, sus juegos y pasatiempos, con frecuencia mencionan al calcio y el jeu de paume, y subrayan la importancia de establecer un lugar para jugarlos en los palacios y villas, a la vez que registran que toda ciudad y poblado tenía al menos un jeu de paume (Mehl 1990: 202, 259-264).3 Había salas públicas para el juego, a la vez que la nobleza tenía sus espacios para practicarlo, y se registran varios encuentros que se llevaron a cabo entre los siglos xvi y xvii. Se constata que Carlos VIII, el rey de Francia, mientras veía jugar a la pelota, se dio un golpe tan grave en la frente que le costó la vida; también que François I era un ávido partícipe del juego (Mehl 1990: 35, 48, 181, 195-198, 260), en tanto que se afirma que el rey Enrique VIII de Inglaterra fue un gran jugador de pelota. En España, nos recuerdan que el rey Felipe el Hermoso enfermó y murió por jugar mucho y enseguida beber agua fresca, y que a los reyes Felipe III (1598-1621) y Felipe IV (1621-1640) también les gustaba jugar. Respecto a Carlos IV, siendo aún príncipe de Asturias, se registra que igualmente practicaba este juego.
Evidentemente, las familias reales hispanas se mostraron desde muy temprano interesadas en el jeu de paume (Cruz 1997: 37-66; Ollanquindia 1982: 67-230), y un claro ejemplo está en una serie de documentos que remiten al Palacio de Olíte, en Navarra. El más temprano, de 1408, habla de las obras que debían hacerse en el terrado para jugar, a su vez que registra que en 1553 hubo nuevas obras; asimismo detallan que tenía dos canchas, quizá para diferentes juegos, un “juego de raqueta” y un “corredor del juego de pelota” (Ollanquindia 1982: 78-81). Es relevante agregar que los documentos registran a menudo el interés de los pontífices en el gioco de la palla; se reconoce el interés del papa Julio II, a la vez que se registra que en el tiempo del papa Julio III (1550-1555) también se practicó este juego (Julius III 2014), coincidentes en el Patio del Belvedere, donde años antes se había llevado a cabo un juego de calcio.
Estas sucintas descripciones de juegos de pelota europeos parecieran no vincularse directamente con el estudio del juego de pelota mesoamericano, cuando su propósito es fundamentalmente poner de manifiesto que, dados los importantes paralelos entre ellos, algunos de los factores que conforman el imaginario europeo ligado al juego de pelota americano están tempranamente forjados sobre múltiples referencias vinculadas con los juegos de la nobleza europea, el calcio y el jeu de paume; demuestran la presencia de los juegos de pelota entre las monarquías de Europa, los nobles y la aristocracia, el papa y el clero, los comerciantes y artesanos, así como también entre vasallos, siervos y campesinos vinculados a los festejos agrarios, religiosos y cívicos, y al tiempo de recreo. La manera en la que se les aceptó y fomentó, a la vez que algunas autoridades civiles y eclesiásticas los condenaron y prohibieron por su relación con el juego, el ocio y las apuestas de grandes sumas (Mehl 1990: 339-374; Mechikoff 2010: 120) son factores que constituyen los referentes culturales de los europeos que presenciaron y escribieron del juego americano, en la medida en que buscaban hacerlo desde el Viejo Mundo. A pesar de la disparidad regional —de Italia a Francia y de España al Vaticano— las asociaciones de la nobleza con los juegos de pelota, así como su popularidad, hicieron que se buscaran analogías y se realizaran muchas comparaciones, particularmente entre aquellos que frecuentaban las cortes europeas (Stern 1966: 50-61; Gerbi 1978: 68) y quienes escribieron del juego americano. Son pormenores acerca de los juegos de pelota europeos lo que nos ha de servir como antecedente substancial para empezar a formular una apreciación útil para entender la manera en la que en Europa se ha desarrollado la representación del juego de pelota mesoamericano.
En Europa se practican juegos de pelota; se delimitan o construyen lugares especiales, espacios cerrados a manera de una edificación, y se determinan entornos para el desarrollo de juegos de pelota, por ello es un factor relevante en el análisis de la concepción y manifestación visual que se ha hecho del juego mesoamericano; singularmente, debido a que en su representación formulada por europeos, escrita en crónicas y relaciones, o bien trazada en grabados y dibujos, frecuentemente se le coloca de manera análoga a los juegos de pelota en el Viejo Continente.
El juego en AméricaAunque los juegos de pelota americanos no eran lo que más les interesaba a los hombres que conocieron y escribieron del Nuevo Mundo, muchos los mencionan debido a que era importante para las sociedades que enfrentaron; les fue imposible hacer caso omiso de él y se referían a la manera de practicar de los jugadores y al lugar donde jugaban, mientras que sus apreciaciones muchas veces estriban en la semejanza entre el juego americano y los juegos europeos que conocían.
En los escritos de Oviedo se aprecia el juego del calcio en Europa, semejante a la situación del lugar del juego del batey de los indios de las Antillas, a la vez que Bartolomé de las Casas (quien también presenció el juego en las islas) lo comparó con los juegos de pelota que conocía al explicar que “era cuasi como las de viento”, en tanto que indica que se jugaba en “una plaza, comúnmente ante la puerta de la casa del señor, muy barrida, tres veces más luenga que ancha, cercada de unos lomillos de un palmo o dos de alto”, que está localizada “ante la casa real” (Casas 1967: 322). Ambos externan su asombro y admiración: Oviedo al escribir que juegan con tanta presteza y ligereza, y calificar que “es cosa de maravillar ver quan diestros y prestos son los indios y aun muchas indias en este juego”, y De las Casas al asentar que “Cosa era de alegría verlos jugar”. Describen la manera en la que se golpea la pelota hecha de un material singular:4 relata Oviedo “le dan con el hombro y con el codo y con la cabeza: y con la cadera lo más continuo o con la rodilla: porque aunque vaya la pelota cuasi a par del suelo se arrojan de tal manera desde tres o cuatro pasos apartados tendidos en el aire: y le dan con la cadera para la rechazar”. Por su parte, De las Casas ofrece una descripción de algunos otros movimientos de los jugadores y explica la manera de golpear la pelota: si la pelota venía por alto con el hombro, que la hacían volver como un rayo, y cuando venía junto al suelo, de presto, poniendo la mano derecha en la tierra, dábanle con la punta de la nalga, que volvía más que de paso. Los del puesto contrario, de la misma manera la tornaban con las nalgas.
Los españoles que pasaron de las islas a la tierra firme ya habían visto o escuchado del juego de pelota de los indios y pareciera que Diego Durán había presenciado el juego llamado batey en las Antillas y ulamaliztli en la Nueva España; indica que los lugares donde se jugaba a la pelota habían sido destruidos pero señala que estaban “muy cercados de galanas cercas y bien labradas, todo el suelo de dentro muy liso y encalado” y que su espacio era “angosto por el medio y á los cabos ancho”. Afirma que presenció el juego que se juega con “las asentaderas ó con las rodillas teniendo por falta el tocarle con la mano ni con otra parte del cuerpo”; compara el juego que jugaban los “reyes señores y caballeros” en el centro de México, con el juego europeo, cuando valora “pues si ver á la pelota con las manos á los de nuestra nación nos dá tanto contento y espanto, de ver la destreza y ligereza con que algunos la juegan cuanto mas alabaremos á los que tanta maña y destreza y gentileza la juegan con las asentaderas ó con las rodillas”, a la vez que registra que “había con el ejercicio tan diestros y excelentes jugadores que demás de ser tenidos en estima, los reyes los hacían mercedes y los hacía privados en su casa y corte y eran honrados con particulares insignias”. Agrega que el juego “era entre gente muy principal señores y capitanes y hombres de valor y estima al cual juego acudía gran multitud de Señores y caballeros” (Durán 1984: 257-258).
Las apreciaciones de Motolinía (Benavente 1971, 1989) no resultan tan diferentes. Escribe: “Ponían tanta y más diligencia que los nuestros en el juego de pelota: los que ganaban ó jugaban mejor”. No menciona de manera explícita que vio el juego que consideró como un acto idolátrico, pero posiblemente tuvo la oportunidad de hacerlo antes de que destruyeran los lugares donde se jugaba y prohibieran su práctica, quizá en Tenochtitlan o Tlaxcala. Relata que golpeaban la pelota “con el cuadril é media nalga” a la vez que aclara que había juegos “mayores y otros menores según era el pueblo, que en algunas partes hacíanlos almenados y curiosos”. Registra que el lugar donde jugaban era llamado tlachtli y explica que su “disposición y forma era que hacía una calle de dos paredes gruesas y subiendo van saliendo las paredes afuera y ensanchando el juego de lo alto”; que tenían “en el medio [...] estado y medio alto a la parte de dentro unas piedras poco menores que piedras de molino”, a la vez que explica que las paredes “de los lados eran bien altas y anchas: de las fronteras eran bajitas: [y que] tenía sus escaleras para subir encima y de todas partes había mucha gente a mirar cuando jugaban […] los señores y los principales y grandes jugadores, y por adornar su mercado los días de feria” (algunos como pasatiempo). Los registros reunidos por Bernardino de Sahagún reiteran las observaciones antes expresadas; sus palabras describen el lugar del juego y la manera en la que se practica e indican que antes de la llegada de los españoles el juego de pelota era un pasatiempo y un ejercicio para los principales y el gobernante, quien tenía un terreno especial, jugadores que jugaban en su presencia y servidores que almacenaban las pelotas y atendían el equipo (Sahagún 1985: 459-472).
