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Vol. 24. Núm. 5.
Páginas 301-302 (septiembre 1999)
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Consumo de antiulcerosos
Consumption of drugs for ulcers
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Sres. Directores: Hemos leído con atención el artículo publicado recientemente en su revista por Carvajal et al1 acerca del consumo de antiulcerosos entre 1988 y 1997. Quisiéramos, en primer lugar, felicitar a los autores por su exhaustiva labor de análisis de la prescripción durante una década, habida cuenta del minucioso esfuerzo que requieren los estudios de utilización de medicamentos.

Dichos autores, en su introducción, hacen referencia a un trabajo que habíamos publicado previamente2 en el que estudiábamos la utilización de antiulcerosos (1994-1996) en un distrito de atención primaria (DAP) de nuestra área geográfica. En comparación con el mismo, apreciamos que en el trabajo de Carvajal se produce un «despegue» en el consumo de antiulcerosos coincidente con el período en que realizamos nuestro seguimiento y que posteriormente hemos ampliado (tabla 1). Así, mientras que en el DAP Jerez la prescripción de este grupo de medicamentos vio aumentada su DHD de 11,43 en 1994 a 15 en 1996, en el conjunto del Sistema Nacional de Salud pasó de 12,6 a 16,4 en idéntico período, valores similares pero ligeramente superiores. En efecto, tal y como comentan en su discusión, en el global de la Comunidad Autónoma Andaluza en esas fechas el consumo siguió una tendencia paralela aunque con valores aún superiores (de 15,7 a 19,2). Quisiéramos aclarar que estos datos, que ellos discuten y que nosotros utilizamos como patrón de referencia comparativa, han sido extraídos de nuestro artículo2 y no del interesante trabajo de Sánchez Casado et al3, como, por confusión, consta en su texto. Así pues, en nuestro DAP el consumo de antiulcerosos con cargo a la financiación publica es menor al cómputo global andaluz y nacional.

Sin embargo, mientras que ellos observan una continuación de la línea ascendente de consumo de antiulcerosos en el año siguiente, en el DAP Jerez esta tendencia se invirtió en 1997, en que los antiulcerosos alcanzaron una DHD de 12,65. No obstante, este comportamiento afecta también a otros grupos de medicamentos que hemos estudiado, en ello puede haber influido la realización de diversas medidas formativas en el distrito.

Continuando con los paralelismos, parece que los inhibidores de la bomba de protones (IBP), fármacos que se han introducido con fuerza en el panorama medicamentoso, cada año representan mayor cuota del total de la prescripción de antiulcerosos.

El hábito de prescripción de principios activos antiulcerosos en el DAP Jerez es distinto al seguido en el conjunto del país; así, ranitidina continúa siendo en 1997 el antiulceroso más prescrito y los antagonistas H2 (AH2) el subgrupo farmacológico con más peso dentro del grupo terapéutico. Este comportamiento es distinto al observado en el ámbito nacional1, donde omeprazol supera en prescripciones a todos los demás compuestos incluidos en el grupo a partir de 1996. Estos datos quedan más claros si hacemos un cálculo de la relación entre la prescripción de omeprazol y ranitidina (índice O/R). Así, en el total del país, este índice varía, sucesivamente, entre 1993 y 1997 desde 0,75, 0,75, 0,87, 1,01 a 1,31. Observamos, pues, que se supera ya la unidad en 1997, y en todo caso siempre son valores superiores a los calculados para nuestro distrito (tabla 1). Parece que en éste hubiera una mayor contención y racionalidad en la incorporación de novedades terapéuticas.

El aumento de la utilización de antiulcerosos es un hecho contrastado en otros estudios, por lo cual se han planteado dudas razonables sobre su utilización racional. Uno de los factores barajados con mayor peso es la sobreutilización de este grupo farmacológico, es decir, su empleo en indicaciones no admitidas; entre ellas destacan la dispepsia funcional y, fundamentalmente, la profilaxis de la lesión gastroduodenal por antiinflamatorios4. Con este última indicación se ha constatado3,5 una sobreutilización relativa de determinados grupos de antiulcerosos, particularmente de los AH2, que no están aprobados con esta indicación en la cual su eficacia es discutible5. El diseño de estudios como el presente, meramente cuantitativos, no nos permite afirmarlo. Para conocer la realidad de la utilización de los medicamentos, son sin duda necesarios estudios de indicación-prescripción.

Consideramos, en definitiva, que es recomendable una mayor racionalidad en el uso de los antiulcerosos.

Bibliografía
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Carvajal A, García del Pozo J, Del Olmo L, Rueda AM, Alvárez Requejo A..
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Aten Primaria, 23(4) (1999), pp. 218-221
[2]
Morales Serna JC, Ignacio García JM, Moreno Brea R, Alguacil Herrero MD..
Estudio de utilización de antiulcerosos e hipolipemiantes en el Distrito de Atención Primaria de Jerez (Cádiz)..
Aten Primaria, 20(9) (1997), pp. 462-467
[3]
Sánchez Casado JI, Larrabe Medina J, Óscar Dosantos J, Ojer Tsakiridu D, Ruiz Tamayo R, Bilbao Izaguirre J et al..
Prescripción de antiinflamatorios no esteroides y gastroprotectores. Adecuación a criterios de calidad en atención primaria..
Aten Primaria, 20(3) (1997), pp. 127-132
[4]
Boletín Ter Andaluz 1998; 14 (3): 9-10.
[5]
Antiinflamatorios no esteroides y protección gastrointestinal: ¿prescripción adecuada en atención primaria? Aten Primaria 1996; 18 (9): 507-509
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