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Vol. 21. Núm. 3.
Páginas 159-164 (febrero 1998)
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La magnitud de la gordura: prevalencia y tipo de obesidad en la población adscrita a un centro de salud
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M. Molina Maciáa, L. Server Romeroa, P. Valencia Valenciaa, JM. Fernández-Cañadas Sáncheza, JI. Sánchez Garcíaa, M. Carratalá Péreza
a Centro de Salud La Florida. Alicante.
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Objetivo. Determinar la prevalencia y tipo de obesidad. De forma secundaria se establece la prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en pacientes obesos.

Diseño. Estudio observacional descriptivo.

Emplazamiento. Área de influencia de un centro de salud urbano.

Participantes. Personas mayores de 14 años y ambos sexos adscritas al centro de salud.

Intervenciones. Se convocó a 270 personas, de las cuales fueron finalmente estudiadas 191 (70,7%), determinándose en todos peso, talla e índice de Quetelet. Cuando éste resultó mayor o igual de 25 se calculó el índice cintura/cadera.

Resultados. La prevalencia de obesidad estimada para el total de la población adscrita al centro de salud es del 13,5% (15,4% varones, 12,1% mujeres). Dicha prevalencia es mayor conforme aumenta la edad, siendo máxima en el intervalo de edad 65-74 para ambos sexos (28%).

La prevalencia del tipo de obesidad es del 84,6% para el tipo androide y del 15,3% para el ginoide.

Conclusiones. La obesidad supone un problema de primera magnitud, no sólo por su elevada prevalencia y mayor frecuencia del tipo androide, sino por la elevada prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en este grupo de población.

Palabras clave:
Prevalencia
Obesidad
Andoide y genoide
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Introducción

La obesidad puede considerarse actualmente el trastorno metabólico más frecuente en países industrializados1-6, pudiendo llegar a afectar hasta una cuarta parte de la población1. Esto implica que la obesidad sea considerada un importante problema de salud, teniendo en cuenta además que las personas obesas presentan mayor frecuencia de enfermedades cardiovasculares. Es conocido que la pérdida de peso mejora esta situación3-5, disminuyendo los riesgos asociados.

La obesidad se puede definir como exceso de tejido adiposo que se acompaña de elevación ponderal y representa un riesgo para la salud1.

Para determinar el grado de obesidad, se pueden utilizar diferentes métodos. El más usado es el índice de masa corporal (IMC) o índice de Quetelet (IQ)=peso (kg)/talla (m)2. Se define como normopeso un IQ menor de 25, como exceso de peso un IQ de 25-29,9, como obesidad un IQ de más de 30 y obesidad mórbida si sobrepasa 402,3,5,6.

Una de las clasificaciones de obesidad más utilizadas es la de Vague7, que se basa en la distribución topográfica de la grasa corporal. Así la obesidad se divide en dos tipos: androide y ginoide, según el predominio de grasa sea en el hemicuerpo superior o inferior2,3,5. Ambos tipos se presentan en ambos sexos. La obesidad androide se asocia a mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, hipertensión, hiperinsulinemia, diabetes, colelitiasis y accidentes cerebrovasculares. La obesidad ginoide está asociada a más riesgo de varices y complicaciones articulares en miembros inferiores1,2,4.

Para valorar la distribución de grasa, el método más sencillo y fiable es el cociente cintura/cadera, que se obtiene midiendo el perímetro de la cintura a nivel umbilical y el de la cadera a nivel de cresta ilíaca1-3,5. Si el índice cintura/cadera es mayor de 0,80 en mujeres y 0,95 en varones se habla de obesidad androide1-3.

Debido a la escasa efectividad del tratamiento de la obesidad, sería recomendable que en cada zona se conocieran los datos de prevalencia por grupos de edad y sexos, en vista a una mejor utilización de recursos4,5. Por ello, nos planteamos estudiar la prevalencia y tipos de obesidad en la población dependiente de nuestro centro de salud y conocer los factores de riesgo cardiovascular asociados, con el fin de detectar los grupos de pacientes en los que sería prioritario concentrar los esfuerzos de los profesionales.