El tlachtli de los gentileshombresSe tienen registros de cuándo jugaban ulamaliztli los hombres que dominaron el centro de México, antes de la llegada de los españoles. Los documentos que mencionan el juego de pelota son de tradición indígena, escritos por Fernando de Alva Ixtlilxóchitl y Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpáin; permiten conjeturar que el juego de pelota era una experiencia común entre los gobernantes, un pasatiempo, un tipo de superchería para engañar y despistar a los enemigos: se jugaba para simular que no se preocupaba por la eminente captura o batalla. Los autores indican que los partidos entre los gobernantes eran importantes, pues servían de pronóstico y adivinación entre los señores nahuas (Carreón 2013: 98-99), a la vez que como recreo y para efectuar desafíos. Estos documentos, por tanto, no mencionan juegos de pelota entre la gente común a pesar de que se tiene noticia de que había personas comunes quienes jugaban a la pelota, a veces en detrimento de sus familias, al tratar de ganar, y perder todo en apuestas (Durán 1984: 257-258). El hecho anterior posiblemente se explica por la perspectiva, interés y enfoque de los escritos de tradición indígena, elaborados a manera de registros históricos en forma de anales, que se refieren a algunos eventos y hazañas de los señores nahuas.
Estos testimonios nos indican que en 1418 Teciuhtzin jugó a la pelota dentro del tlachtli (Chimalpáin 2003: 90-91) y mencionan el partido entre Moctezuma II y Nezahualpilli quienes, al finalizar la contienda ganada por este último, van al palacio a comer (Alva 1975, vol II: 181-182; Torquemada 1975, vol. I: 291-292). Los documentos confirman el interés de algunos gobernantes por el juego y su función; por ejemplo, reconocen aquel partido entre Xihuitlémoc el señor de Xochimilco, quien era un gran jugador y Axayácatl el señor mexica (Alva 1975: 412; Torquemada 1976, vol. I: 249-250), y aquella ocasión en la que los hombres de Moquihuix “hallaron al rey Axayácatl, que con sus grandes y señores estaba jugando a la pelota, descuidado, al parecer, de ningún mal suceso. Lo que fue hecho a propósito para desvelarlos y darles a entender no tener ningún aviso de lo que ellos tenían determinado” (Alvarado 1980: 388; Durán 1984, vol. II: 257-258), en tanto que también informan de la vez en la que los hombres de Maxtla encuentran a Netzahualcóyotl “jugando a la pelota” (Alva, vol. I: 361-362; Torquemada 1975, vol. I: 182-183).
En todo caso, lo que queda plasmado en ellos es que los gobernantes nahuas se esforzaban por mantener el juego, pues tenían edificaciones para su desarrollo y pelotas guardadas, y la noticia de que un señor “traía consigo buenos jugadores de pelota que jugaban en su presencia y por el contrario otros principales” (Sahagún 1985: 459; 1950-1982, libro VIII: 29-30); lo anterior demuestra la disposición del juego de pelota y la multiplicidad de usos en tanto las categorías juego ritual o juego secular entre los gobernantes del centro de México anterior a la Conquista. Así, queda de manifiesto que las circunstancias, lugares y tiempos en donde los salvajes y los gentileshombres jugaban a la pelota no parecen ser tan disímiles, y que las afinidades y coincidencias dan lugar a que los cronistas europeos se encontraran obligados a describir lo que veían, a referirse a lo que conocían. Los juegos eran muy relevantes tanto para europeos como para americanos, lo cual, más allá de entenderse como una aparente universalidad de los juegos de pelota, nos lleva a determinar la singularidad de cada uno. Lo que es excepcional del juego americano (y que lo distingue del juego europeo, en el que predominaba impulsar la pelota con el pie o golpear la pelota con la palma de la mano) es la manera en la que se ejerce: el modo en el cual el cuerpo golpea la pelota.
Jugar el ulamaliztliTodos los que mencionan el juego de pelota americano describen la deztreza física de los jugadores y la manera distintiva en la que la pelota hecha de un material singular se rebota con la cadera. La técnica del juego, la variación en la ejecución y el diestro movimiento del cuerpo de los jugadores de pelota americano, ulamaliztli y batey, debió haber sido una cosa nunca vista en la ejecución de los juegos de pelota europeos debido a que cada juego prescribe las acciones del cuerpo.
En tanto que en los juegos europeos predominan el gesto de patear (es decir, golpear con el pie la pelota) o el gesto con el cual la palma de la mano la lanza y golpea, en el juego americano batey/ulamaliztli la pelota se golpea principalmente “con el cuadril é media nalga”, como registra Motolinía (Benavente 1971: 380-381), o, en palabras de Durán, “con las asentaderas”. Evidentemente, los gestos del juego europeo difieren de aquellos del juego americano en el cual la pelota se golpea con la cadera en una secuencia de movimientos: golpear la pelota mientras los pies no se separan del piso, golpear la pelota en un salto o golpear la pelota al nivel de la tierra (Espinosa 2010: 49-59). A esta acción se suma una vestimenta de juego, la cual es muy diferente de la que se usa en Europa. Los cronistas describen que visten un braguero, dejando su cuerpo desnudo.
En la escultura y las pinturas creadas en la época precolombina y en el momento del contacto, se representa a los jugadores en el suelo con el peso sobre una pierna, con una rodilla doblada al dar la espalda a la pelota o bien en el aire, al golpear la pelota con una cadera, a la vez que otros jugadores en posturas estáticas de pie; si bien hay muchas variantes, los registros de la conservación del juego así como su práctica en la actualidad (siglo xxi) permiten acercarnos a conocer la manera en la que el juego se practicaba y registrar su técnica, la secuencia de movimientos y los gestos que lo definen.
Los registros de los europeos que los presenciaron hacen hincapié en las posiciones que toman los jugadores al golpear la pelota: lo hacen con la cadera cuando viene en el aire y cuando viene al ras del suelo, adelantando la cadera y poniendo la mano derecha en la tierra, le dan a la pelota con la punta de la nalga, a la vez que enfatizan que “para jugar desnudábanse, quedando cubiertas sus puridades” (Benavente 1971: 380-381; Vigarello 1989: 149-196). De sus descripciones y apreciaciones acerca del juego de pelota americano (que remarcan una manera distintiva de golpear la pelota sumada a una vestimenta característica) se desprende que en el juego americano los observadores europeos percibieron un repertorio de gestos y movimientos que les eran ajenos a los juegos de pelota que conocían, en tanto que el cuerpo del jugador de ulamaliztli no se parece a aquél de uno que juega calcio o jeu de paume y para describir lo anterior deben buscar referencias en otros juegos y ejercicios.
Entretenimientos y luchadoresPedro Martír de Anglería en sus Décadas del Nuevo Mundo se refiere a su entrevista con Juan de Ribera, el secretario enviado por Cortés en el año de 1522 con el encargo de entregarle al rey la tercera Carta de Relación del conquistador. Recuerda cómo en su casa vio la danza y ceremonias que el joven muchacho traído por Ribera representó; registra otros asuntos de los que hablaron, por ejemplo de los juegos. Indica que “lo más importante entre ellos y en nuestras islas es el juego de pelota”, a la vez que describe cómo se practicaba: “le dan a la pelota con los hombros, los codos, la cabeza, con la mano raras veces; alguna vez con las nalgas, volviendo la espalda mientras el contrario saca, pues se juegan desnudos como luchadores” (Anglería 1964, vol. II: 537-549). Evidentemente, la posibilidad de jugar a la pelota despojado de vestimenta aproxima su práctica a la lucha, aunque determinar si la observación provino de Ribera y/o de Anglería —quien nunca visitó la tierra firme y no vio el juego de pelota— es difícil y resulta ser a todas vistas una referencia clara a las prácticas físicas y juegos que se ejercían en Europa en las que los cuerpos de los jugadores están desnudos, en contacto frontal.
Al ver el juego de pelota americano, el europeo apreció más bien una serie de gestos y movimientos que, si se explotan hasta el límite de su sentido y configuración se reflejan en el físico de los luchadores, en tanto en la medida que se percibe el gesto del cuerpo del jugador de ulamaliztli se parece al de un luchador al rodar por todo el suelo. Otros tipos de información que formularon la apreciación que en Europa se ha desarrollado de la representación del juego de pelota americano y que se encuentran en los documentos que se refieren a Hernán Cortés y a algunos de sus hombres, confirman lo anterior.
El conquistador no menciona el juego de pelota en sus escritos, mas hubo de llamarle la atención, pues finalizada la toma de Tenochtitlan y las expediciones a los confines del territorio, su práctica sí le resultó de interés, quizás debido a la relación que estableció entre la nobleza americana y la europea en cuanto a juegos y pasatiempos, o posiblemente debido a su afán por tener espectáculo digno de mostrarle a reyes y cardenales.
