Leo con sorpresa la Carta al Director que envía el Dr. Francisco Álvarez Marcos y la Dra. Ana Apodaka Díez, así como los ecos de sociedad que ha generado la editorial «MENTOR un programa innovador». Lejos de mi intención queda el haber pretendido ofender, o que algún colectivo se sienta agraviado. Si lo ha sido así, pido disculpas y razonablemente entenderé que no he sabido expresarme bien. Pero no salgo de mi asombro cuando se trata de sacar de contexto una experiencia y un debate educativo sobre posibles alternativas o ideas de cara al futuro. Nos quedamos en la superficialidad y no en su contenido. Nuestra especialidad médico-quirúrgica tiene unos problemas comunes de formación en el mundo occidental. Frente al cruzarse de brazos y esperar a lo que nos impongan (en este caso la troncalidad), es loable la actitud anglosajona de ante un problema, reflexionar, buscar posibles causas y mostrar posibles soluciones. Cuando Sidawy, en su Conferencia Presidencial publicada en el Journal of Vascular Surgery, hace una serie de reflexiones sobre las diferencias generacionales entre el pasado y el presente, el papel de la mujer o los antiguos sistemas jerárquicos quirúrgicos; esas afirmaciones pertenecen al ámbito de la opinión y no puede juzgarse este análisis por el grado de evidencia científica, aunque las opiniones sean reflexiones admitidas por el Comité de Credenciales Norteamericano o que proceda de importantes sociólogos americanos cuando intentan explicar ciertas conductas actuales. Esas aseveraciones, que meramente traduzco de la documentación original, son las bases sobre las que se sustenta el programa de innovación americana, han sido admitidas por todos ellos en el seno de la Society of Vascular Surgery, y en ningún caso ha habido cartas de réplica o protesta en tal revista de científica. El negar hoy día el papel predominante de la mujer en la medicina, y por extensión en las especialidades quirúrgicas, es negar una realidad constatable en cualquier centro hospitalario o facultad de medicina. De la misma manera, la forma evolutiva de gestión de lo que son los servicios hospitalarios quirúrgicos son puro espejismo de cómo lo fueron hace años, pero ese sistema jerárquico piramidal y dictatorial puede ser tan solo enjuiciado por aquellos que entonces lo vivieron. Hoy día no somos misóginos, pero la mujer incorpora una serie de valores y prioridades diferentes que nos hace tal vez más humanos. El cirujano actual en los sistemas de salud públicos se ha convertido en un mero funcionario con características particulares relativas a su profesión. Con decir esto no se pretende negar lo evidente u ofender a ningún colectivo. Se trata de ser realista. De la misma manera, que cuando decimos que los jóvenes están más capacitados para las nuevas tecnologías que las generaciones más veteranas, sin que eso signifique como generalidad que un cirujano senior no pueda hacer satisfactoriamente una técnica endovascular (a pesar de estar más familiarizado con la cirugía convencional abierta) o que maneje un paquete de ofimática para hacer una presentación. Creo que a nuestros lectores, que ojalá se vean estimulados a participar por mis palabras, «los árboles les han impedido ver el camino» y el fondo del problema, que es meramente educativo. ¿A dónde vamos? ¿El nuevo espacio europeo con un 20% menos de horas, permite una buena docencia de los futuros residentes?, tal vez cuando el artículo aparezca publicado hasta el proyecto de troncalidad no sea el que se presumía y los residentes elijan especialidad, como ahora, desde el principio y la oportunidad que consideraba de captación de los mejores hasta haya desaparecido. ¿Cuál es nuestra influencia real en la modulación del nuevo sistema? ¿Es suficiente que se despache el tema con una mera reunión informal de los responsables de docencia cada año coincidiendo con el Congreso Anual de la SEACV o que el Presidente de la Comisión de Docencia dé una larga perorata aburrida donde nos diga las veces que se han reunido o lo han hecho con el Ministerio? Evidentemente, no somos norteamericanos, pero podemos impregnarnos más de una mentalidad crítica, analizar en lo que fallamos, y propugnar posible soluciones. En eso estriba el ser arriesgado y ser creativo. Nuestro sistema formativo no ha sido de los peor valorados, pero el sistema va a cambiar y el marco laboral también, y debemos atrevernos todos a dar posibles soluciones. De ello, dependerá el papel futuro y la impronta en la sociedad de nuestra especialidad. De ello, dependeremos todos. Y que perdone quien se haya visto ofendido por mis palabras. Nunca fue esa mi pretensión.
Información de la revista
Vol. 68. Núm. 1.
Páginas 86-87 (enero - febrero 2016)
Vol. 68. Núm. 1.
Páginas 86-87 (enero - febrero 2016)
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2005
J.A. González-Fajardo
Servicio de Angiología y Cirugía Vascular, Hospital Universitario de Valladolid, Valladolid, España
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Angiologia. 2016;68:84-510.1016/j.angio.2015.09.005
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A. Apodaka Diez, M.B. Ramírez Senent, M. Vila Atienza
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