18 años. Las mujeres son quienes tienen con mayor frecuencia relaciones sexuales, generalmente con su pareja. El preservativo es el anticonceptivo más usado, siendo irrelevante el uso de métodos poco seguros.
La sexualidad es la faceta humana que más ha podido notar el paso de los años en nuestro entorno. Así, en las últimas décadas hemos pasado de situaciones en las que hablar de sexualidad era un tabú a otras de libertad y gran tolerancia, regresando de nuevo a situaciones de restricción, marcadas tal vez por la aparición del sida en los años ochenta del siglo pasado.
La sexualidad se manifiesta de forma diferente en cada una de las etapas de la vida. Así, es en la adolescencia propiamente dicha cuando se llega a la maduración física completa. En esta etapa la energía sexual se encuentra en un nivel muy alto, adquiere más importancia el contacto físico, y la conducta sexual se entiende como una forma de exploración y aventura1. De esta manera, podremos entender la visión predominante entre los adolescentes de que el sexo se justifica como placer físico o como una nueva experiencia, de que es un índice de madurez y que representa un desafío de cara a los padres y a la sociedad. Se puede afirmar que el problema de la sexualidad en los adolescentes no es que éstos sean sexualmente activos, sino que no cuentan con la preparación y orientación para una conducta sexual responsable. El hecho de que alcancen la madurez física antes que la cognoscitiva les lleva a no apreciar en gran medida las repercusiones de sus actos. No cabe duda de que las principales consecuencias no deseables de las relaciones sexuales entre adolescentes son las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados, situaciones que han aumentando progresivamente desde la década de los setenta2, tanto por el inicio de las relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas como por el escaso conocimiento en materia de anticoncepción.
Es por esto que el objetivo de este trabajo fue estudiar la actividad sexual de los adolescentes, a fin de conocer distintas conductas de riesgo y poder determinar el grupo de edad en el que hacer más hincapié en las campañas de educación.
Sujetos y métodos
Se trata de un estudio observacional transversal. La población de estudio estuvo constituida por los alumnos escolarizados en la ciudad de Córdoba que cursaban segundo de BUP, COU y FP de segundo grado. Partiendo de los datos facilitados por la Consejería de Educación y Ciencia, con un total de 9.024 alumnos, se realizó un muestreo aleatorio polietápico, con una primera fase en la que se efectuó un muestreo estratificado por curso y tipo de centro (público o privado), y una segunda por muestreo por conglomerados, utilizando como unidad de muestreo primaria el colegio, y secundaria, el alumno. El cálculo del tamaño muestral se llevó a cabo considerando los siguientes criterios: p = 0,5; error alfa = 0,05; precisión de ± 3,5%, y un 6% de no respuestas, estimándose que el número mínimo de sujetos necesarios a reclutar era de 834. Se recogieron 916 encuestas de las que 23 fueron anuladas: 5 por estar sin contestar, 13 por contestarse de forma incompleta (en blanco más del 20% del cuestionario, incluyendo edad y sexo), y 5 por contestar fuera del contexto que se preguntaba.
La obtención de los datos se realizó mediante un cuestionario estructurado y precodificado que diseñamos para el estudio basándonos en cuestionarios previos utilizados en España3,4, de carácter anónimo, el cual fue autocumplimentado por el alumno. El cuestionario fue pilotado en una submuestra de 30 alumnos de un centro no perteneciente al grupo estudiado, donde se comprobó su fiabilidad intraobservador mediante el método de test-retest con obtención del índice de concordancia kappa. Se seleccionaron 6 preguntas testigo y se obtuvieron valores de kappa superiores a 0,40, que se consideraron aceptables5. En el cuestionario se recogieron datos relacionados con la actividad sexual así como sobre el uso de anticonceptivos en las relaciones. En las tablas 1 y 2 se recogen las preguntas del cuestionario, que analizaban la actividad sexual de los adolescentes y el uso de anticonceptivos en sus relaciones, respectivamente. El trabajo de campo se llevó a cabo durante el curso escolar 1997-1998.
Los datos se sometieron a análisis estadístico descriptivo y bivariado, con aplicación de tests de hipótesis para variables cualitativas (*2, test exacto de Fisher) y cuantitativas (prueba de la t de Student y ANOVA), considerando diferencias estadísticamente significativas para un valor de p < 0,05.
