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Vol. 47. Núm. 1.
Páginas 57-71 (junio 2013)
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Páginas 57-71 (junio 2013)
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Lengua e identidad entre los mayas contemporáneos de yucatán
Language and identity in contemporary Maya people of Yucatan
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Ma. Gpe. Violeta Guzmán Medina
Universidad Autónoma de Yucatán
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Cuadro 1. Origen por apellido
Cuadro 2. Uso de la lengua maya en Yucatán según censos 1990 y 2000
Cuadro 3. Población de cinco años y más por municipio y sexo según condición de habla indígena y habla española en Motul y Valladolid
Cuadro 4. Persistencia y valoración de la lengua maya
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Resumen

En este trabajo intentamos rastrear el origen común de los mayas yucatecos contemporáneos a partir del seguimiento en el uso de los patronímicos tomándolos como signos individuales de la lengua, debido a que para este pueblo indio, la lengua es un marcador importante de identidad. El análisis es el resultado de un estudio comparativo entre dos regiones que resultan representativas de los procesos de cambio y continuidad de esta cultura: la zona henequenera y la zona milpera del oriente. La prevalencia de los apellidos de origen maya entre más de la mitad de los actuales pobladores de Yucatán, vinculados al uso cotidiano de la lengua maya, nos sugieren la pertenencia a un colectivo étnico que tiene una historia y un origen común y, por lo tanto, tienen también una matriz cultural compartida que les ha permitido su continuidad étnica y cultural.

Palabras clave:
lengua
identidad
maya
Yucatán
Abstract

The aim of this paper is to trace the common origin of the contemporary Maya people from their use of patronymics, taking these as individual language signs that are important indicators of identity. This analysis is the result of a comparative study between two regions both representative of the processes of change and continuity in the Maya culture: the henequen zone and the milpera zone in the east of the peninsula. The dominance of surnames with Maya origin among more than half of the population in Yucatan, and their links to the everyday usage of Maya language, suggest belonging to an ethnic collectivity that shares a common history and common origin, that would also therefore lead to a shared cultural base, allowing for ethnic and cultural continuity.

Keywords:
language
identity
Maya
Yucatan
Texto completo

A través del lenguaje aprendido sobre las rodillas de nuestra madre, lenguaje del que nos separamos sólo en el sepulcro, el pasado es reconstituido, una membresía es imaginada y un futuro es soñado.

Benedict Anderson

Introducción

Han transcurrido más de quinientos años desde la colonización española, numerosos pueblos indios han desaparecido, otros han sido asimilados y algunos, los menos, persisten a pesar del embate que han sufrido durante todo este proceso. Entre estos últimos se encuentran los mayas que habitan la península de Yucatán que, cuando menos en términos territoriales y lingüísticos, son el pueblo indio más homogéneo del país y también uno de los que conserva en mayor medida algunos rasgos que permiten pensar en una continuidad histórica que data de la época prehispánica.1 Si consideramos que desde el momento mismo de su llegada los colonizadores impusieron su sistema de comunicación oficial y “borraron” de un plumazo los universos culturales y la autonomía discursiva de los “autóctonos” excluyéndolos durante todo este periodo de “un sistema comunicativo que fetichizaba la palabra escrita o impresa” (Lienhard 2003: 14) y que abarcó incluso el uso de los patronímicos, es del todo significativo que un gran porcentaje de los mayas peninsulares conserven aún en el siglo xxi no sólo este rasgo, sino también el uso de la lengua materna como signo diacrítico que sugiere una identidad común y un pasado histórico compartido.

Los mayas peninsulares, al igual que los demás pueblos indios, han estado sujetos a la dominación y la discriminación de la población blanca (peninsular y criolla) e incluso la mestiza, pero también han experimentado los procesos de cambio de más de quinientos años, incluyendo los que vinieron con la modernidad y la globalización y que han impactado a las comunidades mayas con la introducción de la tecnología vía la televisión, la computación y la telefonía celular, así como los procesos económicos que han dado lugar a la migración tanto interna (campo-ciudad) como externa (hacia los Estados Unidos). Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los pueblos indios actuales, los mayas han logrado mantener una unidad territorial, pero sobre todo lingüística y cultural que no puede considerarse “obvia”, como a algunos pudiera parecerles, ya que nos habla de la relativa autonomía escritural como de la apropiación del sistema europeo para transcribir su tradición oral que plasmaron en importantes obras literarias indígenas, como el Popol Vuh, los Libros del Chilam Balam o los Cantares de Dzitbalché y por supuesto de la continuidad de la lengua maya como medio de comunicación y la conservación de sus patronímicos (en este caso hablamos de los apellidos) originarios que señalan su ascendencia indígena.“En el resto deMéxico los conquistadores impusieron su lengua a los vencidos […] en Yucatán por el contrario conservan con tal tesón su habla, que lograron hasta cierto punto que los dominadores la aceptaran” (Orozco y Berra 1869).

