Sr. Director: En relación a la carta enviada por Llor et al, quisiera efectuar las siguientes puntualizaciones:
Los indicadores de calidad de la prescripción farmacéutica, expuestos en el artículo origen de esta carta, aparecen a título de ejemplo (lógicamente tiene que haber muchos otros que no han sido citados) de todos los indicadores que se pueden encontrar en la bibliografía de dominio público. Es muy probable que haya áreas de salud repartidas por nuestra geografía donde se estén empleando otros indicadores diferentes, pero esta información no es fácil de conocer al no estar publicados en revistas biomédicas de amplia difusión y fácil acceso.
Estoy totalmente de acuerdo con los autores de esta carta en que son necesarios indicadores de calidad de la prescripción farmacéutica en las enfermedades agudas y que debería haber indicadores cuantitativos, además de los cualitativos (que son los más abundantes).
Además, comparto la opinión de los autores de esta carta de que es imprescindible pensar en las consecuencias derivadas de la implantación de estos indicadores de calidad, y en cómo pueden afectar a la práctica clínica del médico. De hecho, los indicadores deberían promover una práctica clínica y un uso de medicamentos basados en las evidencias disponibles y en la idiosincrasia del medio y de los pacientes de cada entorno, de tal manera que se consigan mejores resultados sanitarios en los pacientes y se logre una mejor calidad asistencial del Sistema Nacional de Salud.
Como muy bien apuntan los autores de esta carta, el caso de la prescripción de antibióticos es muy buen ejemplo sobre la necesidad de disponer de indicadores cuantitativos, en un intento por evitar la aparición de resistencias secundarias al uso inapropiado, y en exceso, de antibióticos para tratar enfermedades en las que no está indicado su uso.