El uso de medicamentos ha llegado a convertirse actualmente en un elemento presente en la vida de muchas personas. La facilidad de su acceso y la comodidad de su ingestión hacen que los pacientes, y, lo que es peor, en muchas ocasiones también los médicos, olviden los riesgos asociados a su administración. El uso de fármacos debería realizarse optimizando al máximo la relación entre los beneficios que se espera que comporten y los riesgos que pueden suponer. Por ello, la información sobre los medicamentos es uno de los aspectos más importantes vinculados a su utilización, ya que solamente con una información adecuada es posible un tratamiento farmacológico óptimo.
Una consulta médica en que se prescriba medicación no debería concluir sin informar adecuadamente al paciente del tratamiento que ha de seguir, incluyendo el nombre del medicamento, el motivo de su prescripción y las características de su administración, así como de cualquier aspecto que se considere importante para optimizar sus resultados, tanto en lo que se refiere a eficacia como a toxicidad, como los problemas asociados a la falta de administración, la posible aparición de reacciones adversas, los efectos sobre actividades diarias como la conducción de vehículos, los medicamentos que deben evitarse o posibles interacciones con el alcohol, por ejemplo1. Otra fuente de información es el prospecto, pero, aunque teóricamente está dirigido al paciente, es frecuente que le resulte prácticamente ininteligible, que incluya términos vagos e imprecisos que le pueden suscitar dudas al leerlos, y que en muchas ocasiones resulte incluso alarmista. Por ello, es importante el papel de los farmacéuticos al contribuir, no solamente a solucionar estas dudas, sino también a fomentar y facilitar un uso más racional y seguro de los fármacos.
De hecho, el uso incorrecto de los medicamentos es un importante problema de salud, no solamente porque supone una disminución de su efectividad, sino también por la elevada frecuencia de problemas asociados que comporta. A pesar de que diversos estudios han llamado la atención sobre el escaso conocimiento que tienen los pacientes de los medicamentos que se les ha prescrito2–5, y de que este aspecto se considera como una de las principales causas de su uso inadecuado, ha sido insuficiente e inadecuadamente evaluado. Los estudios que se han realizado hasta este momento son relativamente escasos y frecuentemente centrados en aspectos parciales como el conocimiento del nombre del fármaco, las dosis o pautas de administración o la indicación por la que se prescribió, y en grupos farmacológicos determinados. Además, los instrumentos que se han utilizado en estos estudios son heterogéneos y prácticamente nunca han sido sometidos a un proceso de validación adecuado, por lo que los resultados que aportan son difíciles de interpretar.
Por ello, es importante diseñar instrumentos de medida adecuados y determinar sus características métricas, para poder utilizarlos correctamente, tanto con finalidades descriptivas y exploratorias que permitan realizar comparaciones entre diferentes contextos como para evaluar la eficacia de intervenciones. En este sentido, el artículo de García Delgado et al6 supone una aportación relevante al presentar el riguroso proceso de construcción y validación de un cuestionario para medir el conocimiento de los pacientes sobre sus medicamentos. Se trata de un instrumento genérico, que podría complementarse con preguntas más específicas para estudiar grupos farmacológicos o grupos de pacientes concretos. También sería interesante evaluar su sensibilidad al cambio, de manera que pudiera utilizarse como herramienta de evaluación del impacto de diferentes intervenciones sobre dicho conocimiento.
Aunque el tamaño de la muestra estudiada es reducido (102 pacientes) y en su selección no se pretendió ninguna representatividad, sino que fue una muestra de conveniencia para la validación, algunos datos son interesantes: los ítems en que se demostró un peor conocimiento de los pacientes fueron los relacionados con las precauciones, efectos adversos, contraindicaciones e interacciones, con valores cercanos al 25%, muy inferiores al del resto, que se sitúan en valores cercanos al 75% o superiores. Estos ítems corresponden al segundo factor identificado por los autores, que ellos denominan “seguridad”. Precisamente en un momento en que la seguridad de los pacientes se está convirtiendo en uno de los elementos clave de la atención sanitaria, estos resultados deben hacernos reflexionar acerca de si le prestamos la suficiente atención en el momento de la prescripción, y más si tenemos en cuenta la elevada frecuencia de la polimedicación, el hecho de que en muchos casos los tratamientos sean de larga duración, y la intervención de diferentes profesionales en todo el proceso de manejo y seguimiento de estos pacientes. Probablemente, los farmacéuticos comunitarios están en una situación idónea para detectar este tipo de problemas potenciales y mejorar el conocimiento de los pacientes de los medicamentos que toman, y de esta manera colaborar en su uso más racional, en la mejora de su efectividad y en la prevención de los problemas relacionados con su uso incorrecto.
La importancia de la atención farmacéutica es indiscutible. Un artículo de estos mismos autores7 revisa algunos aspectos terminológicos relacionados con el concepto de servicios cognitivos en la farmacia comunitaria, comentando los factores que actúan como barreras y como facilitadores para su diseminación e implantación en nuestro país. En dicho artículo, definen los servicios cognitivos como aquellos servicios orientados al paciente y realizados por farmacéuticos que, exigiendo un conocimiento específico, tratan de mejorar bien el proceso de uso de los medicamentos, o bien los resultados de la farmacoterapia, y distinguen dos tipos de estos servicios según se centren en una u otra finalidad.
No cabe duda de que el papel de los farmacéuticos de las oficinas de farmacia es primordial y de que es necesaria una mayor implantación de la atención farmacéutica en España. Sus actuaciones como agentes de salud cercanos a la población son fundamentales, especialmente para obtener el máximo beneficio de la utilización de los medicamentos y limitar los riesgos que conlleva.
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La información sobre los medicamentos es uno de los aspectos más importantes vinculados a su utilización.
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El conocimiento es menor en los ítems relacionados con la seguridad de los medicamentos.
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La importancia de la atención farmacéutica es indiscutible.
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El papel de los farmacéuticos es imprescindible para obtener el máximo beneficio de la utilización de los medicamentos y limitar los riesgos que conllevan.