El control de la hipertensión arterial (HTA) ha sido una de las medidas más utilizadas para evaluar la efectividad de la intervención sobre este factor de riesgo. En estudios publicados en España, el control de la presión arterial (PA) cifras inferiores a 140/90 mmHg se consigue en un porcentaje bajo de casos: un 16,3% en un estudio basado en población diagnosticada de HTA y tratada con fármacos1 y un 15,5% en un estudio de la población de 35-65 años2.
La repercusión de las cifras elevadas de presión arterial en la salud de la población es indudable, pero también es cierto que las consecuencias del bajo control de la hipertensión arterial varían enormemente en función del riesgo cardiovascular del paciente. El tratamiento con fármacos antihipertensivos obtiene el mayor beneficio absoluto en los pacientes con riesgo cardiovascular más alto, y son éstos los que se benefician en mayor medida de esta intervención y del control de la HTA. De esta forma, los beneficios serán diferentes si el control adecuado de la PA incluye a los pacientes con un riesgo cardiovascular más elevado o si engloba a pacientes con un riesgo bajo.
Los diabéticos constituyen un grupo de pacientes con un riesgo cardiovascular elevado que requieren un cuidado especial en el control de la PA. La asociación de HTA y diabetes determina un riesgo más elevado que, como se ha demostrado3, se puede revertir con el tratamiento antihipertensivo. Además, el control de las cifras de PA debe ser más estricto, con valores inferiores a 130/85 mmHg, que en los individuos no diabéticos4. Los estudios disponibles sobre el control de la HTA no informan del riesgo cardiovascular ni de las características de los pacientes con un control óptimo o deficiente. El artículo publicado en este número de Atención Primaria analiza un grupo muy importante de la población hipertensa, los sujetos diabéticos. Los datos evidencian que los diabéticos atendidos en los centros de salud, en este caso de Cataluña, pero probablemente ocurre de igual forma en el resto del país, no constituyen un grupo de intervención prioritaria para el control de la HTA. De esta forma, el porcentaje de control en los hipertensos con diabetes (24,7%) es similar a los hipertensos sin diabetes (25,7%), y sólo un 6,7% tiene unos criterios de control por debajo de lo recomendado actualmente (PA < 130/85 mmHg). Este dato vuelve a evidenciar un desfase entre las recomendaciones de los expertos y la práctica clínica. Pese a este desfase, los criterios de control de los factores de riesgo son cada vez más estrictos y exigentes.
Además, a mayor número de factores de riesgo cardiovascular existe una tendencia a presentar valores más elevados de PA, tanto en sujetos no diabéticos como en diabéticos (diferencias estadísticamente significativas en el aumento de la PAS). De este artículo se puede concluir que los recursos asistenciales para control de la HTA no se dirigen hacia los grupos más prioritarios a causa de su elevado riesgo cardiovascular, como pueden ser los diabéticos o aquellos pacientes con otros factores de riesgo, ya que los resultados son semejantes o peores que en el total de la muestra.
Se necesitan más estudios que profundicen en conocer el grado de control de los factores de riesgo, y más concretamente de la HTA, pero fundamentalmente centrados en 2 grupos de pacientes: diabéticos y con un riesgo cardiovascular elevado, definido cuando la probabilidad de presentar una enfermedad coronaria es >= 20% según las tablas para calcular el riesgo. Éstos, junto con los pacientes que presenten una enfermedad cardiovascular clínicamente manifiesta, constituyen las prioridades de intervención en prevención cardiovascular.
Otro aspecto destacado del artículo es que el control de la PA es más deficiente en los centros docentes. Conclusión que también se observa en la evaluación de las actividades preventivas del Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS)5. Este hallazgo requiere una reflexión profunda para averiguar sus posibles causas o analizar la presencia de factores de confusión que provoquen este escaso control de la HTA en centros de salud acreditados para la docencia de posgrado donde, teoricamente, se debería garantizar la alta calidad asistencial.