En este contexto el trabajo que aquí presentamos aborda la identidad de los mayas yucatecos contemporáneos a partir de dos de los elementos culturales más visibles: los patronímicos y la lengua, tomándolos como indicios, referentes o atributos identitarios, asimismo tratamos de constatar su vigencia como signos diacríticos de una identidad étnica tanto para los propios sujetos como para la alteridad. En este sentido, nos centramos en constatar la continuidad en el uso de los nombres o más propiamente los apellidos, así como en la utilización de la lengua nativa ya que ambos hacen alusión a un origen común, siendo al mismo tiempo los más visibles y por lo tanto más propicios a la estigmatización.2Con el fin de obtener una mayor información nos planteamos hacer un estudio comparativo3 que diera cuenta del comportamiento de estos marcadores en dos regiones que aparentemente guardan entre sí diferencias, debido a los procesos históricos que han signado su desarrollo. Para ello se seleccionaron dos de las regiones socioeconómicas las en que se ha dividido el estado de Yucatán y que en nuestra opinión son emblemáticas de la historia del pueblo maya yucateco: la zona henequenera y la zona milpera del oriente. La información obtenida es resultado de conjuntar la metodología cuantitativa a través de la aplicación de una encuesta compuesta por una muestra de 276 familias y la cualitativa mediante la realización de los estudios de caso en una comunidad de cada uno de los municipios seleccionados tanto en la zona henequenera como en la milpera.

Para la aplicación de la encuesta se eligió un municipio en cada una de las zonas de estudio: el municipio de Motul localizado en el corazón de la exzona henequenera e integrado por las comisarías de Ucí, Kiní y Zacapuc y que presenta, con respecto al oriente diferencias dado el proceso histórico que se inició en el siglo xix. Esta región fue el área geográfica donde se introdujo el cultivo e industrialización del henequén que desplazó al del maíz como la principal forma de sustento del campesino maya y que significó un proceso de cambio que trastocó para siempre su mundo de vida material y simbólico que giraba en torno al sistema de la milpa y al cultivo de esa gramínea. Transformó así al campesino libre en peón acasillado cuasi siervo de las grandes haciendas henequeneras, propiedad de la población blanca. Otro elemento que marca la diferencia con la región del oriente yucateco es la escasa participación de la población de la zona en la denominada Guerra de Castas. En recompensa por esto, los indígenas mayas fueron “reconocidos” como mestizos y en la actualidad es en esta parte del estado donde al indio maya se le dice mestizo. Asimismo, en la época contemporánea, en esta región se abrieron las primeras fábricas de la industria maquiladora con el fin de aprovechar la oferta de mano de obra barata que resultó de la quiebra de la industria del henequén. En esta región se seleccionó la comunidad de Ucí para el trabajo de campo a profundidad como nuestro estudio de caso.

En la zona del “oriente tradicional”4 se seleccionó el municipio de Valladolid, integrado por las comisarías de Pixoy, Ticuch, Tixhualactún y Kanxoc, y representa, valga la redundancia, la expresión “más tradicional” de este pueblo indio por cuanto se conservan con mayor presencia elementos de la cultura maya, tales como la lengua, el vestido, formas de organización, ritos y ceremonias que se supone son ancestrales, así como por haber sido primero reducto y posteriormente región de refugio de los insurrectos de la Guerra de Castas.5 En este municipio nuestro estudio de caso la fue comisaría de Kanxoc. Esta comunidad es identificada en el imaginario de los no indios no sólo del municipio de Valladolid –al cual pertenece– sino incluso entre los sectores blancos de la ciudad de Mérida –capital del estado– como una población “muy maya” y por ende “conflictiva, “atrasada” y “peligrosa”.

