En representación del Comité Científico de Criterios de Derivación en HBP, le remito la siguiente carta con el ánimo de comunicar a los médicos de familia españoles que trabajan en atención primaria la actualización del Documento de los Criterios de derivación en HBP para atención primaria publicada en su revista en el primer número del año 20101.
Desde la publicación de la 1.a versión han surgido en su manejo una gran cantidad de novedades clínicamente relevantes que justifican el realizar una actualización de las mismas, para que dichos criterios de derivación del paciente atendido en atención primaria (AP) hacia la atención especializada (AE) estén fundamentados en la últimas evidencias publicadas, todo ello como fruto del consenso surgido entre los autores, representativos de las sociedades de atención primaria (semFYC, SEMERGEN y SEMG) y la Asociación Española de Urología (AEU).
Se han incluido la estratificación de los pacientes por factores de riesgo que recientemente ha publicado la NICE Británica (National Institute Clinical Excellence)2, basado en la publicación de los últimos grandes estudios sobre el tratamiento de la enfermedad como es el estudio CombAT3, también se han revisado las guías de la Asociación Europea de Urología de 20104 y las guías de la Asociación Americana de Urología de 20115.
Respecto al diagnóstico, se revisa el valor de la anamnesis, con el IPSS como el mejor test validado en español, el valor del tacto rectal como prueba fundamental para evaluar tamaño y normalidad o no de la superficie prostática, así como las pruebas de laboratorio (analítica de sangre y sedimento), y finalmente se actualiza la información sobre el consabido PSA, con sus puntos de corte de normalidad y formas circulantes (PSA total, PSA libre), así como el valor diagnóstico de estos.
De la discusión de todas estas variables, el grupo de trabajo estableció un algoritmo de decisión diagnóstica y terapéutica en función de los resultados para proceder o no a la derivación desde AP a AE (fig. 1).
En el tratamiento de HPB se actualizan las distintas opciones de su manejo, que van desde el cambio de hábitos diarios y estilo de vida, al tratamiento médico con los distintos grupos de fármacos de que hoy disponemos como arsenal farmacológico, dejando la cirugía para aquellos pacientes no respondedores al tratamiento médico de primera o segunda elección. Para dicha revisión se ha contado con los niveles de evidencia.
Se establece asimismo el no menos importante capítulo del momento y periodicidad de las revisiones para evaluar tanto la eficacia del tratamiento seleccionado como para valorar los efectos secundarios por parte del médico de AP, así como las actitudes a seguir de forma consecuente en cada caso.
Como decíamos anteriormente, el producto final es una herramienta que establece el manejo de la HPB y sus criterios de derivación en ambos niveles asistenciales, AP y AE, estando consensuado por las principales sociedades de AP y la Asociación Española de Urología, lo que supone una garantía de éxito en su aplicación, y también nos muestra un camino novedoso para establecer una verdadera colaboración en el manejo de otras enfermedades urológicas prevalentes, cuyo manejo y criterios de derivación nos preocupan a todos los médicos implicados en su diagnóstico y tratamiento.
Es de esperar que todos estos nuevos conocimientos científicos sean incorporados por los médicos de primaria y urólogos a su práctica clínica habitual, solo así llegarán a su último beneficiario, que no es otro sino el paciente que presenta esta enfermedad. Si esto es así, entre todos, habremos conseguido el principal objetivo de este proyecto, que ha contado con la colaboración de GlaxoSmithKline.