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Inicio Atención Primaria La regulación de la visita médica: necesaria pero no suficiente
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Vol. 32. Núm. 10.
Páginas 562-563 (diciembre 2003)
Vol. 32. Núm. 10.
Páginas 562-563 (diciembre 2003)
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La regulación de la visita médica: necesaria pero no suficiente
The regulation of medical visits: necessary but insufficient
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R. Madridejos Moraa
a Farmacéutica de Atención Primaria. Unidad de farmacia de Atención Primaria. Mútua de Terrassa. Terrassa. Barcelona. España.
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JM Baena Díez, C López Mompó, D López Gosp, JL Martínez Martínez, A Ellacuría Torres, S Fuentes Rodríguez
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La revista de Farmaindustria1 ha publicado recientemente una encuesta sobre la visita médica, realizada a 359 médicos de la comunidad autónoma de Madrid (70,5% de ellos médicos de atención primaria). En dicha encuesta el 81% de los médicos valoró la visita médica como positiva y la información fue el aspecto mejor considerado. La gran mayoría de los encuestados (97,5%) opinó que en la visita se deben presentar las novedades terapéuticas. Curiosamente, cuando se preguntaba sobre aspectos relacionados con la imagen del visitador, las características más valoradas fueron el aspecto físico, la relación personal y la capacidad de comunicación, por encima de las relacionadas con la capacidad científico-técnica: rigor, calidad y contenido de los materiales que entregan, o competencia científica.

A pesar de estos resultados tan «complacientes», la visita médica, y en general todas las relaciones de los médicos con la industria farmacéutica, están siendo sometidas a un debate dentro y fuera de nuestras fronteras2,3. Son muchos los que piensan que los pacientes se beneficiarían de una mayor distancia entre los prescriptores y la industria farmacéutica2.

El Real Decreto 1.416/94 sobre publicidad de medicamentos de uso humano define la visita médica en los siguientes términos: «La visita médica es el medio de relación entre los laboratorios y las personas facultadas para prescribir o dispensar medicamentos, con el fin de informar y publicitar aquéllos, realizada por el visitador médico y basada en la transmisión de los conocimientos técnicos adecuados para la valoración objetiva de la utilidad terapéutica de dichos medicamentos. En el ejercicio de sus funciones habrá de promover el uso adecuado de los medicamentos.»

Está claro que la visita médica cumple el fin de publicitar los medicamentos, pero no está tan claro que se cumpla la segunda parte de la descripción: ¿se basa la visita en la transmisión de conocimientos técnicos?, ¿es la información objetiva?, ¿es útil la información para el prescriptor o para el dispensador de medicamentos?, ¿se promueve el uso adecuado de los medicamentos?...

Los resultados del estudio «Buenos días, señor Visitador. ¿Algo nuevo que contar? Análisis de las especialidades farmacológicas presentadas por la industria farmacéutica en un área básica de salud» no parecen ir en dicho sentido: únicamente el 6,6% de los productos presentados era una novedad y de éstos el 71% era considerado como de nula o muy pequeña mejora terapéutica. Además los autores ofrecen otra cifra para la reflexión: entre los productos presentados, el porcentaje de especialidades con valor intrínseco farmacológico elevado era inferior y el coste era significativamente superior a la prescripción habitual del centro.

Otro aspecto a tener en cuenta, aunque no formaba parte de los objetivos del citado trabajo, es la influencia que puede tener dicha visita en la prescripción y, por lo tanto, en la utilización de medicamentos por parte de los pacientes. Un estudio publicado recientemente4 establecía una relación significativa entre los médicos que tenían más contacto con la industria farmacéutica y una mayor predisposición a prescribir fármacos nuevos y a ser más complacientes ante demandas de pacientes no justificadas. Por lo tanto, en el estudio que nos ocupa no parece que la información transmitida pueda ser muy útil a los médicos para mejorar el buen uso de los medicamentos.

Por otra parte, cabe destacar en este estudio la organización establecida por el equipo para la atención a los visitadores. Han sustituido el habitual «face to face» con el visitador médico ­que es conocido como el método más efectivo para modificar hábitos de prescripción­ por la visita grupal, que confiere a la visita médica un carácter más «profesional» y menos mercantilista. Sin lugar a dudas, la visita grupal produce un freno y un filtro a ciertas «atenciones» con el cliente. Estos comportamientos unen ciertas connotaciones éticas al grave problema de la factura farmacéutica. En un editorial publicado en esta misma revista, R. Altisent5 comenta que el problema principal no son las conductas inmorales, una minoría, sino el escenario confuso en el que estamos inmersos y que puede mermar la relación de lealtad y confianza del médico con el paciente. Titulares en la prensa diaria como «La industria farmacéutica limitará los regalos a los médicos» (El Periódico de Catalunya, 22 de julio de 2003), tras la publicación del nuevo código de buenas prácticas de la industria farmacéutica, no favorecen la confianza de la relación médico-paciente.

Desde la perspectiva ética, la visita médica necesita una reforma que dignifique el papel de todos los implicados sin dejar de lado otros motivos, como la excesiva cantidad de tiempo utilizado o la negativa imagen social ante los pacientes. A su vez, Farmaindustria se une a la preocupación y reclama una nueva reorganización de la visita, para integrarla en la actividad asistencial de los profesionales sanitarios, con el compromiso de garantizar de forma permanente la calidad formativa de aquélla6.

Ante esta situación, la respuesta de las autoridades sanitarias se plasma en la publicación de nuevas normativas autonómicas que incluyen procedimientos detallados sobre cómo, dónde y cuándo debe realizarse la visita, los deberes y derechos de los visitados y de los visitadores, y el seguimiento de la norma a realizar.

Pero toda esta serie de normas, códigos, etc. es papel mojado mientras no se modifiquen ciertas condiciones que desembocan irremediablemente en situaciones muchas veces no deseadas por ninguna de las partes implicadas.

La omnipresencia de la industria farmacéutica en los congresos científicos, en la formación continuada de los profesionales, en la investigación, en las revistas médicas y en las sociedades científicas indican que algo falla3. Los profesionales sanitarios, por un lado, creen que su integridad es inmune a la seducción de la industria farmacéutica y muchas veces justifican sus relaciones en aras de su formación. Los gerentes, por otro lado, aunque preocupados por la factura farmacéutica, toleran dichas relaciones para suplir una eterna escasez presupuestaria. Siempre hay un pretexto para justificar las relaciones, y ante esta situación resulta muy difícil mantenerse al margen.

La visita médica no tiene por qué tener una connotación negativa, pero para esto debe cumplir básicamente su cometido informativo. Es preciso que las relaciones sean claras y transparentes y que cada parte asuma la responsabilidad que le corresponde para producir el cambio.

Bibliograf¿a
[1]
La visita médica, vehículo de información. Farmaindustria 2003;1:35-42. Accesible en: www.farmaindustria.es
[2]
No more free lunches. BMJ 2003; 326: 1156-6.
[3]
Relacions dels metges de família amb la indústria farmacèutica. Butlletí de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària 2003; 21(Supl 1):1-16. Disponible en: www.scmfic.org
[4]
Characteristics of general practitioners who frequently see drug industry representatives: national cross sectional study. BMJ 2003;326:1178-9.
[5]
La relación con la industria farmacéutica: una cuestión ética de alta prevalencia en medicina de familia. Aten Primaria 2003;32:106-9.
[6]
Disponible en: www.farmaindustria.es
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