Objective. To evaluate the relationship between unemployment and mental health problems.
Design. Crossover study, using systematic sampling of medical records.
Setting. Health District in the province of Barcelona.
Patients and other participants. 189 medical records from 1,549 unemployed people, and another 189 paired for age and gender of people in work, were included in the study.
Measurements and main results. The unemployed group had between 1.3% and 18.8% more people with mental health problems than the in-work group. There were no significant differences between the two groups as to their use of primary care health services.
Conclusions. It was established that there is a connection between unemployment and mental health problems. Prospective studies to follow cases might contribute more data on the cause and effect relationship.
Objetivo. Evaluar la relación existente entre la situación de desempleo y la presencia de problemas de salud mental.
Diseño. Estudio transversal con muestreo sistemático de historias clínicas.
Emplazamiento. Área Básica de Salud de la provincia de Barcelona.
Pacientes u otros participantes. Se incluyeron en el estudio 189 historias clínicas correspondientes a 1.549 personas en paro y otras 189 historias clínicas emparejadas según edad y sexo correspondientes a personas en situación activa.
Mediciones y resultados principales. Con un intervalo de confianza del 95% puede afirmarse que la población en situación de paro presenta, respecto a la población activa, entre un 1,3% y un 18,8% más de personas con presencia de problemas de salud mental. No existen diferencias significativas en la comparación de medias de frecuentación de los servicios sanitarios de atención primaria entre el grupo en paro y el grupo en activo.
Conclusiones. Se establece que existe una asociación entre la situación de paro y la presencia de problemas de salud mental. Estudios prospectivos de seguimiento posiblemente aportarían más datos en cuanto a la relación causa-efecto.
Introducción
El paro es un problema que afecta a los países industrializados, incidiendo en toda la sociedad, por sus repercusiones económicas, sociales, laborales, familiares y en la salud de las personas y de las comunidades afectadas.
La crisis en la industria ha comportado un incremento muy importante del paro en nuestra población, eminentemente industrial y con un sistema económico poco diversificado. Por este motivo en los centros de salud se empiezan a detectar los efectos del paro en la población atendida, generando nuevos casos de ansiedad, depresiones y somatizaciones diversas en algunas de las personas que han perdido su puesto de trabajo.
El objetivo de este estudio es el de valorar si existe relación entre la situación de paro y la presencia de enfermedades mentales.
Material y métodos
El trabajo se realizó en Manlleu (Barcelona), que atiende a una población de 16.897 habitantes (Padrón Municipal de 1994) y con una tasa de paro del 19,29%. Se estudiaron las historias clínicas de las personas que asistieron alguna vez al CAP Manlleu.
Para el análisis, se utilizaron los datos recogidos durante todo el año 1993 y el primer trimestre de 1994, centrando así el estudio en este período de tiempo.
El estudio se efectuó sobre 1.549 personas en situación de paro de corta duración (menos de 2 años), e inscritas en el INEM, entre los 16 y los 64 años de edad.
Se realizó un estudio transversal seleccionando una muestra, mediante muestreo sistemático, de 189 historias clínicas. Como grupo control se tomó una muestra obtenida, también, por muestreo sistemático de 189 historias clínicas emparejadas según edad y sexo, correspondientes a personas en situación activa. El tamaño de la muestra se calculó considerando una prevalencia de trastornos mentales del 24%1, un intervalo de confianza del 95% y una precisión del 6%.
El diagnóstico de los problemas de salud mental se obtuvo mediante la revisión de historias clínicas de atención primaria, por lo que los diagnósticos recogidos pueden haber sido establecidos tanto por el médico de cabecera como por el psiquiatra.
Las variables que se analizaron fueron cuantitativas (edad y frecuentación de visitas) y cualitativas (sexo y presencia de problemas de salud mental).
El conjunto de enfermedades mentales que se estudiaron fueron: uso de sustancias tóxicas, trastornos psicóticos y adaptativos, somatizaciones, depresiones, y ansiedad.
Se utilizaron los criterios diagnósticos del DSM-III-R2.