Jugadores en el jeu de paumeEn su quinta y última Carta de Relación Hernán Cortés le solicitó al rey autorización para viajar a España, la cual le fue concedida (Cortés 1990: 492, 494-496), y antes de su partida en 1528 había planeado el viaje. Durante meses se propuso “recoger todo lo raro, maravilloso y valioso con que podía halagar y ganar voluntades”. A su partida llevaba: aves raras y hermosas, dos tigres, un tlacuache, un armadillo, liquidámbar, bálsamos, aceites, mantas de plumas, objetos de obsidiana, oro y plata, joyas de factura indígena, así como personas, específicamente “ocho volteadores del palo, doce jugadores de pelota, y algunos indios e indias muy blancos, enanos, y contrahechos”; toda una serie de curiosidades: animales, cosas y personas para entretener y mostrarle al rey de España y a su corte (López 1974, vol. II: 275-276; Díaz 1974: 522-528). Los jugadores de pelota eran indios tlaxcaltecas (Krickeberg 1966, vol. 1: 193; Wagner 1942: 120), y durante su estancia en España hicieron una demostración en presencia de cardenales, del papa Clemente VII (1523 a 1534) y ante la corte de Carlos V, en Barcelona (Díaz 1974: 522-528; Hernández 1959-1984, vol. II: 387). Los que presenciaron la habilidad de los indios se entretuvieron mucho y, al parecer, los jugadores fueron vistos con aclamación. El juego de pelota fue un espectáculo. ¿Dónde se efectuó? Sería de interés una breve investigación que aclarara el lugar donde se llevaron a cabo esos juegos. Debido a que se registra que jugaron en la corte de Carlos V en Barcelona, se antoja pensar que los doce jugadores de pelota, o al menos un par, también tuvieron ocasión de jugar en el Vaticano, posiblemente en el Patio del Belvedere donde algunos años antes se habían llevado a cabo tanto el calcio como el de jeu de paume. ¿Los jugadores de pelota rebotaron la pelota de hule contra algún muro o de manera más directa jugaron entre sí?, la pregunta viene a colación en la medida en la que el lugar arquitectónico del juego, la cancha, es parte integral de éste.
Christoph Weiditz, quien tuvo la oportunidad de acompañar a la corte de Carlos V entre 1529 y 1532 por las diferentes regiones del reino español, al ver jugar a los indios en Barcelona, registra el suceso entre otros. Sin asentar el lugar del juego, describió lo que observó y realizó los dibujos que llevan el título Das Trachtenbuch des Christoph Weiditz von seinen Reisen nach Spanien (1529) und den Niederlanden (1531/32) (McKenzie 2007). El orfebre y tallista de Estrasburgo describe la pelota, cómo se juega y el equipo que portan ambos jugadores. “De esta manera juegan los indios con la pelota inflada, con el trasero, sin tocarla con las manos, en la tierra; tienen también un cuero duro sobre el trasero, para que reciba el golpe de la pelota, también usan un guante de cuero así” (Weidlitz 1927: 24, láms. 13 y 14);5 elabora la imagen europea más antigua, el primer retrato que se conoce de indios practicando el juego de pelota, a lo que cabe agregar que entre la serie de imágenes también se incluye el dibujo de los “volteadores del palo”, que posiblemente presenció en esa misma ocasión.
El juego de pelota es una actividad que Weiditz bien establece como una recreación para el rey, aquella percepción que posiblemente Anglería y Ribera compartían al saberla como práctica ligada al palacio de Moctezuma, es análoga a la vinculada al jeu de paume de la nobleza europea, en la medida en que algunos de sus parámetros definen al juego americano en las tempranas descripciones y representaciones hechas por europeos. En su imagen, Weiditz encarnó a dos jugadores, vestidos en un paño que les ciñe las caderas y glúteos, con una pelota de color claro, en el aire entre ellos y situados en un entorno de suelo ondulante, al centro de un espacio en blanco se detienen en un momento del juego, en un espacio intangible (figura 1).
Weidlitz representó a los jugadores con cuerpo bajo y robusto, trazado de manera muy labrada y escultural con líneas de contorno que les dan volumen y fuerza, vestidos con un mínimo atuendo, casi desnudos, llevando a cabo gestos y posturas que poco tienen que ver con los juegos de pelota europeos, en los cuales el cuerpo está sujeto a categorías y expectativas que les son propias y los caracterizan.
Al encontrar en el juego de pelota americano una técnica de juego conformada por un repertorio de movimientos y posturas, Weiditz enfrentó gestos que no formaban parte de su sistema de representación ligado a los modelos de comportamiento de los juegos europeos. Ante una manera distintiva de golpear la pelota sumada a un atuendo característico del juego, desprovisto de ropaje, Weiditz como testigo ocular capturó el rápido y transitorio momento del juego de pelota que presenció como un ejercicio para el cuerpo conformado por una serie de gestos y movimientos —que no son exactamente los que más se esperan: arrojarse al suelo y golpear la pelota con la cadera, que se vio impuesto a representar. Es una imagen sin contraparte en la literatura o en el arte (Hampe 1994: 21-22, 372-373).
La innovación, conocimiento y repertorio de Weiditz lograron formular, implementar y recrear la gestualidad de los cuerpos desnudos en juego para plasmarlos en el interior de sus modelos de comportamiento y relaciones del cuerpo. La imagen de Weiditz, en su retrato de los indios jugadores de pelota, demuestra su observación de la naturaleza a través de una idealización consistente con su estilo y su modo de ejecutar sus dibujos; representa el movimiento en el que cada uno de los jugadores, con los músculos tensos, se adelanta para recibir la pelota, se detiene en un movimiento en el que gira el dorso y los glúteos hacia ella, con las rodillas dobladas y los brazos extendidos para colocar la mano en el suelo y dejarse caer en un movimiento hacia delante para golpearla, como un cuerpo que despliega un gran esfuerzo físico (McKenzie 2007: 84; Báez 2013: 29-33). Traza los cuerpos de los jugadores, donde se manifiesta su musculatura y tensión, de manera que en ellos se suman las nociones de esfuerzo corporal y aquellas ligadas a la imagen del luchador, en tanto que —pese a ser el propósito confrontar las descripciones escritas y las descripciones pictóricas del juego— es evidente que se están duplicando las tempranas representaciones del juego de pelota americano de los primeros europeos que presenciaron el juego en las islas y en tierra firme.
Jugadores en la explanadaChristoph Weiditz elaboró la imagen europea más antigua que se conoce de indios practicando el juego de pelota, misma que se reproduciría ampliamente a lo largo de los siglos xvi y xviii; realizó los esbozos y dibujos preliminares en presencia de los jugadores, posteriormente en su taller elaboró y terminó los dibujos del Trachtenbuch, obra que no se publicó, pero que tras su muerte en 1559 se vendió. Puesto que su obra era muy conocida entre los círculos interesados, muchas de las 154 imágenes (entre ellas algunas de las once en las que representó a los indios que Hernán Cortés llevó de la Nueva España a Barcelona, incluidas las láminas XIII y XIV donde se representan a los dos jugadores de pelota) se encuentran reproducidas en otros volúmenes de la época, por ejemplo en las láminas 372b-373a del Libro de trajes, una obra reunida en Nuremberg por Sigmund Hagelsheimer, conocido como Heldt.
Es de relevancia no solamente notar las semejanzas entre las imágenes de Weiditz de los jugadores de pelota y aquellas de Heldt, sino también es necesario destacar las diferencias. No conozco esta imagen, aunque tenemos referencias de que la lámina está muy destruida por lo que se estima que la de Weiditz es de mejor calidad (Hampe 1994: 28). Un hecho diferente entre ambas y que contrasta como notable es que en la ilustración de Heldt hay trazos de herbaje y pasto en el suelo ondulante, para señalar el lugar donde se representa el encuentro entre los jugadores.
La imagen que representa el desarrollo del juego de pelota entre los dos jugadores es la visualización de un evento que integra lo que Weiditz fortuitamente observó; no está basada en relatos o crónicas, pero sí conlleva el imaginario del artista de un cuerpo en esfuerzo. La existencia y duración de su representación es muestra del interés extendido por el Nuevo Mundo y la necesidad de situarlo dentro del paradigma del Occidente.
Ulamaliztli en CuzcoLa imagen de los jugadores de Cristoph Weiditz fue reproducida en los Grandes viajes de Theodore de Bry de 1597 en la cual aparece en dos circunstancias, y situarlas mejor entre la serie de imágenes que se tienen del juego de pelota exige tomar en cuenta el contexto en el que se formularon y la manera en la que se reprodujeron y transitaron.
En los libros IV, V y VI de su obra, De Bry (que están basados en La Historia del Nuevo Mundo de Jerónimo Benzoni publicada en 1565, texto en el que el italiano registró sus propias experiencias, entre las cuales —cabe subrayarlo— no se registra el juego de pelota americano) reunió los hechos de los hombres que describieron las tierras americanas y sus habitantes, además de que se incluyeron las historias y narraciones ocurridas en el Nuevo Mundo.
Al registrar las noticias del reino de Perú, formuladas por Benzoni en el Libro III de su obra (De Brye 1997: 216, 230-231, 449), y al situar las hazañas de Francisco Pizarro y de los otros conquistadores de los incas, De Bry realizó un grabado en el que representa la ciudad de Cuzco. La ciudad donde gobernaba el rey Atahualpa es ubicada en un llano con altas montañas nevadas al fondo, en primer plano se encuentran varios personajes que realizan actividades que caracterizan a los indígenas, según el juicio de De Bry. Por un lado, vemos sacrificios, ídolos y animales fantásticos y, por otro, los “volteadores del palo” y los jugadores (fuera de todo contexto arquitectónico) que impulsan una pelota (figura 2).
La semejanza entre los jugadores de De Bry y de Weiditz es innegable, una copia tomada de evidencia visual, y debido a que los “volteadores del palo” también se encuentran en la ciudad de Cuzco, es evidente que la imagen de los grabadores de los talleres de De Bry deriva de la obra de Weiditz. No obstante el camino por el que De Bry se encontró con el dibujo de Weiditz, y debido a que buscar las circunstancias que expliquen las semejanzas entre los grabados de ambos artistas rebasa nuestro enfoque, sólo cabe considerar que De Bry se estableció en Frankfurt y ahí los conoció de alguna manera (ya sea el Libro de trajes de Heldt o bien los dibujos de Weiditz, quien vio a los jugadores cuando Hernán Cortes los llevó a Barcelona).
