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Inicio Anales de Antropología Una posible cancha de juego de pelota en el área de la ciudadela, teotihuacan
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Vol. 49. Núm. 1.
Páginas 113-133 (enero 2015)
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Una posible cancha de juego de pelota en el área de la ciudadela, teotihuacan
A probable structure for the ball game in the Citadel, Teotihuacan
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Sergio Gómez Chávez
Instituto Nacional de Antropología e Historia, Zona Arqueológica de Teotihuacán
Julie Gazzola
Instituto Nacional de Antropología e Historia, Dirección de Estudios Arqueológicos
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Resumen

Distintos indicadores arqueológicos permiten suponer que el juego de pelota era una actividad conocida y practicada en la antigua ciudad de Teotihuacan. Las imágenes plasmadas en el mural de Tepantitla hacen alusión a distintas maneras de jugar a la pelota en espacios abiertos donde se utilizaban marcadores móviles y, posiblemente, en una cancha limitada por estructuras paralelas.

Este artículo tiene como objetivo mostrar la información relacionada con la práctica del juego de pelota en Teotihuacan conocida hasta ahora. Se presentan los datos de una gran estructura arquitectónica descubierta recientemente en el espacio ocupado por el Complejo de La Ciudadela; proponemos que fue una cancha para la escenificación ritual del juego de pelota que funcionó en las primeras fases de Teotihuacan.

Palabras clave:
arqueología
arquitectura
tzacualli
ritual al inframundo
Abstract

Several archaeological indicators suggest that the ball game was an activity known and practiced in the ancient city of Teotihuacan. The mural of Tepantitla shows different ways to play ball in an open space with mobile markers or, possibly, in a field flanked by parallel structures.

The article is a synthesis of the information known until now on the practice of the ball game in Teotihuacan. We also present new data on a large architectonical structure excavated recently in the Ciudadela complex and identified as a ball game structure used in the earliest Teotihuacan phases.

Key words:
archaeology
architecture
tzacualli
underworld ritual
Texto completo
Introducción

Desde hace varias décadas, los arqueólogos nos hemos cuestionado por qué no se ha localizado en Teotihuacan una cancha para jugar a la pelota con características similares a las que se conocen en numerosos yacimientos arqueológicos del territorio mesoamericano. Considerando la contemporaneidad de muchos sitios que mantuvieron diferentes clases de vínculos con Teotihuacan y que cuentan con estructuras arquitectónicas para la práctica del juego de pelota en forma de “I” o doble “T”, resulta extraño que en la gran metrópoli no se hubiese encontrado, hasta ahora, una cancha con las características propias de este tipo de espacios.

El juego de pelota tuvo un papel muy importante en la mitología, la cosmovisión, y el imaginario de los antiguos pueblos mesoamericanos; se ha vinculado de distintas maneras con la renovación de la naturaleza, la persistencia del ciclo cósmico del Sol, la luz y la oscuridad, con el inframundo, las fuerzas creadoras, muerte y renacimiento, la guerra y el sacrificio (Pasztory 1972; Uriarte 1992; Florescano 1995; entre otros). Desde esta perspectiva, y dadas las diferentes connotaciones que seguramente involucraba el juego de pelota en la vida de la antigua sociedad teotihuacana, para nosotros es necesario plantear la disyuntiva de la existencia o no de una cancha como un problema de investigación que incluye aspectos vinculados con la ideología, con la cosmogonía mesoamericana y con uno de los relatos míticos más importantes del México prehispánico.

Desde el descubrimiento de la Estela de La Ventilla (figura 1) en los años sesenta del siglo pasado, ha persistido la idea de que el juego de pelota en Teotihuacan se practicaba en espacios abiertos limitados en sus extremos por marcadores móviles ensamblables, los cuales podrían haberv sido transportados e instalados donde fuera necesario (Aveleyra 1963).

Figura 1.

Estela de La Ventilla.

(0.05MB).

