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Vol. 20. Núm. 10.
Páginas 549-553 (diciembre 1997)
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Descripción de los hábitos de los agricultores en relación con la aplicación de plaguicidas
Description of the habits of farm-workers when applying pesticides
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F. López Crespia, J. Brosa Luengoa, MA. Salvador Milianb, JM. Casanova Sandovalb, C. Moragues Farresb, PJ. Subías Lorenb
a Centre de Seguretat i Condicions de Salut en el Treball. Generalitat de Catalunya. Departament de Treball. Barcelona.
b Área básica de salud de Canet de Mar (Barcelona).
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Objetivo. Conocer los hábitos de los agricultores de nuestro medio cuando aplican estos productos, detectar prácticas peligrosas, conocer los defectos más importantes en la protección de los aplicadores y analizar qué variables personales se asocian con el nivel de autoprotección.

Diseño. Estudio descriptivo transversal.

Emplazamiento. Atención primaria. Centro de salud rural.

Participantes. Agricultores y cónyuges de nuestra zona de salud a los que se practicó un examen de salud.

Mediciones y resultados principales. Cuestionario específicamente diseñado para el estudio y que fue cumplimentado por el médico o la enfermera de la unidad asistencial a la que la persona entrevistada estaba asignada.

Un 72,8% de los agricultores se protegen de forma deficiente. El 79,3% refieren haber presentado en alguna ocasión síntomas relacionados con el uso de plaguicidas.

Conclusiones. En las zonas de salud rurales en las que se practica agricultura intensiva, la exposición a plaguicidas es un problema de salud de primer orden, dado lo peligroso de estas sustancias y la deficiente protección de los aplicadores. Las estrategias de actuación sobre este campo pasan por la integración de servicios de salud laboral en los centros de salud. Las tareas de educación sanitaria han de coordinarse con las estructuras agrarias (asociaciones de defensa vegetal, cooperativas, etc.) existentes en la zona.

Palabras clave:
Pesticidas
Agricultura
Efectos sobre la salud
Toxicidad
Riesgos

Objectives. To find the habits of farm-workers when they apply these products, to detect dangerous practices, to find the most important defects in farm-workers' protection and to analyse the personal variables associated with the level of self-protection.

Design. Descriptive cross-sectional study.

Setting. Primary Care. Rural Health Centre.

Participants. Farm-workers and spouses in our Health Area who underwent a health examination.

Measurements and main results. A questionnaire was designed specifically for the study and filled out by the doctor or nurse at the centre where the person interviewed was registered. 72.8% of the farm-workers had inadequate protection. 79.3% said they had suffered on some occasion symptoms related to pesticide use.

Conclusions. In the rural health areas where there is intensive agriculture, exposure to pesticides is a major health problem, as these substances are hazardous and people applying them wear inadequate protection. Action strategies in this field involve integrating health at work services into health centres. Health education tasks have to be coordinated with the agricultural organisations in the area, such as associations for the defense of plants, cooperatives, etc.

Keywords:
Pesticides
Agriculture
Health effects
Toxicity
Risks
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Introducción

Los plaguicidas son sustancias ampliamente utilizadas en la agricultura actual. Se trata de productos capaces de producir efectos adversos sobre la salud humana, tanto de forma aguda como crónica1-3.

En nuestra zona de salud se practica la agricultura de forma intensiva y se utilizan importantes cantidades de plaguicidas. En un primer contacto con el problema tuvimos ocasión de comprobar cómo los agricultores de nuestra zona de referencia consultaban por síntomas que podrían estar relacionados con intoxicaciones agudas leves4.

El presente estudio se ha realizado con el propósito de conocer los hábitos de los agricultores de nuestro medio cuando aplican estos productos. Los objetivos específicos son: describir la intensidad de uso, detectar prácticas potencialmente peligrosas, conocer los defectos más importantes en la protección de los aplicadores, estudiar los síntomas más frecuentemente observados y analizar qué variables personales están relacionadas con el nivel de autoprotección.

