Sres. Directores: Recientemente hemos leído la Carta al Director firmada por Ávila et al, titulada «Éxtasis: una droga olvidada»1. En ella, los autores expresan acertadamente el papel del médico de familia en la asistencia a los drogodependientes. Además, hacen hincapié en el auge del consumo de las denominadas «drogas de diseño», haciendo un breve repaso sobre la composición, patrones de consumo y principales efectos tóxicos.
Pese al acertado enfoque global de la carta, los autores expresan algunas afirmaciones que nos gustaría matizar y cometen, a nuestro juicio, errores que creemos deberían ser aclarados.
En primer lugar, la denominación de «drogas de diseño» es un término que en la actualidad tiende a sustituirse por el de «drogas de síntesis», para evitar que el posible matiz más atractivo del primero predisponga a una mayor demanda2. Igualmente, cabe reseñar que, si bien la definición de drogas de síntesis que aparece en la carta es correcta en cuanto a la intención recreativa o lúdica de su síntesis, la clasificación de estas drogas incluye otros tipos de sustancias además de las feniletilaminas. Los principales grupos son los derivados opioides del fentanilo y de la meperidina, las arilciclohexilaminas análogos de la fenciclidina y ketamina, los derivados de la metacualona y las mencionadas feniletilaminas2,3.
En cuanto a la terminología de las drogas de síntesis citadas, hemos advertido también un error que merece mencionarse para evitar posibles confusiones. Efectivamente, la 3,4-metilenodioximetanfetamina o MDMA es conocida popularmente como «éxtasis» o «Adán». Sin embargo, la 3,4-metilenodioxianfetamina o MDA no es conocida como «Eva», sino como «píldora o droga del amor». El nombre coloquial de «Eva» corresponde a la 3,4-metilenodioxietilanfetamina, cuyas siglas son MDE o MDEA2.
Respecto a la forma líquida de éxtasis que mencionan Ávila et al, creemos interesante comentar que bajo el nombre de éxtasis se incluyen sustancias objeto de abuso que no contienen MDMA. En concreto, el coloquialmente conocido como «éxtasis líquido» o GHB es el gamma-hidroxibutirato, un fármaco que consumido a bajas dosis puede producir euforia, pero que a dosis superiores origina efectos claramente sedantes, y que puede verse potenciado por otras sustancias sedantes, caso del alcohol. La intoxicación por este fármaco puede producir efectos como mioclonías, convulsiones, depresión respiratoria, alucinaciones, disminución del nivel de conciencia y coma4. Otra sustancia que responde también al nombre de éxtasis, y que no contiene MDMA, es un producto que se vende en comercios especializados, incluso por correspondencia, bajo el nombre de «herbal ecstasy» y que contiene extractos de la planta efedra (ma-huang), uno de cuyos principios activos es la efedrina. Esta sustancia se promociona como producto energético natural por sus propiedades euforizantes y estimulantes. En general, los consumidores desconocen que puede provocar efectos indeseables graves, por ejemplo, sobre el sistema cardiovascular, debido a sus propiedades simpaticomiméticas.
Respecto a los efectos físicos de la MDMA, queremos constatar que, por su efecto de activación simpática, esta sustancia produce una importante midriasis, en lugar de la miosis que apuntan Ávila et al. Esta midriasis ha sido objetivada tanto en casos de intoxicación como en condiciones de ensayo clínico5.
Finalmente, existe un error de referencia al describir los efectos de esta droga sobre la esfera psicológica, ya que la cita utilizada por los autores describe los efectos producidos por la MDE en el transcurso de un ensayo clínico6. Aunque estos efectos son similares a los producidos por la MDMA, creemos importante comentar el error, ya que se trata de una sustancia distinta.
Para terminar, queremos expresar nuevamente nuestro acuerdo con los autores en la importancia del papel del médico de familia en la problemática generada por el consumo de estas sustancias.