Material y métodos

El estudio se llevó a cabo durante los meses de agosto a diciembre de 1996.

El criterio de selección utilizado fue: personas mayores de 14 años, de ambos sexos, adscritas al centro de salud. A todas y a cada una de las personas seleccionadas para participar en el estudio se les pidió el consentimiento informado.

Se tomó como referencia la última población censal adscrita al centro de salud La Florida, estratificándose dicha población por sexos y grupos de edad de 10 años. Posteriormente se extrajo una muestra, fijando una prevalencia de obesidad esperada del 20%, a un nivel de confianza del 95% y una precisión del 5% (n=246). Teniendo en cuenta que en aproximadamente un 10% de los sujetos no se podría determinar la prevalencia de obesidad, el número de individuos necesarios para el estudio se incrementó en 24, quedando un tamaño muestral de n=270.

La muestra se obtuvo mediante muestreo aleatorio estratificado.

El contacto con las personas seleccionadas se realizó mediante llamada telefónica o a través del desplazamiento de un investigador a su domicilio. A todos se les invitó a desplazarse al centro de salud, para ser objeto de las oportunas mediciones.

Se pesó y talló a todos los participantes en ropa interior, descalzos, mediante báscula calibrada y tallímetro acoplado marca Sanyol.

En todos los sujetos se calculó el índice de Quetelet, y cuando éste resultó mayor o igual de 25 se midió con cinta métrica decimal el perímetro de la cintura y de la cadera, al objeto de poder calcular el índice cintura/cadera. A continuación se les preguntó sobre su estado civil (soltero, casado, separado, divorciado, viudo), nivel de educación (analfabetismo, estudios primarios, secundarios y superiores), nivel de ingresos mensuales (<50.000 pts., 50.000-100.000, 150.000-200.000, 200.000-250.000 y >250.000 pts.), actividad física, entendida como aquella planificada, estructurada y repetitiva con el objetivo de mejorar la forma física (nula, paseos regulares, actividad deportiva); se les preguntaba si tenían antecedentes familiares en primer grado de cardiopatía isquémica o muerte súbita, si fumaban y cuántos cigarrillos al día; se les tomó la tensión arterial, se les practicó un análisis de sangre con determinaciones de glucemia, colesterol total, triglicéridos, colesterol-HDL y fibrinógeno y, por último, se les realizó un electrocardiograma.

Los datos se procesaron mediante el programa estadístico EPIINFO versión 68. La prevalencia de obesidad, el grado de la misma y el tipo, se obtuvo mediante el cálculo del intervalo de confianza para una proporción, con un nivel de confianza del 95%. Para la comparación de proporciones se utilizó la prueba de ji-cuadrado.

Resultados

La participación global en el estudio fue de 191 (70,7%) personas, de las cuales 84 (43,9%) eran varones y 107 (56%) mujeres.

La prevalencia de obesidad (IQ>=30) estimada para el total de la población adscrita al centro de salud ha sido del 13,5% (tabla 1), representando los varones el 15,4% (tabla 2) y las mujeres el 12,1% (tabla 2).

La prevalencia de sobrepeso (IQ=25-29) ha sido del 42,4%, 44% para los varones y 41,1% para las mujeres.

La prevalencia del exceso de peso considerando conjuntamente el sobrepeso y la obesidad se estimó en el 55,9%, para la población antes referida, siendo del 59,4% para los varones y del 53,2% para las mujeres.

Un 2% de los sujetos presentaron un IQ>=35, siendo todos ellos mujeres. El 6,2% tenían bajo peso (IQ<20), el 2,3% de los varones y un 9,3% de las mujeres. Por último normopeso (IQ=20-25) se estimó al 37,6%, correspondiendo a un 38% de los varones y al 37,3% de las mujeres.

La prevalencia de obesidad es mayor conforme aumenta la edad de los sujetos investigados, llegando a su máximo en el intervalo de 65-74 para ambos sexos, donde representa el 28%, siendo del 35,6% para mujeres y en este mismo intervalo, mientras que en los varones es el intervalo de edad 55-64 donde se registra una mayor proporción de obesidad, 33,3%.