Se puede pensar que la presencia de estos otros jugadores de pelota, acartonados y angulares, con cuerpo menos robusto y menor intensidad muscular, en el grabado de la ciudad andina tuvo como propósito dar a conocer las cosas extraordinarias tanto del Cuzco como de los incas. Aunque no se tiene noticia de que se jugara a la pelota en la región que conquistó Pizarro, podríamos dar a entender su presencia en este contexto debido a que el juego de pelota era una actividad compartida por todos los otros hombres americanos incluyendo al rey Atahualpa, en tanto que simplemente es muestra de inexperiencia por parte del editor y sus hijos, quienes a través de su empresa editorial dan a conocer mucho acerca del descubrimiento de América y de sus protagonistas.
Bailar y jugar en NicaraguaAl registrar las noticias formuladas por Benzoni en el Libro II de su obra, De Bry e hijos realizaron otro grabado en el cual situaron a dos jugadores de pelota como los figurados por Weiditz (De Bry 1997: 189, 212, 449). En este caso, bajo el encabezado “De cómo hacen los salvajes de la región de Nicaragua para bailar y cómo brincan”, De Bry retomó las noticias del cronista italiano, y siguiendo una formula establecida a lo largo del proyecto editorial de los Grandes viajes, la información de Benzoni fue puesta como pie del complejo grabado que su taller elaboró (figura 3).
Benzoni escribe: "Suelen tener los habitantes de la región de Nicaragua estos hábitos y costumbres en sus danzas y piruetas", y describe que el que lleva el baile "suele caminar de espaldas, mas se gira a veces", a la vez que indica que otros "se agachan e inclinan el cuerpo, y otros al otro lado, como cuando bailan los mendigos en Alsacia", pero no menciona el juego de pelota, y lo que resulta inesperado es encontrar a los jugadores de Weiditz bailando desnudos en Nicaragua. Aquí también la semejanza es innegable, aunque el maxtlatl, los guantes y la pelota se omitieron en este grabado y los dos jugadores forman ahora parte de una compleja danza que llevan a cabo varios personajes que, al cotejar con otros grabados de la obra de De Bry, se encuentran dispersos por otras partes de la obra y otras regiones de América (De Bry 1997: 448-451; Milbrath 1991: 183-210),6 muestra de la reutilización de patrones y fórmulas gestuales, desarraigadas de su contexto. ¿En qué medida los jugadores de pelota trazados por Weiditz parecen danzantes? Responder a la pregunta nos remite a que el trance del juego de pelota a la lucha y luego a la danza se puede explicar por la similitud entre los gestos y el movimiento que caracteriza a cada una de las actividades. Se puede facilitar la transmisión debido a que en el juego de pelota americano el cuerpo en movimiento lleva a cabo acciones y gestos distantes y diferentes de aquellos característicos al juego de pelota europeo, y que ante la mirada europea se deslizan y transitan fácilmente a ser y representar acciones que se vinculan con otras actividades, en este caso la danza.
Los dos jugadores de pelota que bailan en Nicaragua ya no se encuentran en un lugar vacío ni en un paisaje cuzqueño sino que ahora están situados en un paisaje agreste repleto de personas que danzan y saltan, y en el que la pelota ha desaparecido. No son tema central y pierden por completo su contexto y así su sentido original. La transferencia de la imagen de Weiditz a espacios y tiempos ajenos, su aparición en la obra de Heldt y reaparición física en Cuzco y Nicaragua en la colección de De Bry representa entonces una alteración o cambio en el sentido de la información. Sus representaciones de los jugadores son una construcción, muestra del encadenamiento y de las (no) correspondencias entre las figuraciones y reconfiguraciones del juego de pelota americano, tanto en las primeras descripciones escritas como en las más tempranas imágenes establecidas a lo largo del siglo XVI.
Termina aquí el análisis de la génesis de los textos e imágenes que representan el juego de pelota creados por quienes parecen haber sido testigos oculares y elaborados a lo largo de la exploración, colonización y evangelización durante los reinados de los Reyes Católicos y hasta Carlos V. En conjunto, son la visualización de un evento que finalmente pasó a ser parte de las interpretaciones y observaciones de los europeos acerca del juego de pelota americano. Otras influencias que impulsaron estas y otras (im)precisiones las debemos buscar en épocas subsecuentes, entre los documentos que se desencadenaron en Europa a lo largo de la consolidación del poder gubernamental de la Nueva España.
El trinquete de los salvajesCon la finalidad de conocer los territorios de Ultramar y las prácticas de sus habitantes, la Corona española fomentó durante el reinado de Felipe II (1529-1598) una averiguación sobre su dominio americano. Así, llegaron a América varias expediciones científicas, como aquella de Francisco Hernández, nombrado protomédico de la Nueva España, quien en su Historia natural escribe del juego admirable que, “conservado por Cortés, conocieron los españoles” (Hernández 1959-1984, vol. II: 387), y se refiere a la ocasión en la que el conquistador llevó el juego a la corte de Carlos V, así como las hoy llamadas Relaciones geográficas (un cuestionario de cincuenta preguntas sobre temas diversos, entre ellos las costumbres, precedido por instrucciones para que lo aplicaran personas con autoridad).
En la ciudad de Tlaxcala se encomendó esa tarea a Diego Muñoz Camargo, quien concluyó una versión de su escrito en 1584 para entregársela personalmente al Rey; como los primeros cronistas, menciona el “juego del uli” y lo compara con los juegos europeos, en tanto recoge muchas noticias tomadas de Francisco Hernández.
Como muchos de los cronistas citados, aquellos que posiblemente presenciaron el juego antes de la destrucción de los terrenos de juego de pelota, el protomédico y el cronista tlaxcalteca registraron que el juego era un esparcimiento, y parecieran identificarlo como una especie de divertimento disfrutado principalmente por la nobleza indígena, misma que construía los lugares de juego y auspiciaba su práctica de manera privativa. Un evidente ejemplo se rastrea en los comentarios escritos por Muñoz Camargo, quien menciona ese juego que encuentra “extrañísimo” y que se practica en Tlaxcala “con pelotas del tamaño de las de viento en España”. Registra que allí “tenían juegos de pelota dedicados a la República para estos pasatiempos” y que, en seguimiento de lo que parecería un ideal pedagógico de la nobleza, “jugaban para tener ejercicio los hijos de los señores”, a la vez que recalca que “eran juegos de la República muy solemnizados; no lo jugaban sino señores y no gente plebeya” (Muñoz 1982-1986, vol. 4: 192, 269-270; Stern 1966: 51). Estas ideas se vieron exacerbadas en los escritos de los cronistas que tomaron mano de los escritos de Motolinía. Francisco López de Gómara, en su Historia general (1552) coincide en estas apreciaciones y repite lo que el religioso escribió del juego americano, además de que agrega comentarios e informaciones que subrayan su necesidad de referirse al juego europeo para entender el mesoamericano. 7 Mientras anexa propuestas y nomenclaturas, escribe que el juego de pelota siempre pertenecía a un noble o señor; a la vez que llama ulamaliztli al lugar donde se juega a la pelota, es decir al tlachtli, “trinquete”, término que el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastian de Covarrubias Orozco (1984) (primer diccionario de la lengua española, de 1611) permite entender como el lugar donde se juega al jeu de paume. El trinquete es “el juego de pelota cubierto, quales son los de los corredores; dixose assi, quasi trinquete, por los tres ángulos que tiene cerrados, dos en el dentro y uno en el fuera”.
Las analogías entre el trinquete y el tlachtli y las menciones que se hacen de la manera del juego merecen, sin duda, mayor análisis. Siguiendo a Motolinía, aunque con muchas variantes, Gómara registra que “los que echaban por cima de la pared de frente o a topar en la pared ganaban una raya”, y el énfasis puesto en la pared frontera como meta o gol consigna la dirección del juego a seguir el eje longitudinal de la cancha; en este caso una apreciación evidentemente sujeta a la manera de jugar un juego europeo que acentúa los remates longitudinales de la cancha, ya que el juego americano tiene en juego dos direcciones: una dirigida a los muros del eje longitudinal y otra a la lateral, en dirección de los aros insertos en los muros laterales.
Pese a estas observaciones determinadas por los cronistas, en las cuales corresponden un trinquete con un tlachtli y otras referencias en cuanto a la exclusividad de la práctica del juego de pelota a la nobleza indígena, no se puede afirmar que en un tiempo anterior a la Conquista el juego ulamaliztli fuera propio y distintivo de un grupo en particular, fundamentalmente porque existía lo que parecieran jugadores expertos, y se pensaría que la práctica continua del juego de pelota y el acondicionamiento físico sería necesario desde temprana edad para tener éxito.8 Lo anterior no quiere decir que los gobernantes no jugaran a la pelota ni se interesaran en el juego. Como se mencionó, Xihuitlémoc, Axayácatl y Netzahualcoyotl jugaban, a la vez que el partido entre Nezahualpilli y Moctezuma II también merece volverse a mencionar, debido a que Gómara afirma que el mismo Moctezuma les mostró el juego de pelota a los conquistadores a su llegada a Tenochtitlan y registra el hecho de que el tlatoani “se mostraba holgarse mucho en verlo jugar, y ni más ni menos de mirarlos á ellos jugar á los naipes y dados” (López 1985, vol. 1: 109-110).