En una de las pinturas murales del conjunto arquitectónico de Tepantitla, se encuentra plasmada una escena en la que varios personajes juegan a la pelota en un espacio limitado por elementos similares a la famosa Estela de La Ventilla (figura 2); sin embargo, en el mismo mural se han reconocido otras formas de jugar, incluyendo la practicada en un espacio limitado por dos elementos paralelos, probablemente haciendo alusión a una cancha (figura 3).

Figura 2.

Fragmento del mural de Tepantitla. Varios personajes se enfrentan en una partida utilizando bastones para golpear a la pelota.

(0.27MB).
Figura 3.

Fragmento del mural de Tepantitla. Personajes practicando el ulama de cadera.

(0.24MB).

En distintas excavaciones se han recuperado elementos vinculados con el juego de pelota. La información obtenida permite inferir que esta práctica era no sólo conocida por los antiguos teotihuacanos, sino que, como se muestra en el mural de Tepantitla, se jugaba de distintas maneras. Se han encontrado figurillas hechas de cerámica representando a jugadores ataviados con los implementos propios de los practicantes (figura 4). Se han reportado fragmentos de yugos esculpidos en piedra verde, varias secciones de “marcadores móviles”, representaciones de manoplas, anillos y aros tallados en piedra. No obstante, hasta hace poco tiempo ninguna cancha había sido localizada, persistiendo la idea de que Teotihuacan habría desarrollado y tratado de difundir su propia manera de jugar a la pelota. Esto se ha planteado a partir del hecho de que durante el apogeo de Teotihuacan, el número de canchas en el territorio mesoamericano disminuye notablemente y vuelve a tener importancia luego de su colapso (Taladoire 1976, 1981).

Figura 4.

Figurilla procedente de las inmediaciones del Barrio de los Comerciantes representando a un jugador de pelota (fotografía: Miguel Morales).

(0.06MB).

En este artículo hacemos un breve recuento de la información registrada sobre distintos elementos asociados al juego de pelota. Se presentan los resultados de una exploración arqueológica realizada en el espacio de la plaza de La Ciudadela, donde localizamos y exploramos una estructura arquitectónica que, planteamos, pudo tratarse de una cancha para la escenificación de los mitos asociados al juego de pelota. La correlación cronológica y estratigráfica indica que esta estructura fue construida y permaneció en uso durante las fases tempranas del desarrollo de la sociedad teotihuacana.

Aparentemente, la destrucción de este singular elemento arquitectónico ocurrió en un momento en que se sucedieron importantes cambios que afectaron considerablemente la configuración general del espacio urbano. Al igual que otras edificaciones antiguas que formaban parte de un primer santuario (Gazzola 2009), fue arrasado por los teotihuacanos, quedando sus restos paulatinamente cubiertos por construcciones de niveles superiores, hasta que, finalmente, La Ciudadela adquirió el arreglo y la disposición que presenta en la actualidad.

Antecedentes

Una de las primeras evidencias sobre la práctica del juego de pelota en Teotihuacan fue registrada en Tepantitla, un conjunto arquitectónico ubicado al este de la Pirámide del Sol. En los murales 2 y 3 del Pórtico 2 se encuentra el mural identificado por Alfonso Caso (1942) como el Tlalocan. En la parte baja de los muros pintados se pueden observar escenas donde pequeñas imágenes de personajes juegan a la pelota. Uriarte (1992) propuso que se pueden identificar hasta ocho formas distintas de juego.

Particularmente interesante en el mural de Tepantitla es la identificación de personajes practicando una variedad del juego conocida como “pasyiry a kury”. Jugado hasta hace poco en el actual estado de Michoacán, los contendientes se enfrentan en una partida utilizando un bastón de madera para golpear la pelota a la que se le prende fuego. En el mural se observa a varios personajes interactuando en un espacio limitado en ambos extremos por estelas (figura 2).

Con el hallazgo de la estela de La Ventilla (figura 1), hoy expuesta en el Museo Nacional de Antropología, se corroboró que la escena en el mural corresponde con una forma particular de juego ejecutada por los antiguos teotihuacanos. En la pintura es posible observar la manera en que se utilizan bastones para golpear y disputarse la pelota, así como la ubicación de marcadores en ambos extremos que delimitan el espacio del juego.