Rastreando la identidad

Los dos marcadores a través de los cuales abordamos uno de los elementos considerados por Barth como característicos de la identidad étnica han sido poco utilizados en los últimos años, tanto por considerar que tienen cierta carga racista como porque son cuestionados en cuanto a la inexactitud de lo que a través de ellos supuestamente se expresa. Estamos conscientes de los cuestionamientos que el uso de estos marcadores tienen en cuanto a referentes identitarios, sin embargo, la memoria histórica de los mayas yucatecos que se encuentra plasmada en los tres códices precortesianos y El Libro de los Libros del Chilam Balam que refieren a un pasado compartido nos permiten asignar a la lengua un gran peso como referente de identidad étnica de este pueblo, así como hablar de la existencia de un origen común, de la continuidad de la cultura maya y la reconstrucción de su identidad. De acuerdo con nuestro objetivo nos centramos en los apellidos y el uso de la lengua maya que tratamos de asociar con la pertenencia étnica, con la intención de determinar en lo posible (aunque sea numéricamente) la composición étnica de la muestra. Seleccionamos estos marcadores porque consideramos que la lengua es una marca de identidad y por lo tanto los apellidos y nombres son signos individuales de la misma que pueden indicarnos la pertenencia a un colectivo étnico determinado que puede o no tener un origen común, dependiendo del grupo social de que se trate.

Encontramos que, tomando en conjunto el total de la muestra de los dos municipios estudiados, como señala el cuadro 1, es notablemente predominante la población que tiene ambos apellidos mayas, mientras que un porcentaje bastante menor posee apellidos que llamaremos mixtos (maya-español o viceversa) y sólo un mínimo de individuos tienen ambos apellidos españoles. Si vemos estos datos por municipio encontramos que en Motul un alto porcentaje, representado por más de la mitad de los jefes de familia encuestados, tienen ambos apellidos mayas, mientras que una tercera parte, aproximadamente, llevan apellidos mixtos, es decir maya-español y una minoría tienen ambos apellidos españoles. Este panorama se revierte en el municipio de Valladolid donde casi la totalidad de la muestra tiene ambos apellidos mayas, mientras que apenas una minoría lleva apellidos mixtos (maya-español) y no aparece nadie que tenga ambos apellidos españoles.6

Cuadro 1.

Origen por apellido

  Total de la muestra  Valladolid  Motul 
Ambos mayas  74.50 %  92.50 %  66.80 % 
Maya-español  22.40 %  7.50 %  30.10 % 
Ambos españoles  3.10 %  ----  3.10 % 
Total  100 %  100 %  100 % 
Fuente: Encuesta del proyecto Los mayas. Identidad, cultura y poder.

La situación que prevalece en el contexto municipal en cuanto a la preeminencia de la composición de los apellidos se refleja claramente en las dos comunidades estudiadas. Mientras en Ucí, nuestro estudio de caso, encontramos que aunque la mayor parte de las familias tienen apellidos mayas, se presenta ya un número importante de personas que lleva apellidos mixtos (español-maya) y otro que porta ambos apellidos españoles, en tanto que sólo una minoría registra ambos apellidos mayas. Esto contrasta claramente con Kanxoc comunidad del oriente, donde no encontramos a ningún habitante que tuviera apellidos mixtos (maya-español)7 y tampoco ambos españoles. La totalidad de los habitantes de esta comisaría conserva sus dos apellidos mayas.8

Esto nos demuestra que cuando menos en el área rural trabajada existe una predominancia de personas que por su apellido podrían ser considerados de origen maya. Con respecto a la vinculación propuesta, se encuentra la extendida idea entre los no indígenas, más concretamente los habitantes de las ciudades como Mérida, Izamal, Ticul, Valladolid y Tekax, de que algunos individuos, con el fin de perder el estigma social que significa tener ascendencia maya, han caste-llanizado sus apellidos, como por ejemplo Ek por Estrella, Dzul por Caballero, o bien quienes, teniendo apellidos mixtos, ocultan el de origen maya y registran, por lo menos informalmente, sólo el apellido español. Como puede observarse, la posibilidad de la ascendencia maya es mayor en el municipio de Valladolid donde vemos que no aparece nadie que tenga ambos apellidos españoles.9

A partir de la información obtenida podemos señalar una mayor presencia de individuos que parecen tener ascendencia maya en la zona del oriente hasta una aproximación de tres generaciones anteriores a la actual, mientras que en la zona henequenera los fuertes procesos de cambio originados por la creciente migración producto del colapso del henequén, así como por la cercanía a la ciudad de Mérida, se reflejan en una disminución de individuos con ambos apellidos mayas y el paulatino aumento de personas con uno o ambos apellidos españoles en más de cuatro generaciones. Es importante señalar que, en este caso, algunos portadores de uno o los dos apellidos españoles son de padres donde uno o ninguno son originarios de Yucatán: son provenientes de otros estados de la República, principalmente de Tabasco, Veracruz y Chiapas, incluso encontramos que una minoría son descendientes de la migración forzada de los yaquis que se dio en la dictadura de Porfirio Díaz.