Con el sobrepeso, el intervalo de edad donde se observa una mayor proporción (68,1%) es a los 55-64 años para ambos sexos, siendo el intervalo 45-54 el que registra una mayor proporción de sobrepeso (66,6%) entre los varones, y el de 55-64 el de mayor proporción (80%) para las mujeres.

La prevalencia del tipo de obesidad, estimada para la población adscrita a este centro de salud, según la clasificación de Vague, ha sido del 84,6% (tabla 3) para el tipo androide y del 15,3% para el tipo ginoide. A su vez en los varones la obesidad androide representó el 92,3% y en las mujeres un 76,9%, mientras que la prevalencia de obesidad ginoide para los distintos sexos fue del 7,6% para los primeros y del 23% para las segundas.

La prevalencia del sobrepeso del tipo androide fue del 64,1%, 45,9% de los varones y 79,5% de las mujeres. Al mismo tiempo, la prevalencia de tipo ginoide fue del 35,8%, correspondiendo a un 54% de los varones y a un 20,4% de las mujeres.

Respecto al exceso de peso, el 69,1% era del tipo androide y el 30,8% del tipo ginoide.

El peso medio de los sujetos con obesidad fue de 86,631 kg, con una talla media de 163 cm. Un 73,1% estaban casados. Así mismo la mitad (50%) tenían estudios primarios y el 34,6% secundarios.

Un 42,3% tenía unos ingresos de 100.000-150.000 pts. mensuales y el 30,8% de 50.000-100.000 pts. Sólo el 26,9% refería practicar algún tipo de actividad física, de los cuales el 42,8% daban paseos regulares y el 57,1% realizaban una actividad deportiva (gimnasia y bicicleta). Antecedentes familiares en primer grado de cardiopatía isquémica y/o muerte súbita tenían el 19,2% (fig. 1). Eran fumadores un 38,5%, fumando más de 10 cigarrillos al día el 30,8%. Tensión arterial sistólica superior a 140 tenía un 34,5%, mientras que una tensión arterial diastólica igual o superior a 90 la presentaban el 38,5%. El nivel de glucemia media fue del 102 mg/dl teniendo valores superiores a 115 el 22,9%. El colesterol medio fue de 214 mg/dl y un 38,1% tenía más de 220 mg/dl. El nivel de triglicéridos medio fue de 133 mg/dl. Un 11,4% de los mismos presentaba unos triglicéridos iguales o superiores a 200 mg/dl. El colesterol-HDL medio se situó en 51 mg/dl y un 42% mostraba unos niveles iguales o inferiores a 45 mg/dl. El nivel medio de colesterol-LDL fue de 136 mg/dl y el 22,8% presentaba unos niveles mayores o iguales de 160 mg/dl. El nivel medio de fibrinógeno fue de 420 mg/dl, presentando el 22,8% unos valores mayores o iguales a 500 mg/dl. Sólo el 11,5% de los pacientes obesos tenían signos electrocardiográficos de hipertrofia ventricular izquierda.

De las 270 personas inicialmente seleccionadas para el estudio, 79 (29,2%) no pudieron ser reclutadas para el mismo por diversos motivos (fig. 2). No existiendo diferencias estadísticamente significativas en la distribución por sexo y respecto a la muestra inicial, aunque es de resaltar que el mayor número de pérdidas se produjo en menores de 34 años, sin diferencia entre sexos.

Discusión

Los resultados obtenidos en este estudio ponen de manifiesto la magnitud del importante problema que supone la obesidad en nuestra población, el 13,6% de toda la población adscrita, el cual se eleva al 42,4% si consideramos el sobrepeso y a más de la mitad de la población, el 56%, si consideramos el exceso de peso.

Así mismo no hay diferencias entre ambos sexos en lo que se refiere a obesidad, sobrepeso y exceso de peso.