Aunque ni Hernán Cortés ni sus hombres mencionan haberlo visto, el juego de pelota se concentra en el gobernante mexica en tanto que Gómara mezcla, conjuga y entreteje los datos que Motolinía apuntó del juego de pelota que posiblemente presenció con aquellos datos que, a decir de Gómara, le proporcionó el conquistador (de quien fue capellán) para presentar de tal modo el ulamaliztli como una actividad cotidiana de Moctezuma, el rey de Tenochtitlan, que conlleva “trinquetes” en los “palacios” para el esparcimiento de la “nobleza” mientras se entonan “romances y canciones”, factores que repercuten en la manera en la que se describe y representa el juego de pelota en años sucesivos. Por ejemplo, en las historias escritas en el siglo XVII por Juan de Torquemada (1612) y Agustín de Vetancourt (1960 [1698]) quienes retoman datos registrados por sus antecesores. El primero explica que el juego de pelota de las “gentes indianas” es “diferente de el nuestro” y toma las noticias de Motolinía, con variantes, puesto que, al parecer, no aprovechó directamente los escritos de éste porque llama el lugar de juego trinquete y repite los datos acerca de que Moctezuma llevó a los españoles al juego; a la vez que Vetancourt también retoma de manera indirecta los escritos del religioso y su descripción del juego de pelota y renueva la anécdota de Moctezuma llevando a los españoles a verlo. Las implicaciones de este encadenamiento es que el juego de pelota fusiona a la nobleza indígena, en tanto que la época precolombina se vuelve análoga a la Antigüedad clásica principalmente en los escritos de Torquemada, cuyo texto está repleto de comparaciones entre la historia de los habitantes del centro de México y aquella de los griegos y romanos (Torquemada 1975, vol. III: 343; Vetancourt 1960: 144).
Moctezuma en el trinqueteEn dos grabados (que forman parte de la traducción al holandés de un fragmento de texto tomado de las Décadas, Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, de Antonio de Herrera y Tordesillas [1944-1946], que lleva por título Heldhaftige reys-togten, te land door Ferdinand Cortes, in Nieuw-Spange …, [Aa 1707] y es parte de una colección de relatos de viaje Drie versheyde togten ter zee en te land in de west-Indiën gedaan in t’jaar 1523 en vervolgens...) se representa el juego de pelota siguiendo esos parámetros, singularmente porque Herrera, cronista mayor de Indias (para redactar su obra que apareció en 1601 a manera de una historia comprensiva y sistemática del imperio español en América desde su descubrimiento hasta 1554), tuvo acceso a la vasta gama de documentos reunidos desde el primer momento de contacto, y es evidente que, al menos en lo que respecta al juego de pelota, las noticias de Motolinía le fueron de gran utilidad, en tanto que las conoció de manera indirecta a través de los escritos de Francisco Cervantes de Salazar quien, a su vez, las tomó de Gómara.9
Este texto editado por Pieter van der Aa está dedicado exclusivamente a Hernán Cortés y, como es de esperar, repite que Moctezuma llevó a los castellanos al juego de pelota y que “Deleitabase mucho el rei, de ver el juego de la pelota”, en tanto que da a conocer otras de sus costumbres, y por ello los dos grabados del editor y geógrafo holandés que lo complementan son ejemplo de las reconstrucciones que se formularon en torno a la práctica del juego de pelota entre los antiguos mexicanos; éstas subrayan el diálogo que se establece entre imagen y texto cuando la tradición visual europea, a partir de descripciones escritas y reescritas por europeos sobre prácticas que pertenecen a una tradición indígena nunca vista, concibe representaciones del juego de pelota, por lo que los grabados son escenarios construidos para el desarrollo del juego de los nobles y salvajes, donde muchos de los elementos que enumera Motolinía, se traducen, transforman y figuran. Llegamos entonces a la resolución de que en los grabados de Pieter van der Aa, en los que se visualizó el juego de pelota ulamaliztli, estamos ante otras imágenes que elaboraron los europeos, clara muestra de la conducta en la que las estrategias visuales e intercambios funcionan. Cabe preguntarnos sobre los detalles detrás de su elaboración (Sánchez 2008: 239-252). Los intereses económicos de los holandeses en las colonias americanas y los eventos ligados a la Guerra de Sucesión explican en parte las traducciones neerlandesas de las obras de Herrera a comienzos del siglo xVII así como la labor de Van der Aa y su empresa editorial; pero encontrar los antecedentes de los grabados también sería de interés, aunque por ahora rebasa el estudio.
La organización y composición de los grabados dan lugar a que la representación de la imagen del juego de pelota concebida por Pieter van der Aa esté en cercana correspondencia con el texto escrito por Herrera, aunque con importantes derivaciones. Se genera así una dialéctica: la correlación entre la imagen y el texto, que refuerza las nociones de la nobleza, el trinquete, recreo y esparcimiento de los nobles y Moctezuma en el trinquete. En el primer grabado (figura 4) vemos al rey deleitándose mientras contempla desde un mirador los entretenimientos que eran llevados a su corte, representado en primer plano el juego de pelota; identificable a partir de los jugadores a quienes se les reconoce debido a las pelotas a su lado, acostados en el suelo con las piernas al aire, en una postura que los muestra en una compleja contorsión corporal que busca, parecería, representar el momento del juego cuando el jugador ha de rodar por el suelo hasta lograr levantar e impulsar la pelota con la cadera. La figuración de los cuerpos, esta postura, resulta ser un interesante espécimen producido a partir de la creación de las fórmulas visuales que se originan de descripciones escritas mientras buscan su solución en retóricas corporales propias; en el ingenio de representar algo desconocido, en su figuración, se detecta un interés por la anatomía del cuerpo al intentar trazar con contornos corporales y escorzos las complejas posturas que toma el cuerpo del jugador de ulamaliztli al girar la espalda hacia la pelota e intentar golpearla con las nalgas.
Siempre siguiendo a Motolinía, además de advertir la manera en la que se golpea la pelota “con la nalga ó cuadril”, Herrera describe el lugar donde se desarrollaba el juego, en tanto que lleva a que en el segundo grabado de Pieter van der Aa (figura 5) se represente una visión más completa, aunque todavía extremadamente inexacta del juego, debido a que se figura a los jugadores de pelota en el lugar donde se practica, el tlachtli.10
A diferencia del grabado anterior, donde los jugadores de pelota van desnudos, su representación en esta imagen revela y demuestra la voluntad del artista por adherirse a un repertorio visual propio y presenta así el influjo de las imposiciones ligadas a los movimientos del cuerpo pertenecientes a los juegos de Europa. Los alargados músculos de las figuras de los jugadores de físicos desarrollados están modelados en luz y sombra, en tanto que se civilizan los movimientos que toman los salvajes; su cuerpo en juego se vuelve más largo y estilizado al aplicarle posturas clásicas a los jugadores de pelota y trazarlo dentro de los parámetros reconocibles propios de la nobleza (de Moctezuma en sus recreos y pasatiempos en el trinquete). Dichas posturas posiblemente son preexistentes en el repertorio plástico de la Antigüedad clásica de Pieter van der Aa y sus colaboradores; cabe pensar que fueron modelos retomados y seleccionados para dotar al tlatoani de las virtudes romanas y subrayar la correlación entre la cultura indígena y las culturas clásicas, por ello los jugadores de pelota visten ahora mantas y se ven envueltos en una atmósfera ligada a ejercicios y juegos de los antiguos griegos y romanos.
La cancha de juego que se proyectó en el grabado como una larga entrecalle revestida y lisa, que corre en paralelo a manera de galería techada trazada en el eje longitudinal, es el lugar donde se ejercitan y conversan regios hombres. Algunos parecen correr y están vestidos con mantos al hombro y vestiduras reales, unos llevan tocados de plumas, otros vestidos con paños a la cintura se encuentran en diferentes posturas y presentan movimientos que parecerían acentuar el dorso de su cuerpo que golpea una pelota. Una postura singular es aquella de dos jugadores con un objeto circular sujeto a la espalda, que caminan en cuatro puntos para recibir la pelota y resulta evidente que aplicarle posturas clásicas a los jugadores es conformar el juego de pelota americano a una técnica de juego forjada por un repertorio de movimientos y posturas que le son ajenas, en un intento por lograr una idealización del indio americano.
Cosa semejante sucede al representar el lugar del juego, la “sala baxa, larga, estrecha i alta, pero más ancha de arriba que de abajo, i más alta á los lados que á las fronteras” que tenía “en las paredes de los lados unas piedras como de molino, con su agujero en medio, que pasaba a la otra parte”, que describe Herrera. Al seguir los parámetros establecidos en Europa para representar el trinquete y el jeu de paume, Pieter van der Aa representa el espacio de juego como un alargado edificio con miradores o ventanas, cuyo muro exterior sirve para recibir la pelota y con solamente uno de los aros (a manera de una piedra de molino) situado en el suelo dentro de la larga sala, sin duda porque en el texto de Cervantes, que a su vez retomó Herrera, se omitió incluir algunos datos relevantes que apuntó Motolinía, en este caso el hecho que los aros del juego, están sujetos “en el medio de las paredes estado y medio a lo alto, en el medio, el uno frontero del otro”.
