Introducción
Las enfermedades cardíacas constituyen en la actualidad la causa de muerte más frecuente en los países desarrollados y en gran parte de los países del tercer mundo. En España, las enfermedades cardíacas son las causantes de más del 40% de todas las muertes1-3.
Los trastornos cardiovasculares no son consecuencia de un único factor causal, sino que tiene un origen claramente multifactorial. Esto implica la necesidad de reconocer la influencia de un amplio espectro de potenciales contribuidores, hasta ahora de proporciones indeterminadas4,5.
Entre los factores de riesgo que han recibido el mayor consenso se incluyen las altas concetraciones de colesterol en sangre, el aumento de la presión arterial, el hábito tabáquico, la obesidad, la diabetes, la falta de ejercicio y la historia familiar. A estos factores clásicos de riesgo se añaden variables psicofisiológicas, psicosociales y medioambientales. Hoy día se reconoce que estas últimas interactúan junto con las anteriores en la patogenia y la epidemiología de los trastornos cardiovasculares2,3,6,7.
Considerando todos los factores de riesgo en su conjunto, se podría afirmar que el principal riesgo es conductales ya que, aunque las consecuencias se manifiestan en el terreno físico o biológico, todos los factores de riesgo provienen del estilo de vida y de las tendencias conductales (fumar, obesidad, elevado colesterol en sangre, hábitos de ejercicio, consumo de alcohol, aspectos del patrón de conducta tipo A, ira, hotilidad, estresores medioambientales y reactividad psicofisiológica a los estresores). De acuerdo con Jenkins et al3, se podría argumentar que la enfermedad coronaria es fundamentalmente una enfermedad causada por el comportamiento y una de las enfermedades más relacionadas con el estilo de vida.
De todas las dolencias cardíacas, el infarto de miocardio es el que provoca el mayor impacto psicológico, que deriva en la aparición de diversos problemas5,8-12. Entre los más frecuentes, Bueno et al10 enumeran los siguientes: la presencia de trastornos emocionales, las dificultades para la reincorporación laboral, los problemas de funcionamiento sexual, la disminución del nivel de actividades sociales y de ocio, y la presencia de síntomas somáticos funcionales. Por tanto, los trastornos emocionales representan una de las principales consecuencias asociadas con estos problemas. Sin embargo, las alteraciones emocionales están más relacionadas con el impacto subjetivo de la enfermedad que con la severidad de ésta. El grado más alto se produce en los primeros meses de la dolencia cardíaca, aunque persiste con el tiempo10. La depresión y la ansiedad son mucho más frecuentes e intensas que en la población general. Estos pacientes tienen mayor preocupación por la salud y una mayor presencia de síntomas somáticos funcionales; también es muy frecuente una disminución del grado de actividades sociales, sexuales y de ocio4.
En conclusión, los principales problemas detectados, en este colectivo de personas mayores, están más relacionados con el impacto psicológico que produce la dolencia cardíaca que con las limitaciones físicas impuestas por ésta5-13. Ello justifica la necesidad de aportar una adecuada intervención para garantizar la rehabilitación y una deseable calidad de vida, desarrollando para ello programas desde el modelo psicosocial y biomédico12-14. En definitiva, las intervenciones deberían garantizar la reincorporación del paciente a sus actividades, tanto familiares como sociales y sexuales, lo que garantizaría su bienestar y una salud integral.
Por tanto, el objetivo de este estudio es identificar la afección de los pacientes cardíacos mayores de las provincias del sur de Galicia y comprobar en qué medida la edad agrava la presencia de la sintomatología psicosocial.
Sujetos y método
Muestra
En este estudio participaron 130 personas mayores: 65 con problemas cardíacos y 65 sin dicha enfermedad. De los cardiópatas, la mayoría eran varones (57 varones y 8 mujeres).
Para que la muestra fuera lo más homogénea posible se hizo una selección de todos los varones mayores de 60 años, con lo que quedó una muestra de 55 sujetos (29 con enfermedad cardíaca y 26 sin dicha enfermedad). La selección de los sujetos que participaron en este estudio se realizó de la siguiente manera: los cardiópatas se seleccionaron en hospitales de Ourense (Cristal Piñor y Santa María Nai) y Vigo (Cies y Meixoeiro), mientras que los no cardiópatas se seleccionaron en centros sociales de Ourense y Pontevedra.
Instrumentos y variables
Cuestionarios aplicados a la muestra
1. Inventario de Estrategias de Afrontamiento (IAE) de Halroyd y Reynold (1984). Esta escala consta de 20 ítems que se agrupan en 4 subescalas: reestructuración cognitiva, expresión emocional, apoyo social y retirada del apoyo social. Cada una de las subescalas consta de 5 ítems, con respuesta tipo Likert que va de 1(nuca utilizada) a 5 (siempre utilizada); las puntuaciones más altas son las que representan la mayor frecuencia del uso de dichas estrategias de afrontamiento positivo. La fiabilidad obtenida (alfa de Cronbach) en las subescalas fue las siguiente: reestructuración cognitiva = 0,83; expresión emocional = 0,63; apoyo social = 0,83 y retirada del apoyo social = 0,65 (tabla 1).
