Sr. Director:
Hemos leído con preocupación la editorial publicada en el número 5 de septiembre-octubre 2015 bajo el título «MENTOR: un programa innovador de reclutamiento de residentes». En ella, el Dr. González Fajardo expresa su inquietud por la falta de compromiso y trabajo de la nuevas generaciones de cirujanos y residentes de cirugía vascular. No solo no compartimos lo que él considera «un sentir general», sino que consideramos su editorial profundamente desafortunada. En ella se infravalora y ofende sin razón a la generación más joven de profesionales de nuestra especialidad.
Es triste leer todavía, sobre la cuestión del género como una de las principales causas de desafección por la cirugía. No es cierto que las mujeres, a las que se les presupone más centradas en valores familiares, no estén atraídas por una carrera profesional que exige dedicación, toma de decisiones estresantes y sacrificio. Durante las últimas décadas, las mujeres han llenado las aulas de medicina y, consecuentemente, las especialidades quirúrgicas. Como ejemplo, en 2014 cuatro de las 5 especialidades más demandadas fueron médico-quirúrgicas, aun siendo mujeres el 62,7% de los 12.413 médicos solicitantes1,2.
Consideramos que el doctor confunde gravemente jerarquía con autoritarismo, y sin base sociológica alguna, achaca déficits psicológicos a núcleos familiares que no entendemos cómo pueden influir en el grado de profesionalidad de un médico.
Es de celebrar que actitudes autoritarias con sometimiento al residente a órdenes y condiciones de trabajo arbitrarias han dejado paso a unidades docentes enfocadas al crecimiento personal y profesional. En la actualidad, el sentir general es que en la formación quirúrgica se comparten conocimientos y se colabora por el bien común del paciente y del desarrollo de la especialidad, sin valorar según el número MIR, la competencia de los médicos en formación. Opinamos que, no hay mayor muestra de compromiso, sacrificio y esfuerzo que el que supone trabajar y estudiar durante más de una década hasta conseguir la especialidad, independientemente del año en que se empezó.
Lamentamos el sentir del Dr. González Fajardo, y respetamos la opinión expresada, pero resulta inadecuada como editorial de la revista, que consideramos portavoz de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular. Rogamos una rectificación y disculpas por las ofensivas afirmaciones publicadas.