Vale recordar que la Estela de La Ventilla fue localizada de manera accidental y extraída de su contexto original por los propietarios del rancho de mismo nombre, quienes dieron aviso y la entregaron directamente al inah, perdiéndose la información sobre su contexto particular y la posibilidad de establecer una temporalidad. El doctor Román Piña Chan intentó reconocer el lugar de donde había sido sacado; sin embargo, pese a los esfuerzos invertidos al realizar excavaciones en lo que denominó sistemas I, II y III de La Ventilla A, jamás logró identificarse de dónde fue recuperado este singular elemento (Piña 1963).

Otra sección del mural de Tepantitla muestra a dos personajes practicando posiblemente el “ulama de cadera”; en la escena se observan dos figuras tendidas en un espacio rectangular limitado por líneas paralelas que algunos autores identifican como una posible cancha (Taladoire 1981).

Las plazas públicas en los barrios: espacios para el juego de pelota

A partir de los trabajos realizados entre 1992 y 1998 en el barrio de La Ventilla, se propuso que el juego de pelota podría haberse practicado en las plazas públicas de los barrios de la ciudad. En La Ventilla se exploró un enorme espacio abierto localizado en el centro del barrio, mismo que fue identificado como una plaza pública (figura 5) que funcionó entre las fases Tlamimilolpan y Metepec (entre 200 y 650 dC). De acuerdo con el modelo propuesto (Gómez 2000), este espacio pudo estar de alguna manera bajo control de los ocupantes del Templo del Barrio y haberse utilizado para la instalación del mercado temporal, la realización de las festividades comunitarias y la práctica del juego de pelota; para esto último debieron colocarse marcadores móviles como el de la Estela de La Ventilla.

Figura 5.

Plano general de la parte explorada del Barrio de La Ventilla. Al centro se aprecia un espacio en forma de T que proponemos funcionaba como la plaza pública del barrio, destinada para la instalación del tianguis, la celebración de las festividades comunitarias y el juego de pelota.

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Recordemos que la Estela de La Ventilla fue localizada al sur de esta plaza (que vista en planta semeja una T y ocupa un área de aproximadamente veinticuatro mil metros cuadrados) por lo que es muy probable que la escultura se usara en este lugar. Otros barrios con espacios que funcionaron como plazas públicas pudieron haber sido también utilizados para actividades similares, incluyendo, como hemos planteado, el juego de pelota.

Al respecto, Torquemada realizó una descripción reveladora para entender tanto la disposición como el uso de las plazas públicas para el Posclásico; sin embargo, nos puede dar una idea sobre la práctica del juego de pelota y su relación espacial con otros elementos arquitectónicos:

La casa del rei, o Señor del Pueblo, estaba en el mejor lugar y asiento, y ante los Casas reales estaban una Plaza grande, mui llana y barrida, más larga que quebrada; la cual, en su lengua, llamaban batey, que quiere decir en nuestra, juego de pelota… También avía otras casas cercanas de esata misma Placa; y si era Pueblo mui grande; anvía otras Placas o Juegos de pelota, Menores que la principal.

Más adelante señala: “estaba este lugar del Tlachco en la misma plaza del mercado, aunque otros había en otras partes y barrios” (Torquemada 1969: 248, 343, tomado de Scheffler et al. 1999).

En las exploraciones de La Ventilla realizadas entre 1992 y 1994, se localizaron varios elementos relacionados con el juego de pelota. Uno es el fragmento de un anillo de piedra con una representación fitomorfa tallada en ambos lados (figura 6). Se encontraba fuera de su contexto original en una fosa, integrada sólo como relleno y en asociación con varios esqueletos de individuos infantiles (Gómez 2000). La cronología del depósito corresponde a la fase Xolalpan tardía-Metepec (450-650 dC.).

Figura 6.

Fragmento de aro para el juego de pelota. Procedente del Conjunto Arquitectónico A de La Ventilla.