Comparando nuestros datos con un estudio previo sobre prevalencia de obesidad9 realizado en la Comunidad Valenciana, en la que nos hallamos, observamos que nuestros resultados son similares a los allí obtenidos, aunque ligeramente inferiores en lo que respecta a prevalencia de obesidad, 16,4% en la Comunidad Valenciana, frente a un 13,6% en nuestra población; y superiores cuando nos referimos a nuestro sobrepeso, 42,4%, frente al 35,5% estimado para el total de la Comunidad Valenciana.

Cabe resaltar el hecho de que si comparamos nuestros resultados con los obtenidos en una encuesta alimentaria10 realizada en la ciudad de Alicante en 1994, a la cual pertenecemos, sobre una muestra de 485 individuos de 20-60 años de edad, y en la que se estimó una prevalencia de obesidad del 12% (un 6% para varones y un 15% para mujeres), podemos observar que en nuestro estudio la prevalencia de obesidad es similar, pero los varones representan el 15,4% frente al 6% que encontraron en dicha encuesta alimentaria. Diferencia difícil de explicar y que no se detecta en el estudio sobre prevalencia de obesidad realizado en la Comunidad Valenciana.

Tanto la prevalencia de obesidad como el sobrepeso aumentan conforme lo hace la edad de los sujetos investigados, llegando a su máximo a los 65-74 años de edad9,11. Dato importante si se quiere hacer una buena distribución de los recursos existentes12. Este aumento de la prevalencia de obesidad a mayor edad podría estar influenciado por una disminución de la actividad física.

Aunque somos conscientes del pequeño tamaño de la muestra, queremos hacer notar que la prevalencia del tipo de obesidad encontrada en nuestro estudio ha sido mayoritariamente del tipo androide (84,6%) frente a la de tipo ginoide (23%), dato importante que debe ser contrastado con estudios más potentes, puesto que la obesidad de tipo androide se asocia a un mayor riesgo cardiovascular que la del tipo ginoide13.

El factor de riesgo cardiovascular más frecuentemente hallado es la disminución del colesterol-HDL, que es un factor predictivo independiente de riesgo coronario14-17. Otros factores de riesgo cardiovascular con alta prevalencia en nuestros obesos fueron el tabaquismo, la hipertensión arterial y la hipercolesteremia, que a su vez son los 3 factores de riesgo coronario principales, con carácter constante, gradual, independientes y con capacidad predictiva14.

La mayoría de nuestros obesos tenían 3 o más factores de riesgo cardiovascular (fig. 3). Hecho muy importante, ya que la presencia simultánea de varios factores determina un riesgo mayor que la suma de sus efectos individuales18.

Por lo tanto, este estudio no sólo pone de manifiesto la importancia cuantitativa de la obesidad, sino que apunta a un tipo de obesidad más morbosa, como lo es la obesidad tipo androide, y resalta la elevada prevalencia de factores de riesgo cardiovascular en este grupo de población. Todo ello debe ser tenido en cuenta y debe servir no sólo para asignar recursos y dinamizar los programas de prevención y tratamiento de obesidad existentes4,5,19,20, sino que al mismo tiempo debe hacerlo para tener un conocimiento más realista del grave problema que supone la obesidad en nuestro medio.

Por otra parte, las intervenciones terapéuticas (dieta hipocalórica, ejercicio físico aeróbico y modificación de la conducta) para el control de la obesidad tienen una escasa efectividad y una baja eficiencia4. Y así algunos estudios21 ponen de manifiesto que estas medidas, concretamente la restricción calórica moderada con terapia conductual, son capaces de reducir el peso inicial hasta un determinado límite, quedando sin resolver el problema más importante, que es la recuperación del peso perdido, ya que la mayoría de los pacientes vuelven a su peso original dentro de los 5 años siguientes22. Esto, añadido a la limitación de los recursos en atención primaria, y al hecho de que existen diferentes niveles de riesgo y distintos grados de mejoría de las patologías asociadas, según la morfología de la obesidad20, justificaría una priorización de los pacientes a los que deberían dirigirse las intervenciones.

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