La semejanza entre las dos zonas en cuanto a los apellidos sugiere la existencia de un mismo origen étnico o una misma raíz, que se ha mantenido a pesar de los siglos de dominación que han transcurrido desde el momento de la conquista. La persistencia de este marcador étnico habla de actitudes de resistencia, pero también de discriminación-subordinación de la población india por la población blanca y mestiza, insertos en un sistema de estratificación social-regional lo suficientemente impermeable como para impedir por mucho tiempo la libre mezcla de los diferentes componentes raciales que conforman la actual población de Yucatán, sistema que a raíz del conflicto racial de 1847 tuvo fracturas que permitieron un mayor contacto entre los grupos que componían la población de la península de esa época, principalmente entre indios y mestizos que se dio en mayor medida en las comunidades de la zona henequenera.

De esta forma observamos que actualmente en esta zona existe una clara tendencia al aumento de los apellidos mixtos o españoles por sobre los apellidos de origen maya, que nos indican el inicio de un proceso de transición cultural,10que implica la sustitución paulatina de algunos referentes identitarios propios por los ajenos, por considerar a los primeros con una fuerte carga de estigmatización. Esto tiene que ver con la dimensión nominal de la lengua, ya que el nombre de la lengua representada en este caso por el apellido no es algo inocuo, “el nombre de la lengua es potencialmente una marca de identidad, de hecho ni siquiera importa la lengua en sí, sino su nombre”.11 Aunque no siempre el reemplazo lingüístico signifique una renuncia a la identidad étnica, sí se puede hablar de una tendencia generalizada en este sentido, sobre todo cuando se trata de identidades subordinadas.

No soy maya, soy mayero

La unidad lingüística que existe entre los mayas-yucatecos funciona como uno de los elementos más importantes que se encuentran vinculados a la homogeneidad cultural, en donde la lengua desempeña un papel fundamental como integrante de la cultura en tanto que es el instrumento mediante el cual, a través de símbolos, se aprehende el mundo con categorías y conceptos para de esa manera hacerlo manejable. La lengua es por lo tanto el instrumento o recurso para interpretar o reinterpretar la realidad social o cultural y es en ese sentido el vehículo mediante el cual “se reelabora y reproduce la identidad como un conjunto de símbolos que forman parte de los procesos identitarios”.12 Aunque existe un fuerte cuestionamiento acerca del uso obligado de la lengua como referente identitario, creemos que esto no es absoluto ya que depende del colectivo étnico de que se trate y en el caso particular de los maya-yucatecos, la lengua es expresión y emblema de su identidad, independientemente de que sea positiva o negativa.

En efecto, encontramos que entre los maya-yucatecos la lengua es todavía uno de los más importantes marcadores de identidad étnica tanto hacia el interior como hacia el exterior del grupo, que se refleja incluso en los datos estadísticos, ya que de acuerdo con el Censo General de Población (cgp) del 2000, Yucatán se encuentra entre las entidades federativas con el mayor número de población hablante de lengua indígena, con un 37.78 % de la población mayor de cinco años. De acuerdo con este censo, la población actual de mayores de cinco años es de 1 472 683, de los cuales 497 722 son bilingües y 48 066 son monolingües de maya, que sumados hacen un total de 545 838 hablantes de maya.13 Al comparar estas cifras con las obtenidas en el Censo General de Población de 1990, podemos observar que la composición de los tres sectores mencionados no presenta una alteración de importancia, pues igual que en ese año Yucatán registra para esa época un total de 1 362 940 habitantes, de los cuales 516 775 eran hablantes de lengua indígena. De éstos, una gran parte (475 962) eran bilingües y la minoría (40 813), monolingües de maya. De acuerdo con estas cifras se observa un número menor de monolingüismo maya con respecto a los reportados en el censo del 2000 (cuadros 2 y 3).14

Cuadro 2.