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Otro aro, aunque aparentemente de mayores dimensiones y completo, fue localizado durante las exploraciones realizadas en los años sesenta del siglo pasado, en el conjunto arquitectónico conocido como La Ventilla B. La fotografía que se conserva muestra este objeto aparentemente con una espiga sin embargo, no hemos podido localizar la pieza. Tampoco se cuenta con más información que permita asignarle una temporalidad.

En el área de la gran plaza, que proponemos servía para el juego de pelota, muy cerca de la esquina noroeste del conjunto identificado como el Templo del Barrio, se localizaron los fragmentos de un vaso cilíndrico, pulido, con motivos esgrafiados y un reborde basal que representa un yugo (figura 7). Los fragmentos del vaso muestran diseños de monos y en la parte central un cartucho con elementos geométricos. Otros fragmentos de cerámica del mismo contexto y probablemente de otro recipiente similar, fechados para la fase Xolalpan (350-550 dC.), presentan diseños en planorelieve de personajes ataviados con implementos para el juego. La forma y decoración de este recipiente debieron ser muy parecidas a la de un vaso con reborde basal en forma de yugo recuperado en las tierras bajas mayas (Guatemala), en cuyas paredes y tapadera se representan jugadores de pelota.

Figura 7.

A. Fragmentos de vaso con reborde basal en forma de yugo procedentes de La Ventilla. B. Reconstrucción hipotética del recipiente. C. Fragmentos de paredes de vaso con representación esgrafiada de personajes ataviados para el juego del mismo contexto que los anteriores. D. Vaso maya de Guatemala de la colección del Metropolitan Museum of Art (dibujos: de Ramiro Medina).

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Durante la construcción del camino periférico, se recuperó, muy cerca del hecho de travertino. En el barrio actual de Purificación, ubicado al oeste de la zona arqueológica, Noemí Castillo localizó la sección cónica de otro marcador que actualmente se encuentra en la Dirección de Estudios Arqueológicos. Secciones de otros marcadores han sido referidas en diferentes publicaciones, aunque de varias se desconoce su contexto.

Una posible cancha para el juego de pelota

Desde 2002 hemos conducido numerosas exploraciones arqueológicas en toda el área del Complejo Arquitectónico de La Ciudadela. Se han realizado excavaciones en la gran explanada y en los conjuntos 1D y 1E ubicados al norte y sur del Templo de la Serpiente Emplumada; llevamos a cabo trabajos en las plazas 2 y N al sur del río San Juan; también hicimos excavaciones al norte del Gran Conjunto. Los objetivos, así como los problemas de investigación que abordamos y pretendemos resolver son diversos. De manera general pretendemos conocer y comprender los procesos de cambio sucedidos en las fases iniciales del desarrollo de la sociedad teotihuacana. Estos procesos se vinculan con el uso prístino del espacio para la producción intensiva de alimentos, la configuración y transformación sucesiva del conjunto urbano, la conformación y el ejercicio de las estructuras de poder así como su vínculo con la ideología y la cosmovisión.

Las excavaciones en la gran explanada de La Ciudadela (figura 8) han permitido descubrir y registrar numerosos elementos y materiales gracias a los cuales ha sido posible reconstruir la secuencia ocupacional y arquitectónica desde las fases más tempranas hasta el abandono de la ciudad.

Figura 8.

Plano general de las excavaciones realizadas en el complejo de La Ciudadela entre 2002 y 2013.

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De esta manera, luego de casi doce años de trabajo de investigación en el complejo de La Ciudadela, contamos con evidencias que nos permiten reconstruir el proceso de ocupación, uso y transformación del espacio a lo largo de varios siglos. Se tienen evidencias del uso del espacio para fines agrícolas desde la Fase Patlachique (200-0 aC) mediante riego a gran escala (Gómez y Zavala 2005, 2009); tenemos información precisa de la existencia de un primer complejo arquitectónico de carácter cívico-ceremonial que funcionó durante al menos dos siglos al inicio de nuestra era, el cual por su disposición estratigráfica, ha sido denominado como preciudadela (Cabrera 1991, 1998 y Gazzola 2009). Su construcción se ubica en la Fase Tzacualli Temprana (50-80 dC) y se conforma por varios conjuntos arquitectónicos y estructuras, incluyendo un edificio (denominado pre-templo) que antecedió al Templo de La Serpiente Emplumada. El complejo preciudadela se mantuvo en funcionamiento hasta el inicio de la Fase Miccaotli (150-200 dC) y posteriormente fue arrasado por los propios teotihuacanos; sobre los restos de las diferentes construcciones de lo que pudo haber sido un primer santuario fue construida La Ciudadela entre 200 y 300 dC.

