Hemos leído el artículo publicado por Martín Lesende I et al, y las recomendaciones 2009 del programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (PAPPS-semFYC)1 donde, a pesar de la relevancia epidemiológica, clínica y en el pronóstico de la detección del anciano frágil, concluyen que no se dispone en el momento actual de suficiente evidencia, ni a favor ni en contra, del cribado de la fragilidad en los mayores en Atención Primaria (AP), debido a la incertidumbre sobre herramientas y estrategias de cribado a emplear y su efectividad en dicho ámbito asistencial.
La detección del paciente anciano frágil en AP tiene una importancia clave en la prevención de dependencia2, pero además tiene un gran interés a la hora de establecer un plan de cuidados en los servicios de urgencias3,4.
El área de observación (AO), es un área asistencial vinculada a urgencias, donde se sitúa, en teoría, únicamente al paciente con un protocolo claramente escrito y una estancia máxima de 24 horas5. Según nuestro punto de vista, es una unidad que puede ser idónea para la realización de la valoración geriátrica integral (VGI) en aquellos ancianos de alto riesgo de cara a reducir el número de ingresos y optimizar los cuidados en AP4.
En nuestro centro del Hospital Clínico San Carlos, recientemente se ha llevado a cabo un programa piloto en que se realizó una VGI a todo paciente mayor de 75 años ingresado en el AO6. Se incluyeron un total de 148 pacientes con una edad media de 87,8 años (DE: 5,6), siendo el 57,4% mujeres. De ellos, 127 (85,8%) presentaron una comorbilidad > 2 según el índice de Charlson, 126 (85,1%) consumían más de tres fármacos, y 121 (81,8%) tenían uno o más síndromes geriátricos, entre los que destacaron la incontinencia urinaria 78 (52,7%), las caídas de repetición 32 (21,6%), la pérdida de peso y/o apetito 27 (18,2%), la demencia 18 (12,2%) y el delirium 11 (7,4%). Respecto a la situación funcional, se valoraron las actividades básicas de la vida diaria, según el índice de Barthel, de forma basal y al ingreso, documentando que casi uno de cada cinco pacientes ancianos ingresados en AO se convirtió en dependiente cuando previamente no lo era (tabla 1). Por último, destacar que 38 (25,7%) vivían solos y 5 (3,4%) no tenían ningún familiar/cuidador próximo capaz de ayudarle en caso de necesidad. Es decir, sólo un paciente presentó un índice de Charlson ≤ 2, consumía ≤ 3 fármacos, no tenía ningún síndrome geriátrico, era independiente o tenía una dependencia leve basal y al ingreso y no tenía riesgo social. Tras una media de 24 horas de observación, 47 (31,8%) de los pacientes ancianos fueron dados de alta a su domicilio.
Valoración de las actividades básicas de la vida diaria según el Índice de Barthel en el área de observación de urgencias.
Índice de Barthel | Basal | Ingreso |
Independiente/dependencia leve (> 90) | 44 (29,8%) | 32 (21,6%) |
Dependencia moderada (61-90) | 61 (41,2%) | 48 (32,4%) |
Dependencia severa/total (≤ 60) | 43 (29,0%) | 68 (46,0%) |
A la luz de los resultados anteriores, podemos considerar, que casi todos los pacientes geriátricos ingresados en un AO presentaron algún criterio de fragilidad, y de hecho se reflejó en el porcentaje significativo de pacientes que sufrieron deterioro funcional consecuencia de la enfermedad aguda. Además, dado el alto porcentaje de pacientes que vuelven a su domicilio en menos de 24 horas, destaca la importancia de dicha información de cara al plan de cuidado y seguimiento por AP. Por tanto, concluimos que existe la urgente necesidad de profundizar en la detección del paciente frágil y establecer un lenguaje común entre los diferentes niveles asistenciales.