Uso de la lengua maya en Yucatán según censos 1990 y 2000

  Población Total  Bilingüe  Monolingüe maya  Monolingüe español 
1990  1 362 940  475 965  40 813  842 165 
2000  1 472 683  497 772  48 066  918 911 
Fuente: XI Censo General de Población y vivienda, inegi, 1990-2000.
Cuadro 3.

Población de cinco años y más por municipio y sexo según condición de habla indígena y habla española en Motul y Valladolid

  Población total  Monolingüe maya  Monolingüe español  Bilingüismo 
Yucatán  1 472 683  48 066  918 911  497 722 
723 658  19 454  444 141  256 376 
749 025  28 612  474 770  241 346 
Motul  26 236  302  15 718  10 124 
13 012  119  7 594  5 257 
13 224  183  8 124  4 867 
Valladolid  49 381  5 957  17 874  25 182 
24 172  2 254  8 780  12 979 
25 209  3 703  9 094  12 283 
Fuente: Censo General de Población y Vivienda, inegi, 2000.

La información anterior concuerda con los datos obtenidos por nosotros donde se observa que la mayor parte (84.17 %) de la población encuestada15 es hablante de la lengua maya, ya sea monolingüe (15.06 %) o bilingüe maya-español (69.11 %).16 Esta información nos permite constatar la vitalidad de la lengua maya, al mismo tiempo que nos sirve para demostrar la relación que existe entre el origen maya que pueda estar implícito en el apellido y la utilización de la lengua maya como principal medio de comunicación. Si nos apoyamos en los datos estadísticos podemos decir que existe una mayor probabilidad de que quien tenga apellido maya sea hablante de esta lengua. Si comparamos la información de cada uno de los municipios analizados encontramos que existen diferencias entre ambas zonas que son resultado de los diferentes procesos históricos que se desarrollaron en cada una.

Así, en el municipio de Valladolid, que se encuentra en la zona considerada como la “más tradicional” del estado de Yucatán, el Censo General de Población y Vivienda del 2000 reporta que de una población de 49 381 habitantes, casi la mitad (25 182) mayores de cinco años son bilingües maya-español, en tanto que 5 957 mayores de cinco años son monolingües de maya17 y el resto es monolingüe de español. Si comparamos estos datos con los obtenidos en nuestra investigación (cuadro 4), encontramos que también en este municipio se presenta el más alto porcentaje (100 %) de hablantes de maya (71.68 % son bilingües maya-español, en tanto que 28.32 % son monolingües maya) y no encontramos monolingües de español originarios de Yucatán. Por ejemplo, don José Koyoc, habitante de Kanxoc nos dijo: “Entre los kanxoques todos hablamos la maya porque es la lengua que nos enseñaron nuestros padres y la que hablaban los antiguos que vivieron aquí. Por eso en todos lados se habla. El que es kanxoque es mayero, hablamos la maya aunque estemos en Valladolid”.

Cuadro 4.

Persistencia y valoración de la lengua maya

  HablantesValoraciónTransmisión
  Monolingüe maya  Bilingüe  Monolingüe español  Positiva  Negativa  Neutra  La transmite  No la transmite 
Total Muestra  3.26  33.79  62.39  70.1  6.5  22.8  81.6  18.4 
Motul  2.63  67.90  29.47  57.1  14.0  28.1  65.2  34.8 
Valladolid  28.32  71.68  ----  96.8  0.8  2.4  99.2  0.8 
Fuente: Encuesta del proyecto Los mayas. Identidad, cultura y poder.

Encontramos que en el municipio de Motul, localizado en la “moderna” zona henequenera, el censo del 2000 señala que de un total de 29 485 habitantes, 10 483 son hablantes de maya, de los cuales casi la totalidad son bilingües mientras que solamente 302 son monolingües. De acuerdo con nuestros datos, aunque también se reporta un alto porcentaje de hablantes de maya (67.90 %), el índice de monolingües de maya es muy bajo (2.63 %), en tanto que una población significativa (29.47 %) es monolingüe de español. Comparando ambos municipios podemos ver que, si tomamos en cuenta el alto porcentaje de bilingüismo y monolingüismo de español, podemos inferir que en Motul existe una clara tendencia a sustituir el uso del maya por el español como lengua materna, en tanto que en Valladolid se sigue conservando el maya como primera lengua (cuadro 4).