Para analizar la asociación estadística entre variables cualitativas se utilizó la prueba de ji al cuadrado y, en los casos que fue necesario, la prueba exacta de Fisher. Para la comparación de medias se empleó la t de Student.
Resultados
Las 189 historias clínicas de personas en paro correspondían a 73 varones (38,6%) y a 116 mujeres (61,4%), cuya media de edad fue de 37,4±14,3 años.
La distribución por grupos de edad de las historias clínicas seleccionadas queda reflejada en la figura 1.
En la tabla 1 pueden observarse los resultados de la variable cualitativa problema de salud mental en los grupos de personas en paro y en activo; junto con los intervalos de confianza del 95% de la proporción de enfermos para cada uno de los problemas de salud mental.
En la muestra de parados se registraron 58 personas (30,7%) con enfermedad mental (IC95%: 23,9-37,5) y en la muestra de personas activas se han observado 39 (20,6%; IC 95%: 14,8-26,4), lo que pone de manifiesto la existencia, con una pequeña probabilidad de error, de una relación estadísticamente significativa (*2=5,42; p=0,02) entre la situación de paro y la presencia de problemas de salud mental.
Con el intervalo de confianza del 95% puede afirmarse que la población en paro presenta, respecto a la población activa, entre un 1,3% y un 18,8% más de sujetos con problemas de salud mental.
En cuanto al tipo de enfermedad psíquica relacionada (fig. 2), existe un mayor número (p>0,05) de algunos trastornos (adaptativo, somatoforme y de ansiedad) con respecto al grupo control. Los trastornos psicóticos y depresivos dominan en el grupo control (p>0,05).
En lo referente a los grupos de edad existe solamente una relación estadísticamente significativa (*2=5,51; p=0,02) entre la situación de paro y la presencia de problemas de salud mental en el grupo de 30-36 años. En el resto de grupos de edad prevalece un número más elevado de enfermedad mental entre los parados que en el grupo control (p>0,05), excepto entre el grupo de 58-64 años (fig. 3).
La relación entre el sexo en la presencia de problemas de salud mental no es significativa (p>0,05).
En cuanto a la frecuentación de visitas a los distintos profesionales del centro de atención primaria, en el colectivo de parados observamos una media de frecuentación de 3,74±3,93 visitas y en el grupo control de 3,25±3,75 visitas. Estas diferencias fueron no significativas (p>0,05).
Discusión
Los estudios sobre desempleo y salud empezaron a realizarse tras la crisis económica de 1929. Con posterioridad a la crisis económica de 1973, aparece un primer artículo en The Financial Times3 sobre los posibles efectos dañinos del desempleo en la salud.
En 1983, Oriol Ramis, como investigador pionero en Cataluña, en su trabajo afirma que el incremento de la ansiedad y de los síntomas depresivos son el resultado más frecuente observado y demostrado en la situación de paro4.
El Consejo de Europa afirma que la salud es un factor determinante sobre todo en un período de recesión económica en que las tasas de paro son altas en la población activa general. Las categorías más vulnerables son: los trabajadores sin cualificación, los trabajadores extranjeros, las mujeres, los discapacitados sensoriales y psíquicos, y los trabajadores de edad avanzada5.
Las personas que tienen una salud deteriorada peligran de estar en paro al menos tres veces más de tiempo que los trabajadores sanos, y su estado de salud se deteriora mientras dura esta situación, sumergiéndolos en el círculo vicioso en que se encuentran: problemas de salud, despido, dificultades para encontrar un nuevo trabajo, alargamiento del tiempo de paro y agravamiento del estado de salud a consecuencia de su situación5.
El paro afecta, en general, con más incidencia a las mujeres, hecho que se corrobora en nuestro estudio. Son los grupos de jóvenes y de adultos jóvenes los que presentan una tasa mayor de desempleo. Enric Sanchís afirma que en España por cada parado adulto hay tres jóvenes buscando empleo6.