Población y métodos

El estudio se ha desarrollado en el Área Básica de Salud de Canet de Mar, situada en la comarca del Maresme (Barcelona), durante los meses de diciembre de 1996 y enero y febrero de 1997.

La población de estudio está formada por los agricultores y cónyuges de nuestra zona de salud. Los individuos se captaron a través de una campaña informativa en cada uno de los núcleos de población y de forma oportunista en las consultas. Se citaron para la realización de un examen de salud en el que se incluyó el cuestionario de hábitos para el presente estudio. Se incluyeron 96 casos: 82 agricultores y 14 cónyuges. El número de agricultores representa un 91,3% del total del fichero del centro, en el que la condición de agricultor se registra como factor de riesgo.

Las variables estudiadas fueron:

Descripción general: edad (años exactos en la fecha del examen de salud), sexo, nivel de estudios (5 categorías), haber realizado cursos sobre manejo de plaguicidas, pertenencia a una Asociación de Defensa Vegetal, número de aplicaciones al año, número de horas/día de aplicación y equipos utilizados para la aplicación.

Hábitos en relación con la seguridad en el manejo de los plaguicidas (sólo a los agricultores): ducha tras la aplicación, manejo y lavado de la ropa de trabajo, asesoramiento para la compra y uso de estos productos, condiciones en las que se almacenan tanto los productos como las máscaras de protección, destino de los envases vacíos y limpieza de las máquinas de tratar.

Medidas de protección utilizadas (sólo a los agricultores): se confeccionó una lista de prendas y sistemas de protección y se preguntó en cada caso si utilizaba o no cada una de ellas: gorra o sombrero de tela o impermeable, gafas, media máscara de carbono activo, careta entera de carbono activo, máscaras de tela o pañuelo, camiseta de manga corta o larga, chaqueta impermeable, pantalón corto o largo de tela, pantalón impermeable, mono de algodón, mono impermeable, guantes (algodón, goma o neopreno), botas, alpargatas, zapatilla deportiva, otras prendas. Con estas variables de base se construyeron las siguientes variables compuestas: gorra (0, no utiliza; 1, usa gorra de tela, y 2, emplea gorra impermeable); máscara (0, utiliza máscara de tela o no usa; 1, emplea media máscara sin gafas, y 2, utiliza media máscara con gafas o careta entera); ropa de protección (0, no utiliza prendas protectoras; 1, usa mono de algodón; 2, emplea pantalón impermeable; 3, porta chaqueta impermeable; 4, utiliza chaqueta y pantalón impermeables o mono impermeable); guantes (0, no utiliza; 1, de algodón; 2, de goma, y 3, de neopreno); calzado (0, no utiliza calzado protector; 1, zapatilla deportiva, y 2, botas).

Se creó una variable que describía de forma global la protección cuyo valor se encuadraba en 4 categorías: 0, protección muy deficiente (máscara+ropa de protección=0); 1, protección deficiente (máscara=0, o ropa de protección=0); 2, protección aceptable (máscara >=1 y ropa de protección >=1), y 3, protección correcta (gorra >=1 + máscara=2 + ropa de protección=4 + guantes >=2 + calzado >=1). Para la regresión logística se recodificó en 2 categorías: 0, incorrecta (0 y 1) y 1, correcta (2 y 3).

Síntomas relacionados con el uso de estos productos: se enumeraban los síntomas de la siguiente lista y el encuestado respondía sí o no: cefalea, mareos, náuseas/vómitos, dolor abdominal, diarreas, disnea, malestar general, temblor, anorexia, nerviosismo, trastornos de la visión, alteraciones de la piel, alteraciones de los ojos y otros. También se preguntó si había sido necesario acudir al médico por estos síntomas.

