Sres. Directores: Hemos leído con interés el artículo reseñado en el título1 y nos gustaría hacer algunos comentarios.
La prevalencia de la incontinencia urinaria (IU) de esfuerzo o estrés en la población general se sitúa en un 40-50%2,3. Sólo hemos encontrado un estudio realizado en 1986 sobre 515 mujeres de más de 40 años en que se halló una prevalencia del 75%4.
La pregunta 3 del cuestionario1 no corresponde a IU de esfuerzo sino a IU de urgencia o por inestabilidad del detrusor3,5,6. No queda claro si para que la paciente fuera incluida en el estudio debía contestar afirmativamente a las 3 preguntas (1-3) o sólo a alguna de ellas.
La IU de estrés responde bien a fisioterapia de suelo pélvico7, mientras que para la IU de urgencia la mejor alternativa actualmente son los anticolinérgicos7.
Si valoramos igual a las pacientes que contestan afirmativamente a las preguntas 2 y 3, estaremos clasificando distintos tipos de incontinencia. Las pacientes que sólo responden a la pregunta 2 presentan IU de esfuerzo o de estrés; las que únicamente contestan la pregunta 3, incontinencia de urgencia, y si consideramos pertenecientes al mismo grupo las mujeres que contestan afirmativamente a las preguntas 2 y 3, estaremos clasificando a personas con IU mixta (de esfuerzo y de urgencia). En este tipo de patología, aunque son efectivos los ejercicios del suelo pélvico, si no tratamos también el otro tipo de IU, sobre todo si ésta es la dominante, el tratamiento no será del todo efectivo. Probablemente las mujeres que no experimentaron cambios1 se hallaban en este grupo y estarán mal clasificadas como no respondedoras o respondedoras parciales al tratamiento.
No queremos dejar de felicitar a los autores por el trabajo, teniendo en cuenta la inexistencia de datos publicados sobre el tratamiento de la IU de esfuerzo en atención primaria en nuestro país. Pensamos, al igual que los autores, que la incontinencia urinaria es una patología que puede diagnosticarse con una buena historia clínica, con preguntas previamente validadas y que la mayoría de las veces no precisa para su estudio de derivaciones y pruebas complementarias de difícil alcance en atención primaria. Por tanto, debería abordarse con protocolos sencillos de diagnóstico y tratamiento desde nuestras consultas. En nuestro centro trabajamos en esta patología desde hace algún tiempo y hemos podido comprobar el agradecimiento de los pacientes que han visto cómo una patología por la que muchas veces no habían consultado, al creer que no tenía solución, puede subsanarse y ha mejorado notablemente su calidad de vida.