Sres. Directores: El cáncer de mama es un problema de salud de reconocida importancia1 y existe un consenso suficiente acerca de los beneficios del cribado poblacional con pruebas asequibles como la exploración física y la mamografía2,3.
La Junta de Castilla y León4 implantó en 1991 un programa de detección precoz de cáncer de mama, que se dirigía a todas las mujeres entre 45 y 65 años y a aquellas con antecedentes personales o familiares de cáncer. A todas ellas se les ofreció una exploración física, realizada por los médicos de atención primaria, y una mamografía, realizada por un equipo móvil en su propio centro de salud, y posteriormente interpretadas por el mismo radiólogo.
Hemos recogido y analizado los datos de las exploraciones realizadas en dos Zonas Básicas de Salud de la provincia de Segovia (Sepúlveda y Fuentesaúco de Fuentidueña) durante 1992. Nuestra intención ha sido relacionar las variables recogidas, demográficas y de salud, con la presencia de hallazgos mamográficos.
La población diana era de 1.444 mujeres, 1.189 entre 45 y 65 años y 255 con antecedentes personales o familiares de cáncer de mama. En esta población se realizaron 1.082 historias clínicas y exploraciones, lo que supone una cobertura del 74,9%. Los hallazgos mamográficos finales fueron: 2 mujeres (0,18%) con patología maligna; 177 mujeres (16,3%) con algún tipo de patología benigna; y el resto, 903 mujeres (83,52%) con diagnóstico de normalidad.
Debido a la baja incidencia de patología maligna hemos agrupado para su análisis, como variable dependiente, hallazgos mamográficos positivos de cualquier tipo. De todas las variables recogidas las que presentaban, en un análisis bivariado, alguna asociación estadísticamente significativa (p¾0,01) con un hallazgo mamográfico positivo, se muestran en la tabla 1. Así mismo se muestran las razones de ventaja significativas, obtenidas a través de un análisis multivariado.
De todos los comentarios posibles queremos destacar, por el interés que tiene para los médicos de atención primaria que participan en las actividades de cribado, que la relación entre la palpación de un nódulo y la existencia de síntomas clínicos (dolor, alteraciones cutáneas o del pezón) y la presencia de un hallazgo mamográfico no es muy fuerte. Esta baja asociación, unida a las condiciones no normalizadas en que se realiza la exploración física, o la dificultad para detectar clínicamente un nódulo de tamaño inferior a 2 cm de diámetro, cuestionan la utilidad de la exploración clínica como prueba de cribado y hacen aconsejable insistir más en la captación de todas las mujeres en edad de riesgo para que se realicen una mamografía que en el resto de las medidas poblacionales de detección.