El alto porcentaje de bilingüismo maya-español expresa el dominio del español y la subordinación lingüística del maya, así como el proceso de desplazamiento18de esta lengua por aquella especialmente en la llamada ex zona henequenera, donde la maya (como le llaman los hablantes) ha pasado a ser la segunda lengua, entre un cada vez más amplio sector de la población compuesto principalmente por las familias de los migrantes, entre quienes el uso del maya se ha restringido casi exclusivamente a las personas de más edad y al ámbito privado, no sólo intracomunitario sino incluso intrafamiliar. Esta situación puede representar el principio de un proceso de erosión lingüística que suele suceder tanto por causas de migración como por una adquisición insuficiente de la lengua minoritaria (en este caso el maya) como lengua materna (Pfailer 1994). Al respecto dice don Adelaido Uicab, dueño de una tienda en Ucí:

Aquí en mi chan tiendita, los que vienen a comprar hablan cincuenta por ciento en maya y cincuenta por ciento en español, por eso yo converso los dos. Aunque esto lo hago mayormente con señoras y señores, porque los jóvenes y niños casi puro español hablan, ya casi no conocen la maya, aunque la hablan poco, si la entienden.

Valoración y transmisión de la lengua materna

Sin embargo, cabe señalar que el principio de integración unitaria conlleva códigos y reglas que, en el caso de las identidades colectivas, tienen que ver con la cooperación y solidaridad del grupo. En el cuadro 4 podemos ver que la mayoría de los sujetos sociales hacen una valoración positiva de su lengua debido, básicamente, a su funcionalidad como medio de intercomunicación con el “nosotros”, en tanto que el reducido porcentaje que la valoró negativamente lo hizo en función de los “otros”. La valoración que denominamos neutra es aquella que no expresó claramente una percepción positiva o negativa, sino que dijo hablarla “porque es la costumbre” o “porque sus padres, familiares y amigos la hablan”. Este principio se expresa también en la transmisión de la lengua materna en los primeros años de vida, tal como se ve en el cuadro anterior, el cual refleja que la mayoría de los que integraron la muestra continúa enseñando “la maya a sus hijos”.

La mayoría de los que llamamos bilingües son predominantemente hablantes de maya que han incorporado un importante número de vocablos en español. Esta condición de bilingüismo, aunque es aceptada por los hablantes, tiene en el fondo una descalificación, ya que a quien habla en esta forma se le dice que habla el xek’ maya, vocablo que significa “mezcla”, pero con un significado peyorativo. En tanto que a quienes hablan sólo la maya se dice que hablan la nojoch maya, que significa “la gran lengua”.

Cabe señalar que también suele observarse entre los monolingües de español, incluso de las clases altas, el uso de algunas palabras en maya, esto por supuesto no tiene nada que ver con un bilingüismo a la inversa, pues los términos mayas incorporados son mínimos y su uso es discrecional. Planteamos que la lengua desmpeña un doble papel en los procesos de identidad: como marcador y como instrumento mediante el cual ésta se reconstruye, se reelabora y se transmite.

Conclusiones

Para concluir planteamos que el alto índice de bilingüismo no significa necesariamente un abandono del maya, sino el resultado de un proceso adaptativo a la pluralidad de mundos de vida (Berger y Kellner 1973) que la identidad étnica, expresada en la lengua, tiene que enfrentar en las sociedades modernas. Este proceso se considera inherente a las sociedades modernas en contraposición con la relativa homogeneidad cultural de las sociedades consideradas tradicionales. Por otra parte, debemos tomar en cuenta que la pluralización de estos mundos de vida significa que entre ellos existe una gran diversidad, discrepancia e incluso oposición. En este contexto, si bien se considera a la lengua maya como referente identitario en el mundo de lo privado, ya sea familiar o comunitario, en el mundo público no sólo es innecesaria, sino incluso opuesta a la lengua de intercomunicación de la sociedad global. “Estas diferencias tienden a presentarse en forma de contraposiciones binarias (hombre-no hombre, hombre-mujer, blancos-negros, mi grupo-otro grupo etc.) que se reflejan directamente en el lenguaje y en el sistema simbólico del grupo o de los individuos inmersos en él” (Giménez 1996). Sin embargo, este principio de diferenciación obedece a un previo principio de integración unitaria de toda unidad identitaria en virtud de la cual las diferencias se subsumen y se disimulan o neutralizan.

