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Vol. 29. Núm. 7.
Páginas 455 (abril 2002)
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Problemas acuciantes en atención primaria. Profundizando en soluciones
Burning problems in primary care. Digging deeper for the answers
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J.. Merino Romeroa
a Centro de Salud de Pozoblanco. Área Sanitaria Norte de Córdoba. Córdoba.
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Sr. Director: Una vez leído el artículo de Gérvas et al1, publicado en su revista, quisiera realizar algunas reflexiones. Coincido en que la atención primaria a la salud actual presenta deficiencias y en que es necesario disponer de una asistencia primaria con importante peso específico en nuestro sistema sanitario, para así lograr los objetivos que se le exigen, que no son otros que dispensar una atención eficiente y de calidad, afianzando al mismo tiempo los elementos definitorios de aquélla.

Según Gérvas et al, algunos de los aspectos que más negativamente inciden en el desarrollo de la atención primaria podrían resumirse en los que actúan limitando el campo de actuación «natural» del médico general y aquellos de índole administrativa. Respecto a los primeros, la cuestión no radica en la cantidad de actividades a desarrollar, si no más bien en la calidad de las que se llevan a cabo; creo que es una simple cuestión de definir correctamente las competencias profesionales individuales. En lo que se refiere a las cargas administrativas que debe soportar el médico de familia ­aun reconociendo que pueden simplificarse­, no debemos olvidar que muchas de ellas están destinadas a conseguir una organización racional del trabajo; otra cuestión es la deforme utilización de la mayoría de los registros de actividad, más polarizados hacia una labor fiscalizadora que reorientadora de nuestro trabajo.

Creo que limitarse al listado de «hechos» enunciado por Gérvas et al es quedarse en la superficie de discurso. Los problemas que afectan a la atención primaria de la salud son mucho más profundos y complejos.

No debemos olvidar que en un sistema sanitario eminentemente público como el nuestro el resultado de la prestación de servicios para la salud depende de múltiples variables (instituciones proveedoras, profesionales y clientes fundamentalmente), en ocasiones con objetivos e intereses encontrados. En referencia a las instituciones sanitarias, un aspecto que desorienta ­por denominarlo suavemente­ mucho al profesional, y por ende enrarece la sintonía que debe existir entre uno y otros, es la tendencia de las Administraciones Públicas a tener dos modelos de discurso. No es admisible que de una parte se acepte que el profesional sanitario es decisor y responsable individual de cada acto clínico, y al mismo tiempo se pretenda ajustar la práctica clínica a protocolos institucionales y a las ya clásicas limitaciones presupuestarias del sistema. Si el profesional tiene sus posibilidades de oferta limitadas, quien las limita no es él. La transparencia de la información, tanto a clínicos como a usuarios, por parte de la Administración es el único camino para evitar este tipo de conflictos.

Por otra parte, las instituciones proveedoras de servicios sanitarios deben sentirse en la obligación de contar con los profesionales más cualificados; por ello, ¿para cuándo una selección de personal sanitario basado en perfiles de competencias?, ¿para cuándo una bolsa de contratación de personal eventual única?, ¿para cuándo la aplicación de un plan de evaluación para el desarrollo profesional? y, en fin, ¿para cuándo una política de gestión integral de recursos humanos que desarrolle e implante todas las cuestiones previamente planteadas? No obstante, para que cualquier plan estratégico de salud dé los frutos esperados debe contar con el compromiso y la implicación de los profesionales en él y con los criterios de actuación que la institución establezca, y para ello no basta con poseer los conocimientos y habilidades exigibles, sino que se precisan unas actitudes adecuadas. El establecimiento de herramientas capaces de identificar indicadores de conductas (positivas y negativas) con la finalidad de implementar actuaciones formativas encaminadas a originar un cambio de actitudes individuales es el gran reto de futuro de las instituciones sanitarias.

Para finalizar, creo que el punto de mira del médico de atención primaria nunca debe estar centrado en los profesionales de la asistencia especializada. Cada cual posee un ámbito y espacio de trabajo, con sus peculiaridades y cuerpo doctrinal propios. No debemos olvidar que «el paciente no es de nadie, la enfermedad es suya y la salud responsabilidad de todos».

 

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