El descubrimiento y la exploración sistemática de un túnel que se ubica por debajo del Templo de La Serpiente Emplumada nos han permitido plantear y corroborar una serie de hipótesis vinculadas con el pensamiento mítico y religioso, así como con las formas mediante las cuales se legitimaban las estructuras de poder. Gracias a los fechamientos de 14C sabemos que el túnel fue contemporáneo al primer complejo arquitectónico durante la Fase Tzacualli y por algún tiempo funcionó junto con el Templo de La Serpiente Emplumada (Miccaotli e inicios de la Fase Tlamimilolpa Temprana, 200-250 dC).

En la parte central de la gran explanada y en torno al altar central, se descubrieron los límites de un basamento de aproximadamente 45 metros por lado con desplantes en talud que se conservan en algunas partes con hasta .6 m de altura (figura 9). También se exploraron de manera sistemática los desplantes de largas plataformas laterales adosadas al norte y sur del basamento. Las plataformas y el basamento delimitan un espacio abierto, al cual se accedía por medio de varias escalinatas con alfardas ubicadas en las plataformas. La longitud total de la estructura que denominamos 5 es de 123 m de norte a sur.

Figura 9.

Vista del vértice sureste del basamento central que forma parte de la Estructura 5, apreciándose el desplante de los muros en talud. El altar central de la plaza de La Ciudadela sirve como referencia de ubicación (Fotografía de Sergio Gómez).

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En la construcción de la Estructura 5 se emplearon bloques de tepetate unidos con lodo; también se utilizó la argamasa de gravilla de tezontle para los aplanados. Como la mayoría de las estructuras del nivel preciudadela, presenta una orientación que difiere en tres grados de la utilizada en fases posteriores. Hemos establecido que el uso de bloques de tepetate y un tipo de roca arenisca, conocida localmente como xalnene, así como la orientación que presentan algunos edificios, son indicadores de las construcciones de fases tempranas.

El desplante en los cuatro lados del basamento ubicado bajo el altar fue explorado completamente en 2009 y 2010; no se localizó por ninguno de sus lados alguna escalinata que permitiera acceder a su parte superior; solamente en el lado oeste se registraron alineamientos de piedra trabajados de manera muy burda que fueron superpuestos a la construcción original y pudieron haber servido más como banqueta que como escalinata. Las dimensiones de este agregado posterior son muy reducidas y difícilmente pudieran haber sido parte de una escalinata. Las plataformas norte y sur tienen 10.6 m de ancho en su base y debieron alcanzar una altura cercana a los 2.9 m; en su parte baja presentan un talud que soporta un muro vertical, es decir, esta construcción, como muchas otras del nivel preciudadela, no tiene el característico talud y tablero que se observa en edificaciones posteriores. Hacia el lado exterior de las plataformas se ubicaron escalinatas de 8 m de ancho. Las escalinatas están limitadas por alfardas y conservan el aplanado de argamasa y en varias partes restos del enlucido de cal; conducen la circulación hacia la parte superior de las plataformas en tanto que otras escalinatas de las mismas dimensiones permiten descender al espacio interior (figura 10).

Figura 10.

Detalle del desplante de la escalinata exterior de la plataforma este de la Estructura 5. Conserva restos de los dos primeros escalones y ambas alfardas. El altar de la plaza sirve como referencia de ubicación.