2. Test de Orientación Vital (TOV) de Scheir, Caver y Bridges (1994). Este cuestionario consta de 10 ítems con respuestas de tipo Likert graduadas de 0 (totalmente en desacuerdo) a 4 (totalmente de acuerdo). Las puntuaciones más altas son las de mayor grado de optimismo y bienestar. La fiabilidad obtenida (alfa de Cronbach) fue de 0,69.
3. Escala de Satisfacción con la Vida (ESV) de Deener, Emmuns, Larsen y Griffin (1985). Esta escala consta de 5 ítems, con respuestas de tipo Likert graduadas de 1 (en total desacuerdo) a 5 (en total acuerdo). Las puntuaciones más altas son las que representan un mayor grado de satisfacción con la vida. La fiabilidad obtenida (alfa de Cronbach) fue de 0,88.
4. Escala de Autoestima (EA) de Rosemberg (1983). Esta escala consta de 10 ítems con respuestas de tipo Likert graduadas de 1 (totalmente de acuerdo) a 4 (totalmente en desacuerdo). Las puntuaciones más altas son las que representan menor grado de autoestima. Su fiabilidad obtenida (alfa de Cronbach) fue de 0,77.
5. Instrumento de Evaluación de la Sintomatología Asociada (SCL-90) de Derogatis (1975). Este instrumento de evaluación consta de 54 ítems que se agrupan en 5 subescalas con distinto número de ítems, con un rango de respuestas de tipo Likert que va de 0 (nada ) a 4 (mucho). Las puntuaciones más altas son las más significativas. Las subescalas son: a) somatización, con 12 ítems; b) depresión, con 19 ítems; c) ansiedad, con 10 ítems; d) ansiedad fóbica, con 8 ítems, y e) hostilidad, con 6 ítems. La fiabilidad de las subescalas (alfa de Cronbach) fueron las siguientes: somatización = 0,70; depresión = 0,77; ansiedad = 0,74; ansiedad fóbica = 0,55 y hostilidad= 0,50.
6. Variables sociodemográficas.
La edad media de los participantes fue de 68 años (rango, 60-84 años). La mayoría están casados (el 89% de los cardíacos y el 92,3% de los no cardíacos) y con un nivel sociocultural bajo (el 73,19% los cardíacos tiene menos que estudios primarios y el 53% de los no cardíacos tiene estudios primarios incompletos).
Variables
Las variables dependientes de este estudio son las siguientes: satisfacción con la vida, autoestima, ansiedad, ansiedad fóbica, apoyo social y retirada del apoyo social.
Como variable independiente principal se incluyen la presencia o la ausencia de dolencia cardíaca.
Como variables control independientes se incluyen la edad, el sexo, el número de hijos, el estado civil actual, los estudios del entrevistado y los estudios del cónyuge.
Procedimiento
Recogida de datos
El procedimiento de aplicación de los instrumentos de medida fue una entrevista personal. A los entrevistados se les garantiza desde el primer momento el anonimato y la confidencialidad de los datos recogidos. Cada una de las entrevistas tuvo una duración aproximada de 90 min. En primer lugar se les informó de en qué consistía y la finalidad científica del estudio; además, se explicó la forma de contestar aclarando todas las dudas que iban surgiendo. Se les motivó durante la entrevista a incrementar su interés personal por su realización y a que contestaran a todas las preguntas.
Las personas de más edad se fatigaban y se distraían a menudo, lo que llevó a realizar varias pausas durante la entrevista. La mayoría ha mostrado una buena disposición y ha contestado toda la entrevista.
Análisis de datos
El análisis de los datos se ha efectuado con el programa estadístico SPSS para Windows y se ha recurrido al análisis univariable para muestras independientes: diferencias de medias, análisis de significación y análisis factorial.
Resultados
Los resultados obtenidos aparecen organizados en 2 apartados: efecto de la dolencia cardíaca y efecto de la edad. Previamente se ha hecho un análisis de la fiabilidad y de la estructuración factorial de las pruebas utilizadas. La fiabilidad de las pruebas utilizadas fue aceptable en general (tabla 1), la mayoría > 0,70.
Por otra parte, del análisis factorial aplicado al total de pruebas utilizadas surgen 4 factores (tabla 1). El primero está definido principalmente por 3 subescalas del test de sintomatología asociada (somatización, ansiedad y hostilidad) y puede interpretarse como factor principal de ansiedad o ansioso-depresivo.
