Introducción
Desde que los primeros trabajos científicos identificaron al tabaco como sustancia responsable del cáncer de pulmón1 hasta la actualidad, en que se le atribuye la principal causa de morbimortalidad en los países industrializados2, han pasado algo más de 50 años. Actualmente, además, sabemos los efectos perjudiciales que origina la inhalación pasiva del humo del tabaco3. También existen pruebas de que las restricciones en el uso del tabaco en el lugar de trabajo y en los domicilios particulares reducen el consumo e incrementan el cese de fumadores4,5 a la vez que protegen al fumador pasivo.
Todo ello ha hecho que las intervenciones encaminadas a limitar el consumo y a proteger al no fumador sean mejor aceptadas socialmente que hace unos años.
Los trabajadores de la sanidad no estamos ajenos a la epidemia tabáquica. Es más, según diversos estudios publicados8-10 la prevalencia de fumadores es mayor en este colectivo que en el resto de la población y oscila en un 35,6-42,3%.
Por otro lado, sabemos que los profesionales de la salud tienen una función de modelo social6 que nos debería impulsar a realizar intervenciones específicas en este colectivo.
Nuestro trabajo pretende conocer la situación inicial del colectivo de trabajadores del Institut Català de la Salut, perteneciente al sistema público de salud en Cataluña, adscritos al DAP Eixample, con la intención de adecuar a la situación real una intervención que hemos denominado «Eixample sense Fum» (Eixample sin humo). Se enmarca dentro de un proyecto desarrollado por el GRAPAT de la SCMFIC y que tiene como objetivo principal difundir y profundizar en la idea de «Centros de Salud sin Humo».
Material y métodos
Se pasó una encuesta personalizada y anónima por correo interno a todo el personal sanitario y no sanitario que trabaja en el distrito sanitario Eixample de Barcelona ciudad (n = 932). Para asegurar una recepción correcta se adjuntó a la nómina y para verificar problemas de distribución y recogida adjudicamos un código para cada departamento o servicio.
El cuestionario incluía 26 preguntas con respuestas cerradas, la mitad de ellas destinadas exclusivamente a los fumadores. Se preguntaba sobre datos personales (edad, sexo, profesión y departamento), opinión sobre el cumplimiento de la normativa legal de prohibición de fumar en centros sanitarios, función modélica, intervenciones desde la consulta, actitud respecto al consumo de tabaco en el ámbito laboral; consumo de los fumadores, dependencia y motivación para dejar el hábito; disposición personal para participar en actividades para el abandono y opinión sobre la participación de la propia empresa en éstas. Los datos de la encuesta se analizaron mediante el programa SPSS 10.0; se realizó una descripción de todas las variables y un análisis bivariante, aplicando los tests estadísticos pertinentes, tras comprobación de las condiciones de aplicación.
Resultados
Respondió un 52% de los encuestados (n = 484), de los que invalidamos 5 por no completar el cuestionario. El 68,4% corresponde a mujeres; la edad media es de 46,9 años (DE, 9,9); un 26,5% fuma, el 3,8% no lo hace y en un 29,6% se trata de ex fumadores. En cuanto a la distribución por profesiones, se definen fumadores el 50% del grupo «otros», que engloba al personal de mantenimiento y técnicos superiores, un 35,9% de los administrativos/as, el 31,2% de los enfermeros/as, un 15,8% de los médicos y el 14,7% de las auxiliares de enfermería (tabla 1).
El 68,1% considera insuficientemente señalizada la prohibición en los centros, un 72,8% que se incumple la normativa legal al respecto por parte de los trabajadores, el 77,2% piensa que deberían existir espacios reservados para fumadores y al 61,2% les molesta que se fume en el centro. Un 87,5% considera importante la función modélica de los sanitarios (fig. 1).
Figura 1:Respuestas de la encuesta de opinión.
El 63,9% de los profesionales sanitarios (médicos de atención primaria, especialistas extrahospitalarios y enfermeros/as) aconsejan habitualmente a los fumadores para que abandonen el hábito (fig. 2).
Figura 2:Sanitarios entrevistados.
Los fumadores consumen 16,56 cigarrillos/día (DE, 9,5), iniciaron el hábito hace 23,2 años (DE, 9,6) y un 54,3% ha hecho al menos un intento para dejarlo. Tiene dependencia alta el 59,1%, medida con el test de Fagerström abreviado, y motivación alta un 76,7%, medida con el test de Richmond7.
El 64,8% estaría interesado en participar en actividades específicas para abandonar el tabaco (fig. 3) y el 72,4% piensa que la empresa debería facilitarles ayuda.
