Sr. Director: Desde hace ya unos años estamos asistiendo al debate sobre el papel de la medicina de familia (MF) en la universidad. Nada más positivo, pero, en mi opinión, el enfoque dado en la mayor parte de los casos no es del todo correcto. Se insiste en que debe ser una asignatura dentro de la carrera, de acuerdo, pero sigue siendo insuficiente para abordar los problemas fundamentales del aprendizaje de ese arte que continúa siendo la medicina.
1. Estudiamos en facultades que basan su enseñanza en el medio hospitalario. Esto hace que sólo se nos muestren los casos seleccionados que suponen los pacientes hospitalarios, no los casos más frecuentes, los que vamos a tratar el 50% de los licenciados. Además, este concepto de enseñanza obvia los temas fundamentales del nuevo médico que demanda la sociedad: humanización de la atención, prevención primaria, control de los factores de riesgo, implicaciones de la comunidad, papel de la familia en la salud y en la enfermedad, calidad asistencial..., es decir, precisamente en lo que los médicos de familia somos especialistas.
2. Desafortunadamente, la universidad, en demasiadas ocasiones, ha inculcado entre sus alumnos la idea de que la carrera es únicamente un medio para obtener una nota alta en el examen MIR que permita la elección de una buena especialidad; la MF es una especialidad de reserva, para quien no puede aspirar a otra de mayor categoría (en el posgrado ocurre algo similar).
3. Como consecuencia de ello, existe la tendencia a formar especialistas que no conocen nada más allá de su pequeño mundo. No se tiene en cuenta que el paciente no es sólo un hígado, un corazón..., sino un todo, un sistema biológico condicionado por una psicología propia, un entorno social determinado y unas expectativas y vivencias únicas. Me pregunto si parte de la mejor visión que tiene la población de la atención primaria (al menos en Castilla-La Mancha) respecto a la atención especializada se debe a que, mayoritariamente, tenemos presente todo lo anterior.
Esta situación me lleva a revindicar no sólo la vuelta de la MF a la universidad (al fin y al cabo fue la medicina general la que inició nuestras facultades), sino también un papel en la formación de posgrado de todas las especialidades. Debemos ser protagonistas junto al resto de las grandes áreas del conocimiento médico, no sólo comparsas de acompañamiento.
Pero aún iría más allá, los médicos de familia tenemos la obligación de mantener el papel protagonista en nuestra propia formación continuada. Existen muy pocos temas en los que precisemos docencia desde el segundo nivel. Así lograremos un aprendizaje dirigido a nuestra función, dado que pocos especialistas de otros campos son capaces de tener en cuenta las características de nuestra especialidad, precisamente porque no nos conocen.
Esto no quiere decir en ningún caso que podamos prescindir de una relación directa con nuestros compañeros del segundo nivel asistencial. Por el contrario, ésta ha de ser intensa; por eso hemos de conocernos a fondo, empezando en la facultad. De este modo conseguiremos una mayor comprensión entre nosotros, y mejorar la asistencia al paciente, que al fin y al cabo es nuestro fin.