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Vol. 22. Núm. 3.
Páginas 186-187 (julio 1998)
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La comunicación científica: autor, editor, revisor y lector
Scientific communication: author, editor, reviewer and reader
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JM. Argimón Pallása, J. Jiménez Villaa
a Regió Sanitària Costa de Ponent. Servei Català de la Salut. Barcelona.
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En el proceso de la comunicación científica son cuatro los elementos implicados: los investigadores o autores de los manuscritos, los editores de las revistas, los asesores que revisan los trabajos y los lectores de los artículos que se publican.

Los investigadores son responsables de la veracidad y originalidad de la información que presentan, y en caso necesario deben ser capaces de acreditar esta información1. No sólo deben diseñar y ejecutar los estudios con el rigor adecuado, sino que han de escribir los informes con honestidad, sin manipular la información ni inventar datos para dar la sensación de que su trabajo es mejor de lo que realmente es.

Cuando los móviles para publicar son egoístas, como el afán para aumentar el currículo o el prestigio personal, conseguir una promoción profesional o mantener la rivalidad de grupos de trabajo, el investigador se expone al riesgo de realizar estudios poco originales y publicarlos de forma rutinaria, pues lo único que pretende es ampliar la lista de sus publicaciones. Es prácticamente inevitable que sigan viendo la luz artículos sin originalidad ni interés, ya que con frecuencia se equipara superior mérito científico con mayor número de publicaciones, valorando la cantidad por encima de la calidad.

Son conductas a evitar la publicación fragmentada, que consiste en descomponer un trabajo y publicar sus fragmentos de forma separada como artículos originales; la publicación duplicada o repetida, o sea un artículo que presenta esencialmente la misma información o con escasas variaciones que otro ya publicado, y la inflación de autoría, que consiste en hacer constar como coautores a personas que no han contribuido de forma sustancial al estudio.

Los autores deberían hacer constar la existencia de cualquier tipo de relación con empresas o instituciones que pudiera suponer un conflicto de intereses y comprometer la interpretación objetiva de los datos. Además, deben redactar los artículos con claridad, pensando en los lectores potenciales y respetando las recomendaciones internacionales para la presentación de manuscritos a las revistas biomédicas2.

Los directores deben determinar la línea editorial de la revista. Su función, y la del consejo de redacción, no consiste en poner dificultades a los autores, sino en ayudarles a publicar artículos de contenido y estilo correctos. Por ello es recomendable que las revistas publiquen periódicamente las instrucciones para los autores, así como información sobre el funcionamiento del proceso editorial y de evaluación de los trabajos3,4.

La expansión que ha experimentado el número de revistas periódicas para dar cabida al ingente número de publicaciones ha supuesto un enorme esfuerzo para mantener la calidad, preservar la validez científica del texto impreso y proteger el derecho del lector a ser correctamente informado. Actualmente se considera clave para garantizar la calidad de una revista que los trabajos que se reciben sean sometidos a un proceso de evaluación por expertos que no formen parte del consejo editorial5. Además, los directores han de acoger de buen grado la publicación de los errores que han de ser corregidos, de notificaciones de los autores, y de cartas de lectores que llaman la atención sobre el contenido erróneo o discutible de lo publicado. En caso necesario, se publicarán con el debido relieve las retracciones acerca de artículos falsificados o plagiados.

Los objetivos principales del proceso de revisión por expertos (peer-review) son evitar la publicación de un trabajo de mala calidad científica, no original o que no contenga información relevante para los lectores de la revista, así como mejorar la redacción y presentación de los datos del artículo6.

El proceso de revisión ha recibido diversas críticas, entre las que destacan que es costoso, que consume mucho tiempo a los expertos, que éstos pueden tener un sesgo en contra o a favor del mensaje del artículo, o incluso un conflicto de intereses. El revisor puede no tener la competencia técnica o los conocimientos metodológicos suficientes para valorar la calidad del diseño de un estudio y/o la relevancia de la información que se presenta. Además, el proceso de revisión puede introducir un retraso innecesario en la comunicación de hallazgos importantes, a veces incrementado por la pereza del revisor que incumple los plazos de tiempo que marcan los directores de las revistas.