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Por el norte se localizó la esquina formada por otra plataforma que cierra el espacio por ese lado, encontrándose también el desplante de otra escalinata. Al sur se localizaron los restos muy dañados de la plataforma que limitaba la Estructura 5 por ese lado. Ambas plataformas se ven de pronto interrumpidas, notándose en los rellenos adyacentes, una gran cantidad de fragmentos de aplanado, los cuales evidentemente correspondieron a esta construcción que fue destruida intencio-nalmente por los teotihuacanos para obtener los niveles requeridos para colocar el piso de la plaza de La Ciudadela.

Las tres plataformas y el basamento central, que son parte de la Estructura 5, limitan un espacio abierto que tiene únicamente piso de tierra. Sobre los ejes de las escalinatas de la sección norte se realizó una excavación con objeto de tratar de ubicar un “marcador”; exactamente en el cruce de los dos ejes fue localizada una oquedad circular rellena únicamente con tierra y grandes piedras. Es posible que en este lugar haya existido un marcador pero fue desprendido.

En el mismo lado norte, directamente sobre el piso de tierra, se encontró una esfera tallada burdamente en tepetate y a pocos metros un fragmento de yugo hecho en piedra verde (identificada por petrografía como una brecha compuesta por fragmentos de roca volcánica cloritizada, Ricardo Sánchez, comunicación personal, 2014) (figura 11). Este fragmento de yugo está esculpido con volutas similares a las que presentan objetos similares, hachas y palmas localizadas en distintos sitios.

Figura 11.

Fragmento de yugo hecho en piedra verde localizada en asociación con la Estructura 5. Fotografía de M. Morales.

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En 2011 realizamos exploraciones hacia el oeste del espacio abierto con objeto de corroborar la simetría de los elementos descubiertos en 2009 y 2010. Localizamos evidencias muy dañadas de diferentes construcciones que modificaron completamente el espacio e hicieron imposible, en ese año, verificar la simetría de los elementos registrados en temporadas anteriores. Aparentemente, el área oeste fue objeto de diversas modificaciones que completaron la destrucción de la Estructura 5 por este lado. La continuación de las exploraciones para localizar otros elementos arquitectónicos que corroboren plenamente la existencia de un patrón de simetría ha sido programada al término de la exploración del túnel.

A pesar de las afectaciones antiguas y modernas que sufrió la Estructura 5, y que causaron la destrucción total de la sección oeste, es posible reconocer algunos elementos arquitectónicos que reforzarían la hipótesis de que se trataba de una cancha de juego. Vista en planta (figura 12), la parte de la estructura que se conserva es muy sugerente y permite suponer que efectivamente se trata de un espacio que originalmente tuvo la forma de I latina o doble T, utilizada para el juego de pelota. Su construcción en la Fase Tzacualli, formó parte de un plan de construcción que comprendía un primer santuario compuesto por diversas estructuras arquitectónicas, incluyendo un edificio piramidal (el llamado pre-templo) que antecedió al Templo de La Serpiente Emplumada y el conducto subterráneo actualmente en exploración. Planteamos que el túnel habría sido concebido como una metáfora del inframundo y mantenía una fuerte vinculación simbólica con el espacio consagrado para el juego de pelota y posiblemente las representaciones del mito de la creación original.

Figura 12.

Plano general de ubicación y forma general propuesta para la Estructura 5. Se muestra el altar central, la Plataforma Adosada y el túnel que pasa por debajo del Templo de La Serpiente Emplumada para relacionarla espacialmente. Plano CNMH/ A. García.

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En un periodo de tiempo relativamente corto, la Estructura 5, al igual que varias construcciones del nivel preciudadela, fue arrasada y cubierta paulatinamente por los pisos sucesivos que se extendían por toda la plaza. Durante las siguientes fases, La Ciudadela fue adquiriendo la configuración que podemos observar en la actualidad, dominando el amplio espacio de la gran plaza. Gracias al cuidadoso registro estratigráfico empleado durante el desarrollo del Proyecto Ciudadela, ha sido posible reconocer que algunas construcciones del nivel preciudadela no fueron arrasadas al mismo tiempo, sino que durante algún tiempo continuaron funcionando y formaron parte del paisaje propio del espacio de la plaza. La Estructura 1B’ es un ejemplo de este proceso, pues a pesar de las diferentes modificaciones y superposiciones que tuvo durante su existencia, sabemos que corresponde al nivel preciudadela y funcionó hasta el último momento.