Muchas otras de las informaciones referentes al lugar del juego son dejadas de lado; por ejemplo, lo que se describe como “dos ídolos encima de las paredes del tlachco”, en el grabado reaparece como un solitario ídolo colocado sobre un pedestal en el interior de la gran sala techada; de esta forma, la búsqueda de las fórmulas y de los antecedentes, de las figuraciones de este grabado, que hasta el momento no tiene contraparte, debe hacerse en otras imágenes de la época, a la vez que debe mencionarse el gran parecido de estos y otros elementos del grabado con las representaciones de templos e ídolos en la obra de De Bry.
Estas observaciones que remiten a las figuraciones y reconfiguraciones que se formularon respecto a los jugadores de pelota, sus representaciones iconográficas/ pictóricas/plásticas y las representaciones textuales/literarias, muestran que pese a que las convenciones pictóricas se ven inicialmente determinadas por los relatos escritos, las fuentes de inspiración y los modelos no siempre yacen en ellos, en tanto que elementos y modelos se pierden en la expresión literaria pero continúan presentes en el interior de las imágenes.
Indios girando a las afuerasAl seguir de manera lineal la evolución de las representaciones del juego de pelota para detectar los cambios graduales en su figuración también hemos de registrar las noticias escritas a lo largo del siglo xviii y principios del xix, debido a que en un intento por trazar una tradición histórica que se remonta a la época prehispánica, en ocasiones casi al pie de la letra, con datos cuya finalidad era otra, muchos de estos autores combinan noticias con el fin de resaltar distintos aspectos del juego de pelota, aunque con el paso del tiempo se menciona cada vez menos y se dejan de hacer imágenes de él.
Es de notar que en sus referencias hacia el juego de pelota algunos autores de la época remarcan su contento e interés por el juego y la manera en la que se golpea la pelota. Al mismo tiempo, las asociaciones que se establecen entre la nobleza indígena y la Antigüedad grecorromana con los juegos de pelota no dejan de asomarse en algunos de sus escritos. Fernández (1944: 298, 1780) por ejemplo, asienta en su escrito que el juego era “una de las diversiones más frecuentes de los reyes y más señores principales”. No obstante, no es una cuestión que impere en los textos sucesivos, ya que en ellos es evidente la insuficiente referencia y representación del juego de pelota.
En los textos e imágenes que se generan en las primeras obras generales se intenta sintetizar el conocimiento que se tenía del mundo precolombino así como en las ediciones de documentos importantes para su estudio se menciona poco el juego. Al adoptar una tendencia analítica ante los documentos que conocieron y hacer sendas anotaciones a los documentos que editan, algunos estudiosos como Carlos María Bustamante (1829), Fernando Ramírez (1867) y Joaquín García Icazbalceta no se refieren al juego de pelota o meramente lo mencionan de paso, en tanto que Orozco y Berra (1880), al referirse a otros asuntos y temas, entreteje muchas noticias conocidas del juego que se encuentran fincadas en los escritos tempranos (Carreón 2007: 94-98). Lo mismo sucede con Rafael Landívar (1965) y Francisco Javier Clavijero (1964, 1980), ambos de la Compañía de Jesús y asentados en Iatlia luego del destierro de la Nueva España; ellos recogen indirectamente las noticias registradas por Motolinía que conocen a través de los escritos de Torquemada y describen el juego de pelota. Dejan de lado el vínculo entre el juego de pelota y su uso por la nobleza indígena, mientras que dejan sentir más bien su admiración por él y la manera en la que se juega en la actualidad. En su Rusticatio Mexicana, publicado en Italia en 1781, Landívar inicia sus estrofas dedicadas al juego de pelota al escribir: “Nada, empero, proporciona un espectáculo tan admirable como la numerosa multitud de indios cuando se dedica al juego”, a la vez que da a entender que presenció el juego que se juega entre los “nayaritas, tarahumaras y otros pueblos septentrionales”, y describe detalladamente la manera de golpear la pelota (Landívar 1965: 366-369). Clavijero, quien vio su obra publicada en 1780, escribe palabras muy semejantes; a las noticias del franciscano agrega que el juego subsiste: “Dura hasta hoy este juego entre los Sinaloas, los ópatas, los tarahumaras y otras naciones del Norte, y cuantos españoles lo han visto celebran la prodigiosa agilidad de los jugadores”. Este aparente entusiasmo por el juego se puede ver opacado debido a que en la obra de Clavijero, para la que se elaboraron importantes grabados que representan algunos de los juegos y costumbres de los antiguos mexicanos, no se encuentra entre las escenas representación alguna del juego de pelota, sino el “Plan del juego de balón”, es decir, la planta de una cancha del juego de pelota, a manera de un jeroglífico azteca.
Est opus, inque auras aequato attollere campo. Hic toto videas Indos tunc rure rotari, Dum rursum toilant ulnis, aut poplite lapsam. Quod si aliquis manibus sphaeram pulsare volantem Ausit, et incautus legem violare severam, Ille, notam passus, patitur dispendia ludi...” Rafael Landívar,Rusticatio Mexicana.11
Este texto posiblemente podría haber empezado aquí,12 con otro epígrafe, en este caso tomado de la obra de Rafael Landívar. Redactada a finales del siglo xviiiRusticatio Mexicana es su respuesta al desconocimiento que se tenía de México y Guatemala en Europa.
Transcribo el fragmento de su poema latino que trata del juego de pelota americano como punto de partida a mi argumentación que tiene el propósito de dar a conocer mejor algunas de las imágenes que en Europa se generaron del juego en el siglo xvi y que, a su vez, forjaron muchas de sus concepciones actuales. Valorarlas requirió familiarizarme con las transformaciones a las que las tempranas descripciones del juego se sometieron en sucesivas ediciones, sin el propósito de confrontar la imagen con el texto, y me instigó a analizar las figuraciones y reconfiguraciones que se formularon con respecto de él a lo largo del tiempo.
Manifiesto intercambioAl establecer un diálogo enfocado en temas análogos, ligados a la imagen del juego de pelota en la tradición americana y la tradición europea, el estudio de la imagen Bildwissenschaft y los ensayos de Aby Warburg (1999) ofrecen una propuesta muy acertada para comenzar a investigar las imágenes que en Europa se generaron del juego americano. Estudiar las imágenes y los textos que describen el juego requirió formular un ejercicio visual que permitiera contrastar la manera en la que los europeos concibieron sus juegos de pelota con la que formularon al representar el de los hombres americanos, a través de un proceso que requirió determinar los modelos europeos de los juegos e implicó tomar en consideración la circulación de estas imágenes.
Su estudio pone de manifiesto el intercambio que se lleva a cabo en el interior de un fenómeno de larga duración que se encuentra firmemente ligado a generalidades relacionadas con los juegos de pelota europeos, forjadas éstas en el imaginario que el Occidente renacentista concibió para sus juegos a partir de la tradición grecorromana, y el vínculo que se crea con la nobleza (Bredekamp 1995: 79; Mehl 1990: 195-198; Vigarello 2002: 62-64); entender entonces las tempranas representaciones del juego de pelota americano presentadas por europeos, sus figuraciones y reconfiguraciones, exige tomar en cuenta el contexto en el que se formularon a la vez que la manera en la que se reprodujeron y transitaron.
Las descripciones, textos e imágenes que crean los europeos del juego americano nos permiten determinar y delinear la manera en la que la elaboración de la representación del juego de pelota americano ha estado subordinada a la visión europea hacia los juegos y sus recreaciones, al situar al ulamaliztli en el interior de un sistema de prácticas constitutivas de Europa forjadas en la antigüedad.
Si cuestionamos en qué medida las imágenes del juego de pelota americano elaboradas por europeos están subordinadas a su propia visión y herencia cultural, ante la transformación de mentalidades y de la representación con respecto a los juegos y el cuerpo, tenemos como punto de partida un tema que indaga en qué medida los deportes actuales tienen sus raíces en los juegos de la Antigüedad griega. Se señala la permanencia de mitos y símbolos subyacentes en todos los juegos de ejercicio que perduran en nuestros juegos y deportes actuales, cargados de símbolos cuyos orígenes están inscritos muy profundamente en el hombre que al parecer son evidentes en las representaciones y descripciones hechas por europeos del juego de pelota americano (Jeu 1977; Pociello 1987: 32-56); algunas expresiones ligadas a sus propios juegos de pelota: nombrar y representar el lugar de juego como un trinquete y determinar el juego como una actividad propia de la nobleza, son evidencia de lo anterior. No se han encontrado hasta ahora referencias concretas que lo demuestren, y parecen ser supuestos que vinculan al juego americano con los juegos del Renacimiento en Europa, los que tomaron como fundamento a la Antigüedad grecoromana para integrarlo en una tradición en lo que a los juegos respecta.
Para el Occidente fue necesario insertar el juego de pelota americano en este encadenamiento no interrumpido de los juegos: gimnasia y lucha, y del sphaeristerium griego al harpasto romano, hasta llegar al jeu de paume y el calcio, precursores del tenis y del futbol actuales, respectivamente; en este panorama que busca asimilar el juego americano con el europeo, los mitos y símbolos que perduran en varios puntos de Europa pueden encontrarse en las imágenes del juego americano.
Se ha mostrado que las convenciones pictóricas se ven inicialmente determinadas por los relatos escritos, y la búsqueda de las fuentes de inspiración y los modelos no siempre yacen en ellos, por lo que se ha de considerar que las imágenes generan su propia lógica icónica a través de la creación de espacios de visualidad, de gesto y movimiento, donde sus características propias (composición, color, forma, trazo) conducen a una forma de conocimiento que se hace visible al observador mediante elementos genuinamente plásticos. Por ello, es necesario enfatizar la importancia que tiene comprender la manera en la que estas imágenes se formularon, en tanto construcciones visuales que rebasan las descripciones textuales.
