Sres. Directores: He leído con interés el magnífico editorial de su revista firmado por los Dres. Natividad Puche, Francisco Gordillo y Rafael Alonso sobre anticoagulación en atención primaria (AP). Los autores consiguen sintetizar en pocas líneas un vasto tema que constituye un avance en la medicina de familia contemporánea. Es ya bien conocida la trayectoria de este grupo de trabajo, como lo demuestran sus numerosas publicaciones1,2, su dilatada experiencia y las aportaciones realizadas en el último Congreso Nacional de la semFYC3,4. Dado que el título del citado editorial incluye la palabra controversias, quisiera plantear algunas a modo de reflexión.
En primer lugar, agradecería una explicación sobre cuál es la mejor forma para que un grupo de médicos de familia interesados puedan incluir el manejo ambulatorio de la anticoagulación oral en la cartera de servicios de su área de salud. ¿Es necesario que exista consenso entre todos los médicos para asumir este servicio o basta con que lo asuman unos pocos?
Una segunda cuestión atañe a la estructura y organización de servicios en AP. Si bien es sabido que la medicina de familia avanza a medida que los médicos asumimos nuevos retos y responsabilidades, no está claro cómo la Administración sanitaria debe valorar y apoyar estos avances. El asumir la anticoagulación oral en AP ofrece a los pacientes una mejora en los cuidados y en su control así como menos molestias, el sistema sanitario ahorra dinero; parece que el único que pierde sería el profesional de atención primaria con más carga de trabajo. ¿Cómo creen que los administradores sanitarios pueden colaborar y apoyar estos programas?
Finalmente, ¿qué herramienta de control de calidad aconsejan para comenzar a aplicar a un programa como el que defienden?
Les quedo agradecido por su trabajo, rogándoles tomen en cuenta estas humildes consideraciones.