En el caso de la Estructura 5, corroboramos que fue contemporánea con un primer templo que estuvo decorado con serpientes que se desplazaban sobre corrientes de agua, aunque en un estilo diferente al del Templo de La Serpiente Emplumada. La información obtenida nos permite saber que, al menos por un tiempo muy corto, la Estructura 5 funcionó junto con el Templo de La Serpiente Emplumada y con el túnel que exploramos; poco tiempo después, entre el 250 y el 300 dC, como parte de una sucesión de eventos que en este momento de la investigación aún estamos por precisar, el túnel es clausurado, se construye la Plataforma Adosada cubriendo parte de la fachada del Templo de La Serpiente Emplumada y se arrasa la Estructura 5; sobre sus restos se construye el altar central, adquiriendo entonces la gran explanada la configuración que observamos en la actualidad.

De esta manera podemos visualizar por un momento cuál debió ser la disposición de los diferentes elementos que configuraban el paisaje ritual que evocaba el inicio del tiempo mítico, de la cuenta de los días, del calendario: en el lado este el pre-templo que habría sido sustituido por el Templo de La Serpiente Emplumada, frente a su fachada principal la entrada al túnel protegida por muros y, más al oeste, la Estructura 5, un espacio utilizado para la representación simbólica del juego emprendido por los dioses creadores, aquellos que descienden al inframundo para enfrentarse en una partida a las deidades del inframundo.

Finalmente, en la Fase Tlamimilolpan Tardía (300-350 dC), la Estructura 5 fue arrasada y quedó cubierta por el piso asociado a la Plataforma Adosada, que cubrió parcialmente la fachada principal del Templo de La Serpiente Emplumada.

Conclusiones

Distintas evidencias confirman de alguna manera las diferentes formas de jugar a la pelota en Teotihuacán. Para muchos investigadores resulta contradictorio que no se hubiese podido localizar una cancha como las que existen en sitios que fueron contemporáneos a la gran metrópoli. Sin embargo, el hallazgo de elementos escultóricos utilizados como marcadores en espacios abiertos, tal como se representa en los murales de Tepantitla, ha llevado a plantear el uso de las plazas públicas en los barrios de la ciudad para jugar a la pelota, aunque no descartamos la posibilidad de que también se hubiese practicado en canchas, como aparentemente también se representa en los mismos murales.

Las exploraciones conducidas en el espacio de la plaza de La Ciudadela, permitieron reconocer los limites de una construcción de aproximadamente 123 m de longitud que, proponemos, funcionó como una cancha para la representación apoteósica del juego de pelota. El espacio interior de la denominada Estructura 5 estuvo originalmente delimitado en su lado este por un basamento de casi 45 m por lado, por largas plataformas adosadas al norte y sur, así como otras en los extremos norte y sur, todas con escalinatas que conducían la circulación al espacio interior.

La Estructura 5 fue en gran parte destruida por los propios teotihuacanos quienes prácticamente desaparecieron toda la sección oeste. Sin embargo, considerando el patrón de simetría presente en la arquitectura teotihuacana, planteamos la posibilidad de que el espacio interior se hubiese limitado por construcciones similares a las que se conservan en el lado este. Si nuestra suposición es correcta, la forma del espacio interior sería muy semejante a la de muchas canchas formando la doble T con los cabezales al norte y sur.

Por distintos medios hemos podido confirmar que la Estructura 5 fue contemporánea con el túnel y en algún momento con el Templo de La Serpiente Emplumada. Esta situación modifica radicalmente la visión que ha persistido durante mucho tiempo, en el sentido de que la Plaza de La Ciudadela siempre fue un espacio abierto. Nuestras investigaciones corroboran que algunas construcciones del nivel preciudadela que se ubican en el área de la gran explanada, continuaron en uso junto al Templo de La Serpiente Emplumada e incluso algunas con la Plataforma Adosada, de tal manera que la forma como apreciamos hoy en día La Ciudadela, fue adquirida hasta la Fase Tlamimilolpan Tardía.

