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Vol. 33. Núm. 3.
Páginas 165 (febrero 2004)
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Europa, una buena alternativa
Europe, a Good Alternative
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Sr. Director: Tras la lectura del artículo publicado el pasado mes de septiembre con el título: «Médicos españoles en Europa: la emigración como solución a los contratos basura»1, es fácil concluir que la experiencia en el extranjero de los médicos españoles es ciertamente negativa. Por el contrario, debo decir que, en primer lugar, las condiciones de trabajo, la remuneración, las condiciones del traslado y las ayudas complementarias se acuerdan previamente a la aceptación del puesto y firma del contrato y, en mi caso, y por lo que yo sé de mis compañeros, esto se ha cumplido según lo pactado. Es cierto que en Suecia se completa un período como residente durante 1 o 2 años. Esto es así dado que la obtención del título de médico de familia en ese país conlleva 5 años de residencia. Este período como residente es de gran utilidad, ya que se visita a menos pacientes por día de los habituales, se tiene más tiempo por paciente, se dispone de una hora de tutoría a la semana, se puede rotar por el hospital y se tiene acceso a cursos, así como tiempo para estudio y para desarrollar algún proyecto de investigación. La obtención del título de médico de familia sueco puede llevar algunos meses de trámite burocrático y está sujeto a la normativa del Ministerio de Sanidad (Socialstyrelsen) y al beneplácito del tutor. Es inherente a la condición de emigrante que existan ciertos recelos la población autóctona, que no duda en preguntarse si el producto importado reúne la suficiente calidad o, por el contrario, están llevándose lo que sobra o no se desea en el país de procedencia. Ha quedado demostrado que los médicos españoles estamos trabajando al nivel esperado; de hecho, la experiencia se ha repetido durante 3 años y están planeados futuros reclutamientos de médicos de familia en España. No sólo no somos las sobras de la sanidad española sino que, por el contrario, somos aquellos que, por respeto a su profesión, han decidido no anquilosarse en el circuito de las sustituciones y los refuerzos y han optado por crecer profesional2 y humanamente a costa del esfuerzo que exige hacer la maleta. Lo mas triste de todo es que, al contrario de lo que sucede en el resto de Europa, donde haber trabajado en el extranjero se considera como mérito, en nuestro caso no sólo no está reconocido, sino que se penaliza de tal forma que, a la hora de opositar, el tiempo trabajado en servicios públicos de salud de la Unión Europea se valora con la mitad de puntos en algunas comunidades autónomas, mientras que en otras sencillamente ni se puntúa, circunstancia ésta que es, desde todo punto de vista, injusta, si no ilegal. A modo de resumen y como conclusión debo decir que la experiencia en el extranjero es, a pesar de las dificultades, enriquecedora, provechosa económicamente y aporta nuevos conocimientos y habilidades en el ejercicio de la medicina, además de una más amplia concepción de nuestra profesión derivada del intercambio de ideas y experiencias con nuestros compañeros de Europa.