El segundo asocia la escala de satisfacción con la vida, la escala de autoestima, una estrategia de reestructuración cognitiva y el test de optimismo y bienestar. Se puede considerar un factor principal de optimismo y positividad ante la vida.
El tercer componente, más difícil de interpretar, agrupa 3 subescalas del test de sintomatología asociada: expresión emocional, ansiedad fóbica y una alta correlación (0,59) con la depresión. Se puede tratar más bien de un factor de descontrol emocional, de sentirse desbordado por los problemas.
El cuarto y último componente se asocia con 2 subescalas del inventario de estrategias de afrontamiento (apoyo social y retirada del apoyo social), que se puede designar como factor principal de disposición o búsqueda de apoyo social.
Como prueba básica del efecto de la dolencia cardíaca, se realiza un análisis discriminante de la capacidad de las medidas utilizadas para diferenciar cardíacos y no cardíacos mayores de 60 años. Las diferencias globales son estadísticamente significativas (* = 0,567; *2 = 23,24; p < 0,05). De las funciones univariables y de la función discriminante se observa que los efectos más claros se producen sobre la ansiedad y la autoestima. Las personas con dolencias cardíacas son más ansiosas y presentan un grado de autoestima inferior que las que no han presentado dicha enfermedad. Asimismo, se observa una tendencia clara hacia la mayor ansiedad fóbica y retirada social de los cardíacos (tabla 2).
Complementariamente, para observar el efecto de la edad, se agrupa a los cardíacos mayores por quinquenios y se analizan las diferencias por análisis discriminante. Las diferencias globales son significativas, con un incremento claro de la ansiedad, la ansiedad fóbica, los trastornos psicosomáticos y la irritabilidad por el cambio de quinquenio (tabla 3).
Discusión
En las últimas décadas, diversos estudios han dedicado su atención a la evaluación del estado emocional de los sujetos con enfermedades cardíacas1-5,8,10-16. Todos ellos señalan una elevada incidencia de cuadros de ansiedad y de depresión tras un ataque cardíaco. De hecho, las emociones y los estados de ánimo son importantes objetivos de investigación gerontológica por sí mismos porque afectan, directa e indirectamente, tanto a la salud como a la calidad de vida de las personas mayores13,17-19.
Con este estudio se comprueba el incremento del grado de ansiedad, la mayor tendencia al aislamiento y el menor grado de autoesima de los mayores de 60 años frente a los problemas cardíacos, de forma diferenciada de sus coetáneos sin enfermedad cardíaca. Además, el incremento de la edad aumenta progresivamente el malestar de los sujetos con enfermedades cardíacas en relación con su grado de ansiedad, la presencia de trastornos psicosomáticos y la mayor irritabilidad.
En la actualidad muy pocos investigadores ponen en duda que las alteraciones emocionales constituyen un factor de riesgo para enfermar física o mentalmente.
La presencia de alteraciones emocionales vinculadas con las personas mayores con problemas cardíacos queda ampliamente constatada en distintos estudios mencionados con anterioridad, a pesar de que algunos de ellos consideran que estas alteraciones emocionales están causadas por el paso del tiempo. Sin embargo, todos coinciden, prácticamente de manera unánime, en que éstas se intensifican y se hacen más frecuentes en presencia de alguna enfermedad grave o que sea considerada como tal.
Los estudios realizados con respecto al concepto de vejez han demostrado que hay cambios biológicos, psicológicos y sociales que son inevitables por el paso del tiempo10,15,16. Pero no todas las personas envejecen de la misma forma ni a la misma velocidad; además, las variaciones en la salud, los recursos y las experiencias vividas influyen de forma diferente en los cambios que se producen en cada uno. Algunos autores17-19, afirman que el envejecimiento no es discapacitante por sí solo hasta edades muy extremas y que la satisfacción con la vida se mantiene y no disminuye necesariamente con la edad. También consideran que hay una mayor estabilidad emocional con los años y una disminución del malestar psicológico. En los estudios realizados por Yela et al17 se informa que las alteraciones emocionales en el anciano son distintas según el tipo de patrón de personalidad: abierto a la vida o cerrado a ella. El primero se cree valioso y capaz, mientras que el segundo se siente inferior a los demás y, por lo tanto, suele presentar más alteraciones emocionales que el primero.
En definitiva, el comportamiento, lo que uno hace, es la cuestión central para un envejecimiento y una vejez de calidad7,14,20,21. Lo que hacemos día a día es importante, pero cómo lo vivimos puede llegar a ser trascendental para la calidad de vida de las personas mayores. Además, es posible actuar eficazmemente para mejorar la calidad de vida en la tercera edad. Por ejemplo, uno de los factores más importantes para el buen envejecer es ocupar bien el tiempo. La ociosidad, la falta de estímulo para hacer cosas y la pereza mental son muy peligrosas5,6,15,21,22.