Hemos postulado que el túnel (que hemos explorado desde 2009) es una representación metafórica del inframundo, de la cueva sagrada, el lugar de la creación original. De igual manera, el Templo de La Serpiente Emplumada representa la Primera Verdadera Montaña, aquella que emergió del mar primigenio en el momento de la creación original. La cancha del juego de pelota es la representación (en este caso terrena) del inframundo. Ambos elementos están estrechamente vinculados y fueron fundamentales para establecer el emplazamiento de las estructuras arquitectónicas, el Templo de La Serpiente Emplumada, y seguramente antes, el edificio que le precedió; la entrada y el mismo túnel, así como la Estructura 5, que fue muy probablemente el Teotlachco referido en las fuentes, un espacio para la dramatización ritual del juego de pelota celebrado entre los dioses. Como lo señala Florescano: “Al ordenamiento del universo siguen los acontecimientos que convierten al inframundo en la región más importante del cosmos. A un lado de la cancha del juego de pelota, el lugar original del sacrificio y el centro del mundo, se levantó la Primera Verdadera Montaña, en cuyo interior está la cueva húmeda que contiene las semillas nutricias y los jugos fertilizantes” (1995: 198-199).

En este sentido no parece extraño que al interior del túnel hubiésemos localizado diversos elementos de hule, incluyendo varias pelotas (figura 13) que pudieron haber servido para jugar o bien únicamente como elementos simbólicos asociados al juego de pelota y al inframundo. Miles de semillas de diferentes plantas en perfecto estado de conservación hacen referencia a los rituales que recreaban la abundancia y el poder fertilizante que existe en el interior de la cueva sagrada, en las profundidades oscuras y húmedas del inframundo.

Figura 13.

Una de varias pelotas de hule descubiertas en el interior del túnel bajo el Templo de La Serpiente Emplumada. El diámetro aproximado es de 10 cm pero se tienen otras de hasta 75 cm de diámetro en promedio que llegan a pesar hasta 6.5 kilogramos (Fotografía de Miguel Morales).

(0.15MB).

Ninguna duda hay de que el juego de pelota en Mesoamérica mantenía una asociación idealizada con los mitos de la creación. De acuerdo con los relatos del Popol Vuh, los eventos más trascendentes que enfrentan los “Gemelos Divinos” se suceden en las profundidades del inframundo. Los “Gemelos Divinos” bajan a jugar pelota al inframundo, donde son vencidos, decapitados y desde donde vuelven al plano terrenal victoriosos, trayendo consigo los dones que necesita la humanidad para su mantenimiento. En el caso concreto que nos ocupa, la Estructura 5 mantenía una vinculación directa con el túnel, cuya entrada se encuentra a escasos metros de su límite este. La representación del mito de la creación se escenificaba en el túnel ante la mirada expectante de la población teotihuacana y en la estructura que proponemos funcionó como cancha para el juego de pelota.

Su destrucción puede relacionarse con los procesos de cambio sucedidos en la Fase Miccaotli e inicios de la Fase Tlamimilolpan, los cuales trajeron consigo la reconfiguración del espacio que afectó a todo el conjunto urbano, que implicó entre otras cosas, la adopción de una nueva orientación de todos los edificios. Es posible que en Teotihuacán continuara practicándose el juego de pelota en canchas, a pesar de que hasta el momento no se haya localizado una de fases posteriores a la que en este escrito nos hemos referido como la Estructura 5.

¿Dejó de practicarse el juego de pelota en canchas, adoptando y promoviendo la modalidad de celebrar el juego en espacios abiertos delimitados con marcadores móviles o existe en algún lugar una cancha aún oculta que confirmaría las distintas formas de jugar a la pelota? Es necesario continuar los trabajos para dar solución a los problemas de investigación que quedan por resolver. A pesar de que el sitio cuenta con la mayor superficie explorada, todavía queda mucho por excavar y conocer de la antigua sociedad teotihuacana.

Referencias
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