Sres. Directores: Las intoxicaciones constituyen una enfermedad frecuente en los servicios de urgencias. La causa más común es la voluntaria (93%) y de éstas, los intentos de suicidio.
El Ricinus communis o ricino es una planta arborescente muy común en nuestra geografía1. Sus frutos espinosos poseen en su interior una semilla marmórea, que contiene un aceite viscoso e insípido que por acción del ácido ricinoleico actúa sobre la mucosa intestinal y acelera el peristaltismo1. El 50-85% de las semillas lo constituyen aceites y el resto albuminoides entre los que se encuentra la ricina, proteína considerada como uno de los compuestos más tóxicos existentes. La dosis potencialmente letal es de 3-8 semillas2,3.
La vía de absorción es intestinal, la toxicidad depende de la forma de ingestión, máxima si se mastica y nula al tragarla entera. Su eliminación es urinaria2,4.
La intoxicación produce somnolencia, náuseas, vómitos, gastroenteritis hemorrágica, dolor abdominal, daño renal y hepático, hemólisis, convulsiones, coma, hipotensión, depresión respiratoria y shock. El tiempo de latencia entre la ingesta y los síntomas suele ser de 2 a 10 horas3,5.
Caso clínico
Paciente de 20 años de edad que acudió a nuestro servicio, una hora después de haber ingerido, masticándolas, 12 semillas de ricino. A su ingreso estaba asintomática, con exploración y analíticas sin alteraciones. Se procedió a lavado gástrico y tratamiento sintomático con fluidoterapia, carbón activado, alcalinización de la orina y diuresis forzada.
La paciente presentó somnolencia, fiebre de 24 horas de duración, dolor abdominal, vómitos y diarreas profusos durante 8 días. A las 9 horas de su ingreso presentó un cuadro tetaniforme que coincidió con calcemia: 8,1 mg/dl, magnesio: 3 mg/dl y proteínas totales: 5,8 mg/dl.
La evolución fue favorable con ligeras alteraciones de la bioquímica hepática junto con actividad de protrombina del 50% y un descenso de las proteínas totales hasta 4,6 mg/dl que se normalizó posteriormente.
Resaltamos este caso de intoxicación por lo infrecuente del tóxico, sobre todo al considerar que se trataba de un episodio de intoxicación voluntaria como intento de autólisis.
Llama la atención la buena evolución de la paciente, situación que, a pesar de la toxicidad de la ricina, coincide con la de los restantes casos descritos4,6, seguramente debido al gran tiempo de latencia hasta el inicio de la acción de la toxina, que permite el inicio de la terapéutica de forma precoz, y por otra parte el que los vómitos y diarreas favorecen la autoeliminación del tóxico.