Figura 3:Fumadores por grupos.
Discusión
El estudio se basa en una encuesta de respuesta voluntaria, lo cual puede explicar la limitación del porcentaje de respuestas y, además, en las recibidas, un claro sesgo a favor de las personas que se sienten más motivadas por el tema. No realizamos una repetición de la encuesta debido a problemas técnicos que hubiesen dilatado excesivamente en el tiempo la identificación y preparación del grupo interesado en el abandono. En cuanto a los que no respondieron, el anonimato hace imposible su identificación, pero pensamos que esta intervención, y lo que de ello se derive, puede animarles a modificar actitudes para posteriores ocasiones.
La prevalencia de fumadores en nuestra encuesta es inferior a la media nacional (35%) y de Cataluña (30,9%)8,9, hecho que atribuimos a las características de edad y sexo, mujeres de mediana edad, de la población estudiada. Destacamos el elevado número de ex fumadores en nuestra serie (29,6%) en relación a la de la población general obtenida de las encuestas de tabaco en España y en Cataluña, 22,5 y 18,2%, respectivamente, pero similar al encontrado en la encuesta del personal del INSALUD de 19988, circunstancia que podría deberse a una mayor motivación del colectivo sanitario para el abandono. Si comparamos con otras encuestas similares realizadas en atención primaria10-13, en nuestro trabajo la proporción de fumadores sería algo menor, tanto si es considerada globalmente como entre los grupos profesionales equivalentes, pero al igual que en todas ellas destaca la elevada prevalencia entre el colectivo de enfermería y el colectivo no sanitario.
Aunque se confirma por parte de los encuestados la existencia de señales con la prohibición de fumar en los centros, parece ser que éstos la perciben como insuficiente. Así mismo afirman que no se cumple la normativa legal vigente de restricción de fumar en los centros sanitarios y que les molesta que se fume en su lugar de trabajo. Todas estas circunstancias deberían hacernos reflexionar sobre el hecho de que quizá no se ha dado la importancia suficiente al abordaje del tabaquismo dentro de los centros sanitarios, a pesar de disponer de un marco legal que nos lo facilita. Por otro lado, la elevada importancia que se atribuye a la función modélica del personal sanitario6 facilitaría aún más una actitud positiva de cambio del entorno laboral.
Consideramos que es insuficiente que sólo un 64% de los sanitarios, similar al 65% que Pardell muestra en su revisión14, aconsejen a los pacientes fumadores de manera habitual; si tenemos en cuenta que el éxito de dicho consejo se basa en un abordaje oportunista y sistemático de todo paciente fumador en cada visita15,16. Es por ello que sería deseable una mayor motivación de este colectivo al respecto. La realización de talleres dirigidos a los profesionales sanitarios y encaminados al aprendizaje de habilidades prácticas facilitaría y aumentaría estas intervenciones.
El perfil del fumador en nuestra DAP presenta un tiempo prolongado de hábito tabáquico con un consumo de cigarrillos moderado, la mitad ha hecho al menos un intento serio para dejarlo y más de la mitad tiene una dependencia alta. Por otro lado, 3 de cada 4 fumadores en activo presentan una motivación elevada. Esto, unido a que un 64,8% estaría interesado en participar en actividades específicas para el abandono, nos ha llevado a considerar la posibilidad de realizar unos grupos terapéuticos para fumadores dentro del horario laboral, en una franja horaria adecuada para los diferentes turnos y financiado por la propia empresa (Institut Català de la Salut). Actualmente, de las 69 personas que manifestaron interés, 49 se han inscrito en los grupos terapéuticos que se han puesto ya en marcha.
La mejora de la señalización recordando la prohibición de fumar en un centro público y la promoción de un cambio de actitud desde la propia empresa es un primer paso que nos permitirá avanzar hacia la consecución de un espacio sin humo. Esperamos que posteriores evaluaciones nos confirmen este hecho.
Agradecimientos
Nuestro agradecimiento a todos los participantes en la encuesta, así como a la Dra. Jardí Lliberia, directora del DAP Eixample, y a la dirección de enfermería del mismo DAP, sin cuya inestimable colaboración no habría sido posible llevar a cabo este trabajo.
Correspondencia: Ramon Casas Moré. C/ Mossen Santiago Oliveras, 1, esc. C, 1.o, 1.a. 08901 L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona). España.Correo electrónico: rcm19636@comb.es Este trabajo se presentó en forma abreviada en el XX Congreso de la semFYC en Gijón como comunicación libre. Manuscrito aceptado para su publicación el 3-X-2001.