De esta manera, las diferencias que se expresan a través de la contraposición lingüística maya y español se subsumen o neutralizan cuando éstas son utilizadas en diferentes mundos de vida. Esto significa que los individuos guardan bajo su unidad identitaria un conjunto de rupturas y crisis que son superadas con la percepción de su permanencia en el tiempo, lo que permite establecer una continuidad entre su presente y su pasado y de esa manera vincular entre las distintas experiencias ya sea en el plano individual o colectivo. De este modo, la lengua forma parte fundamental del banco de conocimientos disponibles que nos fue proporcionado al nacer y mediante el cual aprehendemos y codificamos el mundo social.

En este sentido, aunque por un lado se trata de dar continuidad al uso de la lengua maya,19 la pluralización de los mundos de vida que conforman la identidad de los mayas actuales delimita los espacios de utilización de esta lengua, aunque continúe siendo el habla cotidiana y simbólica tanto en el ámbito familiar como comunitario.20 Las diferencias que se presentan entre la zona henequenera y la zona del oriente están estrechamente vinculadas con los procesos de cambio que han tenido lugar en el pasado y los que actualmente se están dando en estas regiones. Sin embargo, a pesar de las diferencias y tendencias observadas en cada uno de los municipios estudiados, podemos afirmar que hasta el momento de concluir esta investigación la lengua maya es la principal forma de expresión y comunicación en ambas zonas, sobre todo si tomamos en consideración que el maya se habla tanto en los espacios de interacción más íntimos de la vida cotidiana como en los espacios comunitarios festivos y rituales. En consecuencia, podemos plantear que, no obstante el tiempo transcurrido y los procesos de cambio que han tenido lugar entre los hablantes del maya, la lengua continúa siendo importante como referente de la identidad entre los mayas actuales de Yucatán.21Por último cabe señalar que esta situación no oculta que muchos de los hablantes de la maya, sobre todo en la zona henequenera, tengan una concepción “negativa” de la identidad maya y dado que la lengua sigue operando como un importante referente de heteroidentidad la niegan y la ocultan hacia los “otros”. Para estos individuos hablar la lengua maya es “ser indio” y ser indio significa ocupar en la escala social una posición de inferioridad. Por ello, hablar español tiene connotaciones de superioridad, la categoría étnica queda subsumida en la categoría de clase, en tanto que hablar maya también significa “ser pobre”.

Referencias
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Identidad. III Coloquio Paul Kirchhoff, pp. 114-125

Esto no significa que planteemos la inmutabilidad de la cultura maya peninsular, sino que hablamos de la persistencia de elementos culturales que forman parte del “núcleo duro” de la identidad que en este caso demuestra la continuidad histórica del pueblo maya peninsular.

El término “estigma” ha sido utilizado para hacer referencia a un atributo desacreditador; sin embargo, no es ignominioso ni honroso en sí mismo, sino tiene que ver más con un sistema de relaciones que de atributos. Si relacionamos estos últimos con la identidad se puede decir que si calificamos a un individuo en función de los atributos que puede demostrar, estamos hablando de una identidad social real, pero si lo hacemos a partir de atributos supuestos, hablamos de una identidad social virtual (Goffman 1993).

Este ensayo es parte de una investigación más amplia que se realizó en Yucatán, que intentó dar cuenta de la identidad de los mayas contemporáneos y fue financiada por el conacyt

Algunos estudiosos del pueblo maya llaman así a esta región por considerar que es la que ha conservado elementos culturales significativos de este grupo étnico.

La insurrección conocida como Guerra de Castas tuvo lugar en el año 1847 y es el levantamiento indígena más importante que ha tenido lugar en América Latina.

Actualmente, y como resultado del proceso migratorio a Cancún y la Riviera Maya principal-mente de jóvenes, se puede encontrar un mayor número de apellidos mixtos.

El porcentaje que aparece para el municipio de Valladolid con apellidos mixtos (maya-español) se refiere a las otras comisarías que lo integran.

Considerando el margen de error que pudo tener la encuesta, la información fue verificada en el trabajo de campo intensivo, consultando los libros del registro civil y a la misma población.

