Introducción. El tabaco es la causa evitable más frecuente de pérdida de salud y de muerte prematura en los países desarrollados1. El 70% de los fumadores visita al menos una vez al año a su médico de familia (MF)2. La deshabituación es una prioridad de la atención primaria (AP). La simple oferta de seguimiento incrementa el porcentaje de abstinentes3. Cualquier intervención es eficaz y cuando se adecua a las características individuales, su eficacia y eficiencia aumentan2. Los MF tenemos el deber de dar soporte a los fumadores, a la vez que tenemos la ventaja de la proximidad hacia ellos4. El abordaje del tabaquismo ha de ser uno de los objetivos prioritarios e indispensables en las actividades preventivas y de promoción de la salud en cualquier consulta, siendo la actividad aislada más importante en el ámbito de la medicina preventiva5. Por otro lado, la prevención de la enfermedad cardiovascular es primordial de la AP y ha de ser de carácter multifactorial6.
Objetivo. Analizar si los beneficios sobre el cese del tabaquismo también lo son en nuestra población, así como las repercusiones de la intervención y las poblaciones beneficiadas con mayor probabilidad, y los beneficios obtenidos.
Pacientes y método. Pacientes con tabaquismo activo visitados en AP e ingresados en el hospital (H) durante 1 mes. Se realiza exploración física, cuestionarios, analítica y ECG. Se excluyó a los pacientes < 15 y > 74 años (no en tablas de Framingham), y aquellos con enfermedad cardiovascular establecida. Se analizaron la edad, el sexo, la procedencia (AP/H), la presión arterial, el perfil lipídico, el ECG, la enfermedad de base (EB) (hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatía no isquémica, EPOC), cálculo del riesgo cardiovascular (RCV) pre y posteórico abandono de tabaquismo (bajo, moderado y alto si < 10; entre 10 y 20 o > 20, se valora si después del abandono cambia a una categoría inferior), test de Fagerström (dependencia alta si >= 7), y test de Richmond (motivación alta si >= 7). La cantidad de tabaco (CT) se midió mediante la relación paquetes/año (pq/a) (¾ 20, 21-40 y > 40 pq/a). Estadística descriptiva y prueba de la *2, considerando diferencias significativas si p < 0,05.
Resultados. Se obtuvieron 292 registros, 164 eran varones (56,2%) y 128, mujeres (43,8%). La edad media era de 54,6 años (rango, 30-73 años). Un total de 164 pacientes procedía de atención primaria (56,2%) y 128, del hospital (tablas 1 y 2).
Discusión. La dependencia de la nicotina aumenta en la población a medida que se incrementa la edad y en relación con la cantidad de tabaco. Observamos que solamente la intervención sobre el tabaquismo (con independencia de otros factores) hace disminuir de forma significativa el RCV. El beneficio también se obtiene en nuestra población. Sabemos cuáles son las subpoblaciones que se podrían beneficiar más y qué población es la que de entrada sería más susceptible al proceso del cambio (tanto por la motivación más alta como por la menor dependencia del tabaco), para poder utilizar los máximos esfuerzos con la teórica garantía inicial de éxito. Hay momentos «críticos», como puede ser un ingreso hospitalario, en las que, como mínimo momentáneamente, la motivación es más alta. Tenemos que estar alerta en las consultas de atención primaria para reconocer estas situaciones y utilizar todas las herramientas disponibles para intentar conseguir que el paciente realice el cambio. Se puede concluir la importancia de realizar una valoración integral del paciente fumador antes de iniciar un programa de deshabituación.