Sr. Director: No cabe duda de que la atención sobre los gastos sanitarios es cada vez mayor debido a la exigencia de adecuar los recursos a las necesidades de la población. Fruto de este imperativo son los trabajos de farmacoeconomía que cada vez se realizan con mayor profusión e interés científico, como el presentado por Azpiazu Garrido y García Olmos sobre factores condicionantes del gasto en farmacia1. La dificultad de la elección a priori de una serie de variables a analizar es uno de los principales problemas a abordar, siendo loable la cantidad y variedad de variables usadas por los autores en el citado trabajo, aunque nos gustaría puntualizar algunos aspectos. En primer lugar, y debido a las características del área estudiada, se contemplan centros de salud urbanos y periurbanos; como se comenta en «Material y métodos», los primeros están en una zona de clase media o media-alta y atienden a una población envejecida, mientras que los segundos se encuentran en una zona de clase media y media-baja, atendiendo a una población más joven. La valoración de estos hechos tendría especial importancia al abordar las diferencias de gasto farmacéutico entre ambos tipos de centros, ya que los pacientes con poder adquisitivo más elevado acuden con mayor frecuencia a consultas privadas y, asimismo, el gasto farmacéutico con datos basados en financiación pública es menor. La contemplación de este supuesto podría poner de manifiesto un mayor gasto en la población por encima de los 65 años con significación estadística.
En segundo lugar, notamos la falta de datos comparativos con áreas rurales. En un trabajo reciente realizado por nuestro grupo a propósito del consumo de antibióticos en nuestra provincia2, hemos podido constatar un menor consumo (y gasto) de este grupo de fármacos en las áreas de carácter rural respecto de las urbanas, incluso para áreas con índices poblacionales por edad semejantes. Esta tendencia ha sido observada por otros autores3, siendo las posibles explicaciones de esta diferencia el distinto concepto subjetivo de salud-enfermedad en los ámbitos rural y urbano, y la menor presión asistencial que por término medio se produce en las zonas rurales.
En último lugar, querríamos señalar que sería interesante evaluar las tendencias temporales que se producen en el gasto farmacéutico4 con el fin de valorar adecuadamente los resultados de las medidas correctoras sobre la prescripción, así como estimar la influencia de nuevos principios activos en el gasto y su relación con las variables que han demostrado una significación estadística.