Resultados
Se encuestó a 893 alumnos, de los que el 48% eran varones, y con una media de edad (± desvicación típica) de 17,16 ± 1,6 años (intervalo de confianza [IC] del 95%, 17,05-17,26; límites: 15-21 años). La distribución por cursos fue: el 42,4% estudiaba segundo de BUP; el 38,3%, COU, y el 19,3%, FP, siendo el 69,4% los que cursaban sus estudios en centros públicos.
Grado de intimidad
Preguntados los alumnos sobre el grado de intimidad alcanzado en sus relaciones personales, el 22,9% reconocía haber mantenido relaciones sexuales completas; un 30%, caricias íntimas; el 31,6%, sólo «manitas», y el 15,5% no reconocía ningún tipo de contacto. Las distribuciones por sexo, curso y tipo de centro aparecen en la tabla 3, donde se aprecian diferencias significativas según el sexo y curso. Asimismo, el 62% necesitaba querer a una persona para mantener relaciones sexuales con ella, encontrándose diferencias por sexo (un 75,4% de las mujeres frente al 47,6% de los varones; p < 0,001).
La media de edad para el inicio de las relaciones sexuales completas fue de 16,64 ± 1,38 años (IC del 95%, 16,45-16,82; límites: 13-20 años). En este sentido no se encontraron diferencias respecto al sexo ni al tipo de centro.
¿Con quién mantienen relaciones?
Al preguntar a los adolescentes sobre la primera vez que tuvieron relaciones sexuales completas, destaca que el 81,5% lo hizo con «su pareja», el 7,8% con «amigos», el 2,9% «se conocían poco» y para el 7,8% «se acababan de conocer». Por sexos, fueron las mujeres (91,3%) respecto a los varones (64,9%) las que más señalaban una relación de pareja al inicio de sus relaciones (p < 0,001). Por el contrario, fueron los varones (un 16,9 frente al 2,4% de las mujeres) los que con una mayor frecuencia afirmaban tener la primera relación con desconocidas (p < 0,001). Ni el curso ni el tipo de centro influyeron a este respecto. Al preguntar por el tipo de relación que mantenían en la actualidad, en el 56% de los casos eran pareja, en el 25% amigos y un 18% refería que tras dicha relación no habían vuelto a verse. En este sentido, mantenía relación de pareja el 67,7% de las mujeres frente al 36,4% de los varones (p < 0,001); del mismo modo, fueron los cursos superiores (FP [62,5%] y COU [58%]), frente a los alumnos de segundo de BUP (36,1%), los que manifestaban mantener en mayor medida una relación de pareja (p = 0,025).
Al preguntarles con quiénes habían tenido relaciones, el 81,9% reconocía mantenerlas «sólo con su pareja». Por sexos, fueron las mujeres las que más apuntaban esta situación (el 89 frente al 70% de los varones; p < 0,001). El promedio de parejas (± desviación típica) con las que habían mantenido relaciones sexuales era de 1,44 ± 0,97 (IC del 95%, 1,30-1,57; límites: 1-6; mediana: 1). No se encontraron diferencias significativas respecto al sexo ni tipo de centro, siendo los alumnos de FP (1,66 ± 1,18) respecto a los de segundo de BUP (1,3 ± 0,89) los que habían tenido mayor número de parejas (p = 0,038).
Sobre la frecuencia con la que los adolescentes tienen relaciones, observamos que más de la tercera parte reconocía mantenerlas con una frecuencia superior a una vez a la semana; el 28%, «una vez o más al mes», y el 10%, «una vez o más al año», siendo las diferencias por sexo y curso las que se recogen en la tabla 4.
Uso de anticonceptivos
El 79,5% manifestaba haber tenido en cuenta la posibilidad de embarazo en su primera relación, mientras que el 20,5% contestó que no, siendo las mujeres (84,3%) respecto a los varones (71,4%) las que más pensaron en esa posibilidad (p = 0,028). Así, el 82,4% afirmó haber usado algún método anticonceptivo en su primera relación, siendo los métodos usados el preservativo (93,5%), el «coito interrupto» (4,8%) y los anticonceptivos orales (1,7%).
De los distintos métodos anticonceptivos disponibles, los más usados eran el preservativo (86,2%), seguido del «coito interrupto» (8,7%) y los anticonceptivos orales (5,1%). Por sexo, fueron los varones los que más usaban los preservativos (93,2%) frente a las mujeres (82%), y éstas las que más utilizan el «coito interrupto» (el 9,8 frente al 6,8%) (p = 0,029).
