Recientemente se ha publicado en su revista una carta sobre el cribado de la arteriopatía periférica en atención primaria1. La enfermedad arterial periférica (EAP) es una manifestación más de la aterosclerosis sistémica y, por tanto, depende de los factores de riesgo cardiovascular. La diabetes multiplica por 4 el riesgo de isquemia crítica, el tabaquismo lo multiplica por 3 y un índice tobillo-brazo (ITB) inferior a 0,5 lo multiplica 2,5 veces2. Como exponen en el artículo, la prevalencia en atención primaria es del 5–30%, y en la mayoría de los casos es asintomática. Hirsch et al encontraron que únicamente el 10% de los individuos con EAP presenta la sintomatología clásica de claudicación intermitente3.
Existe evidencia para relacionar la EAP con una mayor tasa de infarto de miocardio, ictus y muertes de origen vascular4,5. Los pacientes asintomáticos con EAP tienen un elevado riesgo de enfermedad cardiovascular, por lo que la búsqueda sistemática de EAP en pacientes con factores de riesgo cardiovascular adquiere una relevancia clínica importante. La determinación del ITB en este tipo de sujetos nos permitirá identificar a pacientes con EAP asintomática que, por tanto, se beneficiarían de un control más exhaustivo de los factores de riesgo cardiovascular.
Según la Sociedad Europea y Española de Cardiología, los individuos con diagnóstico de EAP deberían considerarse como individuos de alto riesgo cardiovascular y, por tanto, la estrategia de prevención cardiovascular ha de ser más intensiva6.
Las recomendaciones del TASC II sobre la EAP recomiendan la realización del ITB en todos los pacientes con clínica de claudicación intermitente, en todos los pacientes entre los 50–69 años con un factor de riesgo cardiovascular, en todos los pacientes con una edad igual o superior a los 70 años y en todos los pacientes con riesgo cardiovascular del 10–20% calculado según la tabla de Framingham7.
Por tanto, estoy de acuerdo con los autores en la búsqueda de la aterosclerosis de los miembros inferiores, aunque considero que la población diana en atención primaria deben ser aquellos individuos en los que la estrategia de prevención cardiovascular se vaya a modificar con un ITB patológico. Quedarían excluidos individuos diabéticos o con un riesgo cardiovascular alto según la función SCORE, en los que la utilidad del ITB estaría limitada a la caracterización de la enfermedad aterosclerótica.