Se confeccionó un cuestionario con las variables descritas y se realizó una prueba inicial con 10 casos; tras la introducción de algunos ajustes se pasó el modelo definitivo de cuestionario al resto de los individuos captados. Los cuestionarios fueron rellenados por la enfermera o el médico de la unidad asistencial a la que pertenecía cada caso mediante entrevista personal previa a la práctica de un examen de salud.

Se realizó la descripción estadística de cada una de las variables. Para analizar la posible relación de la variable nivel de protección con una serie de características personales se realizó un análisis de regresión logística. La variable dependiente (nivel de protección) era dicotómica: 0, protección inadecuada y 1, protección aceptable o correcta. Las variables independientes incluidas fueron: nivel de estudios (3 categorías: sin estudios, estudios primarios y estudios secundarios o superiores; se crearon 2 variables ficticias considerando la categoría sin estudios como referencia), pertenencia a Asociación de Defensa Vegetal, haber realizado cursos sobre seguridad en la aplicación de plaguicidas, edad y número de síntomas padecidos en relación con la utilización de plaguicidas (rango, 0-4). Al tratarse de un estudio transversal, se utilizó un algoritmo automático en la introducción de las variables en el modelo: el método paso a paso hacia atrás. Este algoritmo introduce todas las variables independientes en el primer paso y posteriormente se van sacando las que no cumplen los criterios estadísticos establecidos, en nuestro caso: el criterio de entrada fue p<0,05 y el de salida p<0,10.

El tamaño de la muestra nos da un error muestral para la descripción de los datos del 4,8% para *=0,05. En el modelo global de la regresión logística en el que entraron 79 casos que tenían todos los datos completos, en el cálculo del poder estadístico mediante la fórmula para variables dicotómicas5, para *=0,05 se obtuvo un riesgo ß=0,61.

Resultados

Descripción de la población

La media de edad de la población estudiada fue de 49,3 años (IC 46,5-52,1). Según el tipo de contacto con los plaguicidas, 82 (85,4%) eran agricultores y manejaban plaguicidas y 14 (14,6%) participaban en las labores agrícolas pero no estaban en contacto directo con los productos. Los primeros eran en su totalidad varones, mientras que el segundo grupo se trataba de mujeres.

El 6,4% de los casos no tenían estudios, un 79,8% habían completado estudios primarios y el 13,8% restante había realizado formación profesional, bachiller o carrera técnica de grado medio.

Un 50,0% habían hecho algún curso sobre el manejo de plaguicidas y el 23,2% pertenecían a la Asociación de Defensa Vegetal de la zona.

El cultivo mayoritario de la zona es el de la fresa: el 68,3% de los casos cultivan sólo fresa y el 20,7% lo combinan con la huerta. Un caso (1,2%) se dedica a la floricultura, 3 (3,7%) a la huerta y los 5 (6,1%) restantes a otros cultivos y jardinería.

En el grupo de aplicadores, la media de años desde que se trabajaba con plaguicidas fue de 22,4 (IC, 19,7-25,1).

La intensidad de uso de los plaguicidas a lo largo del año se describe en la figura 1.

El promedio de tiempo en los días de tratamiento dedicado a la aplicación es de 3,0 horas (IC, 2,6-3,4).

Los equipos de aplicación más utilizados en la zona son: el tanque de pulverizar con pistola y manguera (85,2%), la mochila manual (22,2%) y el atomizador de mochila con motor (12,3%).

Hábitos en relación con la seguridad en el manejo de los plaguicidas

Se ducha justo al acabar la aplicación un 40,7% de los casos; el 54,4% afirma ducharse cuando llega a casa y el 4,9% restante no se ducha.

Tras la aplicación, se quitan la ropa de inmediato el 55,6% de los casos, un 37,0% no se la quitan hasta llegar a casa y un 6,2% mantienen esa ropa hasta que van a dormir. Otras alternativas suponen el 1,2% restante.

Lavan la ropa tras la aplicación, o llevan ropa desechable el 49,4%; la lavan cada «pocos días» un 29,6%, «al final de la semana» el 11,1% y «cada más tiempo» el 9,9%.