En nuestro trabajo, al igual que en otros estudios7, se observa una asociación entre el desempleo y la presencia de problemas de salud mental. Lo que no está tan claro es cómo se produce esta asociación. Probablemente la pérdida de salud conduzca al desempleo, al tener las personas sanas mayores posibilidades de competir por un trabajo que las personas enfermas. Pero también pudiera ser que el desempleo, a través de una serie de condiciones ligadas a él, como bajo nivel socioeconómico, poca cualificación y escaso apoyo social, lleve a una mala salud8.
En el colectivo de edades comprendidas entre 30 y 36 años es donde la relación entre paro y presencia de problemas de salud mental se ve más clara. En este período de la vida las personas necesitan estabilizarse social, laboral, económica y familiarmente. Las personas se encuentran física y psíquicamente motivadas y capacitadas para trabajar y obtener unos ingresos económicos que los estabilicen socialmente. Si la persona no encuentra trabajo sus expectativas y necesidades quedan frustradas y pueden desencadenar algún tipo de trastorno mental. Los varones de mediana edad se deterioran más en el primer año después de perder el trabajo que los de mayor edad9.
En cuanto a la última etapa laboral de la persona, encontramos una disminución en la asociación entre la situación de paro y la presencia de trastornos mentales, probablemente por una mejora en sus expectativas debido a la proximidad de acogerse a la jubilación.
La ansiedad, la tensión, los sentimientos depresivos aumentan al aparecer la situación de paro, y los niveles de aspiración, de participación positiva y sentido de autoestima personal también se sienten afectados. El estado desfavorable de salud es la suma de factores desfavorables y no siempre una consecuencia automática de no tener trabajo, pero el desempleo figura, sin duda, como el inicio y el deterioramiento de fuertes y crecientes tendencias negativas10 que afectan a la autoestima de la persona minando su salud; entendiendo por salud el bienestar físico, psíquico y social.
La hipótesis de que el paro aumenta la frecuencia de visitas a nuestro centro cabe rehusarla, ya que no existe entre el colectivo de desempleados y el grupo de control una relación estadísticamente significativa. En este punto, los estudios consultados difieren; en algunos existía un aumento de visitas al médico y a los servicios de urgencias11,12 y en otros se evidenciaba una disminución de éstas13. Uno de los estudios hechos en nuestro país, concretamente en Barcelona, del que nos habla José Mª Puig de la Bellacasa en el periódico La Vanguardia10 pone de manifiesto que los parados sin subsidio tienen una probabilidad significativamente más baja que otros grupos, de haber visitado al médico en el espacio de un año. El análisis hecho en Barcelona señala que el paro puede provocar una baja utilización de los servicios preventivos de salud; coincidiendo con la Ley del Cuidado Inverso de Legrand, es decir, a menos recursos y más necesidades menor utilización de éstos. Pensamos que este fenómeno se da, sobre todo, cuando el parado de larga duración entra en una fase de resignación y se adapta a un nuevo sistema de vida, desestructurando su tiempo y reduciendo los contactos sociales. Aunque esté deprimido, puede no sentirse motivado para cuidarse y acudir a los servicios sanitarios13.
En nuestro estudio no se ha encontrado relación entre el sexo y la presencia de problemas de salud. La mayoría de las investigaciones han sido llevadas a cabo fundamentalmente entre varones desempleados, por lo que existe una necesidad de investigar sobre la mujer, los niños, las familias y otros colectivos, estos estudios podrían poner de relieve nuevos aspectos sobre el paro y la salud hasta ahora desconocidos7.
Debido a la existencia de este nuevo problema socioeconómico y a que nuestro estudio detecta una asociación entre la situación de paro y la presencia de problemas de salud mental, sería necesario realizar estudios prospectivos o de seguimiento registrando aquellas variables que pudieran enmascarar el efecto del paro sobre los problemas de salud mental (enfermedad mental previa, situación socioeconómica, trastorno crónico no mental, etc.) con la finalidad de valorar el impacto que ejerce el paro sobre la salud de nuestra comunidad, lo que permitiría obtener una mayor información en la relación causa-efecto en los parados de larga duración.