En el caso de los grabados que tratan el tema del juego de pelota, su análisis nos abre a un diálogo abierto con múltiples posibilidades de sentido que se crea a partir de la interacción entre las imágenes y el observador. Por tal motivo, hemos de entenderlos como importantes fuentes de información que nos permiten comprender la concepción, perduración y reaparición de modelos clásicos que transitaron de Europa a América, para utilizarse en la representación del ulamaliztli, a manera de modelos (grabados y conjuntos de imágenes tomados de muy diversos orígenes a manera de pastiches temáticos) que concuerdan con la noción de juego europea.
Las referencias a los juegos de la Antigüedad clásica helénica13 y de la nobleza de la época renacentista14 que sirvieron de base para formular la temprana valoración y representación del juego de pelota se dejan de mencionar en los textos escritos entre finales del siglo XVIII y el final del siglo XIX, para reaparecer en las imágenes de la primera parte del siglo xx cuando el juego americano se inserta en nuevas categorías juego/deporte, nacionalismo/indigenismo, y es embebido en todas las significaciones e ideas ligadas a los juegos europeos, introducidas a partir de un largo proceso que inició en el momento del descubrimiento de América y que en ciertos ámbitos sigue vigente hasta ahora puesto que se percibe el juego como un deporte de exhibición que rescata las raíces precolombinas de los mexicanos.
Periodo de transformaciónAlfredo Chavero (1841-1906), en su “Historia antigua”, que forma parte de la obra México a través de los siglos, publicada en la década de 1880, enfocó sus observaciones al juego entre los mexica del Templo Mayor de Tenochtitlan, aunque se refirió también a su práctica entre los mayas. En este contexto, debemos de comentar un dibujo del pintor José María Ibarrarán y Ponce que lleva por título “El juego de pelota entre los antiguos mexicanos” y que Chavero incluyó en su Historia..., pues puede pensarse que refleja sus concepciones del mismo (Chavero 1953, t. II: 56), en tanto el estudioso escribe que en el siglo xix aún se jugaba a la pelota. Explica que se practica en los estados de Sinaloa y Sonora, “siendo unas de las diversiones populares más favoritas... (y que) Es muy extraño este juego, así como algunos otros usos y aun palabras de origen mexicano, se conservan en puntos tan distantes, á la vez que han desaparecido enteramente de su principal asiento” (Muñoz 1972: 136).
El dibujo es la figuración de un alumno de la Antigua Academia de San Carlos (Báez 1993: 63-67, 80-81),15 sobre un tema precolombino elaborado en un estilo de arte académico decimonónico (figura 6). Difícilmente se sabe a cuál juego de pelota está aludiendo, aunque cabe pensar que Chavero intentaba con él visualizar aquél de Chichén Itzá, dado que el dibujo se incluyó entre los datos que el autor adelantó de esta ciudad maya-tolteca, aunque no presenta parecido alguno. Para describir las actividades que se desarrollaron en el juego de pelota, Chavero tomó datos puntuales de la relación de Durán, pero en lo que concierne a la disposición de la cancha, registró noticias tomadas de lo que John Lloyd Stephens inscribió en su Incidents of travel in Yucatan, tras haber conocido el juego de pelota de Chichén Itzá en 1842; pero que también se refirió a las noticias que apuntó Desiré Charnay en Ciudades y ruinas americanas, unos años después. Chavero tuvo la posibilidad de cotejar los escritos de estos viajeros y refutó algunas de sus interpretaciones con respecto al juego de pelota de Chichén Itzá. Observó que Stephens lo llamó “gymnasium or Tennis court”, al anotar que en el lugar se celebraban juegos públicos,16 al igual que Charnay, en tanto que Chavero mismo explicó que “los emblemas que aquí se encuentran [...] demuestran bastante que los jóvenes...venían aquí a luchar y mostrar su vigor, su destreza y agilidad” (Charnay 1994: 170).
Con vista en lo anterior, Chavero aclaró en todo momento que el juego de pelota era un ejercicio, aunque subrayó la especificidad del juego americano. Lo percibió como una de las prácticas sobresalientes de los antiguos mexicanos y lo revaloró en su reconstrucción del pasado indio. Pese a esta aclaración y ante la posibilidad de refutar lo que indicaron sus antecesores, al incluir en su estudio el dibujo de Ibarrarán, en cierta medida Chavero repitió lo que pretendía corregir (Chavero 1953, t. II: 47). Sus comentarios tomados de Stephens y Charnay demuestran que a finales del siglo XIX el juego de pelota americano, ulamaliztli, era entendido como un juego, ejercicio para el cuerpo y, en corolario, un pasatiempo necesario para el bien del organismo humano, y la cancha, como una suerte de gimnasio que se utilizaba para el desarrollo de actividades de naturaleza física, pero finalmente es una apreciación que en cierta medida no contrasta con la imagen de Ibarrarán que Chavero escogió para ilustrar sus palabras (Ortiz 2004: 238-239).17
A partir de la recreación del juego de pelota en el dibujo de Ibarrarán, Chavero ilustra la manera en la que supone se desenvolvía, mientras que se olvida de que es una imagen que demuestra la manera en la que el artista posiblemente partió de un pasaje de alguna crónica histórica para concebirla, quizá Torquemada o Durán, aunque queda por determinar si también echó mano de un repertorio visual evidentemente ligado a los juegos de Europa; es un asunto que requiere de mayor análisis. En la obra de Ibarrarán, la cancha de juego se proyectó como una calle trazada en su eje longitudinal, entre dos alargados edificios almenados y decorados, a la vez que en el lugar se representan varios hombres en posturas de ejercitarse; uno de ellos está vestido con una especie de toga o manto al hombro, a manera de vestiduras reales, y lleva un tocado mayor al de los demás hombres que lo rodean; algunos jugadores cargan una pelota pero no juegan con ella, posiblemente debido al desconocimiento que se tenía en cuanto a la manera de golpearla con la cadera, y otros, que parecen estar en una conversación, llevan pequeños tocados de plumas en la cabeza y visten paños a la cintura. Tanto los jugadores como los otros hombres que se ejercitan y conversan toman posturas clásicas, mientras asumen rasgos de la nobleza, en tanto que en cierta medida en la imagen de Ibarrarán está la reminiscencia de Moctezuma en el trinquete, ya evidente en el corpus de imágenes de Pieter van der Aa. Lo anterior es muestra de la transmisión de modelos visuales que enuncian el vínculo creado entre las culturas clásicas de la Antigüedad y la cultura indígena, que en todo caso reiteran una y otra vez la temprana percepción del juego de pelota, pues a los jugadores de la aristocracia y nobleza se les muestra en actitud de ejercicio y pasatiempo.
Así planteado, el juego ulamaliztli guarda hasta cierto grado un paralelo con los juegos que juega el Occidente; el análisis de estas imágenes permite mostrar que las interpretaciones de la función del juego que ya habían expresado los europeos que tempranamente lo conocieron, continúan en las imágenes generadas por artistas en el siglo XIX, a la vez que siguen vigentes en algunos ámbitos hasta el siglo XXI.
Evocaciones ajustadasEstablecer cómo se infundió la imagen del juego de pelota americano con ideas y propuestas propias del juego europeo y saber cómo los preceptos ligados al juego europeo desbordaron y determinaron lo que en la actualidad se tiene del juego americano es importante debido a que la representación del juego ulamaliztli en cierta medida no ha dejado de ser figurada como parte de una tradición que pareciera continua y que inició desde la Antigüedad grecoromana, o aun antes, a manera de luchadores que pasan por los movimientos que no se espera observar en jugadores de pelota. Son imágenes que inducen y repiten muchas de las nociones del juego de pelota formuladas en el siglo xvi, que se han impregnado con el correr del tiempo hasta presentarse en la iconografía contemporánea del mismo.
De tal modo, para determinar en qué medida las concepciones, ideas y prácticas referentes a los juegos de pelota del continente europeo determinaron la manera en la que se representa el juego americano, ulamaliztli, en este texto parto del estudio comparativo de una serie de imágenes del juego de pelota elaboradas entre finales del siglo xvi y mediados del siglo xx. Ya hemos visto algunas anteriores al siglo xx concebidas en Europa, y en su construcción es evidente que se siguen las convenciones donde están manifiestas las categorías occidentales ligadas al juego. Mi interés en esta serie de imágenes partió de la convicción de que a través de esta forma y metodología podemos registrar la manera duradera en la cual las convenciones hacia los juegos europeos se han conjugado para configurar la imagen del juego americano; así como demostrar la manera en la que los prototipos de la imagen del juego de pelota que conocemos en la actualidad no se remontan únicamente a modelos de la época prehispánica, y llegar a determinar que las imágenes están firmemente ancladas en el pasado, el que a su vez remite a la Antigüedad clásica europea.
A partir de los grabados es posible explorar un aspecto del juego de pelota que ha recibido poca atención. Su relevancia en la configuración de la visión del juego americano es manifiesta en muchas, si no es que en todas estas imágenes que encontramos en catálogos y libros así como en estudios académicos y en trabajos de divulgación que se refieren al juego prehispánico. No obstante su importancia y uso recurrente en la historiografía del juego de pelota, no han sido lo suficientemente estudiadas, y son tratadas y mencionadas de manera extremadamente superficial sin considerar su sutileza visual ni la complejidad iconográfica que guardan. Asimismo, la búsqueda de las fuentes históricas de estas imágenes tampoco se ha llevado a cabo, una cuestión muy importante para comenzar a establecer la manera en la que sus creadores, los artistas, impresores y grabadores determinaron plásticamente las convenciones para representar el juego de pelota y su técnica.
