Sres. Directores. El descubrimiento y comercialización de nuevos fármacos en los últimos 50 años ha supuesto grandes avances y beneficios para la salud. Sin embargo, es bien sabido que la eficacia comporta siempre un riesgo de presentar efectos indeseables, y que se dispone de un conocimiento incompleto de éstos cuando se da luz verde a la comercialización de un nuevo producto1. La torasemida, una anilopiridina lipofílica derivada de la sulfonilurea, actúa como diurético de asa de alto techo y ha sido comercializada recientemente en España (1995) para el tratamiento de la hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca congestiva y de los edemas de origen hepático y renal2,3. Los ensayos clínicos la han caracterizado como un fármaco bien tolerado, con escaso número de efectos adversos, leves o moderados y transitorios (hipocaliemia transitoria, hiperuricemia, mareos, cefaleas, trastornos gastrointestinales, hipotensión ortostática y fatiga)3. En un ensayo clínico de torasemida que incluye un grupo control con placebo, la frecuencia de efectos adversos fue similar en ambos grupos de pacientes4. Presentamos un caso de erupción purpúrica de aspecto similar a una vasculitis palpable relacionada con la administración de torasemida y detectado en una consulta de atención primaria. Esta reacción ha sido notificada al Sistema Español de Farmacovigilancia.
Varón de 70 años diagnosticado de diabetes mellitus tipo II, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, cardiopatía isquémica y psoriasis, en tratamiento crónico vía oral con gliclacida, 40 mg/día; amlodipino, 10 mg/día; clortalidona, 50 mg/día; potasio, 390 mg/día, en asociación con vitamina C, 230 mg/día; molsidomina, 6 mg/día, y alprazolam, 0,5 mg/día. El paciente acudió a la consulta por descompensación de la hipertensión arterial y edemas en miembros inferiores, motivo por el que se retiró la clortalidona y el potasio, y se instauró tratamiento con torasemida vía oral, 5 mg/día. Unas horas después de la primera administración de torasemida, presentó una erupción cutánea en miembros inferiores, que se hizo más intensa tras la segunda toma. En la exploración se apreció una erupción cutánea morbiliforme, eritematosa, con lesiones petequiales palpables de coloración violácea y confluyentes en algunas zonas, compatible con vasculitis por hipersensibilidad. El resto de la exploración fue normal. Tras la sospecha de que la torasemida fuese la responsable de la reacción adversa, se retiró este fármaco y la reacción desapareció en 48 horas de forma gradual. El paciente, que era transeúnte, se negó a que le realizásemos exploraciones complementarias (analítica y biopsia).
La púrpura palpable es la manifestación más característica de la vasculitis por hipersensibilidad que suele afectar a los vasos de pequeño calibre. Aunque se puede afectar cualquier órgano, la afectación cutánea suele dominar el cuadro clínico y en ocasiones es la única manifestación. Los fármacos son los responsables de un 10% de los casos de vasculitis cutáneas agudas por hipersensibilidad, y entre ellos los más frecuentemente implicados son alopurinol, penicilinas, aminopenicilinas, sulfonamidas, tiazidas, pirazolonas, hidantoínas, propiltiouracilo, retinoides y quinolonas5.
Según el algoritmo de causalidad del Sistema Español de Farmacovigilancia, la reacción adversa descrita es posible6: a) secuencia temporal evidente; b) la reacción adversa no es conocida no hemos encontrado ningún caso como éste descrito en la bibliografía (MEDLINE 1989-1997 y Iowa Drug Information Service 1990-1997). Sin embargo, la torasemida es una sulfonilurea con una estructura química semejante a las sulfamidas, grupo de fármacos que más frecuentemente se ha relacionado con vasculitis5; c) la reacción adversa desapareció tras la retirada del fármaco; d) no nos pareció ética la reexposición, porque no aportaba beneficios para el paciente e incrementaba el riesgo de repercusión sistémica, y e) no existe causa alternativa aparente que justifique la reacción.
Los médicos tendríamos que ser especialmente cautos con la administración de fármacos de reciente comercialización y adoptar una actitud vigilante que nos permita detectar las reacciones relacionadas con los mismos. La comunicación y/o publicación de reacciones adversas no conocidas relacionadas con medicamentos de reciente comercialización es un buen método de farmacovigilancia que permite conocer mejor cuál es el perfil de toxicidad de estos fármacos cuando se administran a la población en general sin las restricciones de los ensayos clínicos1.
Agradecimientos
Los autores quieren agradecer los oportunos comentarios del Dr. Vicente Palop Larrea.