Un 47,6% de los agricultores se asesoran para comprar estos productos en la cooperativa, el 41,5% lo hacen directamente en las casas comerciales y el resto en organismos públicos (1,2%), de otros agricultores (3,7%) o de técnicos independientes (2,4%). El 6,1% restante no solicita asesoramiento de nadie.

Guardan los productos y máquinas de tratar en un lugar apartado de la vivienda el 85,2% de los casos. Cerrados con llave el 56,0%.

Las máscaras de protección se guardan en un lugar separado de los productos en el 56,9% de los casos. El resto la guardan en el mismo lugar de los productos (un 23,6% con su bolsa de protección y el 19,5% sin bolsa).

La mayor parte de los agricultores (66,7%) quema los envases vacíos de plaguicidas. Otras soluciones aplicadas son las siguientes: se tiran (16,0%), se tiran tras haberlos lavado 3 veces con agua (9,9%), se entierran (2,5%) y otras (4,9%). La limpieza de las máquinas de tratar se realiza en un riego o en el campo en el 82,2% de los casos, en casa (garaje o corral) en el 6,8% y en una balsa el 5,5%. El 5,5% restante no las limpian.

Medidas de protección utilizadas

Un 72,8% de los agricultores se protegen de forma deficiente o muy deficiente; uno de cada 10 no utiliza ninguna medida de protección. En el 14,8% de los casos la protección es aceptable y en el 12,4% es correcta. En la tabla 1 se detalla la utilización de cada una de las prendas de protección.

Características personales relacionadas con el nivel de protección

En el análisis de regresión logística, en el primer paso en el que se introdujeron todas las variables independientes, se obtuvieron los coeficientes de la tabla 2. Al final sólo 2 variables permanecieron en el modelo: el haber realizado algún curso sobre plaguicidas y la pertenencia a la Asociación de Defensa Vegetal. Las odds ratio (OR) para estas variables fueron para los cursos de 0,35 (IC, 0,10-1,21) y para la Asociación de Defensa Vegetal de 6,38 (IC, 1,70-23,97). La ecuación obtenida es la siguiente:

 

p(*)= 1/1 + exp -(­1,03+1,85 ADEFEN-1,05 CURSOS)

 

Utilizando esta ecuación, se calcula que los agricultores pertenecientes a la Asociación de Defensa Vegetal se protegen correctamente en un 69,53%, mientras que los que no lo son lo hacen en un 26,34%. Es decir los de la Asociación se protegen 2,5 veces mejor que el resto.

Síntomas referidos relacionados con los plaguicidas

Un 57,1% de las mujeres y el 79,3% de los agricultores refieren haber presentado en alguna ocasión síntomas relacionados con los plaguicidas. En el 10,4% de los casos fue necesario acudir al médico. En la tabla 3 se enumeran los síntomas que son relacionados por los agricultores con el uso de plaguicidas.

Discusión

Los resultados presentados describen la situación de una zona en la que se practica agricultura intensiva y por lo tanto su extrapolación a poblaciones rurales con otro tipo de cultivos ha de hacerse con cautela. El cuestionario utilizado se confeccionó específicamente para el estudio y no se ha validado; esto hace que las preguntas que exploran los hábitos (ducha, lavado de la ropa, prendas de protección, etc.) pueden tener una baja sensibilidad. Esto nos haría pensar que los niveles de protección son incluso más bajos que los obtenidos, y por lo tanto refuerzan las conclusiones que posteriormente se comentarán. Dado el tamaño de la muestra, la precisión en la descripción es adecuada; no obstante, en el análisis de regresión logística el poder estadístico es bajo, por lo que la valoración de los cruces no significativos ha de hacerse con prudencia.

