Caso clínico. Presentamos el caso de un varón de 53 años que acude a la consulta de atención primaria por presentar, desde hace 10 días, una induración cutánea, palpable, en la región torácica derecha. No refiere traumatismos locales ni procesos inflamatorios, infecciosos o cirugía reciente, y no presenta alteraciones del estado general. En la exploración se palpa un cordón duro, desde la zona submamaria derecha hasta el hipocondrio derecho, de 15 * 1,5 cm, ligeramente doloroso a la palpación. No se aprecian cambios en la pigmentación ni retracciones cutáneas. Después de ser tratado durante una semana con antiinflamatorios (diclofenaco), se observa disminución de la induración. Se solicitó analítica, radiografía de tórax y ECG, todo dentro de la normalidad. Se añadió un antibiótico (amoxicilina-ácido clavulánico) durante una semana, sin que se apreciara mejoría. Con la sospecha diagnóstica de enfermedad de Mondor, es remitido a consultas de medicina interna para completar estudio. Se realizó una analítica, donde destacan unos anticuerpos antinucleares (ANA) positivos, y una tomografía computarizada toracoabdominal para descartar alguna neoplasia subyacente, con resultado negativo. El antiinflamatorio se mantuvo durante un mes más. Tres meses después, los ANA se negativizaron y, dado el estado asintomático del paciente, se finalizó el estudio, confirmando el diagnóstico de sospecha.
Discusión y conclusiones. La enfermedad de Mondor es una entidad clínica poco frecuente caracterizada por trombosis de la vena torácica lateral y una flebitis fibrosa subcutánea. Ocasionalmente aparece en regiones extratorácicas (axila, abdomen y pene) y unilaterales en general. Afecta sobre todo a mujeres (3:1) de 25-55 años. De etiopatogenia desconocida, se ha relacionado con traumatismos locales, picaduras de artrópodos1, procedimientos quirúrgicos (prótesis mamarias, biopsias, punción-aspiración con aguja fina), esfuerzo físico excesivo e, incluso, con cáncer de mama en mujeres (12,7%)2. Miller et al3 recogieron un caso de enfermedad de Mondor asociado a metástasis linfática axilar en un carcinoma mamario, y Rubegni et al4, en un lipoma abdominal, ambos como causa de interrupción del flujo venoso. También se han observado en procesos con hipercoagulabilidad5 o asociados a arteritis de células gigantes6. El diagnóstico es de enfermedad es clínico. La ecografía presenta una alteración en la permeabilidad del vaso por un trombo intraluminal, mientras que en la eco-Doppler color se observa la inexistencia de flujo venoso. La punción está desaconsejada por el riesgo de infección. El cuadro responde a antiinflamatorios sistémicos y a heparina tópica, y desaparece en 6-12 semanas, aunque en casos rebeldes está indicada la escisión quirúrgica del vaso comprometido. Habitualmente evoluciona hacia la curación, pero en ocasiones se cronifica, complicándose con pequeñas necrosis cutáneas. En conclusión, aunque la enfermedad de Mondor suele ser benigna y autolimitada, dada su posible asociación a cáncer de mama es obligado, ante todo paciente con clínica sugestiva, realizar un estudio general para descartar procesos neoplásicos de base, especialmente en mujeres.