Sres. Directores: Hemos leído con mucho interés la Carta al Director «Aceptación del tratamiento con sustitutivos de nicotina»1, sobre todo por los pocos trabajos que se llevan a cabo en el campo del tabaquismo, que como los autores apuntan es la principal causa evitable de morbimortalidad en los países desarrollados2, y como bien dice H. Pardell constituye «la epidemia de nuestro siglo»3.
Coincidimos esencialmente respecto a la escasa actividad que se realiza sobre el tabaquismo en las consultas de atención primaria, perdiéndose innumerables oportunidades. Hay estudios que demuestran cómo la «intervención mínima» (consejo breve, claro, personalizado y sistemático) por los profesionales sanitarios es de gran eficacia, que aumenta si además se utiliza apoyo psicológico o sustitutivos de la nicotina4.
Si a la intervención desde el ámbito sanitario se suma un decidido apoyo del Gobierno sobre otros campos (prohibición de publicidad indirecta, información clara sobre los efectos nocivos del tabaco, hacer cumplir la normativa ya existente, creando alternativas a la producción, etc.), la prevalencia del tabaquismo disminuiría claramente, y con ello el número de muertes atribuibles, que en España se estiman en unas 40.000 anuales5.
No estamos de acuerdo con los autores en que la causa de la baja aceptabilidad de los sustitutivos de la nicotina sea su elevado precio. Este alto precio que mencionan no es en realidad cierto, teniendo en cuenta que el precio del parche es de unas 400 pts./día y 24,8 cigarrillos/día suponen 250-350 pts.
La duración del tratamiento con parches se sitúa entre uno y 4 meses; con sólo un mes de abstinencia tabáquica, el balance económico sería ya positivo, sin contar los beneficios en salud, por supuesto mucho mayores. Creemos que, lejos de desmotivar, el tener que gastarse unas pesetas extra al inicio en los sustitutivos de la nicotina sirve de motivación para que el cese del tabaquismo sea más rápido y duradero. El «gratis total» a veces no funciona, al menos en nuestra experiencia.
Pensamos que el gasto invertido en la lucha antitabáquica puede ser más eficiente, si se dirige hacia otros campos como (educación en la escuela, información y formación del personal sanitario, etc.) que en la subvención de los sustitutivos de la nicotina.