Cabe aclarar que la información al respecto se refiere únicamente a la población indígena que componía la muestra de la investigación y desde luego no se entrevistó a ninguna persona de origen no indígena

Entendemos como “tránsito cultural” el proceso de incorporación del individuo (en este caso del indígena) a la nueva cultura mediante la renuncia de su cultura tradicional y significa la negación de la cultura propia para aceptar nuevas formas de vida. Este proceso es analizado por Bartolomé y lo llama “transfiguración cultural”: “como expresión de estrategias adaptativas que las sociedades subordinadas generan para sobrevivir y que van desdibujando su propio perfil cultural e identitario; para poder seguir siendo hay que dejar de ser lo que se era” (Bartolomé 1997: 73).

Valiñas (1996: 115-116) reconoce que la lengua tiene cuatro dimensiones: la biológica, que se refiere a los aspectos fisiológicos; la gramatical corresponde a la estructura de la lengua; la nominal, relacionada tanto con el nombre de la lengua como con los valores atribuidos a ella; y por último la dimensión social que significa el proceso generativo resultante de la interacción social.

Porque, como atinadamente afirma Valiñas: “La interacción verbal que se da entre el comunicador y el receptor y principalmente las relaciones sociales que se establecen entre los participantes del acto conforman un todo, el cual nos obliga a considerar a la lengua como un proceso generativo que reproduce y es parte de las relaciones sociales de una comunidad particular en donde, necesariamente, los procesos de identidad se reproducen, se recrean, se reelaboran y, por decirlo así, compiten” (op. cit.: 118).

Según los datos censales, el municipio de Valladolid, junto con otros de la región del oriente, como Chan Kom, Chemax, Chichimila y Temozón representan el más alto porcentaje de hablantes de maya tanto bilingües como monolingües y el más bajo de monolingües de español.

inegi, Yucatán, XI Censo General de Población y Vivienda, 1990 y 2000. Si consideramos la poca confiabilidad de la información estadística en México, las cifras que refieren a los hablantes de maya deben estar por encima de las consignadas, en especial cuando reportan “no especificado” y aun entre quienes contestaron no hablar el maya por el estigma que esto supone.

Estos datos se refieren al total de la muestra, es decir a todos los miembros hablantes de la familia encuestada mayores de cinco años.

Según los estudios sociolingüísticos de Arzápalo (1997) y Jiménez (1982), la información censal, hasta 1960, resaltaba que el estado de Yucatán era el prototipo del bilingüismo estable. Sin embargo, la última información censal, así como la obtenida por nosotros demuestra un crecimiento paulatino del bilingüismo y la restricción espacial del maya a los espacios privados.

Comparando los datos del censo de 1990 para este municipio, encontramos que los hablantes monolingües de maya registrados fueron 3 640, mientras que para el censo del 2000 fueron 5 957, lo que representa un aumento de casi la mitad que puede ser atribuido a una revaloración de la lengua y de la identidad étnica que se dio como resultado de los movimientos reivindicatorios de Chiapas y del discurso oficialista del nuevo gobierno que en la campaña preelectoral destacó la problemática indígena.

El proceso de desplazamiento tiene lugar cuando la lengua minoritaria pierde en forma paulatina alguna de las tres condiciones de competencia que debe tener: la gramatical o lexical, la comunicativa y la cognitiva.

Nuestros datos reportan que la mayor parte de los entrevistados (81.6 %) contestó tener la maya como lengua materna y haberla transmitido intencionalmente a sus hijos, aunque el grueso de este porcentaje pertenece al “tradicional” municipio de Valladolid, mientras que en Motul un significativo 43.81 % la aprendió como segunda lengua.

La continua ocupación de la península yucateca por el mismo grupo etnolingüístico así como la frecuente interacción entre sus miembros ha favorecido la vitalidad y la persistencia de la lengua maya. Un factor poco mencionado al respecto es que debido a su inferioridad numérica y la actitud de resistencia de los indígenas mayas, los hispanos se vieron obligados a aprender la maya para conseguir ser obedecidos y protegerse. Esta práctica continuó y es posible que más adelante, en la etapa de las grandes haciendas maicero-ganaderas e incluso en la etapa de auge del henequén, el uso del español les haya sido prohibido a los mayas como una forma de discriminación al establecer que la utilización de esta lengua era exclusivamente para los blancos.

El ámbito de lo cotidiano es un mundo intersubjetivo en el que los actores sociales comparten experiencias, dentro de un espacio donde la lengua es el medio que da vida al proceso de interacción que construye la identidad.

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