Discusión
Al preguntar a los adolescentes sobre su conducta sexual, Siegel et al6 pusieron de manifiesto que los varones tienden a sobrestimarla, al contrario que las mujeres. No obstante, las relaciones sexuales entre los jóvenes han aumentado en los últimos años, como queda de manifiesto al comparar nuestros resultados respecto a la actividad sexual (22% de los adolescentes) con otros estudios previos que muestran resultados inferiores4,7-13, aunque también hemos encontrado otros resultados claramente superiores, sobre todo americanos y europeos14-17 y alguno español3,18,19. Un aspecto relacionado con la mayor actividad sexual es el tipo de centro, si bien en este sentido hemos de tener en cuenta que la totalidad de centros privados del estudio eran de carácter religioso, por lo que puede ser esta variable, no el tipo de centro, la relacionada con la actividad sexual, como ya aparece reflejado en otros estudios3,20.
La media de edad para el inicio de las relaciones es superior a la reflejada en anteriores estudios9,10,14,19, pero en general no difiere mucho de lo aportado por otros3,18,21-23, donde son 8 de cada 10 los que inician sus relaciones entre los 15 y los 18 años.
Es destacable que, cuando comienzan su actividad sexual, la mayoría reconoce mantener ya una relación de pareja, identificándose en esta situación 9 de cada 10 mujeres. Estos datos coinciden con los expresados por otros autores3,10,18 que encuentran una proporción mayor de mujeres en situación de pareja, en tanto que los varones tienden a mantener relaciones con personas hasta ese momento desconocidas. Sin duda, el sentimiento de amor expresado mayoritariamente por las mujeres influye en esta situación.
Cuando hablamos de relaciones sexuales en los adolescentes, es conveniente determinar la frecuencia y periodicidad con que las mantienen, ya que no es extraño encontrar a estas edades largos períodos de abstinencia junto a relaciones que van desde una vez al mes a varias veces a la semana24. En nuestro caso, la mitad de las mujeres reconoce mantener relaciones con una frecuencia superior a una vez a la semana, situación que comparten sólo 2 de cada 10 varones. Revisando la bibliografía encontramos resultados inferiores3,7,12,18, pero manteniendo todos ellos una mayor frecuencia a favor de las mujeres, por lo que podemos pensar que, una vez iniciadas las relaciones, las mujeres las mantienen con mayor frecuencia que los varones.
En cuanto a la utilización de anticonceptivos, es destacable que, una vez iniciadas las relaciones, el uso continuado de aquéllos alcanza aproximadamente a unos 8 de cada 10, mientras que el 15% no emplea anticonceptivos nunca o casi nunca, lo que coincide con otros trabajos7,8,12; no obstante, nuestros resultados son superiores a los hallados por otros autores3,10,19,25. Asimismo podemos pensar que el uso de anticonceptivos poco seguros es escaso, siendo los preservativos los más utilizados4,11-13,18,26. Por otro lado, son los varones los que más usan el preservativo, mientras que las mujeres afirman recurrir con mayor asiduidad al «coito interrupto». Aspectos como la religión no aparecen relacionados con el tipo o la frecuencia de uso de anticonceptivos.
Dentro de las limitaciones del estudio debemos tener en cuenta que para tratar el tema de la sexualidad en los adolescentes, y más concretamente sus relaciones sexuales, la confidencialidad y la sinceridad de sus respuestas son la base desde la que iniciar cualquier estudio. Es por esto por lo que, a la hora de determinar cuál sería el instrumento de medida, optamos por el procedimiento de cuestionario autocumplimentado, ya que en general es el más fiable y válido, aun cuando la proporción de adolescentes que no dicen la verdad sobre su actividad sexual en las encuestas se ha estimado en un 7%27,28.
En resumen, podemos concluir diciendo que dos de cada 10 adolescentes afirman haber mantenido relaciones sexuales completas, destacando que la gran mayoría las tuvo antes de los 18 años. Las mujeres refieren mantenerlas en mayor número y con mayor frecuencia que los varones. Por otro lado, y respecto al uso de anticonceptivos, es con diferencia el preservativo el método más usado, siendo escaso, afortunadamente, el uso de otros métodos considerados poco seguros. Estos resultados pueden servir de instrumento a las distintas administraciones para diseñar los programas preventivos o las campañas de información, teniendo en cuenta las carencias en cada grupo de edad así como las expectativas que los adolescentes tienen ante este tipo de intervenciones.