El proceso de revisión científica se basa en la confianza y en la responsabilidad. Los revisores son responsables de evaluar el contenido científico del trabajo, sus méritos o defectos intrínsecos de forma imparcial, desde una postura de máxima neutralidad, y de acuerdo con los estándares de calidad. El evaluador no puede cometer abusos de poder, tomando decisiones rápidas y caprichosas, ni menospreciar u ofender a los autores. Las críticas al estudio deben realizarse siempre con corrección y profesionalidad, respetando el pluralismo científico y sin valoraciones peyorativas de los investigadores. Los asesores son colaboradores tanto del director como del autor, jamás sus adversarios.

La competencia científica y técnica es una condición indispensable para ser un buen evaluador. La obligación de competencia incluye el deber de estudiar a fondo el artículo con el fin de dar un dictamen en conciencia. Si el experto no se considera competente para evaluar el trabajo, deberá devolverlo, sin pérdida de tiempo, al director de la revista.

La documentación que se entrega a los evaluadores para revisión es confidencial. El artículo todavía inédito no puede ser divulgado por el experto. No puede hacer copias de él ni pasarlo a sus colaboradores u otras personas interesadas.

La finalidad de la comunicación científica en medicina no es simplemente la publicación de un estudio de investigación u otro tipo de artículo, sino la mejora de la atención sanitaria mediante la aplicación en la práctica clínica de los resultados de dichos estudios y de las recomendaciones que de ellos se derivan. Es muy ilustrativo el trabajo realizado por Antman et al sobre el tratamiento trombolítico en caso de IAM7. Estos autores comprobaron que, si bien la evidencia disponible en la literatura científica entre 1970 y 1975 ya era suficiente para demostrar que la intervención era efectiva, las revisiones y libros de texto publicados en esas fechas no mencionaban este tratamiento, o a lo sumo lo presentaban como experimental. No fue hasta 1980 que algún texto realizó una recomendación específica, y sólo posteriormente a 1985 se empezó a recomendar su uso rutinario, es decir, prácticamente 15 años después de que la evidencia fuera suficiente.

El lector debe ser consciente de que no todos los resultados que se publican son válidos, que no todos los resultados válidos son relevantes y que no todos los resultados válidos y relevantes son aplicables a su propia práctica clínica. Por ello, debe ser capaz de leer críticamente la literatura, evaluando tanto la validez como la relevancia y aplicabilidad de los artículos.

Dado el enorme volumen de artículos que se publican, han surgido algunas revistas que tienen por finalidad ayudar al lector en su tarea de estar al día, seleccionando los artículos que presentan resultados válidos y de mayor relevancia, resumiéndolos en un formato uniforme y comentando críticamente los aspectos relacionados con su aplicación práctica.

Bibliografía
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Pulido M..
Obligaciones éticas de los autores: referencias bibliográficas, criterios de originalidad y publicación redundante y derechos de la propiedad intelectual..
Med Clin (Barc), 109 (1997), pp. 673-676
[2]
Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas..
Requisitos de uniformidad para manuscritos presentados para publicación en revistas biomédicas..
Aten Primaria, 21(5) (1998), pp. 331-339
[3]
Jiménez Villa J, Gené Badia J, Martín Zurro A, Cano Pérez JF..
El proceso editorial en la revista Atención Primaria..
Aten Primaria, 14 (1994), pp. 1101-1104
[4]
Gené Badia J, Jiménez Villa J, Martín Zurro A, Cano Pérez JF..
El checklist de la revista Atención Primaria..
Aten Primaria, 14 (1994), pp. 1105-1108
[5]
¿Cómo se valora la calidad de una revista? Med Clin (Barc) 1990; 95: 257-258.
[6]
Lock S..
La revisión de manuscritos..
Med Clin (Barc), 98 (1992), pp. 304-305
[7]
Antman EM, Lau J, Kupelnick B, Mosteller F, Chalmers TC..
A comparison of results of meta-analysis of randomized control trials and recommendations of clinical experts. Treatments for myocardial infarction..
JAMA, 268 (1992), pp. 240-248
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