Se considera a las imágenes como una importante fuente de estudio, aunque estén recubiertas con los términos y las categorías europeas ligadas a sus juegos, sus noblezas, el ejercicio y la recreación, las apuestas y la prohibición, etcétera. El juego de pelota americano fue forzado a acomodarse entonces dentro de la concepción del juego europeo y sus correspondientes instituciones en el momento en el que fue sujeto a términos y conceptos que le resultaban ajenos. Ello abrió —como en otros temas demuestran la historia y la historiografía— camino a la riqueza de la configuración de los grabados, dibujos y pinturas por artistas quienes, a la vez, retomaron fuentes históricas escritas por europeos y buscaron modelos antiguos para llegar a concebir y representar aproximaciones ajenas a otra realidad. Envolvieron el juego americano con evocaciones ajustadas a la cultura europea y a sus herencias, la occidental en lo general, dando por resultado la manipulación de la realidad americana para formular una imagen que dejó inserto el ulamaliztli entre los juegos de la Antigüedad clásica de aquella region.
Al llevarse a cabo la Copa México 2014, muchas de las expresiones deportivas de nuestros días lo hacen patente: se hace gala de los avances tecnológicos contemporáneos, las imágenes de los jugadores del ulamaliztli se proyectan junto con ejemplos de los diversos deportes actuales mientras se mezclan con las evocaciones de las figuras y los prototipos que recogen el origen y lo reconstruyen hacia un infinito histórico.
Tomo esta expresión de Gerbi (1978: 210). Recuerdo de Alejandra, Sebastian, Martino, Michelone y Sabina en la Piazza della Signoria, Florencia en mayo 2013. Agradezco a los dictaminadores de este artículo por sus acuciosas observaciones.
Una variante del hockey actual. No se hablará en torno a este juego y sus semejanzas con el batey.Stern (1966: 11) sostiene que el juego europeo que más se asemeja al ulamaliztlies el tenis.
El libro de Gianni Clerici (1975) The ultimate tennis book: 500 years of the sportno se consultó pero es una obra de referencia que se cita ampliamente (Lubkin 1994: 91; De Bondt 2006: 205, 221, 241).
Para mayor información de la naturaleza de las “pelotas de Indias” con respecto a las “de aire de Europa”, debido a las características inherentes del singular material del cual están fabricadas: el hule, ver Carreón (2007).
La obra de De Bry e hijos incluye 35 relatos de viaje a la vez que 250 ilustraciones que son representaciones de varios pueblos y sucesos que se trazan siguiendo evidentes cánones clásicos, muestra de su tendencia por seguir las normas de la época y de la práctica que se tenía de retomar imágenes de uno u otro artista para ilustrar los textos basados en los grabados, dibujos y pinturas de una variedad de artistas y viajeros, entre ellos Benzoni, de quien ya hablamos, Hans Staden, Jean de Lery, Jacques le Moyne de Morgues y John White. En este caso, cabe mencionar que los pueblos a los cuales describen no jugaban ulamaliztli.También se recomienda ver: Sloan (2007) y Pillsbury (2012) para mayores ejemplos del uso de referencias visuales clásicas en las representaciones de las culturas americanas.
Al considerar el juego de pelota mesoamericano anterior a la Conquista, es importante apuntar que en época precolombina hubo una gran variedad de juegos de pelota, como lo refleja la diversidad de las canchas, del equipo que portan los jugadores y los diversos tamaños de las pelotas representadas en los registros pictográficos o en algunas esculturas de sitios arqueológicos como lo demostró Taladoire (1981), por lo que en el marco de esta investigación es pertinente apuntar que el ulamaliztli (ulamade cadera) ha sido el tema de varios estudios que se orientan a diversos aspectos y plantean distintas interpretaciones, muchas de las cuales se entrecruzan. Los tempranos estudios sobre el significado y simbolismo del juego como ritual adelantaron interpretaciones que le confieren un simbolismo astronómico (por ejemplo Seler 1991-1993, vol. I: 130-131; Krickeberg 1966). Sus planteamientos fueron seguidos por propuestas en torno a un simbolismo relacionado con la fertilidad agrícola, como en los estudios de Stern (1966), Cohodas (1975, vol. 2), Knauth (1961, vol. I) y Duverger (1978). Las consideraciones que indican que el juego se practicaba para resolver conflictos internos y externos entre élites y pueblos, para marcar fronteras, y lo relacionan con aspectos bélicos como adelantados se encuentran en los estudios de Gillespie (1991: 317-346) y de Fox (1996: 483-509). A partir de mediados de la década de 1970, la mayoría de los estudios de arqueólogos, historiadores del arte, antropólogos e historiadores, referentes al juego de pelota en distintas regiones de Mesoamérica se reunían en las Memorias de la XII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología, “Religión en Mesoamérica” (sma 1972) y se mencionan en Garza e Izquierdo (1980: 3l5-333). Otros importantes estudios se pueden consultar en cinco obras fundamentales: The Mesoamerican ballgame(Scarborough y Wilcox 1991), The Mesoamerican ballgame(Van Bussel et al.1991), El juego de pelota en Mesoamérica(Uriarte 1992), El joc di pilota al Mexic precolombi, la seva supervivencia a l’actualitat(Uriarte 1992) y The sport of life and death. The Mesoamerican ballgame,(Whittington 2001).
Varios estudiosos han mostrado que algunas escenas y menciones en los textos jeroglíficos de los antiguos gobernantes mayas acerca del juego de pelota indican que desarrollaban rituales en la cancha que no necesariamente indicativas de que se jugara un partido. Explican que, en ciertos casos, el juego se recreaba en el contexto de la imaginería del juego ceremonial de pelota, para situarlo como un acontecimiento mitológico, que se llevó a cabo en tiempos y lugares distintos, y que en todo caso el juego de pelota formaba parte de un complejo ciclo ritual extendido ligado a fundaciones y dedicaciones o para establecer relaciones entre gobernantes y pueblos (Hellmuth 1996; Stuart 2003: 24-29; Miller y Houston 1987: 46-65; Chinchilla 1992: 157-167; Tokovinine 2002: 6; Martínez y Carreón 2012: 211-230; Carreón 2013: 1-4). A su vez, cabe considerar que en varios ejemplos tomados de la cerámica policroma maya, de los relieves de Yaxchilán y de Cobá, por ejemplo, en se donde representa un gobernante vestido de jugador de pelota ante una escalinata, no se representa un juego de pelota propiamente; en este caso, cabe pensar que al vestir como jugadores, los gobernantes igualmente pretendían incorporar sus actos como acontecimientos mitológicos.
El texto que sirve de fuente de información para el grabado es de Herrera (1944-1946 Década II, libro VII cap. 8, vol. II: 80) quien a su vez lo tomó de Cervantes de Salazar (Cuesta 1991, vol. I: 52-80).
Esta imagen se encuentra en Benítez (1983), así como en el libro El juego de pelota. Una tradición prehispánica viva(inah, 1986, figura 9) y en ambos casos el grabado se le atribuye a Teodoro De Bry. En cierta medida, esta confusión es la que me impulsó a comenzar a estudiar estas imágenes y determinar su procedencia.
“Por esto, podrás ver entonces a los indios rodar por todo el campo, hasta levantar la pelota nuevamente. Si alguien se atreviera a tocarla con las manos cuando vuela, tras de recibir la reprensión por violar imprudentemente la ley, paga los gastos del juego” (Landívar 1965: 368-369).
Para ejemplos consultar Cuerpo y belleza en la Grecia Antigua(inba 2011: 80, 96, 141, 158), Caillois (1967); así como búsquedas de imágenes por medios electrónicos: greek wrestlinghttp://www.google.com.mx/search?q=greek+wrestling&client=safari&rls=en&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=mCpPU7GnNNKHyATqooB4&ved=0CAgQ_AUoAQ&biw=1280&bih=664>
También ver: Hercules y Antaeusen red-figured calix krater, 515-510 aC. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Herakles_Antaios_Louvre_G103_n2.jpg>; greek ballgames <http://www.google.com.mx/search?q=greekballgames&client=safari&rls=en&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=RytPU6KhLcSqyATAqoLYAg&ved=0CAgQ_AUoAQ&biw=1280&bih=664>; Mehl (1990: 32-35. <http://www.arena-stadium.eu.org/2500-ans-histoire/3-Moyenage/images-Moyen-age/> [consulta: 6 de abril de 2014].
Para ejemplos europeos ver: Scaino (1555); Bardi (1580), Mercuriale (1569 apudBredekamp 1995: 77-82, figuras 1-36, Homo Ludens(1996), Pinturas del Salón de juegos del Castillo de los Este en Ferrara, Italia. También ver de Andrea Mantegna Hercules y Antaeus, <http://www.wikipaintings.org/en/andrea-mantegna/heruli-and-ante-1495#supersized-artistPaintings-280553> y de Antonio Pollaiuolo Battle of the nudes <http://collections.vam.ac.uk/item/O129251/battle-of-the-nudes-2nd-print-pollaiuolo-antonio/> [fecha de consulta: 16 de abril de 2014].
La obra fue mencionada en El Eco Universal. Diario de la Tarde, México, 1 julio, 1888, t.1, n.1, (Rodríguez 1997: 230-231).
Stephens (1963: 203-209) toma las palabras del cronista Herrera y Tordesillas al dar a conocer las actividades que tenían en el juego de pelota.