Sres. Directores: La educación sanitaria de los pacientes diabéticos se ha mostrado claramente como un instrumento fundamental en el mejor control de la enfermedad, siendo el apartado relacionado con la dieta una parte muy importante de dicha formación.
A este respecto, queremos señalar los resultados obtenidos en nuestro estudio sobre el grado de conocimientos de un grupo de 520 pacientes diabéticos1, al profundizar sobre determinados aspectos dietéticos como eran los que trataban sobre el contenido de «hidratos de carbono» e «intercambios de alimentos». Concretamente, en relación al tipo de tratamiento, observamos que el grupo de pacientes insulinodependientes demostró poseer un nivel muy parecido de instrucción sanitaria sobre estas 2 áreas que el de los pacientes tratados sólo con dieta, y ligeramente superior al de los encuestados que precisaban además antidiabéticos orales. En un artículo publicado recientemente por López et al2, se ha referido un consumo inadecuado de hidratos de carbono (simples y complejos) de forma global por parte de una población de diabéticos tipo II, no existiendo diferencias significativas al comparar las medias de dicho consumo en relación al tratamiento seguido, concordando todo ello en cierto modo con nuestros hallazgos.
Por otra parte, aunque existía una deficiente formación en las áreas relacionadas con la dieta, sin embargo los pacientes tratados con insulina de nuestro trabajo presentaban claramente un mejor nivel de conocimientos tanto de forma global como en las demás áreas evaluadas («aspectos básicos», «administración de insulina» y «nivel de glucosa en sangre») que los otros 2 grupos considerados. Es decir, que a pesar de que los enfermos insulinodependientes estaban a priori mejor instruidos por haber recibido de forma significativa una mayor educación organizada, no manifestaban de forma clara un mejor nivel de conocimientos sobre los aspectos dietéticos de la enfermedad. Otros autores como Piñeiro et al detectaron también, en su estudio sobre 148 pacientes con diabetes tipo II3, un bajo grado de instrucción en cuanto a la dieta, si bien en este caso los enfermos en tratamiento con antidiabéticos orales demostraron superior nivel de conocimientos en este aspecto que los tratados sólo con dieta.
Al considerar el número de ingresos hospitalarios, los encuestados que habían sido ingresados en «más de 3 ocasiones», presentaban una mejor formación, aunque insuficiente, tanto sobre cuestiones dietéticas como en el resto de las áreas evaluadas y de forma global que los otros 2 grupos de entrevistados («ningún ingreso», «1-3 ingresos»). Únicamente en el apartado de los aspectos «básicos» se detectó un aceptable nivel de conocimientos por parte de los 3 grupos, sin haber además diferencias significativas entre ellos.
Intentamos también averiguar el grado de instrucción diabetológica que poseían los pacientes en dependencia del lugar de residencia. De esta forma se comprobó que los enfermos que vivían en zona urbana mostraban un mayor nivel de conocimientos en casi todas las áreas y de forma general que los que habitaban en zona rural. Además sólo en el aspecto sobre «glucosa en sangre» se observó un grado similar y suficiente de formación entre los pacientes de una u otra zona. Resultados muy parecidos han sido descritos por Coonrod et al en su análisis sobre una muestra de 2.405 enfermos, representativa de la población diabética norteamericana4. En este estudio se objetivó que uno de los grupos de pacientes que precisaban recibir un mayor nivel de educación sobre su enfermedad era el constituido por los encuestados que residían lejos de las áreas urbanas.
A la vista de los hallazgos de nuestro trabajo, se confirma la clara necesidad de mejorar la instrucción diabetológica de la población investigada, tanto de forma global como de los diferentes aspectos evaluados y muy especialmente del correspondiente a la dieta. En este sentido, es preciso resaltar junto a otros autores5 la dificultad que representa mejorar los conocimientos en este apartado, de cara fundamentalmente a cambiar los hábitos dietéticos adquiridos de forma errónea por parte de los pacientes diabéticos. En relación a todas estas cuestiones, se ha destacado oficialmente el importante papel que debe desempeñar el personal médico y de enfermería de atención primaria, tanto en el ámbito asistencial como educacional, con el fin de mejorar la calidad de vida de los enfermos diabéticos correspondientes6. Por último, señalaremos que el mejor o peor desempeño de la actividad sanitaria sobre los pacientes afectados por diabetes mellitus constituye una buena medida de la calidad de la asistencia médica integral en la atención primaria.