Sr. Director: Hemos leído con interés el artículo de Flor Escriche et al1 en relación con el manejo de diversos sistemas de inhalación por parte de pacientes asmáticos y creemos oportunas algunas consideraciones. El comentario editorial que lo acompaña señala 2 líneas de investigación de especial interés: la significación clínica de una técnica de inhalación incorrecta, verdadero nudo gordiano en este tipo de investigación (ya se han publicado estudios que asocian la técnica con el volumen espiratorio forzado en el primer segundo2) y la formación en técnicas de inhalación que proporcionen resultados mejores que los actuales, en los que encuentran poca difusión la enseñanza en grupo y la utilización de medios audiovisuales, 2 métodos avalados por estudios aleatorizados2,3.
Existe una tercera línea de investigación cuya misma complejidad la ha hecho hasta ahora poco aparente: la validez de la medida de la técnica de inhalación. Más allá de cuestiones puramente académicas, cuando se pretende describir la magnitud de un problema de salud (su prevalencia) es cuando mayor relevancia cobra la validez de la medida empleada o se corre el riesgo de no saber qué fenómeno es el que se está realmente cuantificando. El principal problema se plantea aquí por la gran variabilidad debida al observador (intraobservador e interobservador) en este tipo de medida. Así, la variabilidad interobservador puede oscilar entre 0,13 y 0,81 (coeficiente de correlación intraclase) en función de la maniobra4. A ésta hay que añadir la variabilidad individual (un asmático puede realizar bien varias de las inhalaciones y mal otras a lo largo del día), sobre la que no se dispone de información. La existencia de distintos sistemas de administración tampoco facilita las cosas. Así, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica ha difundido una normativa sobre utilización de fármacos inhalados, con procedimientos específicos para cada sistema, aunque compartan elementos comunes5.
Hasta la obtención de un método válido y ampliamente aceptado que permita clasificar la técnica de inhalación de un paciente como adecuada o no (incorrecta o no), la categorización de los pacientes respecto a esta variable debería hacerse de forma cuidadosa. Creemos que los estudios futuros deberían incluir varios observadores (al menos 2) que clasificaran al individuo en relación con diversos momentos de evaluación (al menos 2 inhalaciones), como de hecho ya se había descrito en estudios similares realizados en nuestro medio6; esto contribuiría además a disminuir el impacto atribuible al hecho de «sentirse evaluado». Sería asimismo deseable que se proporcionara información sobre la concordancia observada entre evaluadores. Finalmente, creemos que, en tanto se disponga de mejores medidas, la evaluación del uso de cada sistema debería respetar la estructura de las maniobras tal como viene recogida en los documentos de consenso, al efecto de garantizar la máxima comparabilidad.