Sres. Directores: Hemos leído con mucho interés el estudio de Rodríguez Alcántara et al «¡Doctor, vengo de urgencias!»1, y su lectura nos ha movido a escribir esta carta para mostrar algunos de los datos que hemos analizado en nuestro quehacer diario en un servicio de urgencias hospitalario, así como realizar algunas reflexiones y aportar un granito de arena en la explicación del problema que constituyen las urgencias sanitarias.
Nosotros llevamos a cabo un estudio en el que analizamos las urgencias atendidas en nuestro hospital durante el año 1997. A lo largo de dicho período habían acudido a nuestro servicio 88.320 pacientes, un 49% varones y el 51% mujeres.
En el análisis de la afluencia según el día de la semana, hallamos que aquellos con mayor población atendida fueron los lunes y domingos, y el día con menor población atendida fue el sábado, detectándose un descenso del 15% en la población que acude los sábados.
Calculamos el número de pacientes atendidos en nuestro servicio/1.000 habitantes del área de salud para cada grupo etario. En el conjunto de la población fueron atendidos 279/1.000 habitantes. Al realizar el análisis por grupos etarios, hallamos que los que más frecuentaron nuestro servicio fueron el grupo de 0-4 años (437/1.000), 70-74 (392/1.000), 75-79 (436/1.000) y mayores de 80 años (452/1.000); a continuación, había un grupo con asistencia también elevada: 20-24 años (320/1.000) y 24-29 (306/1.000); mientras los grupos con menor asistencia fueron 5-9 años (173/1.000), 10-14 (186/1.000) y 55-59 (182/1.000).
También calculamos la tasa de dependencia según la hora del día (fig. 1), con el propósito de medir la afluencia a urgencias de los pacientes con ocupación laboral en las diferentes horas del día. Hallamos que la tasa de dependencia era menor a la que tiene el área sanitaria en el período de 24-8 horas y mayor en el 8-24; es decir, durante el período nocturno atendemos una proporción mucho mayor de personas en edad laboral, y sin embargo en el diurno predomina la asistencia a pacientes con edad no laboral, lo que todavía es más manifiesto en el intervalo 10-20 horas.
Del análisis de estos resultados, de nuestra experiencia y de la opinión de otros autores nos gustaría reseñar o incidir en algunos aspectos:
1. Urgencia sentida como motivo de acudir a los servicios de urgencia. Con relativa frecuencia se dice entre los profesionales que trabajamos en urgencias que un elevado porcentaje de los pacientes que atendemos no presentan patología urgente2. Sin embargo, el sentimiento de enfermedad de los pacientes, la ansiedad que desencadena y el querer conocer lo antes posible la opinión de un profesional lo que se ha venido en llamar urgencia sentida provocan que busquen el medio más sencillo y rápido para responder a sus interrogantes: la puerta de urgencias.
2. Nosotros, al igual que otros autores1,3, constatamos una elevada afluencia de población joven a nuestro servicio, que todavía tiene mucha mayor importancia si destacamos la escasa morbilidad de este grupo etario comparado con el total de la población. En nuestro estudio hallamos una elevada atención de pacientes en el grupo de edad 20-29 años. Probablemente esto viene motivado por algunas características especiales que tiene la población joven:
Elevada inestabilidad laboral, por el mercado de trabajo actual. Lo que les empuja, en cierta manera, a buscar atención médica fuera de su horario laboral y del horario en atención primaria, aunque la patología que padezcan no sea en sí misma urgente. Este argumento se pondría de manifiesto en nuestro estudio por la baja tasa de dependencia hallada durante el período nocturno.
Una filosofía de vida que impulsa a desear solucionar los problemas con gran rapidez (como saciar la necesidad de comer con fast food), lo que lleva en muchas ocasiones a acudir al lugar donde «me valoran, me hacen inmediatamente las pruebas complementarias y me ponen un tratamiento».
3. En algún estudio4 se ha hallado que los individuos con un nivel económico bajo y con consumo alcohólico excesivo acuden con mayor frecuencia a los servicios de urgencias hospitalarios.
4. En resumen, todo apunta a que la afluencia a los servicios de urgencias hospitalarios aumentará paulatinamente, ya que, por un lado, estamos asistiendo a un envejecimiento de la población (siendo el grupo de ancianos el que presenta unas tasas más elevadas de asistencia) y, por otro, la población joven y en edad laboral está adquiriendo la costumbre de acudir a nuestros servicios de urgencias hospitalarios, motivada quizás por una más sencilla accesibilidad que en atención primaria.