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Vol. 24. Núm. 5.
Páginas 295-300 (septiembre 1999)
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El rigor en la investigación cualitativa
Rigour in qualitative research
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Introducción

Últimamente parece que se está prestando una particular atención a la excelencia en la investigación cualitativa. Conceptos como la calidad, la confiabilidad o la triangulación, no sólo son ampliamente explicados en los manuales de metodología cualitativa1, sino que también están publicándose algunos artículos en revistas biomédicas que pretenden acercar a los lectores al llamado «rigor» en el proceso investigador cualitativo2,2a.

Vale la pena aprovechar, pues, ese tímido asomar de la «metodología cualitativa» en ciencias de la salud para intentar mostrar algunas de las reflexiones emprendidas a mediados de los años sesenta, cuando en plena crisis de las ciencias sociales positivistas algunos investigadores cualitativos iniciaron la reflexión metodológica alrededor de temas como la validez, la fiabilidad y los procedimientos de muestreo.

Así pues, sin pretender llevar a cabo una revisión exhaustiva ni presentar un estudio minucioso sobre el tema, este artículo pretende ser simplemente la antesala explicativa de estos términos, iniciando un deseado diálogo con los profesionales de la salud comunitaria.

¿Cómo se puede emitir un juicio en términos de que una investigación cualitativa es rigurosa? A esta pregunta vamos a intentar contestar siguiendo un viaje por el diseño, que especifica el proceso de investigación como una secuencia de pasos procedimentales, y que nos llevará finalmente a poder justificar algunos aspectos de la excelencia «cualitativa».

El diseño de una investigación cualitativa

La principal cuestión en toda investigación cualitativa es la pregunta de investigación. Ésta se plantea, a diferencia de la pregunta en una investigación cuantitativa, de forma provisional. ¿Quiere eso decir eso que sólo es intuitiva? Evidentemente la/s pregunta/s tienen que ver con un cuerpo de conocimientos previos, pero éstos no se limitan a estudios «científicos» de carácter replicativo, sino que además a los que incorporamos el conocimiento del sentido común, el análisis del contexto, opiniones de algunos actores sobre el tema en cuestión, fuentes documentales de diferentes órdenes, etc.

Así pues, el hecho de que la formulación del problema no sea definitiva condiciona un diseño diferente al cuantitativo. El método científico se explica desde el punto de vista más polémico, donde no vamos de la teoría a los hechos y viceversa siguiendo un proceso lineal (problema/hipótesis/objetivos/...) haciendo autónomo un proceso de regulaciones regladas, sino que partimos de una tradición científica «no positivista» en el cual se considera conocimiento válido aquel que es subjetivo y contextualizado.

Las fases se estructuran, pues, en términos de un proceso circular y abierto que no rutiniza ni protocoliza el proceso porque «no pretende ser reproducible en todos sus extremos»3, sino que, tal como dice Denzin, es un camino que constituye un proceso reflexivo y complejo donde se incluye al observador en lo observado y desemboca en lo que algunos metodólogos cualitativos llaman «indeterminación metodológica»4. Hay que señalar que, a pesar de considerar válida esta afirmación, las posiciones de algunos autores se mueven entre aquellos que piensan que las decisiones son nada más iniciales, y que por lo tanto el diseño es totalmente emergente, y otros que opinan que han de ser tighter disigns (estructuradas/atadas)5.

Si bien es cierto que, desde las premisas planteadas en el párrafo anterior, sería imposible presentar un solo diseño en términos de instrucciones a seguir, vamos mostrar un diseño tipo que desde un punto de vista meramente instrumental nos permita ir avanzando en las claves de las distintas fases (fig. 1).

Formulación del problema y objetivos

Si la definición conceptual del problema no se realiza a priori, quiere decir que se va a su encuentro a partir del significado que atribuyen los propios «participantes» del estudio (de forma situacional). Así pues, si por ejemplo nos planteáramos estudiar la satisfacción de los ciudadanos respecto a determinados servicios, serían los propios individuos quienes nos revelarían el significado que tiene para ellos/as estar «satisfechos», si lo que esperaban se ajusta a lo que reciben, si son incapaces de formular sus deseos, etc.