Un primer dato a resaltar es la importante intensidad con la que se utilizan estos productos en nuestra zona. Si bien se observa una evolución estacional producida por el mayor uso de insecticidas en las épocas calurosas, lo cierto es que sigue habiendo un importante nivel de utilización en invierno. Esta tendencia se ha visto incrementada los últimos años debido al esfuerzo productivo de alargar el período de recogida a fechas en las que los mercados están menos saturados.

Los hábitos higiénicos relacionados con la utilización de plaguicidas se han revelado como deficientes: casi la mitad de los agricultores, después de la aplicación, esperan a llegar a casa para quitarse la ropa con la que han aplicado y más de la mitad no se duchan hasta que acaba la jornada. Como ya se ha comentado, pensamos que la realidad es peor de los datos obtenidos. Otro aspecto llamativo es el que sustancias tan peligrosas como los plaguicidas se guarden sin llave en un importante número de casos. La conservación de las máscaras de protección ha de hacerse en un lugar separado de los productos ya que de otra forma se saturan rápidamente y se vuelven no efectivas; en nuestro caso, poco más de la mitad de los casos siguen esta recomendación. El destino de los envases es un problema sin resolver desde la Administración y por lo tanto cualquier solución que se adopte en la actualidad hemos de darla por válida. Es un problema semejante el de la limpieza de las máquinas de tratar.

El resultado que más ha de preocuparnos es que las tres cuartas partes de nuestros agricultores se protegen de forma inadecuada cuando aplican estos productos. Una evaluación más precisa de este dato arrojaría cifras todavía más desoladoras. Estamos habituados a pensar que este es un problema que se da sólo en países en desarrollo6, pero lo cierto es que los estudios realizados en países desarrollados ponen de manifiesto situaciones en todo comparables7. La primera causa de este problema es la falta de formación de los agricultores y la dificultad de utilizar las medidas protectoras en entornos de trabajo calurosos. De otra parte, nos encontramos con la inexistencia de cauces institucionales de formación. Otro factor lo constituyen las peculiaridades de la estructura empresarial agraria (empresas familiares) que, debido a su pequeño tamaño, no cuentan con servicios de salud laboral.

En el análisis de qué factores personales se relacionan con un mejor nivel de protección destaca que la única variable en la que se ha obtenido un nivel estadísticamente significativo es la pertenencia a Asociación de Defensa Vegetal: los socios de la misma se protegen 2,6 veces mejor que el resto. Una Asociación de Defensa Vegetal está formada por un conjunto de agricultores y un técnico asesor.

¿Por qué el haber hecho algún curso sobre el tema no mejora la protección? En su mayoría el curso en cuestión es el obligatorio para la obtención del carnet de manipulador de bromuro de metilo, por lo que la participación no viene de la motivación del agricultor sino de la necesidad de obtener el permiso para la aplicación de este plaguicida; el resultado es sin duda sorprendente.

Los datos no muestran que la edad influya y además la OR obtenida es cercana a la unidad, por lo que no adivinamos ninguna tendencia. Lo mismo sucede con el nivel de estudios. ¿Por qué los agricultores que han padecido síntomas no han mejorado su protección? Pensamos que los síntomas rara vez se relacionan con el plaguicida, y cuando se hace no se consideran importantes ya que en su mayoría son autolimitados. El agricultor no piensa que los efectos de estos productos vayan más allá de esas leves molestias referidas.

Ante esta situación en la atención primaria de salud son bastantes las cosas que han de plantearse. En el medio rural se ha de incluir la salud laboral (examen de salud, control biológico, vigilancia epidemiológica, etc.) entre los servicios dispensados por los centros de salud1. Es necesaria la sensibilización del colectivo de agricultores sobre la importancia de las repercusiones de los plaguicidas a largo plazo. Se ha de trabajar en colaboración con las asociaciones agrícolas de la zona que son el lugar en el que existe el conocimiento técnico adecuado para la formación en estos temas. Todo ello requiere un plan de formación continuada de los profesionales sanitarios, una dotación material adecuada y los cambios organizativos pertinentes.

 

Bibliografía
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