Sres. Directores: En relación con el editorial «El asesor de medicamentos en atención primaria» (Aten Primaria 1998; 21: 261-263), desearía hacer algún comentario.
El editorialista con párrafos como «Los hospitales sólo representan una pequeña fracción del gasto farmacéutico» o «La atención primaria... representa el bocado de león en el gasto sanitario», «... las autoridades sanitarias hayan puesto el punto de mira de las medidas racionalizadoras en el médico de AP, que es de donde parte el hecho de la prescripción...» da por sentado la responsabilidad de la atención primaria en el gasto farmacéutico.
Craso error por parte del Dr. Rodríguez Moreno, que sigue la opinión oficialista de nuestros políticos sanitarios.
En principio, considero indispensable unificar terminologías para poder entendernos. Así, prescribir es el hecho de recomendar un tratamiento, farmacológico o no, a un paciente para intentar resolver un problema de salud. Recetar sería el acto de plasmar en un documento, receta, el tratamiento indicado en la prescripción. Por último, prescripción inducida (concepto algo ambiguo, que en mi opinión sería mejor llamar receta inducida) sería aquella que realiza un médico, generalmente de atención primaria, de una prescripción aconsejada por otro médico, por lo general del nivel especializado.
Si aplicamos esta terminología, es cierto que la gran mayoría de las recetas las firman los médicos de AP. Recordemos que el sistema nacional de salud español reserva la labor de cumplimentar el modelo de receta-factura a los profesionales de atención primaria (renovación de recetas). Sin embargo, diversos trabajos han demostrado ya que al menos un 30% de esas recetas son prescripciones inducidas, es decir no se originan en el médico de AP1-4.
Creo importante citar el estudio de Lomeña Villalobos et al5, que analizaron el tema en su centro de salud encontrando que un 46,4% de sus recetas tenían su origen en el nivel especializado y ello representaba un 51,38% de su gasto farmacéutico total.
Bueno, esa pequeña fracción que según el Dr. Rodríguez Moreno representa el gasto en farmacia hospitalaria, si hacemos las debidas correcciones, ya no es tan pequeña, ni el bocado del león de la atención primaria tan grande.
Con un ejemplo quizás documente mejor lo que quiero expresar. Todos sabemos que la ticlopidina es un fármaco de prescripción reservada a especialista. Sin embargo, la mayoría de las recetas están firmadas por médicos de AP y visadas por inspección.
Si aplicáramos los planteamientos del editorialista, resultaría que los médicos de AP seríamos los responsables de la prescripción de la ticlopidina, lo que es imposible según la normativa vigente.
En definitiva es importante que «cada palo aguante su vela». Los médicos de AP tenemos nuestra parte de culpa en el crecimiento desmesurado del gasto farmacéutico y no es pequeña. Pero en modo alguno somos los responsables del mismo, tal y como se nos quiere achacar. Es más, en la actual coyuntura no considero que un asesor del medicamento para atención primaria fuera una medida eficiente y menos desde los planteamientos del Dr. Rodríguez Moreno.