Esta decisión conduce a formular el objetivo del estudio también de forma provisional, estableciendo sólo algunos núcleos temáticos y focos de interés a partir de las claves de interpretación de la recogida de información previa. Finalmente, todo este proceso decisional comporta la elección de un método o «camino específico» para acceder al conocimiento del proceso social que se quiere estudiar.

Recogida de información: muestreo

En esta etapa del proceso, aparte de realizar una acertada elección de las técnicas para la recogida de información, emerge una cuestión de vital importancia para considerar «rigurosa» la investigación: el muestreo. ¿Cuáles habrían ser los criterios de elección de informantes para las entrevistas o para los grupos focales?

Cuando se habla de muestreo en la investigación cualitativa, no nos referimos a un muestreo probabilístico, sino a un muestreo «intencional» y «razonado». Los llamados «sujetos de estudio» no son unidades de observación que tienen connotaciones individuales (el todo es la suma de las partes), sino «informantes» o «participantes» que dan cuenta de su visión de la realidad. La captación del sentido por parte del investigador/a se planteara de forma holística.

Algunos autores plantean dos tipos de muestreo: muestreo opinático y muestreo teórico6. El primero se considera que es de tipo estratégico y que los criterios de elección son formulados de forma explícita a partir de determinados intereses, facilidades, situaciones, etc. El segundo es el que se llama muestreo teórico y responde siempre a criterios de elección teóricos.

Así, por ejemplo, si se quisiera hacer un estudio para conocer la situación de las familias con enfermos de Alzheimer, se podrían utilizar los dos criterios de muestreo. En el muestreo opinático elegiríamos personas que están viviendo esta situación y que fueran de fácil acceso (personas incluidas en un programa de atención domiciliaria) o intereses (personas que pertenecieran a asociaciones). Si por el contrario utilizáramos el muestreo teórico, escogeríamos a personas cuya visión de la realidad pudiera generar conceptos teóricos. Por ejemplo, si interesara desarrollar teorías sobre el «rol complementario» de los servicios respecto a los cuidados realizados en el domicilio, pensaríamos en «cuidadoras» que entendieran su rol como «exclusivo» y «central» (que explicara la falta de espacios para la complementariedad) y otras que lo entendieran de forma «compartida».

A pesar de esta diferencia, los dos tipos de muestreo se orientan a la selección de aquellas «unidades» (textos, personas) y dimensiones (aspectos, situaciones, procesos) que garantizan mejor la cantidad y la calidad de la información. Así pues el número de «unidades» es lo de menos, acabándose la recogida de datos cuando existe saturación de información (se repite). Por otro lado, puede ser que durante el trabajo de campo surjan nuevas dimensiones y unidades que no estaban establecidas, situación que plantea una actitud del investigador/a siempre vigilante hacia las nuevas cuestiones (creatividad).

Sistematización y análisis de la información

Los «datos» de la investigación cualitativa se presentan habitualmente en forma de un «texto narrativo»7, donde la primera cuestión a resolver es cómo organizarlos para que sean manejables.

Esta codificación del «corpus textual» no puede desligarse tampoco del método elegido. Es muy diferente analizar los «datos» de una investigación etnográfica, a realizar un análisis de discurso o bien partir de la grounded theory (teoría fundamentada), ya que cada elección lleva implícita unas posibilidades de registro, de codificación y de análisis.

Si nos posicionamos desde la grounded theory, utilizaríamos el procedimiento de comparación constante (MCC), generando primero categorías conceptuales, que después serían minuciosamente diseccionadas a fin de determinar sus propiedades. Por último se establecerían relaciones entre éstas y las categorías (el programa informático Altlas-Ti está diseñado específicamente para analizar datos desde esta perspectiva).

Pero desde una posición más «discursiva», por ejemplo, no desde la lingüística crítica, trataríamos de encontrar las relaciones de poder que están presentes en las «prácticas discursivas» de determinadas personas o instituciones a partir de un complejo y detallado análisis lingüístico.

Pero si la idea de este artículo es abrir la «puerta cualitativa» a los profesionales de la salud, se puede proponer un sencillo tratamiento de datos textuales no asociado a técnicas cuantitativas que cumpliría una doble función: situar a los nuevos investigadores cualitativos en la «posibilidad» del hacer y al mismo tiempo acompañarlos en conocer la complejidad y, por tanto, los límites en considerarse un investigador cualitativo competente.

