Sr. Director: ¡Felicidades, atención primaria! ¡Qué buenos somos! Atendemos a todos y a todo lo que entre por la puerta. No hay listas de espera, nuestra capacidad no tiene límites. Lo mismo atendemos la otitis de una niña, que el accidente de una mutua de trabajo (que no va a la mutua «porque me pilla lejos»), que a una mujer extranjera que no habla nuestro idioma, pero que da igual porque ella nunca nos hablaría en ningún caso porque para eso está su marido («es que es nuestra cultura»). Por supuesto estos casos serán atendidos de urgencias, sin cita («nos sobra el tiempo»). Antes habíamos estado en la sesión de equipo. Vamos con prisa porque hemos citado a una paciente en programada para hacer cirugía menor... y además nos dicen que debemos investigar y estudiar mientras estamos en el centro (¿cuándo?).
La AP es ahora la reina de la accesibilidad, todo son facilidades, estamos al servicio de la comunidad y creo que estamos todos de acuerdo... Hemos ganado: nadie puede ser más accesible. Pero si siempre hablamos de administración y gestión a todos los niveles, dado que los recursos y medios no son infinitos, ¿qué ocurre con la accesibilidad? Debe tener también un límite. No vale todo. El paciente no es un cliente ni un usuario, es un paciente. Nosotros no somos una empresa de servicios somos médicos.
Como consecuencia de estas equivocaciones tenemos a pacientes exigentes y demandantes (que conocen sus derechos pero no sus obligaciones), consultas abarrotadas y tasas de burnout que en una empresa privada harían temblar a sus propietarios.
La AP se está muriendo ahogada en su propio éxito, y sobrevive gracias a los esfuerzos y sacrificios (que van más allá del deber) de sus profesionales. Todo lo aceptamos por no perjudicar al paciente.
¿Que soluciones proponemos?:
1. Educar a los pacientes, desde la Administración, tanto de sus derechos como de sus obligaciones, e incluso penalizaciones, en el uso del Sistema Sanitario. Por ejemplo: si un paciente es agresivo se le debería cambiar no de médico, sino de centro de salud.
2. Apoyar nuevas ideas que agilicen la consulta. Desde la receta en la que sólo figuran las fechas (el paciente tomará este medicamento X para su próstata durante los siguientes 6 meses) hasta la autogestión de los centros de salud que nos permita cambiar el dinero de un capítulo a otro (¿para qué comprar libros que no puedo leer porque se reparte la consulta del compañero y no tenemos tiempo? ¿Por qué no poder cambiar cuatro libros por un suplente en la campaña gripal?).
3. Incentivar a los profesionales. Los incentivos económicos están bien, pero nunca son estímulos duraderos. Lo que queremos en general es hacer nuestro trabajo bien y a gusto. Hay que buscar nuevas propuestas que incluso sean redundantes con el centro de salud. Rotaciones por otros centros (especialidades, hospitales, centros de salud con programas específicos de algún tipo, etc.) pero siempre con suplente. Tampoco debe ser moneda de cambio el tener o no residente... no es justo, no todos los tutores tienen residente, no todos los médicos son adecuados para tener residente, pero todos nos podemos beneficiar de rotar por otros servicios y al mismo tiempo nos sirve de respiro y de cambio de ambiente para volver a incentivarnos.
4. Prever problemas futuros para poner soluciones a tiempo ¿Es que no se ve el gran problema que viene? ¿Qué pasará el año que los MIR de familia de tercer año pasen al cuarto año? No habrá una remesa de médicos durante un año. Da igual, según este sistema, nos sobra el tiempo. No nos importará doblar consultas o... mejor, que pasen las consultas los residentes de tercer y cuarto año, que «pa'eso están». ¿Qué medidas se van a tomar?
5. Sentirnos apoyados y apreciados por nuestras gerencias. Si el paciente se queja no siempre tiene razón. No bastan las buenas palabras; si un equipo toma una decisión, la gerencia debería apoyarla.
6. Dejamos lo más importante para el final: crear ilusión. Principalmente responsabilidad de nuestras sociedades científicas.
El modelo que era válido hace años se ha quedado atrás: ¿qué hay de los cupos ideales? ¿Citas programadas de 15 min? ¿Tiempo para investigar? Que no sigan vendiendo ese cuento con las crecientes poblaciones que tenemos y los nunca proporcionados recursos humanos. Nos estamos viendo abocados a ser cupos de 7 h. Necesitamos un nuevo impulso, una nueva ilusión y no una visión de futuro apocalíptica. La AP debe resucitar y esta vez de manera distinta y adaptada a las realidades de nuestros días.