Miles y Huberman8 proponen el siguiente procedimiento de análisis textual:

 

1. Simplificación de los datos para hacer abarcable el corpus textual.

2. Segmentación a partir de diferentes criterios que pueden ser temáticos (segmentos que hablan sobre un mismo tema).

3. Categorización y codificación de cada unidad temática. Éstas pueden referirse a situaciones, relaciones, opiniones, sentimientos, etc. y se codifican poniendo etiquetas verbales. También pueden referirse a tópicos predefinidos por el analista (de otros estudios, de un marco teórico, etc.) o pueden surgir a medida que se analizan los datos.

4. Finalmente se puede considerar producto del análisis a las categorías resultantes estructuradas en un mapa de significados.

Calidad de una investigación cualitativa

Una vez finalizado este recorrido por las distintas fases del diseño, se pueden entreabrir ya las cuestiones más centrales de cómo evaluar la calidad de una investigación cualitativa. Por un lado, hay quien insiste en que se han de utilizar los mismos criterios que en la investigación cuantitativa, y para ello la validez y la fiabilidad son los criterios adecuados. Otros, en el otro extremo de la discusión, apostarían por la imposibilidad de establecerlos por la misma naturaleza del conocimiento que se persigue.

Si los criterios de validez de la investigación cuantitativa son la validez interna, externa, la fiabilidad y la objetividad, nunca conseguiríamos demostrar que existe, ya que ni pretendemos la objetividad (no separación sujeto/objeto), ni la generalización/universalización del conocimiento.

Desde el paradigma interpretativo, Guba y Lincoln9 han desarrollado y liderado una tercera posición, donde se defiende una tercera vía en la que se plantea que debe haber unos criterios de calidad, pero que éstos deben ser distintos a los de la investigación cuantitativa. Éstos pretenden alcanzar lo que Guba denomina la confiabilidad (trustworthiness) y se basan en la credibilidad, transferibilidad, dependencia y confirmabilidad.

A continuación se detalla la definición y procedimientos a poner en marcha para asegurar que se cumplan (tabla 1).

En la credibilidad se mira el valor verdad de la investigación, planteada ésta no desde la objetividad «positivista», sino desde el consenso comunicativo entre los agentes implicados. Aunque algunos autores consideran que la credibilidad no tiene sentido cuando se parte de un conocimiento subjetivo, otros piensan que el rol del investigador ha de ir encaminado a conseguirla. Así pues, los procedimientos que se han de poner en marcha, como la explicitación de la recogida de datos o la ilustración de los datos con ejemplos específicos, tienen como objetivo conseguir la aceptabilidad de los resultados.

La transferibilidad se refiere al grado de aplicación de los resultados en otros contextos. En este sentido se hace énfasis en controlar y explicitar el tipo de muestreo, ya que las decisiones tomadas son la clave para decidir si se pueden comparar o no los resultados en otros contextos.

La dependencia, también llamada consistencia, hace referencia a la estabilidad de los datos. Este es uno de los criterios de mayor controversia entre los investigadores/as cualitativos, ya que el logro de la estabilidad es imposible cuando se estudian contextos reales y por tanto irrepetibles. Los procedimientos para asegurar la consistencia ayudarían en cualquier caso a conseguir una «menor inestabilidad» de los «datos».

Por último la confirmabilidad nos remite a la neutralidad del investigador/a. Ésta no debe confundirse tampoco con la supuesta «neutralidad científica» libre de valores, sino que simplemente se mantiene en la aspiración ética de mostrar los posibles sesgos del investigador/a en todo el proceso. Los procedimientos para obtener la confirmabilidad irían sobre todo orientados a conseguir explicar el posicionamiento del investigador/a.

Otro criterio que ayudaría a conseguir la confiabilidad es la triangulación. La forma más habitual de definirla es la aplicación simultánea de distintos métodos que nos ayudarían a visualizar la realidad desde diferentes perspectivas y por tanto conseguir un conjunto más «rico y completo».

Pero también se pueden referir otras formas de triangulación. Por ejemplo, Denzin plantea las siguientes10: a) de tiempo, en el que se busca captar el cambio de un determinado proceso; b) de espacio, que es utilizada sobre todo en los estudios transculturales, donde se intenta comparar varias culturas; c) teórica, que pretende utilizar diferentes perspectivas teóricas; d) de investigadores, donde de forma explícita se consideran las perspectivas de varios investigadores en una misma investigación, y e) de métodos, en la que tanto se pueden utilizar diferentes métodos para estudiar una misma realidad, como utilizar el mismo método en distintas ocasiones.

Pero desde algunas perspectivas teórico-metodológicas la triangulación no se considera en términos de validez. Sin ir más lejos, en la investigación etnográfica se contrasta ya la información de «informantes» y de «observadores». En el uso de grupos de discusión es precisamente lo dialógico lo que estamos buscando como expresión de lo «normativo» y en el método biográfico es el mismo procedimiento que opera de forma «triangulada» (contrastar datos, informantes...).

¿Se pueden considerar «triangulaciones» estas opciones? En principio su objetivo no estaría orientado a aumentar la confiabilidad, sino a proponer una perspectiva metodológica, unos métodos y unas técnicas para producir conocimiento sobre una determinada realidad. Se podría considerar más bien que es la «sensibilidad» propia de la metodología cualitativa la que orienta en todo momento a buscar la «triangulación», tanto en el muestreo intencional (variabilidad de opiniones) como en la realización de los informes negociados, como en el propio diseño emergente que va y vuelve de la formulación del problema a la recogida de datos, etc.

Conclusiones

Se ha hecho un fugaz recorrido por la llamada «excelencia» en la metodología cualitativa y se ha intentado informar a los lectores de los aspectos considerados más relevantes. Pero si bien todas las cuestiones planteadas son importantes, hay una que daría un último empujón a todos aquellos atrevidos/as que quisieran seguir por este camino.

La «mirada cualitativa» es algo más que aplicar determinadas técnicas de recogida de datos. Como dice Enrique Alonso11, no se puede reducir la creación de la mirada a la rutina o el protocolo tecnológico formal, ya que existe sobre todo una visión, una intención estratégica, como mirada de la realidad social. Esta mirada se caracteriza por otorgar una importancia primordial a los aspectos relacionales, que no se fijan en categorías, sino que se focalizan en los procesos relacionales (individuo/ individuo, individuo/grupo, individuo/institución, etc.) y que no enmudecen al sujeto reemplazarlo por observaciones externas y artificiales.

Bibliografía
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Íñiguez Rueda L..
Investigación y evaluación cualitativa: bases teóricas y conceptuales..
Aten Primaria, 23 (1999), pp. 496-502
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Mays N, Pope C..
Rigour and qualitative research..
BMJ, 311 (1995), pp. 109-112
[3]
Las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa en las ciencias sociales: debate teórico e implicaciones praxeológicas. En: Delgado JM, Gutiérrez J, coord. Métodos y técnicas cualitativas de investigación en ciencias sociales. Madrid: Síntesis Psicologia, 1995; 69-83.
[4]
Handbook of qualitative research. Sage Thousand Oaks, 1994; 501.
[5]
Diseños y estrategias metodológicas en los estudios cualitativos. En: Valles MS, ed. Técnicas cualitativas de investigación. Reflexión metodológica y práctica profesional. Madrid: Síntesis Sociología, 1997; 77.
[6]
El diseño cualitativo. En: Ruiz Olabuenaga JI, ed. Metodología de la investigación cualitativa. Bilbao: Universidad de Deusto, 1996; 64.
[7]
Análisis de los datos cualitativos. En: Pérez G, ed. Investigación cualitativa. Retos e interrogantes. Madrid: La Muralla, 1994; 102.
[8]
Metodología de la investigación cualitativa. Málaga: Ediciones Aljibe, 1996; 208-213.
[9]
Doing naturalistic inquiry. Londres: Sage, 1996.
[10]
Metodología de la investigación cualitativa. Bilbao: Universidad de Deusto, 1995; 112-113.
[11]
La mirada cualitativa. Madrid: Fundamentos, 1998; 17
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